LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Y LOS GRANDES PERSONAJES DE
LA INTELECTUALIDAD PERUANA
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Francisco García Calderón Rey (1883-1953)
expresa en su obra “El Perú Contemporáneo” (París, 1907): “al reinado del
memorismo y de la escolástica superficial, a la ciencia de palabras, hay que
oponer la ciencia de las cosas, el “realismo” educativo y que la universidad
debe formar profesionales con sólidos principios y valores éticos, como
garantía de la unidad e integración del país sobre la base de la solidaridad
patriótica nacional, la libertad, la tolerancia, la responsabilidad social, los
deberes cívicos y el desarrollo de la conciencia personal. “Y, desde el punto
de vista estrictamente científico, la Universidad peruana y la americana deben
difundir la ciencia y seguir la producción extranjera, sin, por cierto, olvidar
una cierta colaboración a la ciencia universitaria. El estudio de nuestro medio
geográfico, la antropología de nuestras razas, la experiencia sociológica de
nuestra historia, pueden contribuir al conocimiento científico de la tierra y
del hombre”.
Javier Prado y Ugarteche (1871-1921),
ex rector de la Universidad de San Marcos y ex presidente del Consejo de
Ministros, proclamado por los estudiantes “Maestro de la Juventud”, en su obra
“La enseñanza universitaria” revela que en la universidad peruana “No se
estimula el espíritu de observación y reflexión ni se hace labor investigativa
y de profundización científica...” tras calificar la enseñanza universitaria de
meramente expositiva, de superficial preparación para el examen, el cultivo de
la memoria y de las facultades receptivas del alumno, dejando sin ejercicio sus
facultades críticas y productivas, recomienda que la educación universitaria en
el Perú se consagre a la investigación científica, a la capacitación
profesional y a la tarea educativa.
Manuel Vicente Villarán (1873-1958), ilustre
maestro universitario sanmarquino y educador positivista y ex rector de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1922), era partidario de una
educación universitaria con fines económicos y sociales, en la que se enseñe a
trabajar y a producir con inteligencia, responsabilidad social, entusiasmo, transparencia
y perseverancia, que se enseñe no sólo a buscar la verdad sino a encontrarla, y
no sólo a encontrarla también a aplicarla creativamente y a “hacer hombres en
un ambiente de libertad”. Pensó en todo momento y lugar que la formación
profesional universitaria debe ir de la mano con la formación científica y
técnica.
La doctora María Luisa Rivara de Tuesta, al
comentar en su obra “Tres ensayos sobre la filosofía en el Perú”, sobre la
posición positivista de Manuel Vicente
Villarán manifiesta: “Villarán ha de considerar que la educación científica es
un factor determinante en la vida del hombre y de la sociedad en que vive, por
lo tanto el nuevo hombre peruano debe dejar atrás la preparación verbalista y
abstracta, la ambición por los títulos universitarios, las preferencias
literarias y emprender una nueva formación educacional basada en los principios
empíricos de la ciencia experimental. Con esta educación el hombre progresaría
no solo personalmente sino que lograría modificar sustancialmente cada
comunidad en que viviese conduciéndola hacia el progreso económico. Y es que a
través de la praxis científica el hombre descubriría nuevos intereses de
conocimiento sobre su medio circundante y al lograr el contacto armonioso con
su realidad se integraría a ella como ser humano cabal, es decir, conociendo
científicamente e integrándose a su realidad obtendría provecho personal y
lograría también un efecto en su colectividad resolviendo problemas sociales,
políticos y sobre todo económicos...”
Julio C. Tello (1880-1947), sabio peruano, arqueólogo,
fundador de la Arqueología Científica en el Perú, creador del Museo de
Antropología y Arqueología (1913), fundador del Instituto de Investigaciones
Antropológicas (1931) como dependencia del Museo Nacional y descubridor de la
necrópolis de Paracas (1925). A su
iniciativa nace la Asociación Peruana para el Progreso de la Ciencia en el Perú
y reconocida oficialmente por el gobierno de Augusto B. Leguía.
Es el autor del Proyecto para la Formación de
Profesores a nivel secundario en las Facultades de Ciencias y Letras de la
Universidad de San Marcos. Su proyecto procuraba combatir los errores que se derivan
del intelectualismo, de la falta de reflexión seria y profunda y propendía a
enfatizar la enseñanza de la doctrina científica y técnica y la implementación
rigurosa de los Seminarios para estimular el desarrollo del espíritu científico
y del trabajo productivo en equipo e integración de estudiantes y maestros y
así lograr profesionales eficientes.
Víctor Andrés Belaunde (1883-1966),
escritor arielista arequipeño de brillante verbo y original estilo, orador y
político, fundador y editor desde 1918 de la revista Mercurio Peruano, maestro universitario, acucioso investigador con
fibra peruanista de los problemas del país, uno de los más preclaros exponentes
de la inteligencia en el Perú y ex presidente de la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas (1959).
Señala que uno de los principales aspectos
del problema universitario es el de la “formación de un profesorado
universitario de verdadera preparación científica y de intensa vocación
profesional”. Afirma que es necesario aplicar nuevos métodos de
enseñanza-aprendizaje para lograr una universidad moderna: “Nosotros no hemos
tenido hasta ahora sino el de la llamada lección magistral o la disertación.
Tal método necesita ser reemplazado por la más activa cooperación entre
maestros y discípulos, por la asignación de trabajos a éstos y por el
establecimiento del seminario para los estudios especializados”.
José Carlos Mariátegui (1894-1930),
escritor moqueguano, periodista autodidacta, en su obra “7 ensayos de
interpretación de la realidad peruana”, luego de afirmar que la universidad era
el “lazo de unión entre la república y la colonia”, llegó a sostener que “la
universidad no cumplía su función progresista y creadora en la vida peruana, a
cuyas necesidades profundas y a cuyas corrientes vitales resultaba no sólo
extraña sino contraria”.
Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979),
político y escritor insigne, fundador de la Alianza Popular Revolucionaria
Americana (APRA), estudioso de los problemas de la realidad peruana y latinoamericana, propulsor en Perú de la
Reforma Universitaria, desempeñó los cargos de primer presidente de la
Federación de Estudiantes del Perú y primer rector de la Universidad Popular
Gonzáles Prada. Fue un infatigable defensor de la jornada de las ocho horas en
el Perú y de la educación gratuita en todos los niveles y modalidades, y en
1978 es elegido Presidente de la Asamblea Constituyente.
En sus coloquios cotidianos y manifestaciones
públicas abogó por una educación integral, científica, democrática, popular,
tecnológica, humanística y ética.
En su Discurso del 22 de agosto de 1965,
Víctor Raúl Haya de la Torre dijo que los apristas queríamos “darle a las
universidades una nueva validez, un nuevo sentido, una nueva proyección.
Hacerlas verdaderos centros de cultura. Desprofesionalizarlas, en el sentido de
que no sólo el diploma fuera del objetivo del universitario. Crear los ámbitos de la investigación
desinteresada. Hacer de ellas lo que han sido las universidades del mundo, en
el campo científico, la exploración, en las que no es el interés profesional lo
que prevalece, sino el amor a la ciencia y la devoción por la cultura. Ese fue
el afán de la revolución o Reforma Universitaria. Y así comenzó. Había que
sanear, había que limpiar las cátedras donde permanecían aferrados viejos
señores, que eran, sobre todo, viejos por sus ideas y nosotros lo logramos en
esa primera etapa, tendiendo a la democratización universitaria...”
Haya de la Torre considera que una educación
integral en el Perú sólo es posible con un cambio integral en lo político,
económico, social, educativo, cultural y moral., en la que se enseñe con ejemplos
objetivos, con experimentación y previo análisis científico de la realidad
nacional.
Luis Alberto Sánchez (1900-1994), prestigioso
hombre de letras, escritor, literato, político, tres veces rector de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en su obra “El Perú: retrato de un
país adolescente” puntualiza que las universidades del Perú, por tradición y
estructura, son centros de cultura humanística como las clásicas y como tal
“debiera conceder ancho margen a la investigación o propagación (no sólo
instrucción) de la verdad: no lo hace, se dedica a formar profesionales, a
otorgar diplomas”.
En su obra “La Universidad es una isla”
sostiene categóricamente: “no hay docencia posible, ni investigación, ni
ciencia, ni universidad ahí donde rija un criterio de círculo, bien sea por
afinidades consanguíneas o financieras, de simple vanidad o de generación o de
lo que sea...”
Emilio Barrantes Revoredo (1904-.....),
maestro universitario, ideólogo y Presidente de la Comisión de Reforma
Educativa de 1970 durante el gobierno militar de Juan Velasco Alvarado
(1968-1975) y que marcó un derrotero en la historia de la educación peruana.
Barrantes Revoredo fue un ardoroso defensor y
promotor de la formación de técnicos: “La formación de técnicos tiene que
considerarse también preferentemente en un país como el nuestro en que las
necesidades insatisfechas son tantas y en que las condiciones de vida son tan
desfavorables. Tenemos que contribuir a la formación de un pueblo y ésta es una
obra que sólo puede realizarse con amor, con ciencia, con técnica y con
trabajo”.
Barrantes, a la edad de ciento dos años de
vida declaró para la revista de actualidad AQUÍ N° 4 (Jesús María, Lima, marzo
2004), luego de efectuar una evaluación de la educación en el Perú desde los
inicios de la República hasta 2004 expresó: “En materia educativa, cada
gobierno hace lo que quiere, no existe una política de consenso que se implante
y la respeten todos los gobiernos. Por eso digo, no hay reforma ni la habrá, en
tanto no cambien los políticos y éstos no sigan los lineamientos de los grandes
intereses transnacionales. Dejemos de una vez por todas de seguir siendo un
país colonial”.
Carlos Cueto Fernandini (1913-1968), doctor
en Letras y doctor en Filosofía, ex vicerrector de la Universidad de Lima,
maestro universitario y ex ministro de Educación (1965-66), reaccionando contra
la intromisión de la política partidaria dentro del claustro universitario,
expresó con hidalguía y al calor de sus sólidas convicciones pedagógicas: “No
debiendo ser la universidad una agencia política debe ser centro de
investigación y de enseñanza que incite a la acción mediante el señalamiento de
las soluciones posibles de los problemas”. Además subrayó categóricamente: “Uno
de los fines esenciales de la universidad moderna es la investigación, la
investigación científica y filosófica, la investigación de las ciencias del
espíritu y de las ciencias de la naturaleza, y, consecuentemente, la formación
de nuevos hombres de ciencia que continúen metódicamente las conquistas de las
generaciones anteriores”.
Antonio Pinilla Sánchez Concha (1924-2006),
fundador y ex rector honorario vitalicio de la Universidad de Lima, doctor en Filosofía
y doctor en Educación, es el creador del Sistema Nacional de Ciencia y
Tecnología. Desempeñó los cargos de presidente de la Asamblea Nacional de
Rectores (1957), vicepresidente de la Asociación Internacional de Rectores y
presidente del Consejo Nacional de Investigación (1978-1980).
Llegó a decir que “Las universidades deberían
ser centros de investigación científica y formación profesional que satisfagan
las necesidades de desarrollo del país. El tipo de educación que necesita el
Perú es que propicie el incremento de la producción y la promoción de nuevos
empleos, con mejoras salariales para que la población aumente su capacidad
adquisitiva y se genere el bienestar colectivo”.
Asimismo manifestó: “El currículo de las
universidades está desvinculado de las necesidades del país, especialmente en
términos de investigación científica industrial y administración empresarial. Las
universidades en los países en proceso de desarrollo como el Perú deben
convertirse en cetnr4os de investigación científica y formación profesional que
satisfagan las necesidades del desarrollo industrial, agrícola, minero y
comercial del país. Los catedráticos no deben limitarse al dictado de
conferencias sino que deben propiciar el interés de los alumnos y el hábito de
investigación científica realizada en conjunto”.
Jorge Lazo Arrasco (1928), personalidad
multifacética, maestro de maestros, doctor en educación, Gran Amauta del Perú,
ex rector de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega y doctor Honoris Causa de
universidades nacionales y extranjeras.
En su opinión “La universidad que funcione en
el siglo XXI tiene que liberarse de los conocidos vicios y defectos que la
perjudican; pero manteniendo su autonomía y libertad académica, formando
profesionales, que sólo ella otorgue los grados de Bachiller, Maestro y Doctor,
que continúe realizando investigaciones científicas, que formule críticas
alturadas a la sociedad, al Gobierno y también a sí misma, que, en fin, se
proyecte a la comunidad y se convierta en un componente del desarrollo
nacional”.
Preguntado sobre la necesidad de inversión e
investigación científica en las universidades del Perú, en su obra “Conversando
con don Jorge”, respondió: “La investigación científica requiere de inversión.
En el caso de las universidades, por ejemplo, sobre todo las universidades
nacionales, su presupuesto apenas alcanza para pagar el sueldo, que no es
edificante y que no está a la altura de la labor que desarrolla un profesor
universitario, menos habrá para investigación. Y cosa curiosa, sólo el 1 % de
la humanidad hace investigación científica. Y, paradójicamente, de ese 1 % el
70 % hace investigación de tipo bélico. La ciencia, pues, es preocupante. Juan
Pablo II dijo alguna vez, cuando lo entrevistó un amigo suyo, que existen
grandes miedos en la humanidad y también pequeños miedos. Y decía que los
cuatro grandes miedos son el miedo al pasado, el miedo al presente, el miedo al
futuro y el miedo a la ciencia. Y más de un crítico se ha referido a la ciencia
con temor. Piensan que hay que humanizarla...El desarrollo de la humanidad
depende fundamentalmente del volumen de conocimientos que tenga a su
disposición. El desarrollo del Perú depende de la cantidad de conocimientos que
tenga. Pero para que haya conocimientos debe haber investigación científica.
Eso es, lo que en la Universidad decimos, es su prerrequisito. Gracias al
conocimiento, sólo una generación podría sacar un país adelante y lograr su
desarrollo. Y en el pensamiento científico está la cumbre de la mente humana.
En cierto modo, el siglo XXI, al que están llamando el “Siglo del
conocimiento”, este siglo XXI compromete a la universidad, desde este instante,
desde este momento se debe asumir con responsabilidad, la creación de
conocimiento. Pero esta creación, este saber que la universidad debe producir,
tiene que ser un saber con humildad, vale decir con sentido humanitario. No un
saber con soberbia, porque donde el conocimiento crece sin sabiduría y sin
respeto, se convierte en una amenaza. Por eso es que la ciencia tiene que marchar
al lado de la virtud. Sostengo que el siglo XXI será, a no dudarlo, el siglo de
la universidad, porque será el siglo del conocimiento. El prerrequisito del
conocimiento es la investigación científica y la entidad llamada a investigar
es la universidad. Y para investigar más requiere de más inversión, más
presupuesto. Todo estudiante que sale de la universidad, no queremos que sea un
investigador científico profundo, pero sí que conozca la investigación, que
sepa cómo se hace, que esté en capacidad de dominar algún diseño metodológico
para buscar la verdad”.
Luis Alberto Peláez Pérez (1935),
maestro universitario, periodista, escritor y doctor en Derecho, estudioso de
la problemática de la educación peruana, en su libro “Universidad Problema”
(2004) refiere que “entre los males que padece la universidad peruana, con
características ya crónicas, está la masificación, la estructura burocrática,
la anarquía curricular, el desarrollo arbitrario de los ciclos de estudios, muy
poca investigación y proyección social. Vive a espaldas de la realidad. La
universidad no se reformó ni ha planteado hasta hoy su propio proyecto de
reforma que constituya una respuesta a sus antiguos y nuevos problemas”.
“(En nuestras universidades) Desdichadamente,
ni se investiga ni se enseña a investigar. Muchos de nuestros alumnos, aun los
de ciclos avanzados, carecen del dominio y a veces hasta de la preocupación por
la investigación...Pero si el profesor universitario no investiga –o no sabe
investigar-, nada podemos esperar de nuestros alumnos. La docencia
universitaria ha devenido, con honrosas excepciones, en una nueva opción del
mercado ocupacional de los miles de maestros sin colocación en las ciudades;
porque, exclusivamente, casi siempre se profesó la investigación pura antes que
la aplicada, tan necesaria para el desarrollo del país”.
Fidel Tubino Arias Schreiber,
profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, advierte que existe
“El desfase de la universidad peruana en relación a las exigencias del
desarrollo nacional que se evidencia en los escasos aportes que provienen de
ella en materia de investigaciones relevantes en torno a los problemas
medulares del desarrollo. La experiencia de los países altamente desarrollados
nos muestra que los lineamientos de la investigación científica y académica de
las naciones deben tener como protagonistas privilegiados a las universidades,
las empresas y el Estado, que deben aprender a interactuar en la búsqueda de
soluciones globales a los problemas nacionales”.
Iván Elio Rodríguez Chávez (1941),
maestro universitario, doctor en Educación, Rector de la Universidad Ricardo
Palma, ex presidente de la Asamblea Nacional de Rectores y Doctor Honoris Causa
de universidades nacionales y extranjeras.
En cuanto a los proyectos de investigación y
el apoyo de los organismos internacionales, propone que “El Estado debe
financiar las investigaciones, pues muchas de ellas pueden ser un medio para
resolver nuestros problemas. Es cierto que la financiación extranjera existe,
pero están en función de sus intereses. En un mundo globalizado no se concibe
la existencia de universidades que no realizan investigación pura o aplicada.
La investigación científica es la clave para el adelanto científico,
humanístico, tecnológico y el desarrollo de las naciones. La universidad debe
ser el semillero de los futuros científicos y tecnólogos que requiere el
país.”.
Raimundo Villagrasa, S.J.,
maestro universitario y rector emérito de la Universidad del Pacífico (Perú),
al evaluar la investigación científica en el país considera lo siguiente: “Si
no formamos a los investigadores, profesionales y tecnólogos que se necesitarán
en los próximos cincuenta años, el Perú quedará rezagado en el camino del
desarrollo y los peruanos destinados a formar parte de la mano de obra barata
en el futuro, pero no lo liderará, ni siquiera competirá dignamente en él”.
Carlos Bustamante Monteverde, biofísico
peruano egresado de la universidad de Berkeley, miembro de la Academia de
Ciencias de Estados Unidos y Profesor Honorario de la UNMSM, al participar como
expositor en el XI Encuentro Científico Internacional de Verano que se realizó
en el Perú, con el auspicio de instituciones como IPEN, UNI, UNMSM y otros,
dijo: “Yo creo que el Perú ha retrocedido en los últimos 30 años en términos de
investigación y desarrollo. Nuestro país en los años 50 y 60 tenía una apuesta
por la investigación y el desarrollo; sin embargo ahora ha ido perdiendo cada
vez más esa capacidad. Nuestras universidades son en realidad institutos de
enseñanza, no son propiamente universidades en el sentido cabal de la palabra.
Es válido preguntarse si es que hoy en día en la universidad peruana el
desarrollo de la ciencia y la tecnología va a tener un impacto económico
inmediato en el Perú y la respuesta probablemente es no, porque no va a ser
inmediato, porque toma tiempo establecer estos cuadros y el campo de juego, que
es la dinámica de interacción entre la investigación, el desarrollo y la
productividad”.
Cecilia Thorne[1]
señala que “Las investigaciones están poco desarrolladas o son casi
inexistentes en las universidades peruanas. Sólo la mitad de los docentes ha
realizado algún tipo de investigación, siendo el promedio de 2.4
investigaciones por profesor en un período de cinco años”.
Carlos del Río C., Ph.D., en su obra
“Perspectivas en el Siglo 21: Ciencia y Tecnología, Educación y Desarrollo”
(1997) escribe: “la creatividad y el desarrollo científico-tecnológico, en el
marco de las múltiples manifestaciones culturales – esencia y riqueza por su
gran diversidad- son las claves para tener éxito en el siglo 21”. “La
investigación, en los centros de excelencia de enseñanza superior, cada vez se
hace más multidisciplinaria, eliminándose el llamado “reduccionismo científico”
y dándose plena vigencia a la incertidumbre y al caos – “caos premeditado”.
Ello posibilita, por ejemplo, encontrar nuevos derroteros para conocer la real
capacidad del cerebro humano y –simultáneamente- llegar a saber cómo están
conformados los procesos que activan la mente”.
Carlos del Río al abordar el tema de la
universidad Siglo 21 y del profesor universitario Siglo 21 afirma: “La
universidad siglo 21 (U-21) se concentrará en: - La búsqueda del conocimiento:
seminarios muy rigurosos, énfasis en la experimentación en laboratorios
(aplicando lo mejor de los logros obtenidos por las simulaciones telemáticas
previas correspondientes). – Capacitar al estudiante en hacer uso de la
información de manera efectiva. – Proporcionar los fundamentos intelectuales /
científicos / tecnológicos al igual que los correspondientes a una integración
cultural”.
Sobre los probables requerimientos de
recursos humanos en Ciencia y Tecnología en el Perú en las próximas décadas
Carlos del Río indica: “Es indudable que la calidad de los recursos humanos en
ciencia y tecnología – al igual que en otras áreas del desarrollo- constituye
un factor primordial para salir del subdesarrollo. El número de profesionales
con grados de Maestría y de Doctorado en Ciencia y Tecnología es uno de los
“barómetros” de este factor – por su incidencia en el devenir
científico-tecnológico”.
Convencido que sin educación y sin el avance
científico y tecnológico no puede haber desarrollo integral del Perú postula y
propone lo siguiente:
a)
Pasar de una sociedad de frustraciones a otra
de realizaciones, de una sociedad donde básicamente se considera como su
potencial a los recursos materiales a otra en la que se valoricen el talento y
la creatividad.
b) Reconocer por lo tanto, que lo mejor que
posee el hombre es su cerebro –cuya capacidad es necesario estimular para que
se exprese a plenitud y
c) Recordar siempre que las soluciones a
nuestros problemas, si bien requerirán de participación del exterior,
fundamentalmente dependen de nosotros mismos, por lo tanto hay que hermanarnos
– con conocimiento- pensando en el largo plazo. Es decir, generar una cultura
de paz, cuyo elemento esencial es la tolerancia, factor clave para la
cooperación y el desarrollo.
[1] C. Thorne. “La calidad de la
educación universitaria y el caso peruano”, en “La Universidad que el Perú
necesita”. Foro Educativo-Consorcio de Universidades, Lima, 2001.