LA ÉTICA EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA[1]
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
La
ética de la investigación es una ciencia normativa y práctica que se ocupa del Deber ser y Deber hacer del investigador. Está conformada por un conjunto de
reglas, proposiciones, principios, valores y leyes que permiten normar, regular
y orientar la conducta del investigador por el camino correcto, apropiado,
lícito, digno y justo, con el fin de alcanzar el bienestar individual y colectivo.
La
ética de la investigación se aplica durante todo el proceso y desarrollo de la
investigación científica: elección del problema científico, diseño del
proyecto, revisión de la
literatura, recolección y selección de
datos, procesamiento e interpretación de datos, redacción y corrección, evaluación
de su utilidad, publicación y aplicación de los resultados.
La
ética de la investigación tiene por objeto la moralidad del acto, la experiencia
moral, y la conducta moral del
investigador, en sus relaciones con los demás miembros de la comunidad
científica y de la sociedad. Su finalidad es orientar al investigador en busca
de su perfección individual y del bien común; es forjar una conducta recta, correcta, honesta,
tolerante, sensible, solidaria, cooperante, responsable, digna y justa para un
buen vivir.
Los
aspectos éticos o las buenas prácticas del investigador científico tienen relación con todos los campos y áreas
de su quehacer profesional y actividad
científica. El comportamiento ético del investigador es un requisito para la
credibilidad de la ciencia y del propio investigador, para avanzar en la
excelencia de las investigaciones, mejorar la calidad, así como también
mantener óptimamente las relaciones con las instituciones, la sociedad y el
Estado.
La ciencia moderna, aplicada a la
investigación, da como resultado mayores logros a la humanidad. Teniendo en
cuenta que se vive en un mundo basado en la investigación y gobernado por
ideologías fundamentadas en la ciencia y en el uso de instrumentos creados por
la ciencia y la tecnología, es necesario ser conscientes de que dichas
ideologías e instrumentos pueden ser utilizados de forma objetiva o subjetiva,
o correcta e incorrectamente, es decir, de un modo ético o no. Por este motivo,
es importante hablar de una ética de la investigación, es decir, de una
investigación con conciencia. Una investigación cuyos resultados sean
correctamente utilizados, puntualiza Manuel Galán Amador.[2]
Estamos viviendo en la era de la
información y la comunicación, con cantidades de información que fluyen a la velocidad de la luz, que no
pueden ser decodificadas a plenitud y que influyen positiva o negativamente en
la vida humana o en la conducta de las personas e instituciones, por lo que el
investigador necesita adoptar actitud cada vez más crítica y analítica, para así
lograr ser un buen investigador que satisfaga las expectativas de las personas
y sociedades del planeta.
No debe olvidarse que las personas, la actividad
científica y el investigador llegan a corromperse cuando se ponen al servicio
de los privilegios e intereses creados, de la delincuencia y el terrorismo, de
los dogmas y las ideologías extremistas, del poder económico y político, de la
degradación del medio ambiente, de la guerra y el armamentismo, del
narcotráfico, y de las mafias, así como también de las teorías conspirativas e
intenciones perversas.
El
investigador asume un comportamiento ético que se caracteriza por ser racional,
libre, consciente, voluntario y responsable de cuanto piensa, dice y hace;
responsable de sus causas y consecuencias. El investigador posee altos
estándares éticos en su comportamiento, en la actividad científica y al momento
de tomar decisiones éticas y resolver
los dilemas éticos.
La ética en la investigación trata de minimizar las
desventajas, los problemas o las consecuencias negativas de los resultados de
una investigación y trata de maximizar las ventajas, los beneficios o los
aportes positivos a favor de las personas, instituciones, sociedades y la
comunidad científica mundial. Trata de vigilar y evitar que los pacientes sean
utilizados como conejillos de Indias o que caigan en el riesgo de ser
explotados y sobreexplotados con fines inconfesables.
Para que una conducta sea ética en términos de
investigación, el investigador deberá responder, actuar e investigar correctamente,
utilizando medios éticos y medios lícitos, liberado de presiones, prejuicios y
dogmas, liberado de intereses de conflicto y de intereses monetarios.
La ética en la investigación científica tiene que ver
con la responsabilidad moral de los investigadores acerca del uso que le dan a
sus investigaciones, y a la forma de desarrollar el proceso de la
investigación, redactar el texto de los proyectos y de las conclusiones.
“Las últimas dos décadas – indican Martín
Aluja y Andrea Birke- se han caracterizado por un aumento en el reporte de
violaciones a la integridad científica (National Academy of Sciences, 1992;
Steneck, 2000). La opinión generalizada (e.g., Macrina, 2000; y Shamoo y
Resnik, 2003) es que este incremento se debe a factores tales como: a) aumento
de científicos y académicos en proporción al decremento de posiciones laborales
en la industria, gobierno y academia; b) recursos financieros limitados
(competencia por proyectos, espacio físico, equipo, técnicos, competencia por
obtener reconocimiento o créditos, etc.); c) presión por publicar que genera el
síndrome conocido en los Estados Unidos como “Publish or Perish” (Kleschick et al., 2000; Bostanci, 2002; Shamoo y
Resnik, 2003); d) evaluación del científico en términos de la habilidad de éste
por generar recursos y e) necesidad de cumplir con cada vez más engorrosos
requerimientos administrativos (Stanley-Samuelson y Higley, 1997)...”
[1] Terrones Negrete, Eudoro. Perfil y
Ética del Investigador Científico Universitario. Aldo Editores Importadores
S.A.C.. Primera edición, Lima, enero 2020, pág.165-168.
[2] Galán Amador, Manuel, en su artículo Ética en la investigación.
http://www.rieoei.org/jano/3755GalnnJano.pdf