EL
PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD DE EDGAR MORIN
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Etimológicamente la palabra complejidad es de origen
latino, proviene de complectere, cuya
raíz plectere significa enlazar,
trenzar. El añadido del prefijo com
significa la dualidad de dos elementos opuestos que se enlazan íntimamente en
paradójica relación de lo uno y lo múltiple.
Edgar Morin, filósofo e investigador científico
francés, padre del pensamiento complejo en el siglo XXI, es un pensador
profundo y crítico especialmente de las “revoluciones” intelectuales y
científicas, de filosofías políticas y del marxismo. Según Morin, estamos en la
prehistoria del espíritu humano y sólo el pensamiento complejo nos permitirá
civilizar nuestro conocimiento.
Su camino filosófico debe arribar a una revolución
paradigmática, que le conduce a “reintegrar al hombre entre los otros seres
naturales para distinguirlo, pero no para reducirlo. Se trata, en consecuencia,
de desarrollar al mismo tiempo una teoría, una lógica, una epistemología de la
complejidad que pueda resultarle conveniente al conocimiento del hombre. Por lo
tanto lo que se busca aquí es la unidad del hombre y, al mismo tiempo, la
teoría de la más alta complejidad humana”.
Para Morin debe estudiarse multifacéticamente
cualquier aspecto de la experiencia humana, aplicando el pensamiento complejo multidimensional
y dejando atrás el pensamiento simplista, por ser éste mutilante, reduccionista, disgregador, unidimensionalizante,
manipulativa, dominante y oscurantista.
En la concepción de Morin la complejidad es el tejido
de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares,
que constituyen nuestro mundo fenoménico, y que tiene como rasgos lo enredado,
lo inextricable, la degradación, el desorden, la imprecisión, la ambigüedad, la
incertidumbre, la contradicción, lo indeterminado y el azar, entre otros. La
complejidad aparece allí donde el pensamiento simplificador falla e integra en
sí mismo todo lo que pone orden, claridad, distinción y precisión en el
conocimiento.
El pensamiento complejo concebido por Morin es un
pensamiento que transdisciplinariamente[1]
organiza, relaciona, asocia e integra los objetos de conocimiento, los
restablece a su contexto, los reinserta en la globalidad a la cual pertenecen y
los enlaza a la dinámica de la realidad de un país.
El pensamiento complejo reviste las características o
propiedades siguientes:
-
Pensamiento
abierto.
-
Todo
objeto de conocimiento sólo se puede estudiar en relación con su entorno
(sistema).
-
El todo
es irreductible a la descomposición de sus partes: el todo es más y menos que
la suma de sus partes; las partes no pueden tratadas por separado.
-
Aspira al
conocimiento multidimensional y a un saber no parcelado, no dividido y no
reduccionista.
-
Integra
lo más posible los modos simplificadores de pensar, aísla todo lo que separa,
religa, interactúa e interfiere, a la vez que rechaza sus consecuencias.
-
Reúne
orden, desorden y organización.
-
Ayuda a revelar
y superar la complejidad del desafío del mundo, de la naturaleza, del hombre y
la sociedad.
-
Pensar
complejamente como metodología de la acción cotidiana.
-
Concibe
el lazo inseparable entre observador y cosa observada, entre el uno y lo
múltiple.
-
Concibe
la complejidad de la realidad antropo-social en su mcirodimensión y
macrodimensión, respectivamente.
-
Axioma:
La imposibilidad teórica de una omniciencia.
-
Principios:
Incompletud e incertidumbre.
-
Permite
civilizar el conocimiento humano.
-
Reconocimiento
de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento.
Morin señala: “Una de las conquistas preliminares en
el estudio del cerebro humano es la de comprender que una de sus superioridades
sobre la computadora es la de poder trabajar con lo insuficiente y lo impreciso;
hace falta, de ahora en más, aceptar una cierta ambigüedad y una ambigüedad
cierta (en la relación sujeto/objeto, orden/desorden, auto/hetero-organización.
Hay que reconocer fenómenos inexplicable, como la libertad o la creatividad,
inexplicables fuera del cuadro complejo que permite su aparición”.[2]
El pensamiento complejo constituye todo un método
creado por Edgar Morin, método radicalmente diferente a la concepción clásica
fundada en el paradigma positivista, que permite replantear todos los conocimientos
constantemente y explicar el mundo, la naturaleza y la existencia del ser
humano. “El pensamiento complejo constituye un método de construcción humano
desde el punto de vista explicativo, es decir interpretativo y comprensivo
retomando la explicación, cuantificación y la objeción” (Tobón, 2005).
Este método empieza creando incertidumbre, interés y
conciencia sobre los hechos y sucesos de la naturaleza, del hombre y la
sociedad y que mediante el razonamiento acude a la búsqueda permanente del porqué
de las cosas y de los hechos que se observa en la realidad natural y social.
El método del Pensamiento Complejo de Morin se basa en
la teoría de la información y de los sistemas, de la Cibernética y en los
procesos de auto-organización biológica y el orden a partir del ruido (Von
Foerster).
Morin aplica el concepto de sujeto a toda la realidad
viviente y el sujeto se caracteriza por su individualidad, autonomía y
capacidad de “computar” o de procesar información; el hombre es el sujeto de
mayor complejidad, así lo expresa: “Ergo computo ergo sum”.
En su autobiografía intelectual titulada “Mis
Demonios”, Morin revela: “Asumir la contradicción me llevó a asumir la
complejidad y a elaborar el pensamiento complejo, a forjar la teoría abierta, a
promover la racionalidad abierta”.
En el Prólogo
de su obra, Introducción al pensamiento
complejo, señala: “Nunca pude, a lo
largo de toda mi vida, resignarme al saber parcelarizado, nunca pude aislar un
objeto del estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir. He
aspirado siempre a un pensamiento multidimensional. Nunca he podido eliminar la
contradicción interior”.
El mérito
central de la Teoría de la Complejidad como método es el “pensamiento
relacional”. Este es una de las características distintivas del trabajo del
filósofo francés Edgar Morin. El método consiste en el aprendizaje del
pensamiento relacional. Pero el mismo método no es simplemente un pensamiento,
sino una actitud general hacia el mundo, la naturaleza, la vida, en resumen,
hacia el propio conocimiento, hacia el tipo de relaciones políticas que
establecemos con el mismo conocimiento (Gladys Giraldo Montoya, gesmo@usb.edu.co).
La
complejidad se refiere a la condición del cosmos que a pesar de que el
principio cuántico (todo interactúa con todo) lo integra en una realidad única
es demasiado rico y variado como para ser ent4endido por rutas lineales
simples, que no conducen ni a novedades ni a asombros. Algunas porciones del
cosmos se entienden mediante dichas rutas, pero los fenómenos más intrincados
sólo se pueden entender por sus patrones generales, pero no en detalle.
La teoría
de la complejidad, dentro de la mecánica estadística (capítulo de la física),
se preocupa del estudio de los atractores asociados a sus dinámicas y de la
teoría de la innovación, de la auto-organización, del aprendizaje, de la
adaptación, de los sistemas disipativos (relacionados con la segunda ley) y
no-lineales, de las transiciones de fase (en especial las que ligan la fase
caos con la fase orden), de las roturas de simetría en condiciones alejadas de
equilibrio, de la emergencia de nuevos fenómenos a partir de redes y de
interacciones. Para entender muchos fenómenos hasta ahora mal explicados, la ciencia
se inclina hacia la teoría del caos, de los fractales y a ésta de la
complejidad.
Aplicada
esta teoría tan rica al cerebro, éste la pone de manifiesto a través de su
habilidad impresionante para detectar detalles. Se interpreta que existe una tremenda
presión evolucionaria para que (en los animales con un atractor para su
evolución del tipo inteligencia-intensivo) los cerebros se vuelvan
especialistas en detalles y logros. Denominamos conciencia a un atributo de la arquitectura del cerebro que se
aplica innovativamente a detectar detalles, atributo que es de por sí
autorreferencial y emergente, quizás el más avanzado en su complejidad,
no-linealidad, autoorganización y capacidad de aprender del entorno. El logro
más misterioso es el de combinar una impresionante cantidad de fragmentos
sensoriales de la realidad, parcialmente estructurados, descubriendo a partir
de ellos nuevos detalles, que siempre se pueden aplicar a controlar alarmas.
(Ideas de diversos autores, entre ellos de Jack Cohen y Ian Stewart).
La moderna
teoría de la complejidad (Chaitin, 1975; Rabin, 1977) se basa en principios
informacionales y computacionales que intentan abordar con cierto nivel de
abstracción campos tales como el estudio de la naturaleza y consecuencias de
las interacciones y no-linealidades de sistemas con muchas variables, con
muchos objetos y que presentan múltiples objetivos. Incluye tópicos de teoría
general de sistemas, vida artificial, autómatas celulares, caos, valles de
atracción en redes neurales, criticalidad, computación evolucionaria,
algoritmos genéticos, fractales, computación paralela, sistemas
autoorganizantes, sistemas adaptivos compartimentalizados, sistemas dinámicos,
inteligencia artificial, complejidad en biología (Glosario de Carlos von der Becke).
El paradigma de la complejidad de Edgar Morin postula
la necesidad de:
-
Organizar
el conocimiento científico desde la transdisciplinariedad, superando los
esfuerzos interdisciplinares, los excesos de especialización, fragmentación y
reducción del conocimiento.
-
Observar,
reenfocar y cambiar el mundo y sus problemas desde una nueva perspectiva
científica.
-
Adoptar
nuevos modelos teóricos, metodológicos y nueva epistemología.
-
Elaborar
nuevas teorías ajustadas a la realidad del siglo XXI.
-
Practicar
modelos de mediación social, educativa, sanitaria, política, económica,
ecológica y cultural para orientar y regular las acciones de los individuos y
las colectividades.
-
Superar
el pensamiento lógico lineal y el paradigma convencional simplista.
Morin propone siete saberes
necesarios e imprescindibles que deberá afrontar el sistema educativo para ser
relevante, significativo, de calidad y trascendente en el siglo XXI:
1. Una educación que reconozca y cure la ceguera
del conocimiento.
2. Una educación que garantice los principios del
conocimiento pertinente y promueva una inteligencia general.
3. Enseñar la condición humana.
4. Enseñar la identidad terrenal.
5. Capacidad para entender las incertidumbres.
6. Enseñar la comprensión.
7. Enseñar la ética del género humano.
Ante la complejidad contemporánea Morin propone la
enseñanza de la ética del género humano como autoética, socioética,
antropoética y ética planetaria, sin recurrir a los tradicionales imperativos
categóricos, pero sí dentro del bucle individuo-sociedad-especie, dentro de una
democracia abierta con fiel respeto a la diversidad, dentro de un paradigma de
relación circular entre las partes y el todo, lo simple y lo complejo, porque
lo que se necesita es “saber si el resultado de nuestras acciones está en
correspondencia con lo que querríamos para nosotros mismos, para la sociedad y
para el planeta”.
Morin propone la aplicación de un diezmo epistemológico, por el cual las universidades deberían
dedicar el diez por ciento de sus presupuestos a financiera la reflexión sobre
el valor y la pertinencia de lo que enseñan.
Según Walter Riso[3],
el pensamiento complejo nos permite:
-
Totalizar
la información y ampliar tu perspectiva.
-
Profundizar
las temáticas y enriquecer tu mente para tomar las mejores decisiones.
-
Ser más
lúcido y aproximarse a la sabiduría a través de la virtud de la sencillez.
-
Cultivar
la autoobservación, no sólo para conocerte a ti mismo, sino para involucrarte
en el ambiente que te rodea.
-
Acercarte
a otros puntos de vista para descubrir qué tiene en común y qué te diferencia
de ellos.
-
No perder
tu capacidad de asombro ante lo desconocido.
-
Afrontar
la controversia y no subestimar el valor de otros argumentos simplemente porque
no están de acuerdo contigo.
-
Ser más
creativo y desarrollar tu inventiva.
[1] Por transdisciplinariedad
se entiende aquello que se sitúa a la vez entre las disciplinas
(interdisciplinariedad), a través de las disciplinas (pluridisciplinariedad) y
más allá de las disciplinas (transdisciplinariedad) cuya finalidad es la
comprensión del mundo presente a partir de la unidad del conocimiento (Romero,
s.f.).
[2] Morin, Edgar. Introducción al pensamiento complejo.
Editorial Gedisa, S.A., Barcelona, enero del 2011, p.61.
[3] Riso, Walter. El poder del pensamiento flexible. De una
mente rígida a una mente libre y abierta al cambio. Editorial Océano de
México, S.A. de C.V. Cuarta reimpresión, México, octubre 2014, pp.188 y 189.