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21 de febrero de 2017

EL PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD DE EDGAR MORIN


EL PARADIGMA DE LA COMPLEJIDAD DE EDGAR MORIN

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Etimológicamente la palabra complejidad es de origen latino, proviene de complectere, cuya raíz plectere significa enlazar, trenzar. El añadido del prefijo com significa la dualidad de dos elementos opuestos que se enlazan íntimamente en paradójica relación de lo uno y lo múltiple.

Edgar Morin, filósofo e investigador científico francés, padre del pensamiento complejo en el siglo XXI, es un pensador profundo y crítico especialmente de las “revoluciones” intelectuales y científicas, de filosofías políticas y del marxismo. Según Morin, estamos en la prehistoria del espíritu humano y sólo el pensamiento complejo nos permitirá civilizar nuestro conocimiento.

Su camino filosófico debe arribar a una revolución paradigmática, que le conduce a “reintegrar al hombre entre los otros seres naturales para distinguirlo, pero no para reducirlo. Se trata, en consecuencia, de desarrollar al mismo tiempo una teoría, una lógica, una epistemología de la complejidad que pueda resultarle conveniente al conocimiento del hombre. Por lo tanto lo que se busca aquí es la unidad del hombre y, al mismo tiempo, la teoría de la más alta complejidad humana”.

Para Morin debe estudiarse multifacéticamente cualquier aspecto de la experiencia humana, aplicando el pensamiento complejo multidimensional y dejando atrás el pensamiento simplista, por ser éste mutilante,  reduccionista, disgregador, unidimensionalizante, manipulativa, dominante y oscurantista.

En la concepción de Morin la complejidad es el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico, y que tiene como rasgos lo enredado, lo inextricable, la degradación, el desorden, la imprecisión, la ambigüedad, la incertidumbre, la contradicción, lo indeterminado y el azar, entre otros. La complejidad aparece allí donde el pensamiento simplificador falla e integra en sí mismo todo lo que pone orden, claridad, distinción y precisión en el conocimiento.

El pensamiento complejo concebido por Morin es un pensamiento que transdisciplinariamente[1] organiza, relaciona, asocia e integra los objetos de conocimiento, los restablece a su contexto, los reinserta en la globalidad a la cual pertenecen y los enlaza a la dinámica de la realidad de un país.

El pensamiento complejo reviste las características o propiedades siguientes:
-       Pensamiento abierto.
-       Todo objeto de conocimiento sólo se puede estudiar en relación con su entorno (sistema).
-       El todo es irreductible a la descomposición de sus partes: el todo es más y menos que la suma de sus partes; las partes no pueden tratadas por separado.
-       Aspira al conocimiento multidimensional y a un saber no parcelado, no dividido y no reduccionista.
-       Integra lo más posible los modos simplificadores de pensar, aísla todo lo que separa, religa, interactúa e interfiere, a la vez que rechaza sus consecuencias.
-       Reúne orden, desorden y organización.
-       Ayuda a revelar y superar la complejidad del desafío del mundo, de la naturaleza, del hombre y la sociedad.
-       Pensar complejamente como metodología de la acción cotidiana.
-       Concibe el lazo inseparable entre observador y cosa observada, entre el uno y lo múltiple.
-       Concibe la complejidad de la realidad antropo-social en su mcirodimensión y macrodimensión, respectivamente.
-       Axioma: La imposibilidad teórica de una omniciencia.
-       Principios: Incompletud e incertidumbre.
-       Permite civilizar el conocimiento humano.
-       Reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento.

Morin señala: “Una de las conquistas preliminares en el estudio del cerebro humano es la de comprender que una de sus superioridades sobre la computadora es la de poder trabajar con lo insuficiente y lo impreciso; hace falta, de ahora en más, aceptar una cierta ambigüedad y una ambigüedad cierta (en la relación sujeto/objeto, orden/desorden, auto/hetero-organización. Hay que reconocer fenómenos inexplicable, como la libertad o la creatividad, inexplicables fuera del cuadro complejo que permite su aparición”.[2]

El pensamiento complejo constituye todo un método creado por Edgar Morin, método radicalmente diferente a la concepción clásica fundada en el paradigma positivista, que permite replantear todos los conocimientos constantemente y explicar el mundo, la naturaleza y la existencia del ser humano. “El pensamiento complejo constituye un método de construcción humano desde el punto de vista explicativo, es decir interpretativo y comprensivo retomando la explicación, cuantificación y la objeción” (Tobón, 2005).

Este método empieza creando incertidumbre, interés y conciencia sobre los hechos y sucesos de la naturaleza, del hombre y la sociedad y que mediante el razonamiento acude a la búsqueda permanente del porqué de las cosas y de los hechos que se observa en la realidad natural y social.

El método del Pensamiento Complejo de Morin se basa en la teoría de la información y de los sistemas, de la Cibernética y en los procesos de auto-organización biológica y el orden a partir del ruido (Von Foerster).

Morin aplica el concepto de sujeto a toda la realidad viviente y el sujeto se caracteriza por su individualidad, autonomía y capacidad de “computar” o de procesar información; el hombre es el sujeto de mayor complejidad, así lo expresa: “Ergo computo ergo sum”.

En su autobiografía intelectual titulada “Mis Demonios”, Morin revela: “Asumir la contradicción me llevó a asumir la complejidad y a elaborar el pensamiento complejo, a forjar la teoría abierta, a promover la racionalidad abierta”.

En el Prólogo de su obra, Introducción al pensamiento complejo,  señala: “Nunca pude, a lo largo de toda mi vida, resignarme al saber parcelarizado, nunca pude aislar un objeto del estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir. He aspirado siempre a un pensamiento multidimensional. Nunca he podido eliminar la contradicción interior”.

       El mérito central de la Teoría de la Complejidad como método es el “pensamiento relacional”. Este es una de las características distintivas del trabajo del filósofo francés Edgar Morin. El método consiste en el aprendizaje del pensamiento relacional. Pero el mismo método no es simplemente un pensamiento, sino una actitud general hacia el mundo, la naturaleza, la vida, en resumen, hacia el propio conocimiento, hacia el tipo de relaciones políticas que establecemos con el mismo conocimiento (Gladys Giraldo Montoya, gesmo@usb.edu.co).

      La complejidad se refiere a la condición del cosmos que a pesar de que el principio cuántico (todo interactúa con todo) lo integra en una realidad única es demasiado rico y variado como para ser ent4endido por rutas lineales simples, que no conducen ni a novedades ni a asombros. Algunas porciones del cosmos se entienden mediante dichas rutas, pero los fenómenos más intrincados sólo se pueden entender por sus patrones generales, pero no en detalle.

      La teoría de la complejidad, dentro de la mecánica estadística (capítulo de la física), se preocupa del estudio de los atractores asociados a sus dinámicas y de la teoría de la innovación, de la auto-organización, del aprendizaje, de la adaptación, de los sistemas disipativos (relacionados con la segunda ley) y no-lineales, de las transiciones de fase (en especial las que ligan la fase caos con la fase orden), de las roturas de simetría en condiciones alejadas de equilibrio, de la emergencia de nuevos fenómenos a partir de redes y de interacciones. Para entender muchos fenómenos hasta ahora mal explicados, la ciencia se inclina hacia la teoría del caos, de los fractales y a ésta de la complejidad.

    Aplicada esta teoría tan rica al cerebro, éste la pone de manifiesto a través de su habilidad impresionante para detectar detalles. Se interpreta que existe una tremenda presión evolucionaria para que (en los animales con un atractor para su evolución del tipo inteligencia-intensivo) los cerebros se vuelvan especialistas en detalles y logros. Denominamos conciencia a un atributo de la arquitectura del cerebro que se aplica innovativamente a detectar detalles, atributo que es de por sí autorreferencial y emergente, quizás el más avanzado en su complejidad, no-linealidad, autoorganización y capacidad de aprender del entorno. El logro más misterioso es el de combinar una impresionante cantidad de fragmentos sensoriales de la realidad, parcialmente estructurados, descubriendo a partir de ellos nuevos detalles, que siempre se pueden aplicar a controlar alarmas. (Ideas de diversos autores, entre ellos de Jack Cohen y Ian Stewart).

    La moderna teoría de la complejidad (Chaitin, 1975; Rabin, 1977) se basa en principios informacionales y computacionales que intentan abordar con cierto nivel de abstracción campos tales como el estudio de la naturaleza y consecuencias de las interacciones y no-linealidades de sistemas con muchas variables, con muchos objetos y que presentan múltiples objetivos. Incluye tópicos de teoría general de sistemas, vida artificial, autómatas celulares, caos, valles de atracción en redes neurales, criticalidad, computación evolucionaria, algoritmos genéticos, fractales, computación paralela, sistemas autoorganizantes, sistemas adaptivos compartimentalizados, sistemas dinámicos, inteligencia artificial, complejidad en biología (Glosario de Carlos von der Becke).

El paradigma de la complejidad de Edgar Morin postula la necesidad de:
-       Organizar el conocimiento científico desde la transdisciplinariedad, superando los esfuerzos interdisciplinares, los excesos de especialización, fragmentación y reducción del conocimiento.
-       Observar, reenfocar y cambiar el mundo y sus problemas desde una nueva perspectiva científica.
-       Adoptar nuevos modelos teóricos, metodológicos y nueva epistemología.
-       Elaborar nuevas teorías ajustadas a la realidad del siglo XXI.
-       Practicar modelos de mediación social, educativa, sanitaria, política, económica, ecológica y cultural para orientar y regular las acciones de los individuos y las colectividades.
-       Superar el pensamiento lógico lineal y el paradigma convencional simplista.

Morin propone siete saberes necesarios e imprescindibles que deberá afrontar el sistema educativo para ser relevante, significativo, de calidad y trascendente en el siglo XXI:
1.      Una educación que reconozca y cure la ceguera del conocimiento.
2.      Una educación que garantice los principios del conocimiento pertinente y promueva una inteligencia general.
3.      Enseñar la condición humana.
4.      Enseñar la identidad terrenal.
5.      Capacidad para entender las incertidumbres.
6.      Enseñar la comprensión.
7.      Enseñar la ética del género humano.

Ante la complejidad contemporánea Morin propone la enseñanza de la ética del género humano como autoética, socioética, antropoética y ética planetaria, sin recurrir a los tradicionales imperativos categóricos, pero sí dentro del bucle individuo-sociedad-especie, dentro de una democracia abierta con fiel respeto a la diversidad, dentro de un paradigma de relación circular entre las partes y el todo, lo simple y lo complejo, porque lo que se necesita es “saber si el resultado de nuestras acciones está en correspondencia con lo que querríamos para nosotros mismos, para la sociedad y para el planeta”.

Morin propone la aplicación de un diezmo epistemológico, por el cual las universidades deberían dedicar el diez por ciento de sus presupuestos a financiera la reflexión sobre el valor y la pertinencia de lo que enseñan.

Según Walter Riso[3], el pensamiento complejo nos permite:
-       Totalizar la información y ampliar tu perspectiva.
-       Profundizar las temáticas y enriquecer tu mente para tomar las mejores decisiones.
-       Ser más lúcido y aproximarse a la sabiduría a través de la virtud de la sencillez.
-       Cultivar la autoobservación, no sólo para conocerte a ti mismo, sino para involucrarte en el ambiente que te rodea.
-       Acercarte a otros puntos de vista para descubrir qué tiene en común y qué te diferencia de ellos.
-       No perder tu capacidad de asombro ante lo desconocido.
-       Afrontar la controversia y no subestimar el valor de otros argumentos simplemente porque no están de acuerdo contigo.
-       Ser más creativo y desarrollar tu inventiva.



[1] Por transdisciplinariedad se entiende aquello que se sitúa a la vez entre las disciplinas (interdisciplinariedad), a través de las disciplinas (pluridisciplinariedad) y más allá de las disciplinas (transdisciplinariedad) cuya finalidad es la comprensión del mundo presente a partir de la unidad del conocimiento (Romero, s.f.).
[2] Morin, Edgar. Introducción al pensamiento complejo. Editorial Gedisa, S.A., Barcelona, enero del 2011, p.61.
[3] Riso, Walter. El poder del pensamiento flexible. De una mente rígida a una mente libre y abierta al cambio. Editorial Océano de México, S.A. de C.V. Cuarta reimpresión, México, octubre 2014, pp.188 y 189.
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