TEORÍA DEL MARXISMO ACERCA DEL HOMBRE
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Esta teoría tiene como fundadores a Carlos
Marx y Federico Engels, quienes crean las bases para el desarrollo permanente
del marxismo, siempre comprometido en la teoría y la práctica social con una
concepción científica del mundo, la transformación social, política y económica
de la sociedad y el desarrollo del hombre en lucha frontal contra el sistema
capitalista.
El marxismo comprende tres grandes partes:
el materialismo dialéctico e histórico, la economía política marxista y el
socialismo científico.
Hasta antes de la aparición del marxismo
el hombre era concebido como un ser enteramente biológico, aislado de la
sociedad y agrupados de modo naturalista.
El marxismo intenta reconquistar al hombre
concreto, como ser social, producto del desarrollo de la sociedad e incluido en
el sistema de producción social, pero valora al hombre preferentemente en
sentido económico.
Para Carlos Marx (1818-1883), filósofo defensor del humanismo realista, el hombre es un ser espiritual y sensible,
teórico y práctico, objetivo y subjetivo, pero es ante todo, «praxis», es
decir, es un ser creador de un mundo a su medida, productor de bienes y
servicios útiles en todo orden de cosas
(de relaciones sociales de producción material y espiritual, cualquiera sea el
grado de conciencia con que la realicen) y transformador de la naturaleza
exterior. El hombre es un ser activo, social, político e histórico. El hombre
es el protagonista de la Historia en tanto que
«es el hombre efectivo y viviente el que lo ha hecho todo, el que posee,
el que combate. La Historia «no es otra cosa que la actividad del hombre en
persecución de sus fines». El hombre lucha por una nueva sociedad, sociedad
socialista, que conlleve a la desaparición del Estado, desaparición de las
clases sociales y sus conflictos, desaparición de la moneda, entre otros.
El marxismo propugna dar a cada hombre en
función de sus necesidades de consumo y no en función de lo que produce. El
hombre debe intervenir en la transformación de la sociedad capitalista, por
cuanto en ésta se produce las contradicciones y desigualdades de clases, la
explotación de una clase por otra, la explotación del hombre por el Estado.
La concepción marxista del hombre subraya
la importancia de las relaciones y características sociales y biológicas del
hombre, pero no acepta su doble naturaleza: material y espiritual. Hace
hincapié y destaca sólo en su
naturaleza material o biológica y
social. La teoría marxista-leninista vincula el futuro del hombre con el
desarrollo social de la humanidad hacia el comunismo y una sociedad sin clases.
“…La esencia del hombre no constituye una abstracción inherente al ind1ividuo
por separado. En su realidad, es el conjunto de todas las relaciones sociales”.[1].
Esta concepción no acepta una naturaleza inmutable del hombre. La mutación de
la naturaleza del hombre se realiza no de por sí, sino en la actividad propia
del hombre. “…El hombre…es quien lo hace todo –dice Engels-. La historia no es
más que la actividad…del hombre… (tomo II, pág.102). Para Marx “la historia
social de los hombres es siempre únicamente la historia de su desarrollo
individual, tengan o no conciencia de ello” (tomo XXVII, pp.402-403). El hombre
social es el creador de su historia, de su mundo objetivo cultural.
Para Marx el hombre es un ser productor,
transformador y creador; mediante su trabajo transforma la naturaleza exterior,
se plasma en ella y crea un mundo a su medida y a sus proyectos de vida. Los
hombres deben estar en condiciones de vivir para poder «hacer historia». Pero
para vivir es necesario que el hombre coma, beba, tenga una habitación, un
vestido y algunas otras cosas. El primer hecho histórico es, pues, la
producción de los medios para la satisfacción de estas necesidades, es decir,
la producción de la misma vida material, y sin duda alguna, éste es un hecho
histórico, una condición fundamental de toda historia que aún hoy debe realizarse
cada día y cada hora sólo para mantener en vida a los hombres.
«El hombre, dice Marx, es un zoo
politikon en el sentido más literal: no sólo es un animal social, sino
también un animal que no puede singularizarse sino en la sociedad».
La teoría marxista del hombre es
enriquecida y profundizada por pensadores de la talla de Federico Engels, quien
en su obra «El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre»
manifiesta que el trabajo es la fuente de toda riqueza, «es la condición básica
y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado que, hasta cierto
punto, debemos decir que el trabajo ha creado al propio hombre».
Engels desarrolla la idea del homo
faber. Según Engels (1820-1895) en la época terciaria existió una raza de
monos antropomorfos muy desarrollados, monos que estaban totalmente cubiertos
de pelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en los árboles y formaban
manadas, pero cuando estos monos abandonaron la vida arbórea y adoptaron una
posición erecta, se empezó a manifestar el tránsito del mono al hombre. «El
número y la disposición general de los huesos y de los músculos son las mismas
en el mono y en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivo es capaz de
ejecutar centenares de operaciones que no pueden ser realizadas por la mano de
ningún mono. Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de
piedra, por tosco que fuese».
Para Engels, la mano del hombre es el
órgano del trabajo pero también es producto del trabajo. El trabajo contribuyó
a la formación de sociedades y en éstas, a su vez, se desarrolló el lenguaje.
«Los hombres en formación llegaron a un punto en que tuvieron necesidad de
decirse algo los unos a los otros. La necesidad creó al órgano. El trabajo y el
lenguaje fueron desarrollando en forma gradual el cerebro humano. El consumo de
carne explica – dice Engels- en gran medida la conversión del mono en hombre,
toda vez que el consumo de carne en la alimentación diaria significó dos nuevos
avances: el uso del fuego y la domesticación de animales. Asimismo, la
adaptación del hombre a nuevos climas y ambientes propició nuevas esferas de
trabajo que fueron diversificándose, perfeccionándose en sumo grado hasta las
creaciones más sutiles, complicadas o sofisticadas.
Engels llegó a decir que el dominio de la
naturaleza trajo consigo consecuencias imprevistas, como es el caso del
Descubrimiento de América, que volvió a implantar la esclavitud, y la creación
de la máquina a vapor, que causó «la concentración de la riqueza en manos de
una minoría y al privar de toda propiedad a la inmensa mayoría de la población,
habría de proporcionar primero el dominio social y político de la burguesía y
provocaría después la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado».