Artículos periodísticos y de investigación

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24 de octubre de 2021

FRATERNIDAD APRISTA CON TODOS LOS PERUANOS     E INDOAMERICANOS

Artículo extraído de la obra "El Aprista en el siglo XXI (Visión, misión y destino)"



Escribe: Eudoro Terrones Negrete


Los ideales de "Libertad, Igualdad, Fraternidad" fueron proclamados y difundidos por primera vez durante la Revolución francesa en 1789 y actualmente es el lema oficial de la República Francesa y de la República de Haití.

El término Fraternidad deriva del latín frater, que significa hermano. Fraternidad es el parentesco existente entre hermanos, es el lazo de unión entre las personas basada en el respeto a la dignidad, la igualdad de oportunidades y derechos, la cooperación, la empatía y la solidaridad entre unos y otros para conseguir sus objetivos, fines y metas trazados.

La fraternidad es un valor o una virtud que se cultiva y desarrolla entre personas que comparten una misma filosofía, ideología o doctrina política; es un vínculo fraterno entre las personas para ayudarse mutuamente en la solución de sus problemas, inquietudes y necesidades. Fraternidad es el afecto y el vínculo entre hermanos o compañeros y que mantiene la unión, la disciplina y mutua ayuda entre ellos.

El ser fraterno en una organización significa estar abierto a la comprensión, a la tolerancia y al respeto entre sus miembros; es la extensión de la mano en el preciso momento que lo necesitan.

En Indoamérica, a nivel de partidos políticos el concepto de fraternidad en el siglo XX fue recogido por la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) para significar el conjunto de militantes que comparten la misma ideología aprista y que son recordados a nivel nacional e internacional el 22 de febrero de cada año con motivo de conmemorarse el natalicio del fundador, jefe, maestro y guía del APRA Víctor Raúl Haya de la Torre. En esta fecha, los familiares y amigos de Haya, los militantes y dirigentes apristas, los ciudadanos y personalidades de la sociedad peruana rinden su homenaje anual a Haya de la Torre, por representar toda una vida sacrificada y consecuente dedicada a servir al pueblo peruano e indoamericano.


Manuel Seoane Corrales, destacado líder aprista, en su artículo periodístico titulado “El Aprismo como espíritu”, publicado en el diario La Tribuna, el 5 de agosto de 1931, llegó a manifestar que “los apristas somos, ante todo, una fraternidad. Nos sentimos hermanos en una causa de justicia” y que querían “adecentar la política” como lo había dicho Haya de la Torre: “Nosotros (los apristas) significamos una nueva conducta, una nueva actitud. Queremos adecentar la política, ha dicho Haya de la Torre. Es decir, queremos que la política no sea un tráfico, un tablado de demagogias, una sociedad de asalto al presupuesto, sino una hermosa empresa colectiva para el bien del país. Para realizar esta empresa renovadora no basta, repetimos, la coincidencia en los programas. Es preciso, ante todo, un limpio sentido de la acción personal, una noble vocación para el bien. Por eso los apristas somos, ante todo, una fraternidad. Nos sentimos hermanos en una causa de justicia. Los peligros de ayer y las asechanzas de hoy han hecho que nuestras filas respondan también a un recóndito imperativo de hermandad. Dentro de nuestras agrupaciones los hombres somos hermanos. Nos interesan los compañeros no tanto como electores, sino como individuos. Por eso el aprismo abarca también el consejo sincero, la orientación en la conducta. Todos y cada uno de los apristas somos cordiales centinelas y mutuos apoyos en esta obra gigantesca”.

Haya de la Torre fue deportado del país el 9 de octubre de 1923, por el gobierno de Leguía; arrestado el 6 de mayo de 1932 en un suburbio de Lima y permaneció incomunicado hasta el 30 de abril de 1933, durante el gobierno de Sánchez Cerro. Durante la etapa de la Gran Clandestinidad, entre noviembre de 1934 y mayo de 1954, sufrió persecución por los gobiernos de Benavides, Prado y Odría. En estos años de la Gran Clandestinidad la fraternidad aprista tuvo expresiones de dura resistencia y de respuesta permanente para proteger a los militantes y dirigentes apristas perseguidos por la dictadura imperante.

Como ningún otro político peruano e indoamericano del siglo XX, Haya de la Torre soportó heroicamente las adversidades, las calumnias y los exilios, las privaciones de sus derechos ciudadanos; supo perdonar a sus adversarios en todo tiempo y lugar; defendió la Constitución política y los derechos humanos. A tal punto que el 22 de febrero de 1963, en respuesta a los odiadores, calumniadores y perseguidores del aprismo “El Cachorro” Manuel Seoane sentenció: “El APRA es como el amor serrano, mientras más lo golpean más lo quieren los peruanos”.

En uno de sus artículos periodísticos Oswaldo Rivas Berrocal refirió que “Ante la brutal persecución a los apristas y el inminente peligro en que se encontraba la vida del Jefe del Partido, los apristas iniciaron una lucha de resistencia clandestina que originó una acción partidaria interna de amplia solidaridad aprista. El estímulo de sus postulados llegó al hogar de los compañeros caídos en desgracia. La práctica constante de esta manifestación solidaria sirvió de basamento al Día de la Fraternidad Aprista, que se inició en reuniones clandestina en el modesto hogar de los compañeros en los sectores de la capital, en los pueblos alejados de nuestras serranías a lo largo y ancho de nuestra escarpada geografía nacional. En esta etapa sombría de la política nacional recibimos el aliento del pueblo y tuvimos amigos. Paralelamente a este acontecimiento, los apristas hemos sacudido las estructuras coloniales de nuestra organización política social y cultural, para crear una sociedad nueva y justa, sin amos y sin esclavos. En esta lucha de renovación y de transformación, los apristas nos sentimos fuertes y generosos, porque sabemos que la utopía de ayer es una realidad palpitante hoy. Haya de la Torre, no sólo nos enseñó a luchar sin vacilaciones por la causa del pueblo. Nos enseñó también a ser fraternos, justos y generosos en la derrota o en el triunfo. Es el hombre que no ha claudicado un solo instante de sus principios filosóficos y ha demostrado una personalidad firme. Se ha mantenido en una sola línea de acción en este mundo cambiante. ¡Qué integridad moral y política pueden exhibir los políticos improvisados, los demagogos y los tránsfugas, que mudan de partido como quien cambia la camisa, frente a la vertical y maciza formación doctrinaria de un hombre como Haya de la Torre!”.

El 21 de febrero de 1946 fue la primera más grande celebración del cumpleaños de Haya de la Torre, llevada a cabo en el Estadio Nacional de Perú. El líder del Apra, Manuel Seoane Corrales propuso la instauración del Día de la Fraternidad. En la parafernalia aprista, el Día de la Fraternidad quedó establecido el 22 de Febrero de 1946, cuando Manuel Seoane en un emotivo discurso, conocido con el nombre de “Recado del Corazón del pueblo”, pronunciado en el viejo Estadio Nacional de Lima, le dice a Haya de la Torre que le traía un recado que viene del corazón del pueblo y que “ El pueblo aprista esta vez sin consulta ni Congreso, por mandato imperativo de abajo hacia arriba, ha resuelto consagrar que de hoy en adelante y hasta cuando seamos polvo en viaje a las estrellas, el día 22 de febrero como el Día Aprista de la Fraternidad”.

En esta fecha histórica los apristas recuerdan a Víctor Raúl Haya de la Torre en su vida, pensamiento y obra, valoran su rol de líder máximo, fundador, jefe, maestro y guía del aprismo; destacan su limpia, esforzada y sacrificada trayectoria, van su lealtad a la filosofía, ratifican su voluntad y decisión de seguir perteneciendo a las filas del Apra.

Con singular regocijo los apristas se reúnen en sus locales partidarios, en plazas públicas, en la ancha avenida Alfonso Ugarte de Lima, donde se ubica el local central de La Casa del Pueblo. Con el brazo izquierdo en alto, con el agitar de pañuelos blancos y al compás de canciones apristas recuerdan y valoran las gestas revolucionarias del Apra, tratan de limar asperezas, reafirman la unidad del Partido y formulan autocríticas para superar errores.

Los actos celebratorios del Día de la Fraternidad Aprista incluyen sendos desfiles de batallones de estudiantes, de militantes de los Chicos Apristas (CHAP), de la Juventud Aprista Peruana (JAP), de Comandos Universitarios Apristas (CUA), de Agrupación Nacional de Profesionales Apristas (ANPA), Agrupación Nacional de Periodistas Apristas (ANAPA), Agrupación Nacional de Abogados Apristas (ANAA), etc., etc., así como también el encendido de fogatas y quema de cohetes y castillos artificiales para terminar estrechándose las manos y abriendo los brazos a todos los peruanos que quieran luchar con el Apra por una patria unida, libre, digna y justa.


En su discurso por el Día de la Fraternidad en el año de 1960, Víctor Raúl Haya de la Torre empezó diciendo: “Compañeros: Por lo general en esta noche de las vísperas del Día de la Fraternidad, nos hemos acostumbrado a pronunciar discursos. Esta ha sido siempre una fiesta casi hogareña. Nos hemos juntado aquí para recordar aquellas otras noches siniestras de la persecución, en las cuales celebrar estas vísperas era un acto de rebeldía viril y magnífico (aplausos). Pero desde que vivimos en libertad esta noche es una noche plácida y como suele ser una noche estival, diré, casi aludiendo a la presencia de nuestro amigo Mr. Phillips, estas noches siempre han sido para nosotros “sueños de una noche de verano” (Aplausos).

El 25 de febrero de 1961, en su discurso por el Día de la Fraternidad, Haya de la Torre manifestó: “Compañeros: Nosotros creemos que todo lo que pasó en las luchas fratricidas, en la guerra civil que vivimos en una época, debe ser superado definitivamente por una fraternal línea de reconciliación de la cual es ejemplo la fraternidad de Europa. De la cual es ejemplo de fraternidad de todos los pueblos que dejaron atrás el pasado de lucha y que marchan seguros y unidos en la coexistencia hacia la afirmación de los valores humanos (Aplausos) “Compañeros: Permítanme que en esta gran noche, en esta magnífica velada de fraternidad multitudinaria, yo les tienda mis brazos, les abra de nuevo mi corazón con la certeza de que esta obra del partido ustedes la heredarán. Serán ustedes y los hijos de ustedes los encargados de defender en la historia del Perú la dignidad de los peruanos y sobre todas las cosas la función del Perú como hermano forjador de una nueva conciencia continental, como hermano cooperador de una democracia con justicia, de ¡Pan con Libertad¡ (Ovación)”.

El 6 de diciembre de 1965, desde Hamburgo-Alemania, antes de ser sometido a una operación, Víctor Raúl Haya de la Torre le escribe una carta a Jorge Idiáquez con el fin de que mantenga en reserva la información sobre su enfermedad y las causales de su último viaje.

He aquí algunos párrafos trascendentes del contenido de la Carta de Haya de la Torre enviada a Jorge Idiáquez:

“Te pido, a ti que conoces mi modo de pensar, que transmitas a todos los compañeros del partido mi declaración de que mi mayor, y acaso única preocupación al morir, es la de las consecuencias que pueda traer mi desaparición y, sobre todo y ante todo, la unidad del partido que ha sido, es y será la garantía de su fuerza”. “El aprismo debe ser siempre el gran movimiento de la democracia y de la justicia social en el Perú y para que así sea debe mantener firme e indestructible su fraternidad y su disciplina. Todos y cada uno deben cooperar a este gran propósito sacrificando todo individualismo e interés personal. El aprismo no debe repetir la historia de los partidos peruanos que han muerto con sus fundadores”. “Por fortuna nuestro movimiento mantiene siempre vigente su doctrina, su programa y su línea de acción. La evolución del mundo y el acontecer americano nos han dado la razón. Y esto es bastante garantía para la supervivencia del aprismo como el movimiento campeón de la gran transformación peruana y continental. Lo que importa es realizarla y ésa es la misión histórica de cada aprista”. “En esta carta deseo también que recuerdes a los compañeros que cooperen a mantener e impulsar la acción social del partido, sus academias, sus escuelas, sus comedores, sus cooperativas, sus organismos infantiles y juveniles”. “Y que cada aprista sea un activo mantenedor de la unidad. De esa unidad que hemos defendido siempre y en la que hemos visto y vemos el poder del aprismo”. “Y defender este principio: que formamos un partido de hombre libres en el cual su línea, su doctrina, su política, las señalan sus integrantes en sus Congresos y Convenciones”. “Quien quiere ser aprista debe adherirse democráticamente a estas normas. Esta carta lleva algo de mi única preocupación al morir: la de la continuidad de nuestra obra”. “Espero que mi muerte sirva para unir más a los apristas”.

Desde la ciudad de Arequipa en 1978, en su discurso por el Día de la Fraternidad, Haya de la Torre destacó el significado de la fraternidad aprista: “Aquí estamos, compañeros, unidos para conmemorar la Fraternidad que significa sentirnos los apristas en manos de todos los apristas, sentirnos y darle un significado así al verdadero signo del aprismo: el signo de su Fraternidad; porque no es solamente un partido político, no es solamente el Frente Único de los Trabajadores Manuales e Intelectuales sino es también la fraternidad profunda de un pueblo que estrecha sus vínculos, aúna sus ideales y se lanza a la gran aventura de salvar al Perú (oración…¡Haya Presidente!... ¡Contigo hasta la muerte!).

Alberto Valencia Cárdenas en uno de sus interesantes, reveladores y esclarecedores artículos sobre la Fraternidad Aprista expresaría: “En Lima, cada 22 de febrero ha sido una eclosión mayor. La celebración de los diversos onomásticos de Víctor Raúl, desde 1956, ha ido “in crescendo”. Cada concentración ha sido multitudinariamente mayor a la del año anterior. ¿Por qué? La respuesta es sencilla. Antes, la fiesta del onomástico de nuestro guía era una fiesta familiar. Participaban los pocos apristas vinculados a la lucha en los días azarosos de la persecución y de la muerte. Más tarde, las celebraciones se hicieron multitudinarias y públicas. Pero continuaron siendo celebraciones apristas. Lentamente, el Día de la Fraternidad ha ido abandonando el sentido restringido que le dio origen, para abarcar más anchos horizontes. Ahora se trata de una fiesta popular. Puedo asegurar sin temor a equivocarme que la fiesta de la Fraternidad Aprista se está convirtiendo, cada vez más, en una fiesta, que desborda los linderos del Aprismo para convertirse en una fiesta de fraternidad popular. El pueblo peruano identifica, cada vez más a Haya de la Torre con sus irredentas esperanzas de justicia y libertad”.

La fraternidad para los apristas es comunión de ideas, hermandad sincera y armoniosa, coincidencia en acciones, estrategias y tácticas de lucha por la libertad, la democracia, el pan y la justicia social, es mantener con lealtad la filosofía, ideología y doctrina aprista.

Para los apristas la fraternidad entre todos los peruanos es el designio de hoy y del futuro. Y en tal sentido los apristas se proclaman ser fraternos con todos y para todos los peruanos e indoamericanos.



Ser fraternos con el pobre, con el grande y con el chico, con quienes están dispuestos a luchar firmemente en las buenas y en las malas.

Ser fraternos con los que comparten y respetan la filosofía, ideología y doctrina aprista y también con los que piensen distintamente.

Ser fraternos con los analfabetos de arriba y los analfabetos de abajo, con los que abrigan una esperanza y un futuro próspero, con los que critican los proyectos y las acciones del gobierno pero también con los realizadores y constructivos.

Ser fraternos con los que aman y quieren al Perú y son capaces de entregar sus vidas por la libertad, la democracia, el pan y la justicia de las mayorías.

Ser fraternos con los buenos y humildes, con los hombres del campo y de la ciudad, con el niño, el joven, el adulto y el anciano, con quienes desean que el Perú salga adelante, con el fin de borrar el oprobio de los malos y soberbios, hacer menos pobres a los pobres y acabar con la pobreza, la corrupción, la desnutrición e injusticia social.

Ser fraternos con quienes labran la tierra de sol a sol, con quienes producen la riqueza para compartirlo con los que menos tienen y que son los que más necesitan.

Ser fraternos con los jueces justos, inteligentes y con vocación de servicio a la sociedad, pero jamás fraternidad con aquellos que anulan un sumario, fraguan otro nuevo y emiten una sentencia para absolver al culpable y crucificar al inocente.

Ser fraternos con los maestros que se esfuerzan y se superan para ser cada vez mejores y competitivos, que no se corren de las evaluaciones porque son conscientes de estar bien preparados profesionalmente, que entienden y practican la política como ciencia de buen gobierno y en aras del bien común.

Ser fraternos con los médicos que cumplen el Juramento hipocrático, que recetan la medicina adecuada para curar los males de sus pacientes y que tienen sensibilidad y espíritu de solidaridad social.

Ser fraternos con los policías y militares que ejercen sus funciones con alto sentido de responsabilidad, transparencia y espíritu de superación, para garantizar el orden, la seguridad y la tranquilidad pública.

Ser fraternos con los dirigentes políticos, sindicales, comunales y empresariales que entregan su alma, corazón y vida por un país nuevo, redimido, libre, digno y justo.

Ser fraternos con los padres de familia que son ejemplos para sus hijos y la sociedad, que se esfuerzan a diario por dar a sus hijos una educación de calidad y convertirlos en excelentes profesionales.

Ser fraternos con todas las personas que se esfuerzan por lograr un trabajo sobre la base de sus propios méritos, dejando atrás el tarjetazo político, el compadrazgo, la “coimisión” o las malas costumbres.

Ser fraternos con todos aquellos que quieran entrar al Apra y formar parte de este gran movimiento democrático, constructivo, inclusivo y transformador.

Manuel Seoane Corrales escribió en Santiago de Chile en 1944: “Nos sentimos más cerca entre nosotros, más enlazados en una tarea común, porque la condición de aprista supone un parentesco moral con los demás militantes del partido, la seguridad de una honradez de conducta y de métodos, de línea vertical e invariable, que hace disfrutar la fruición de sentirse miembro de una vasta familia de hombres que no busca fáciles éxitos, sino que se han lanzado virilmente a la dura larga, riesgosa y heroica tarea de hacer un Perú mejor. En un ambiente corrompido por el miedo impuesto por décadas de regímenes despóticos, por la ignorancia mantenida sistemáticamente por el feudalismo político, por la venalidad de los llamados a dar el ejemplo, por la adulación como sistema de trepar posiciones, en un ambiente enrarecido por la prepotencia de los fuertes la timidez de los débiles, el aprismo representa la firma actitud viril de un pueblo moralmente estructurado, que reacciona vigorosamente contra la corrupción, para dotar a la política de un contenido ético, es decir haciendo la revolución en cada espíritu como base de una gran transformación de la peruanidad”.


Cerramos el presente artículo destacando que Víctor Raúl Haya de la Torre inculcó en todo momento a los apristas a mantener una conducta limpia, honesta y transparente, a «Convivir sin odios y coexistir sin rencores». Pero también Haya recordó: “El Día de la Fraternidad debe celebrarse siempre. Debe ser el acto anual consagratorio de la supervivencia del Partido. Mi definitiva ausencia física no debe ser causa de que la conmemoración decaiga o se suprima. La misión de los apristas es continuar la obra emprendida".



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