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13 de octubre de 2021

La filosofía es un saber teórico, práctico, profesionalizante, radical y sin supuestos

 

LA FILOSOFÍA ES UN SABER TEÓRICO, PRÁCTICO,

 PROFESIONALIZANTE, RADICAL Y SIN SUPUESTOS

Escribe: 

Dr. Eudoro Terrones Negrete

Estamos en el siglo XXI y el hombre sigue reflexionando sobre la filosofía, sus problemas, características esenciales, utilidad y orientación en un mundo cada vez más complejo, preocupante y cambiante.

Desde los inicios de la humanidad hasta nuestros días los filósofos han tratado de comprender, interpretar, describir y explicar lo que es la filosofía en el contexto de la realidad natural, social, económica, política y de los avances de la ciencia y la tecnología. Y después de tantas discusiones y controversias, aún no se obtiene un concepto de filosofía aceptado por todos los filósofos y válido universalmente.

La filosofía no deja de ser una de la más importante y trascendente disciplina del saber humano, muy útil para el crecimiento, desarrollo y progreso integral del ser humano, de las sociedades, de la expansión del conocimiento, la educción y la cultura.

En esta línea de reflexión caracterizaremos a la filosofía como un saber teórico, saber práctico, saber profesionalizante, saber radical y saber sin supuestos.

SABER TEÓRICO

La filosofía es un saber teórico que expresa la relación activa y multifacética del hombre hacia la búsqueda del ser auténtico de la realidad, de la esencia de las cosas,  de la verdad poliédrica y de la interpretación, descripción y explicación de las cosas, del hombre, de Dios y de todo cuanto hay en el universo, a través de una serie de conceptos, categorías e hipótesis filosóficas.

Por ejemplo, para el filósofo español Ortega y Gasset[1] “La filosofía no es, pues, más que una actividad de conocimientos teorético, una teoría del Universo… Una teoría intentamos, o lo que es igual, un sistema de conceptos sobre el Universo. Nada menos, pero también nada más. Hay aquellos conceptos que colocados en un cierto orden nos permiten decir cuánto nos parece que hay en el Universo…”

La filosofía como saber teórico responde a una serie de preguntas, por ejemplo: ¿Qué soy yo? ¿Qué es mi circunstancia? ¿Qué es lo circunvalante? ¿Qué son las cosas? ¿Qué es el conocimiento? ¿Es posible el conocimiento sin límites? ¿Qué es el ser? ¿Por qué hay ser y no más bien nada? ¿Qué es la filosofía? ¿Qué es la conciencia? ¿Qué es el hombre? ¿Qué es Dios? ¿Qué es la vida? ¿Qué es el universo? ¿Qué es lo que subsiste a todos los cambios y muertes de las cosas y los seres? ¿Qué es la categoría?

También la filosofía responde a las preguntas: ¿Qué es la potencia? ¿Qué es el acto? ¿Qué son la sustancia y el accidente? ¿Existe realmente el mundo exterior o es una simple invención del hombre? ¿Qué es lo que mueve al hombre a filosofar? ¿Cómo produce el hombre las ideas? ¿Cómo conoce el hombre? ¿Qué mecanismos desarrolla el hombre para pensar? ¿Existe una causa originaria del universo, del hombre y de la vida? ¿De qué están hechas todas las cosas? ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? ¿Qué es lo verdadero? ¿Qué es lo falso?

SABER PRÁCTICO

La filosofía se hace de manera posible y abierta, se forma en el transcurso de su propia historia.

La filosofía no es sólo saber o conocer, sino también es un hacer, un saber dirigido a la praxis o acción; es un saber aplicado en las diversas actividades del hombre. La filosofía se hace y se rehace según los espacios y tiempos históricos. La filosofía tiene ahora una dimensión práctica en el cotidiano vivir del ser humano y en función de los objetivos, fines y metas concretas que persigue alcanzar para una plena realización de su personalidad y como un medio para alcanzar la vida feliz. San Agustín lo sintetizó con claridad meridiana: “Comúnmente todos los filósofos estudiando, investigando, disputando y viviendo apetecieron alcanzar la felicidad”. Pero también no solo la filosofía aplicado para el mejoramiento de las condiciones de vida del individuo sino proyectada a la sociedad con el fin de transformarla o modificarla. Sócrates condensa la praxis de la filosofía cuando señala que al hacer la filosofía busca mejorar la ciudad mejorando a los ciudadanos y modificando las leyes en los casos de ser necesario.

La filosofía como saber práctico es la respuesta a las preguntas que tienen que ver con la praxis, acción o hacer del hombre: ¿Cómo dominar las cosas? ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? ¿Para qué es útil la filosofía? ¿Qué debo hacer para llegar a ser lo que me propongo ser? ¿Cómo debo hacer bien las cosas?

Se dice, por ejemplo, que para Voltaire la filosofía tiene una dimensión práctica porque se la utiliza para combatir las supersticiones, los prejuicios, los dogmas, el fanatismo, la ignorancia, la tortura, los conflictos de intereses, la tiranía y la intolerancia, a la vez que sirve para  mejorar la calidad de vida de los seres humanos, alcanzar la solidaridad entre los humanos o la felicidad individual y colectiva.

 SABER PROFESIONALIZANTE

La filosofía es una rama del saber humano que se desarrolla como carrera profesional durante cinco años en las instituciones de educación superior universitaria.

Séneca[2] considera la filosofía como una profesión, es decir, una manera de vivir cuando dice: “La filosofía atiende primeramente a formar el sentido común y a regular los deberes de la vida y de la sociedad, y de esta profesión nos separamos si vivimos de otra manera que los demás”.

Bertrand Russell[3], al abordar sobre la “filosofía profesional”, explica  que “Filosofía” significa “amor a la sabiduría”, y filosofía en este sentido es lo que los hombres deben adquirir, si las nuevas fuerzas inventadas por los técnicos, y entregadas por ellos a hombres y mujeres ordinarios, no han de sumir a la humanidad en un espantoso cataclismo. Pero la filosofía que debería formar parte de la educación general no es la misma que la filosofía de los especialistas. No sólo en la filosofía, sino en todas las ramas de los estudios académicos, hay una distinción entre lo que tiene valor cultural y lo que es sólo de interés profesional”.

 SABER  RADICAL

Se dice que la filosofía es un saber radical – llamado también saber trascendente, meta-empírico o metafísico- precisamente porque trata de ir más allá de lo observable, más allá del campo de la realidad natural y social o de la experiencia, para llegar no sólo a la existencia sino también a la esencia de las cosas, de los objetos (reales e ideales), del hombre (como ser espiritual y no sólo biológico y social), del mundo terrenal (pero también celestial). Por eso se dice con sobradas razones y con mucho espíritu de justicia que “la filosofía comienza allí donde la ciencia termina”.

El filósofo, en su permanente afán por conocer la esencia de las cosas o de todo cuanto hay en el universo, se ve obligado a plantearse preguntas y respuestas radicales.

Juan Carlos González García[4], refiere que “Una pregunta radical es aquella cuya respuesta sabemos que nunca nos va a satisfacer. Cuando nos preguntamos por qué existe algo en vez de nada, qué es el bien o qué es la felicidad, sabemos que no vamos a encontrar una respuesta que nos llene por completo”.

Y agrega: “A pesar de saber que nuestra pregunta no va a obtener una respuesta perfecta, la seguimos formulando como si nos viniera impuesta por algo más fuerte que nuestra voluntad. Podemos decir que una pregunta radical es aquella que necesitamos plantearnos de forma insoslayable. Una pregunta radical es aquella que aspira a una respuesta radical, a un conocimiento esencial de la realidad. Nuestro deseo de saber nos lleva a conocer lo real, lo verdadero, aquello que está más allá de las apariencias. Deseamos saber todo, cómo son ciertas cosas y por qué son así. Necesitamos explicaciones globales que reúnan de forma sistemática todas las explicaciones parciales. Esto nos conduce a pensar sobre el mismo pensar, a reflexionar sobre nuestra forma de reflexionar. La filosofía busca el fundamento de nuestro conocimiento, del uso de la razón. Es un saber sobre el saber”.

A través de la filosofía se trata de llegar hasta las últimas certidumbres o evidencias del saber, de la experiencia humana en su relación con el ser.

El filósofo peruano Augusto Salazar Bondy[5] explica esta característica de la manera siguiente: “Por otro lado, al investigar los principios últimos que dan razón de los hechos observados en todos los dominios de la realidad, la filosofía sobrepasa el terreno circunscrito en que trabaja cada ciencia y en general el campo entero de la experiencia, dentro del que, como sabemos, se mueve siempre el conocimiento científico. Así pues, la filosofía se interroga necesariamente por lo que está más allá de lo observado y no puede prescindir de esta interrogación si quiere cumplir su función propia. Este ir más allá de lo observable, este trascender el campo de la realidad natural que caracteriza esencialmente al pensamiento filosófico, es lo que se quiere dar a entender cuando se afirma que la filosofía es un saber trascendente o metafísico”.

 SABER SIN SUPUESTOS

Supuesto es un término que proviene del latín sub, “debajo”; ponerse, “colocar”; literalmente significa “lo puesto debajo”.

El supuesto es un enunciado que se considera como verdadero sin análisis previo, aun cuando no se haya demostrado si lo es o no.  Y la filosofía es un saber sin puesto, porque el filósofo al plantearse un problema absoluto no parte de creencias previas, no da nada por sabido anticipadamente, toda vez que lo que es sabido ya no constituye un problema.

Hegel[6] decía que “No goza la filosofía, como otras ciencias, de la ventaja de poder presuponer sus objetos como inmediatamente dados por la representación, y como ya admitido, en el punto de partida y en su curso sucesivo, el método de su investigación…”

Pallares[7], al respecto, manifiesta: “De igual manera que Descartes quiso fundar una ciencia apodíctica, sin presupuestos, universalmente válida, evidente, libre de prejuicios, Husserl apela también a la intuición con el mismo propósito: “Será una ciencia sin supuestos, basada sobre algo que responda al principio de todos los principios, al de la intuición; tomando la intuición como se da y sólo dentro de los límites en que se da” “A esta aspiración responde la Fenomenología que no es teoría explicativa sino especulación pulcra y desinteresada, constatación lista y llana del Ser o no Ser de las cosas”.

La filosofía no acepta ni tolera supuestos, pues en ella  todo es problema y no acepta nada sin previo análisis. La filosofía fija su contenido, su tema, su problema, sus límites y posibilidades durante el acto del conocimiento.

Max Scheler[8] da sus razones sobre el por qué la filosofía es un saber sin supuestos que no puede presuponer como verdadero ningún tipo de conocimiento: “Si presupone como verdadero el conocimiento histórico desde cualquier ángulo, se llama “tradicionalismo”; si presupone como verdadero el conocimiento científico, “cientificismo”; si presupone como verdadero el conocimiento de la revelación, “fideísmo”; si presupone como verdadero los resultados de la cosmovisión natural “dogmatismo del santo entendimiento humano”. En cambio, a una filosofía que se constituye a sí misma auténticamente, sin supuestos, y que evita tales faltas, la llamaré en adelante filosofía autónoma, es decir, filosofía que busca y encuentra su esencia y su legitimidad exclusivamente “por sí misma”, en sí misma y en sus elementos”.

Ortega y Gasset[9], en similar posición, sostiene que la filosofía es una ciencia sin suposiciones: “Entiendo por tal un sistema de verdades que se ha construido sin admitir como fundamento de él ninguna verdad que se da por probada fuera de ese sistema. No hay, pues, una admisión filosófica que el filósofo no tenga que forjar con sus propios méritos”.

Pero también hay quienes opinan que la filosofía es un saber con supuestos, como por ejemplo Sciacca[10], cuando escribe lo siguiente: “Luego, también la filosofía tiene sus supuestos, aun cuando sea menos dogmática que la ciencia…También el modo mismo de conducir la investigación filosófica implica supuestos… Si la filosofía, como toda otra ciencia humana, pudiera explicar todos los supuestos sin presuponer ninguno, no sería ya filosofía sino Sofía, la Sabiduría frente a la que retrocedió espantado Pitágoras; y el hombre no sería filósofo sino Sofo. Sofo, sin embargo, sólo es Dios, que no es filósofo. Los hombres no tienen la capacidad necesaria (y aquí reside la razón de ser de la filosofía) para construir una ciencia cualquiera de orden absolutamente perfecto)”.

 



[1] Ortega y Gasset, Op.cit.

[2] Séneca, Lucio Anneo. Obras completas. Trad. Lorenzo Riber, Madrid: Aguilar, 1940.

[3] Russell, Bertrand. Diccionario del hombre contemporáneo. Edic.cit.

[4] González García, Juan Carlos. Diccionario de Filosofía. Biblioteca Edad, España, 2ª. Edición, 2004.

[5] Salazar Bondy, Augusto. Introducción a la Filosofía. Editorial Universo, S.A., 12ª. Edición, Lima, 1968.

[6] Hegel, G.W. Enciclopedia de las ciencias filosóficas. Ebisa Ediciones. Selección Homiga. Primera edición, Lima, 2010, p.33.

[7] Pallares, Eduardo. Introducción a la filosofía. Ediciones Botas, 3ª. Edición corregida y aumentada, México, 1957, p.241.

[8] Scheler, Max. La esencia de la Filosofía.

[9] Ortega y Gasset, José. ¿Qué es filosofía?

[10] Sciacca, F.M. La filosofía y el concepto de la filosofía. Edic.cit.

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