De la obra inédita "Personajes de la Cultura de Tarma"(1):
KARL R. BERNARD,
DESTACADO LITERATO, POLÍTICO, ESCRITOR, POETA
Y PROMOTOR CULTURAL DE TARMA (Perú)
Karl R. Bernard
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
Nace el 4 de noviembre de 1912, en Picoy, provincia de Tarma, departamento de Junín, Perú. Sus padres fueron el ingeniero norteamericano Charles Lytton Bernard y la dama tarmeña Espíritu Collao López.
Karl R. Bernard heredó
la prestancia y el carácter de su padre, quien fue descendiente de una
distinguida familia de alemanes en Des Moines, IOWA, cuyos padres fueron Elssie Berkson y Lytton Bernard.
Este matrimonio tuvo
tres hijos: Elssie Oppenheimer, Charles Lytton Bernard y Karl Berkson. Elssie tuvo dos hijos: Henry y Robert
Oppenheimer; este último se distinguió en las Ciencias Atómicas, habiendo
ocupado el más elevado cargo en las investigaciones nucleares y considerado
mundialmente como “El Padre de la Bomba Atómica”. Karl, tuvo dos hijos que se
dedicaron al estudio de la Filatelia Internacional con éxitos insospechados.
Charles Lytton tuvo cinco hijos: Karl, Bertha, Elssie, Dora y Josefina. Sirvió
como voluntario en el Fuerte The Álamo en Texas, a la edad de 16 años y participó
en la Guerra contra España por la Independencia de la Isla de Cuba; en la
guerra contra los japoneses por las Islas Hawái y nuevamente contra España por
la Independencia de las Islas Filipinas”.
Karl R. Bernard, cursó
estudios en Picoy, bajo la dirección de su profesora señor Beatriz Luque,
prosigue en el Colegio Nacional del distrito de Acobamba (Tarma), para más
tarde concluir en el Colegio Nacional “San Ramón” de Tarma, cuando entonces
funcionaba en el ambiente del hoy denominado Concejo Provincial de Tarma. Aquí
recibe aleccionadoras enseñanzas de sus maestros Dr. Zambrano (Matemáticas),
Erasmo Carpio (Inglés), Carlos Legonía (Dibujo) y Eduardo Arrieta (Geografía e
Historia). Se ubica en los primeros puestos en el Cuadro Anual de Méritos del
Plantel, siendo objeto de estímulo con Medallas de Oro y Plata por sus notas
excelentes en la mayoría de las asignaturas.
Desde niño Karl R. Bernard sintió gran
inclinación por los estudios, las artes y las letras, tan es así que a la edad
de ocho años escribe el primer Poema de su propia inspiración y lo dedica a su
propia Madre.
En 1933 ingresa a la Escuela de Ingenieros de Lima (Perú), en una época en que el país se encontraba en una depresión económica por los efectos de la crisis mundial, sin embargo se hace cargo de la parte editorial de la revista española FILMS SELECTOS, mientras estudiaba su carrera de Ingeniero Civil que abandona cuando cursaba el Tercer año por razones económicas y se embarca hacia Chile a trabajar en las minas de Chuquicamata. Luego pasa a Valparaíso y Santiago y más tarde a Mendoza y Buenos Aires en la Argentina, lugares en los cuales no encuentra solución a su problema y decide volver a Perú.
Pero esta crítica situación no fue
obstáculo para seguir educándose en su propia biblioteca con más de cuatro mil
volúmenes, entre las que figuran obras de prestigiosos escritores y filósofos
tales como Lin Yutang, Benedetto Croce, Bertrand Russell, Sir Walter Scott,
William Shakespeare, Alejandro Dumas, Miguel de Cervantes Saavedra, Santa
Teresa de Jesús, Félix Lope de Vega, Gregorio Marañón, Azorín (José V. Martínez
Ruiz), Miguel de Unamuno, Gabriela Mistral y tantos otros literatos, poetas y
políticos de renombre mundial. Karl R. Bernard es considerado, entonces, como
un auténtico autodidacta.
En 1934 fallece su
querida Madre a la edad de 39 años, a consecuencia de la enfermedad de cáncer a
los senos, y Karl R. Bernard se sume en una tristeza profunda por cuanto la
amaba delirantemente por sus cualidades de madre, tierna y bondadosa.
En 1947 funda en el local de su propia casa el Centro Social Deportivo Rondoneano, diez años más tarde fue uno de su más distinguido Presidente. En 1950 es elegido presidente del Instituto Pedagógico Nacional de Lima y presidente de dos delegaciones de estudiantes de Chile. En 1956 desempeña el cargo de Secretario General de la Federación de Asociaciones del Perú.
En 1957, es elegido delegado ante la Federación Nacional del Perú, por las grandes unidades escolares “Teresa Gonzáles de Fanning” y “Bartolomé Herrera”. En 1957 inicia conversaciones con el señor Lautaro Videla, presidente de la delegación de estudiantes de Chile, para la repatriación de las condecoraciones del Héroe del Combate de Angamos, Contralmirante Miguel Grau y que se fructificó con la intervención del Cuerpo Diplomático de ambos países. Chile devolvió al año siguiente al Perú las Condecoraciones de “El Caballero de los Mares”.
Participa en la
política con el cargo de Secretario de Organización en el Partido de la Unión
Nacional Odriista (U.N.O.), luego es electo Presidente del Comité Electoral de
la U.N.O. e interviene en dos elecciones generales, una de ellas con la
Coalición APRA-UNO en el año de 1963.
A raíz de la muerte de
su primera esposa Colombia de Los Santos Igarza, Karl R. Bernard viaja a
Hollister, California (U.S.A.), donde contrajo matrimonio con la distinguida
dama norteamericana, OLLIE MAE WILSON, quien
es sobrina nieta del expresidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson.
Desde su feliz arribo a
California en 1970, Karl R. Bernard viene trabajando intensamente, publicando
importantísimas obras que lo sitúan en lugar preferencial como orador,
escritor, poeta, periodista, tenaz organizador y promotor de grupos
comunitarios, de museos y bibliotecas populares, de acciones
educativo-culturales en bien de la colectividad.
Su amplia riqueza
cultural se vio compendiada en periódicos y revistas de América Latina, en
“Ahora”, “La Opinión de los Ángeles”, “Tiempo Latino”, “El Observador” y el “Excéntrico”,
asimismo en sus principales obras literarias que publicó: Ensayos Literarios
(1955), Murmullos Poético (1967), Pensamientos Filosóficos (1970), La Filatelia
y la Sociedad (1978), Historia Pre-colombina (1979), Misterios de la Historia
(1980), Poesía Moderna (1980), Gemas Literarias (1981), ameritando en el extranjero
con gran profundidad y estilo propio a las letras tarmeñas y peruanas.
Sandra BOWEN, profesora
de Literatura de la Universidad de Santa Clara de California, al comentar las
obras literarias de Karl R. Bernard, sostiene que “sus poemas tienen el encanto
de la lluvia que moja la tierra y hace palpitar cada amanecer, buscando refugio
en el suave viento de la melancolía y llevando entre sus galanas rosas la
blanca nieve de la pureza, ofreciendo su fragancia al clamor y al grito de los
que sufren para resucitar sus sentidos. La fertilidad de sus versos son
asombrosos, porque tienen en calor de su inspiración espontánea que se inclina
ante el dolor, para contarle su himno con gallardía insospechada, sin límites
en el espacio del tiempo y siempre pródigo en bendiciones y virtudes,
suscitadas en el pentagrama inmutable de su consciente imaginación poética. En
sus poemas se descubre el fulgor insondable de su modesta virtud humana donde
la fraternidad se consagra en un templo, donde los rigores insondables de la
vida se ofrendan al amor, para saber llorar con alegría en el encierro de la
tristeza y la pobreza, donde el alma se siente descolorida de pesar y el
corazón herido por la amargura”.
Su amplia trayectoria
cultural le valieron para ser elegido Presidente del Círculo Artístico y
Literario de California en 1981, institución encargada de “preservar y fomentar
las manifestaciones de la cultura latinoamericana” así también de “preservar el
idioma Castellano en su esencia”, un puesto, en verdad, envidiable y que muchos
latinoamericanos quisieran ocupar. Aquí su ardua labor es encomiable, en
significado y trascendencia cultural, cargo que lo desempeña con entusiasmo,
perseverancia, eficiencia, honestidad y vocación de servicio. Además, fue
nombrado National Member (miembro nacional) por The Smithsonian Institution, de
Washington D.C., y Miembro Asociado por American Museum of Natural History de
New York.
Karl R. Bernard ha
recibido el gran honor al ser invitado a visitar la Casa Blanca en Washington,
por el entonces presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Ronald W.
Reagan. Fue honrado con las congratulaciones personales del Ing. José Napoleón
Duarte, Presidente de la República de El Salvador, ante quien pronunció un
cálido discurso patriótico durante su visita a California, entregándole también
en sus manos el poema de su inspiración: LA FE.
Con fecha, Tarma, 19 de
diciembre de 1981, el Honorable Concejo Provincial de Tarma, presidido por el
Dr. Pedro Abel Baldeón Pantoja, le tributó un significativo Homenaje a Karl R.
Bernard, en reconocimiento “a su calidad profesional, producción intelectual y
fructífera labor cultural” que viene cumpliendo en los Estados Unidos.
Ante un selecto público que colmó el Salón de Actos de la comuna tarmeña, el Dr. Pedro Abel Baldeón, Alcalde de la provincia de Tarma, resaltó los valores morales de Karl R. Bernard, su contribución al fomento de la cultura de Tarma al donar 2,000 libros a la Biblioteca “Adolfo Vienrich”, su alto espíritu de bien, su grandeza humana y cualidades coadyuvantes al desarrollo y progreso de “La Perla de los Andes”.
Al final de su intervención, el señor Alcalde le hizo entrega de un
hermoso Pergamino recordatorio firmado por las autoridades edilicias del lugar,
por poetas, artistas, escritores y periodistas. Y a este justo y merecido
homenaje también se hizo presente el
profesor Eudoro Terrones Negrete, entonces Director del Instituto Nacional de Cultura de
Tarma quien hizo entrega de un Diploma de Honor.
DONACIÓN
DE LIBROS
Karl R. Bernard,
preguntado por el autor del presente artículo para un reportaje periodístico en
el Diario Independiente “La Voz de Tarma”, acerca del porqué de la donación ahora de 5,100 libros para
Tarma y 9,500 libros para la Biblioteca de Picoy, su tierra natal, respondió
así: “Cuando viene a visitar mi pueblo de Picoy en 1979, después de 50 años de
ausencia, encontré que el pueblo donde yo había nacido estaba en las mismas
condiciones de pobreza, con falta de agua, de electricidad, la gente muy pobre,
entonces decidí que era muy conveniente donarles libros para que aprendieran a
desenvolverse por sí mismos y a encontrar otros medios de culturizarse mejor. A
Tarma lo vi un poquito bajo todavía en relación a otras culturas. Al visitar a
la Biblioteca Municipal “Adolfo Vienrich” de Tarma constaté que sólo contaban
después de 60 años de fundada con 6,000 volúmenes, que era poquísimo para una
población que pasa de los cien mil habitantes…y por tanto necesitaba ser
incrementada, renovada y actualizada en su material de lectura. Allí fue donde nación,
por vez primera, el deseo de regalarles libros. En 1981, en el segundo viaje,
ofrecí al Municipio de Tarma regalarles 2,000 libros para la Biblioteca y 500
libros para Picoy. Finalmente, en mi tercer viaje en noviembre de 1983, la
donación que hice la aumenté a 5,100 libros para Tarma y 9,000 libros para
Picoy".
Preguntado sobre los propósitos de la donación, Karl R. Bernard, dijo: “¿Cuáles son los propósitos de la donación de libros? El amor a mi tierra, el amor a todo eso que en épocas lejas me hizo sufrir, y para que ellos también aprendan, como yo en los libros, a cultivar su intelecto y elevar su estándar de vida. Eso es todo lo que quiero para mi pueblo, para los tarmeños, para los peruanos y para mi patria, el Perú. He comprendido que los libros son el elemento más importante y esencial para que la cultura de un pueblo se eleve…pero no quisiera que simplemente sirvan para ser ubicados en los anaqueles, sino que el pueblo y los estudiantes en particular le saquen provecho a todos estos libros. Tarma, a nivel provincial, necesita de una mayor conciencia y toma cultural para contribuir a su desarrollo y progreso.
DOCUMENTO
DE DONACIÓN DE LIBROS A LA BIBLIOTECA MUNICIPAL “ADOLFO VIENRICH” DE TARMA Y AL
PUEBLO DE PICOY
El documento en referencia, textualmente dice así: “En la ciudad de Tarma, a los veintiséis días del mes de noviembre de mil novecientos ochenta y tres, se formaliza el documento de donación de libros en los términos siguientes: Yo, KARL R. BERNARD, con pasaporte norteamericano N° 05163553, picoyino de nacimiento, con residencia en Hollister, California, 95023L 950 Monterey Street N° 10, Estados Unidos de Norteamérica, expreso mi conformidad de DONACIÓN de cinco mil cien libros para la Biblioteca Municipal “Adolfo Vienrich” de Tarma, y nueve mil quinientos libros para el pueblo de Picoy durante la gestión del Dr. Pedro Abel Baldeón Pantoja (Alcalde de Tarma), y del Profesor Eudoro Terrones Negrete (Presidente de la Comisión de Biblioteca de la comuna tarmeña y Director de la Oficina del Instituto Nacional de Cultura de Tarma. Dichos libros son enviados desde Estados Unidos por medio de Pan-American Development Foundation, con sede en Washington, D.D., sin cobro alguno por derecho de transporte. Hago la donación de estos libros con el deseo de brindar a la población tarmeña la oportunidad de elevar su estándar cultural, educacional, social y profesional, esperando que el Concejo Provincial y el Instituto Nacional de Cultura ofrezcan las condiciones necesarias para que dichos libros presten eficiente y oportuno servicio a la comunidad y juventud estudiosa, autorizando expresamente que las instituciones mencionadas puedan canjear los libros en inglés con libros en español si lo creen por conveniente”. Firmado, Karl. R. Bernard.
LA
POESÍA DEBE BENEFICIAR A LA SOCIEDAD
Karl R. Bernard es un poeta de polendas y
refinado estilo. Sus poemas están basados en su propia inspiración, no se
inclina a escuela especial. Considera que la poesía filosófica por su fondo
social y profundidad de enfoque contribuye al cambio de la sociedad y a
desarrollar la imaginación creadora del ser humano; el que la lee debe saber
asimilarla e interpretarla en su global dimensión y significado.
Reitera Bernard que los
poemas filosóficos contribuyen al grito
libertador del pueblo, pues encarnan sus vivencias, penetran a la raíz profunda
de la espiritualidad humana y la liberan de sus problemas, permitiéndoles
ensanchar sus horizontes de cosmovisión. Karl R. Bernard ha producido más de
tres mil poemas y continúa haciendo gala de su maravillosa e inagotable fuente
poética, como una torrente de agua cristalina interminable. He aquí algunos de
sus poemas: "A la Noble y Leal Ciudad de Tarma", "Tarma: La bella perla Andina", "Cantares", "El Amor" y "To my dear wife Ollie Mae Bernard".
A LA NOBLE Y LEAL CIUDAD DE TARMA
Cuando te llamaron “La
Perla de los Andes”
Oh, tierra entrañable,
fue por el dolor de tu sonrisa.
Porque fuiste creada
con luz en tu espíritu
En medio de la ostra
andina, que te circunda.
Porque eres el terruño
de héroes silentes
Que en tu historia se
cuentan por miles…
Quienes se entregaron,
en holocausto a tu gloria
Al gélido manto blanquecino
de la muerte.
TARMA: LA BELLA PERLA ANDINA
Hay
en ti querida tierra mía tanta
abundancia de tesoros…
En
el capricho de la naturaleza que te dio
tanta belleza armónica y reverente.
En
tus manantiales con adornos de berros
que reflejan a la Luna rompiéndose en mil pedazos.
En
las ruinas arqueológicas que te circundan,
que
hablan de una gloriosa e impresionante cultura,
como
una sublime inspiración de las generaciones
del
pasado.
En
el olor a tierra fresca de tus tejas,
manipuladas por las manos diestras de tus hombres.
En
la granítica expresión del indio, cuya mirada
se
pierde en las glorias de la raza incaica.
En
la esperanza que crece en cada uno de los surcos
De los terrenos de cultivo.
En
las bellas cumbres que te circundan,
como
vigilantes eternos de todos tus tesoros.
En
el arrullo del follaje de tus eucaliptos,
que
canta su canción de ternura
al
arroyuelo que cruza el valle.
En
el beso de tu brisa mañanera,
Que
acaricia el rostro de los madrugadores.
En
el beso de tu brisa mañanera,
que acaricia el rostro de los madrugadores.
En
las encallecidas manos de tus campesinos,
que
por sus grietas brotan lágrimas de sangre
en
holocausto a sus cosechas.
En
la fuerza, el vigor e inteligencia de tu pueblo
quienes sudan para darte progreso y gloria.
En
el “quipe” que adorna las espaldas de las indias
donde
llevan su equipaje de sueños y esperanzas.
En
el maravilloso verdor de tus campiñas.
En la “puchka” manejada por tus mujeres hilanderas,
En
tus balcones que acarician con sus líneas
la
frescura y la placidez de tus románticas calles,
En
los zaguanes y las baldosas de tus patios
señoriales, llenas de recuerdos inolvidables.
En
las estrellas de tu límpido y transparente cielo
que
parecen extraídas del infinito,
por
las formidables garras de tus cóndores majestuosos.
En
tus cactus gigantescos que parecen monolíticos eternos,
En la flor del maguey, que se yergue inalcanzable,
En
los dones supremos que te ofrecen
las
entrañas de tus montañas.
En
el perfume que emana de tus flores silvestres,
En
la dulzura de la voz de tus mujeres
que llegan como un cántico de amor al sentimiento.
En
las escarchas de las cascadas,
que
parecen llorar de frío y desnudez,
En
tus caminos zigzagueantes y escabrosos
Que conducen hacia las cumbres.
En
la alegría de tus amaneceres con trinos
y
en la tristeza de tus horas vespertinas.
En
la estirpe que guardas de tu ancestro,
en las tumbas silentes de tus héroes.
En
el canto que inspiras a poetas, escritores,
artistas
y labradores.
Hay
en ti, querida tierra mía,
Tantos incalculables tesoros…
En
el corazón de tu pueblo.
En
las piedras de las ruinas milenarias.
En
la voz jadeante de los arrieros.
En
la música de tus huaynos y mulizas.
En
las tristes melodías de las quenas,
Que lloran el dolor escondido.
En
los relámpagos, en los truenos
Y
en la lluvia menuda o tempestuosa.
En
tus maizales y quinuales
Y
en las espigas de tus trigales.
En
la fresca tierra de tus cultivos.
En
las campanadas de tus iglesias y capillas.
En
el trino madrugador de los jilgueros.
En
el dulce cantar de las enamoradas.
En
el rasgar de las guitarras de los trovadores.
En
la risas inocente de los niños.
En
la infinita ternura de las madre.
En
tus ríos, en tus valles y tus lomas.
En
los pétalos que cubren tus calles procesionales.
En
el bullicio dominguero de tus mercados.
En
tus rincones cuajados de amor y romance.
En
la historia de tu pueblo llena de gloria.
En
la inmolación de tus héroes por darte esplendor.
Tú…
que tuviste el privilegio de haber nacido en esta tierra,
Cuida
con amor, estos tesoros, para que perduren por los siglos.
CANTARES
Cantan las aguas de los
ríos a la fresca orilla,
Cantan las nevadas
cumbres al infinito espacio,
Canta el plumaje de las
águilas al silencio,
Cantan los dorados
sueños al futuro;
Y yo le canto a mi
pueblo,
¡Al corazón de mi gran
pueblo”.
Mientras vibran las
rosas al paso de la vida,
Mientras lloran los
hombres, sin amor,
Entristeciendo las
horas del tiempo,
Con las lágrimas del
espíritu descarnado.
Mientras surgen los
ecos en las peñas,
Perdiéndose como las
sombras a la luz,
Y mientras pido una
limosna a la desnudez
Yo le canto, mi canto
al corazón.
EL AMOR
¡Amor!...Tú eres la
divina concepción,
que deslumbra el
mensaje del alma enternecida;
Tú eres la emoción
proyectada al sentimiento,
para darle convicción a
la vida…
Ven penetra en mi
sentimiento.
quiero sacudirme de
esta soledad,
de ese vacío, que es mi
desconcierto;
quiero volar allá,
donde la lluvia es tibia,
donde no existe la
sombra,
que entristece y
desencanta.
Quiero estar allá,
donde habita el
pensamiento azul,
como germen y esencia
de tu nombre;
novia invisible y
misteriosa,
que nos hace soñar con
tus canciones,
mientras la luz de tu
ensueño inunda,
el atardecer de mis
horas otoñales.
Déjeme llamarte
incansablemente,
con el lirismo de mi
voz,
por tus tres nombres:
¡AMOR!...¡Amor!...¡Amor!...
EL AMOR
Amor ¡... Te veo llegar....
Quién eres?
Acaso un espíritu que quema y devora,
el sentimiento?
Acaso, no tienes vida, pero existes?.
Vienes en mis sueños hecha suspiros,
luego te alejas en la sombra culminante
donde, culmina el sueño, en el instante
febril, que me calcina la desventura.
Porqué te vas,
sin mostrarme tu faz misteriosa?......
Mientras los ojos de mi alma,
contemplan risueños la huida destellante,
de la nostalgia y la melancolía,
te alejas, como una estrella fugaz,
perdiéndote entre las constelaciones,
de la música,
sin dejarme florecer,
Oh, Amor ¡....ingrato amor....
EL ESCRITOR Y SU COMPROMISO
Karl R. Bernard recibió
la influencia del escritor español Miguel de Unamuno. A través de sus escritos
se puede captar la hondura del sentimiento humano y vivir la sensibilidad de la
existencia. Vive el destino de cambio social de su época. ES una personalidad
sólida que a través de sus escritos resume las inquietudes, necesidades y
esperanzas de una realidad provinciana que pugna por salir de su atraso,
marginación y subdesarrollo. Es una pluma comprometida con el proceso de
culturización de su pueblo, porque en su opinión “la cultura eleva a los
pueblos y les acerca a Dios”. Expresa Bernard: “No luchemos con las armas.
Luchemos con nuestros pensamientos y con nuestras obras. Luchemos enseñando a
los niños a ser hombres de trabajo. Luchemos enseñando a las mujeres a
cultivarse a sí mismas para hacer de nuestra provincia una ciudad que esté a la
altura de las grandes naciones del mundo. Tenemos todo, lo poseemos todo, lo
que nos falta es solamente una decisión una decisión unánime, más que
particular. Aprendamos a luchar y a escribir unidos… y a vencer unidos…Quiero a Tarma verlo ubicada entre los
pueblos progresistas no solamente de Perú sino de toda la América”.
Bernard, en una de sus
obras manifiesta su deseo de poder llegar con el Lenguaje de su Literatura al
corazón y al alma de sus lectores excepcionales: “Porque son los murmullos de
la alegría del vivir, amando la vida como merece ser amada, para darle una
bofetada al rostro de la
muerte y rasgarle el
sudario de cenizas transparentes, para descubrirla y avergonzarla…Porque son,
la riqueza de mi ALMA que es la vida de mi SER, que con su lámpara de luz
misteriosa, ilumina el sendero escabroso del HOMBRE, que camina por entre los
sueños ocultos de ese nuevo mundo, que con ansiedad nos espera, para darnos el
fruto de una existencia más placentera”[1]
TO MY DEAR WIFE OLLIE MAE BERNARD
I look at the time gone through our lives,
When I listen to the faraway echo of your tenderness
made-music for my soul.
When I let myself be carried through the marvelous
surge of our common feelings;
When my spirit seas the beautiful procession
of your virtues pass, wrapped in the breath
of your great love;
When the pendulum of the time goes on marking
the hours that are going by,
leaving behind them unforgettable memories;
When in your little face like the sky,
the exquisite sweetness that hides
your tender heart is reflected;
When hand in hand we walk through the paths
of illusion, looking for perfect happiness;
When the music of love surges radiant,
pure and divine, like an invisible host,
in the chalice of ours hearts;
Because you, with the fragrance of your love
illuminated the path of my sad hours.
Because you, with the smile oy your soul
soften the hardness of my spirit.
Because you, with the aureola of your feeling,
filled the dramatic existence of my fantasy
with glorious moments, to sing in tune
with triumphal accent the Hymn to life.
Because you, with your anxieties and fatigues,
put into the depths of my heart,
inmense gratitude, as a prize to your great love,
transformed in a sublime work.
And the years will pass reflecting to the world
the echo of your songs;
and the sun will shine more intensely in the sky,
and its mysterious rays will burn the voices
that listened to ours souls,
and our hearts will then go up to eternity,
in a burnt sacrifice to our love,
wrapped in a gauze of smoke to remain there
for eternity; while the fresh aroma
of the flower of my love covers you,
with kisses today, tomorrow and always.
Happy Birthday!... my darling.
Your husband: Karl R. Bernard
Hollister, September
23th. 1980.
Karl R. Bernard ha
escrito una de las páginas trascendentes de la vida histórica de la tierra que
la vio nacer, bajo el título de “Picoy”. Leamos a continuación el artículo
respectivo titulado “Picoy, pueblo de la provincia de Tarma (Perú).
PICOY,
PUEBLO DE LA PROVINCIA DE TARMA (PERÚ)
Por: Karl R. Bernard
Picoy, geográfica
concepción de fuerzas cósmicas, que gravitan sobre el crisol de una tierra
generosa por excelencia, dándole un carácter peculiar que se refleja en su
personalidad colectiva, en su historia, en la emoción por la tierra y en la
atmósfera que la circunda, para darle conciencia de sí misma y fe de lo que
puede su destino ser y hacer.
Tierra de hombres
fornidos que fueron invencibles en la adversidad; en la conquista de los
derechos espirituales incontrovertibles y en la defensa de su idealismo, por
una auténtica comunidad histórica.
Bajo el profundo azul
de tu firmamento y envuelto por el verdor de tu campiña, de tus frutos y
verduras y de tus dorados trigales, que circundan tu paisaje, estás tú, pueblo
querido, engastada como una hermosa esmeralda, en medio de tu exuberante
belleza.
Tú, me viste nacer y en
ti la luz primera de tu cielo, mientras el viento tibio y perfumado de tu
desbordante naturaleza, mecía mi humilde cuna…Y con el tiempo, me hiciste
conocer tu historia, cuajada de leyendas acariciantes, entre las ruinas de
Pitchcamarca, o sobre la cima de tus cerros donde se ocultan Yana-marca o
Jatun-rumi o Shuito-machaya.
A tus pies corren las
cristalinas aguas del río Palcamayo, confundidas con las del misterioso Huagapo,
que producen un murmullo indescriptible, semejante a una carcajada, para
contarte sus misterios cavernarios o para contagiarte su alegría cuando estás
triste.
Allí está la escuelita,
modesta y humilde, donde aprendí mis primeras letras y a conocer la belleza de
la vida, cantando melodías inolvidables como son tus huaynos y mulizas, que
surgieron al compás de mi infancia y al conjuro del perfil de mi fantasía, como
impecable expresión de tu hermoso panorama donde nacieron mis primeros sueños y
esperanzas.
Allí están todavía, el
campanario de tu Iglesita, cuya cúspide se eleva hacia la profundidad del
infinito, como pretendiendo llegar al cielo, para darle gracias al SEÑOR, por
cobijar en su seno, un pueblo formado y fortalecido en las tradiciones de una
raza con estirpe universal y noble.
Allí están todavía, tus
calles torcidas por el tiempo, que tienen la vibración sentimental de un pasado
histórico, lleno de olvido y desesperación, donde nadie se atreve a poner la
mano, pero, que en las tardes otoñales asoma una lucecita de esperanza para
desarrugar el paso de los años y en el cual se cuelgan como nidos olvidados,
recuerdos de amor y ternura.
AMOR, por las madres y
p0or las esposas, que te dieron sus hijos.
TERNURA, por los niños,
quienes como yo, caminamos tus senderos.
Permíteme que te
acaricie con el oleaje de mis canciones y te de el beso ardiente de mis poemas.
Porque tú, eres el
escenario gallardo de una tierra orgullosa hecha con pedazos de corazón y de
heroísmo.
Porque tú, eres la
progresión constante de una infinita sensibilidad que se extiende como una
fascinación delirante con el grito del Huayari y que emerge lentamente,
admirable y venerable.
Porque tú, eres el
proceso creador de una nueva esencia de realidades, para superar las
dimensiones de tu éxtasis y darle un nuevo perfil a tus estructuras materiales
y espirituales.
Porque tú, eres el
símbolo de una raza superior que te asignó el destino para cristalizar tus
ambiciones a través del tiempo y en continua lucha por tu progreso.
Porque tú, eres el
cáliz que contiene hombres de envergadura superdotados de una intensa fe, para
conducirte al éxito.
Porque tú, eres el
cofre que encierra una tradición milenaria de virtudes heredadas de la cultura
incaica y cuyo espíritu moral prevaleció a través de los siglos.
Porque tú, eres el
amor, la luz, el calor y el viento del alma entristecida, porque hay en ti,
drama, gloria y esplendor.
DRAMA, en el olvido de
los tuyos…
DOLOR, en la trágica
vivencia del ayer…
GLORIA Y ESPLENDOR, en
el tri8unfo de tus hijos, que te ofrecen su admiración y veneración y te
iluminan con la luz de la esperanza.
Porque tú, conoces del
sudor y del trabajo fecundo de tus hombres, que con el arado y la hoz, cultivan
amor, con abnegación ilimitada, para colocarte algún día en el sitial que te
corresponde, entre el concierto de los pueblos al conjuro del regio brazo y la
férrea voluntad.
Porque tú, a pesar de
no tener la luz que ilumina tus oscuras noches, tienes la luz de la fe, en cada
uno de sus hombres, que proyectan una oración como expresión del alma.
Y por esto y mucho más,
déjame que me refugie muy dentro de ti…para hacer memoria en un sacro silencio,
por los que fueron tus próceres angustiados que yacen en tu cementerio…porque
fueron ellos, los que determinaron la indomable rebe4ldía de tu pueblo.
Cuanto te recuerdo…
miro el horizonte lejano de la tierra querida, anhelando con volverte a ver,
mientras brota desde lo más profundo de mi corazón y de mi alma, una lágrima de
añoranza.
Cuando te recuerdo…
quisiera tomarte entre mis manos, para contemplarte y admirarte, espléndida,
hermosa y sublime… y esparcir mis besos como un tributo a tu grandeza y poderte
decir con la humildad de un picoyino: Que me siendo muy orgulloso de ser
picoyino de corazón, hermosa tierra mía… y te doy mi BENDICIÓN.
[1]
Karl R.
Bernard, “Gemas literarias”. Ediciones Instituto Nacional de Cultura de Tarma,
26 de julio de 1983.