EL BUROCRATISMO EN EL PERÚ, ¿QUÉ HACER?
Escribe:
Dr. Eudoro Terrones Negrete
Descripción
del problema
La administración pública
en el Perú ha demostrado a todas luces ser envilecida y vacilante, discontinua
e inestable en sus esfuerzos y objetivos. Se mantiene adormecida por el
servilismo político-partidario, envejecido y obsoleto en su organización,
hundida sus raíces en el soberbial conservadurismo tradicional y en la
prestación de un servicio deficiente a la población.
Para nadie es novedad que
los diferentes sectores públicos se afincan en la inestabilidad organizativa
por la indefinición de atribuciones y funciones y el desorden administrativo y
jurídico.
Contenido por cimientos
asimétricos e inarmónicos, pronto muestra a los usuarios la psicología
disociativa de una burocracia del Estado con toques de autoritarismo y de personalismo
caprichoso ajeno a los intereses de desarrollo y progreso del país. Siempre
exigiendo más derechos a costa del cumplimiento de menos deberes.
El burócrata peruano
sustituye la respuesta por un vuelva mañana, la decisión por un ya lo
estudiaremos, la responsabilidad por el memorando, la acción por la inercia, la
solución por la creación de un nuevo organismo público y la realidad por la
aprobación de otra ley.
Esta situación
problemática motiva la justa y natural protesta y censura por parte de la
población, más todavía cuando reciben a diario respuestas como estas: “no, la
ley prohíbe”, “le falta una copia”, “aquí no corresponde”, “pase a la otra
oficina”, “que venga el interesado”, “vuelve a hacerlo conforme lo indiqué”, “acaba
de salir mi jefe, vuelva mañana”, “espere unos días” o en el extremo “una
propinita para que lo haga ahorita”, y cosas por el estilo.
Mantener en sus puestos a
burócratas improductivos cuesta millones de soles al Estado, dinero que sale
del pago de impuestos que realizan los ciudadanos y las empresas por uno y otro
concepto.
Burocracia, burocratismo y burocratización
En su sentido coloquial y
popular, burocracia equivale a ineficiencia,
pereza y desperdicio; es el ejercicio del poder a través del escritorio de las
oficinas de los funcionarios públicos y en condiciones insatisfactorias para
los usuarios de los servicios del Estado.
Una dependencia del
Estado incurre en burocratismo cuando
se sobredimensiona de personal de baja calidad profesional, cuando tiene más
personal de lo que realmente necesita, cuando capta personal sólo por favores
políticos y sin la capacidad suficiente para el cargo, y cuando hacen mal el trabajo que están obligados a
hacerlo bien.
“El trámite –ese movimiento
frenético de papelitos de las oficinas – es la razón de ser del burócrata. De
aquí que a la excesiva tramitación se la llama burocratización”, señala Pablo Huneeus en su obra “Los burócratas.
Un nuevo análisis del Estado”.
El
burócrata
El burócrata presta un
deficiente servicio a la población y se queja a diario del “mucho trabajo acumulado”
que tiene.
La organización
burocrática en el Estado es de carácter endógeno, entrópico, parasitario y
reactivo; satisface los requisitos internos pero se olvida del servicio tipo de
servicio oportuno y eficiente que debe prestarse a la población.
El burócrata existe sólo
para sí mismo; no le importa el público, trata a las personas como si fueran a
pedirle una limosna o un favor. Es perezoso, indolente, insensible, desatento,
irresponsable, improductivo y no justifica la remuneración que percibe.
El burócrata hace difícil
los trámites de expedientes, los retiene en su escritorio más allá del tiempo
necesario. Toma decisiones muy lentamente; se resiste al cambio, crea reglas y
procesos cada vez más complicados y hasta contradictorios, retrasa los trabajos
o tareas que tiene planificado, retrasa la entrega de informes, de planes, de
proyectos ye resoluciones, no permite avanzar ni solucionar nada. Se olvida que
es ante todo y por sobre todas las cosas un servidor público.
Consecuencias
El burocratismo desplaza
en muchos casos el objeto, el fin y las metas de desarrollo de los gobiernos de
turno; desarrolla el liderazgo autocrático y antiético; produce normas, reglas,
trámites, formatos y papeleo en exceso; encarece los servicios administrativos
que presta el Estado; disminuye y atrofia la creatividad y la producción de las
empresas públicas; extiende los plazos para la solución de problemas o conflictos
sociales; retrasa el cumplimiento de promesas, planes, programas, proyectos y
obras; genera mala reputación del servidor público; alimenta posiblemente a los
casos de corrupción; dificulta y retrasa el desarrollo social y económico del
país.
Medidas
correctivas
La solución del problema
requiere de la aplicación de una verdadera reforma estructural del Estado y de
una reingeniería fina en la Administración pública. Asimismo se necesita
aplicar medidas efectivas de erradicación del nepotismo y de las tarjetas de
recomendación político-partidaria para el ingreso al sector público; capacitar a
los empleados para un mejor y eficiente servicio a la población, y desarrollar una
política laboral con estímulos a la eficiencia del personal.