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22 de octubre de 2020

EL BUROCRATISMO EN EL PERÚ, ¿QUÉ HACER?

        EL BUROCRATISMO EN EL PERÚ, ¿QUÉ HACER?

Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete

 

Descripción del problema

La administración pública en el Perú ha demostrado a todas luces ser envilecida y vacilante, discontinua e inestable en sus esfuerzos y objetivos. Se mantiene adormecida por el servilismo político-partidario, envejecido y obsoleto en su organización, hundida sus raíces en el soberbial conservadurismo tradicional y en la prestación de un servicio deficiente a la población.

Para nadie es novedad que los diferentes sectores públicos se afincan en la inestabilidad organizativa por la indefinición de atribuciones y funciones y el desorden administrativo y jurídico.

Contenido por cimientos asimétricos e inarmónicos, pronto muestra a los usuarios la psicología disociativa de una burocracia del Estado con toques de autoritarismo y de personalismo caprichoso ajeno a los intereses de desarrollo y progreso del país. Siempre exigiendo más derechos a costa del cumplimiento de menos deberes.

El burócrata peruano sustituye la respuesta por un vuelva mañana, la decisión por un ya lo estudiaremos, la responsabilidad por el memorando, la acción por la inercia, la solución por la creación de un nuevo organismo público y la realidad por la aprobación de otra ley.

Esta situación problemática motiva la justa y natural protesta y censura por parte de la población, más todavía cuando reciben a diario respuestas como estas: “no, la ley prohíbe”, “le falta una copia”, “aquí no corresponde”, “pase a la otra oficina”, “que venga el interesado”, “vuelve a hacerlo conforme lo indiqué”, “acaba de salir mi jefe, vuelva mañana”, “espere unos días” o en el extremo “una propinita para que lo haga ahorita”, y cosas por el estilo.

Mantener en sus puestos a burócratas improductivos cuesta millones de soles al Estado, dinero que sale del pago de impuestos que realizan los ciudadanos y las empresas por uno y otro concepto.


Burocracia, burocratismo y burocratización

En su sentido coloquial y popular, burocracia equivale a ineficiencia, pereza y desperdicio; es el ejercicio del poder a través del escritorio de las oficinas de los funcionarios públicos y en condiciones insatisfactorias para los usuarios de los servicios del Estado.

Una dependencia del Estado incurre en burocratismo cuando se sobredimensiona de personal de baja calidad profesional, cuando tiene más personal de lo que realmente necesita, cuando capta personal sólo por favores políticos y sin la capacidad suficiente para el cargo, y cuando  hacen mal el trabajo que están obligados a hacerlo bien.

“El trámite –ese movimiento frenético de papelitos de las oficinas – es la razón de ser del burócrata. De aquí que a la excesiva tramitación se la llama burocratización”, señala Pablo Huneeus en su obra “Los burócratas. Un nuevo análisis del Estado”.

El burócrata

El burócrata presta un deficiente servicio a la población y se queja a diario del “mucho trabajo acumulado” que tiene.

La organización burocrática en el Estado es de carácter endógeno, entrópico, parasitario y reactivo; satisface los requisitos internos pero se olvida del servicio tipo de servicio oportuno y eficiente que debe prestarse a la población.

El burócrata existe sólo para sí mismo; no le importa el público, trata a las personas como si fueran a pedirle una limosna o un favor. Es perezoso, indolente, insensible, desatento, irresponsable, improductivo y no justifica la remuneración que percibe.

El burócrata hace difícil los trámites de expedientes, los retiene en su escritorio más allá del tiempo necesario. Toma decisiones muy lentamente; se resiste al cambio, crea reglas y procesos cada vez más complicados y hasta contradictorios, retrasa los trabajos o tareas que tiene planificado, retrasa la entrega de informes, de planes, de proyectos ye resoluciones, no permite avanzar ni solucionar nada. Se olvida que es ante todo y por sobre todas las cosas un servidor público.

Consecuencias

El burocratismo desplaza en muchos casos el objeto, el fin y las metas de desarrollo de los gobiernos de turno; desarrolla el liderazgo autocrático y antiético; produce normas, reglas, trámites, formatos y papeleo en exceso; encarece los servicios administrativos que presta el Estado; disminuye y atrofia la creatividad y la producción de las empresas públicas; extiende los plazos para la solución de problemas o conflictos sociales; retrasa el cumplimiento de promesas, planes, programas, proyectos y obras; genera mala reputación del servidor público; alimenta posiblemente a los casos de corrupción; dificulta y retrasa el desarrollo social y económico del país.

Medidas correctivas

La solución del problema requiere de la aplicación de una verdadera reforma estructural del Estado y de una reingeniería fina en la Administración pública. Asimismo se necesita aplicar medidas efectivas de erradicación del nepotismo y de las tarjetas de recomendación político-partidaria para el ingreso al sector público; capacitar a los empleados para un mejor y eficiente servicio a la población, y desarrollar una política laboral con estímulos a la eficiencia del personal.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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