PERÚ:
HACIA UNA POLÍTICA ECONÓMICA
ORIENTADA POR LA ÉTICA
Escribe:
Dr. Eudoro Terrones
Negrete
DESCRIPCIÓN DEL PERÚ
El Perú, situado en América del Sur, tiene una población estimada de más de 32
millones de habitantes en una extensión territorial de 1´285,215.60 kilómetros
cuadrados. Su población es relativamente joven, cuatro de cada diez son menores
de 17 años. La esperanza de vida de sus habitantes es de 71,7 años para hombres
y 76,9 para mujeres. Cerca del 80% de sus habitantes
profesan la religión católica.
Cuenta con una cultura precolombina
más rica de América, tres regiones naturales (Costa, Sierra y Selva),
geografía difícil y heterogénea, climas benignos, variada riqueza natural y
gastronómica. Desarrolla actividades forestales, agrícolas, pesqueras,
arqueológicas, turísticas, mineras y de manufactura de productos textiles.
El Perú es un país agro-minero, exportador de materias primas,
multiétnico, plurilingüe, multicultural,
en el que conviven todas las etapas del desarrollo económico y social del
mundo, con un Índice de Desarrollo Humano medio.
El Perú es un país de megadiversidad, posee variedad de ecosistemas,
de flora y de fauna, históricas tradiciones, usos, costumbres y formas de vida.
CRISIS Y PROBLEMAS
Actualmente la sociedad peruana atraviesa por una crisis
estructural en sus dimensiones comunicativa, social, sanitaria, política,
económica, educativa, cultural, jurídica y moral.
Hay una brecha social entre ricos y pobres, los bienes
materiales y económicos están
concentrados en pocas manos: hay más personas que tienen poco y casi nada de
poder y pocas personas que tienen
mucho poder en lo jurídico, político, económico, financiero y comunicacional. Hay
deficiente e inequitativa explotación de
los recursos naturales e injusta distribución de la riqueza nacional. Hay concentración
de medios de comunicación en pocas manos (periódicos, radioemisoras y canales
de televisión) que mantienen baja credibilidad y poco contribuyen con la
educación de la población.
El Perú es un país permisivo de antivalores. En el país
ocurren casos de corrupción impunes y con millones de soles de pérdida para el Estado;
el enfrentamiento entre los poderes Ejecutivo
y Legislativo y la clase política, el abuso con la prisión preventiva, la criminalización
de la política y la politización de la justicia, la explotación del hombre por
el hombre y del hombre por el Estado, dos intentos truncos de vacancia por
incapacidad moral del Presidente Martín Vizcarra, etc., que generan un nebuloso
clima de incertidumbre, relativa inestabilidad política e inseguridad jurídica
y que bloquean toda posibilidad de captar nuevas y mayores inversiones de
capital nacional y extranjero que tanto necesita el país para crecer y desarrollarse.
En Perú, como producto de la competencia sin fronteras dentro
de un libre mercado, donde hay de todo y para todos, se producen actos de
corrupción en sus modalidades de doble facturación, exageración de las bondades
del producto o bien, pago disminuido de impuestos, subvaluación,
sobrefacturación, pago de coimas para la obtención de licencias y contratos de
proyectos de obras públicas, manipulación contable, desnivel excesivo de
salarios y sueldos en la administración del Estado, prácticas deshonestas para
evitar que una empresa sea comprada por otra, aprobación de contratos con
ventajas y beneficios a empresas corruptas, entre otros.
En el Perú persisten problemas que preocupan mucho a la
población y que requieren de solución: la crisis integral, el desempleo masivo,
la pobreza crítica y extrema, el periodismo sensacionalista, la crisis de
credibilidad mediática, la demagogia, el populismo, el nepotismo, el burocratismo,
el autocratismo, la cleptocracia, el transfuguismo político, el exceso de
publicidad del Estado en los medios, los monopolios y oligopolios, la
especulación financiera, las interferencias de líneas telefónicas, la violencia contra la mujer, la crisis
sanitaria letal producida por el Coronavirus, entre otros.
Creo interpretar que frente a estos problemas la mayoría de
la población demanda y exige una nueva hornada de congresistas, ministros, gobernadores
regionales, alcaldes y líderes políticos que tengan más cerebro que sentimiento
e hígado, más mística y espíritu de servicio al bien común, más conducta
incorruptible y transparente, más conciencia integracionista, más sensibilidad
y solidaridad social, más sólidos principios y valores éticos, más
responsabilidad social, jurídica y ética y que dominen el pensamiento racional-crítico,
el pensamiento dialéctico y el pensamiento estratégico en procura de soluciones
oportunas para los problemas del país.
POLÍTICA ECONÓMICA Y ÉTICA
Dentro de este contexto social, político y jurídico considero que el
Perú necesita en líneas generales una POLÍTICA ECONÓMICA ORIENTADA POR LA ÉTICA
con el fin de superar la paradoja de la pobreza en medio de la riqueza.
Concuerdo plenamente con las expresiones de Bernardo Kliksberg,
cuando en su obra “Más ética, más
desarrollo” señala que hay tres cosas que deben ser superadas en la aplicación
de políticas sociales: a) el reduccionismo economicista, para construir
políticas socioeconómicas, b) el asistencialismo, para concebir una política
social que genere realmente oportunidades, y c) su verticalidad, para dar paso
a la participación y a las relaciones horizontales entre todos los sectores de
la sociedad”.
El Perú puede cambiar, debe cambiar, contribuyamos al cambio y esperemos
el cambio a partir del 28 de julio de 2021 al cumplirse el Bicentenario de la Independencia
del Perú.
Todo dependerá del adecuado uso del voto que los ciudadanos hagan en las
elecciones del 11 de abril de 2021, eligiendo al mejor partido político, a la
mejor plancha presidencial y a los mejores congresistas que sean capaces de dar
solución a los problemas del país. Esperemos que así sea en aras del bien común
y del futuro del Perú.