Artículos periodísticos y de investigación

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18 de octubre de 2020

REPRESIÓN, PERSECUCIÓN E ILEGALIZACIÓN DEL APRA EN EL PERU

REPRESIÓN, PERSECUCIÓN E ILEGALIZACIÓN

DEL APRA EN EL PERU 


Escribe:  Dr. Eudoro Terrones Negrete


Víctor Raúl Haya de la Torre, por siempre en el corazón del pueblo
 

Desde la fundación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) el 7 de mayo de 1924 en México, la oligarquía económico-financiera, los grandes grupos de poder político, los comunistas criollos, los gobiernos pro-imperialistas, los pro golpistas de Estado, los dictadores y los tránsfugas políticos con ambiciones de poder, entre otros, empezaron a reprimir inmisericordemente al Apra, a sus militantes, dirigentes y a su fundador y líder máximo Víctor Raúl Haya de la Torre.

En 1923 ocurrieron cuatro hechos históricos en un mismo año: 1. El bautizo de fuego de los líderes del APRA, sellándose con sangre la Alianza Obrero-Estudiantil, 2.El líder y fundador del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre cae prisionero, 3. Se efectúa el primer paro general de trabajadores en el Perú,  4. Haya de la Torre es deportado a Panamá.

El primer hecho histórico acontece el 23 de mayo de 1923, cuando el dictador Augusto B. Leguía expide un decreto supremo consagrando el Sagrado Corazón de Jesús a la República de Perú. Ante esta decisión de Leguía, los estudiantes universitarios apoyados por los obreros, campesinos y la militancia del Partido Aprista Peruano acordaron protestar públicamente. La noche del 22 de mayo de 1923 se reunieron en el local de la Federación de Estudiantes del Perú los delegados de las Universidades Populares Gonzáles Prada (U.P.G.P.), para dar los toques finales al mitin convocado para el siguiente día.

El entonces Rector de la Universidad Popular Gonzáles Prada, Víctor Raúl Haya de la Torre les dijo: “Mañana vamos a dar una lección práctica al demostrar que nuestra pedagogía es algo vital. El que flaquee debe perder su puesto y será castigado. Si yo flaqueo: que se me castigue o que se me suprima. En esta lección viva nosotros tenemos el deber de ser los primeros. Mañana vamos al laboratorio de la acción para una gran experiencia. Si no sabemos conducirla, seremos indignos de ser vuestros maestros. Vosotros debéis ser dignos discípulos cumpliendo hasta el fin vuestro deber, y cuidando, con toda energía, de que nosotros lo cumplamos”.

El escritor chileno, Alberto Baeza Flores[1], al describir este hecho histórico en su obra “Haya de la Torre y la revolución constructiva de las Américas” asevera que el régimen de Leguía había iniciado una “prototípica maniobra de alta demagogia” y para atraerse a la Iglesia Católica anunció que a ella consagrará la capital del Perú. Y agrega: “…Las jornadas son sangrientas. El régimen de Leguía lanza a la Guardia Republicana y a sus agentes contra los estudiantes y obreros. En la Universidad de San Marcos se enfrenta Haya de la Torre a los esbirros: “!Esta es una casa de la cultura y no una cueva de bárbaros!. En las calles hay encuentros sangrientos. Víctor Raúl está en las calles. El obrero Eduardo Colfer salva a Haya de la Torre de un feroz golpe de sable de los policías. Haya de la Torre se pone en frente de una manifestación hacia la plaza de Armas. Lima es una capital de luchas. El régimen de Leguía tiembla”.

Víctor Raúl al enfrentarse a los soldados les manifiesta: “Ustedes no son los responsables de las medidas de terror que han masacrado a nuestros compañeros. El culpable es el sombrío tirano que se esconde ahí”. Según Felipe Cossío del Pomar, esta jornada marcó el inicio del Frente único de Trabajadores Manuales e Intelectuales y “fue el 23 de mayo el bautizo de fuego de los líderes del APRA, pero también lo fue de los “neo-caballeros” de la reacción”

Percy Murillo Garaycochea en su obra “Historia del APRA” refiere que frente a estos luctuosos sucesos “Lo cierto es que la ceremonia fue suspendida y que la enorme estatua del Corazón de Jesús, que debió erigirse en la Plaza Principal de Lima y ante quien todo el Ejército, la Marina y los poderes Ejecutivo y Policial, las cámaras legislativas, todos los funcionarios públicos debían desfilar el día 30, quedose en los talleres donde había sido fabricada”.

Después de la exitosa gran movilización popular del 23 de mayo de 1923 en rechazo a la Consagración de la Nación al Corazón de Jesús, Haya de la Torre es detenido y deportado en octubre de este mismo año.

El segundo hecho histórico sucede el 2 de octubre de 1923, cuando por engaño del comisario de Miraflores de la ciudad de Lima, Haya de la Torre cae prisionero, es reducido al violento silencio y es conducido a la Isla de San Lorenzo, isla en la que se pudren muchas víctimas, todas de las clases sociales, arrojadas allí por sospechas o por venganza. En esta isla Haya de la Torre se declara en huelga de hambre durante ocho (8) días. Los estudiantes y obreros de Lima, Vitarte, Trujillo y otros puntos del país levantaron su unánime voz de protesta y de censura al dictador Leguía. La misma noche en el que a través del voto de los estudiantes se elegía a Víctor Raúl Haya de la Torre, por segunda vez, para ocupar el cargo de presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, el líder aprista había sido arrestado.

El tercer hecho histórico se registra al día siguiente, el 3 de octubre de 1923. Por primera vez en la historia política de Lima y del Perú se produce un paro general de 48 horas en protesta a la persecución política que era objeto Haya de la Torre, dispuesto por el dictador Leguía. Los trabajadores manuales e intelectuales piden inmediata “Libertad para el Maestro”. El gobierno, como represalia, dispone la clausura de las Universidades Populares Manuel Gonzáles Prada y de los locales obreros. La situación política se torna muy difícil, no hay acuerdo entre Leguía y los trabajadores manuales e intelectuales. Leguía pierde los papeles, no sabe qué hacer por momentos, hasta que decide deportar a Haya de la Torre, el líder de las multitudes.

El cuarto hecho histórico es la deportación a Panamá de Víctor Raúl Haya de la Torre. El 8 de octubre de 1923, Haya de la Torre es deportado a Panamá en el barco “Negada”, barco de carga alemán. Ante la negativa de aceptar inyecciones y su estado de salud declinaba, a Haya de la Torre tuvieron que cargarlo en brazos, demacrado y frágil. Cuando el capitán del barco “Negada” quiso entregarle 10 libras peruanas, por orden de Leguía, como requisito para desembarcar en el puerto de Colón, en Panamá, Haya de la Torre, muy indignado por cierto le responde: “Prefiero arañar la tierra antes que recibir oro del tirano”.

El 8 de diciembre de 1931, Luis M. Sánchez Cerro es elegido por el Congreso de la República presidente provisorio del Perú, hecho que fue cuestionado por Víctor Raúl Haya de la Torre y el pueblo aprista, iniciándose una férrea oposición al gobierno en el Congreso por los “Constituyentes” del Partido Aprista Peruano. Posteriormente ocurre un atentado contra Luis M. Sánchez Cerro en marzo de 1932 en la Iglesia Matriz de Miraflores (Lima)  y teniendo su punto más álgido en la Revolución de Trujillo el 7 de julio de 1932 en la que fallecieron más o menos cinco mil civiles como producto del fusilamiento extrajudicial.

En febrero de 1932 Sánchez Cerro da un “autogolpe” dictatorial a través de la Ley de Emergencia que proscribe las actividades del Partido Aprista Peruano y apresa a los 23 de los 27 Constituyentes apristas y los deporta. Haya de la Torre es detenido en mayo de 1932 y permanece en prisión hasta el mes de agosto de 1933.

El segundo gobierno de Óscar R. Benavides empieza el 30 de abril de 1933, concluye el 8 de diciembre de 1939, tras anular las elecciones de 1936 y prorrogar su mandato hasta 1939. Contó con el respaldo del ejército y de la oligarquía. Invocando la situación de emergencia que vivía el país (inestabilidad política, crisis económica, enfrentamiento entre el gobierno y los apristas, conflicto con Colombia, etc.), fue elegido por el Congreso Constituyente para culminar el período del presidente dictatorial Luis M. Sánchez Cerro. El 8 de diciembre de 1939  Benavides hizo el traspaso del poder a Manuel Prado Ugarteche.

Entre noviembre de 1934 y mayo de 1945, - diez años, cinco meses y 23 días, que es la etapa que los apristas denominan de la “Gran Clandestinidad”, el aprismo y Haya de la Torre fueron afectados por una prolongada persecución durante los gobiernos de Óscar R. Benavides y Manuel Prado.

“El 3 de octubre de 1948 – refiere Germán Luna Segura- se sublevó un grupo de oficiales de la Marina al mando de sus respectivas escuadras. El movimiento fracasó por delación de algunos elementos y como consecuencia de los sucesos de aquel día, fueron apresados un sinnúmero de oficiales y subalternos de la Marina encabezados por el Teniente AP Juan Manuel Ontaneda Meyer, así como los civiles Armando Villanueva, Carlos Manuel Cox, Luis Felipe de las Casas, entre otros militantes y dirigentes del APRA fundamentalmente”.[2]

Bajo una nueva etapa persecutoria contra el aprismo Víctor Raúl Haya de la Torre, previo acuerdo del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Aprista Peruano, logra asilarse en la embajada de Colombia, donde permanecerá desde enero de 1949 hasta 1954, año este último que el gobierno de Perú autorizó su salida del territorio peruano. “Haya de la Torre abandona la embajada de Colombia en Lima y parte al exilio. Fija su residencia en Roma. Visita París, La Sorbona, Oxford, acude a Upsala, Oslo, Estocolmo y Copenhague. Colabora en “Bohemia” de la Habana, “La esfera” de Caracas, “Excelsior” de México, “Crítica” de Buenos Aires y “acción” de Montevideo. Un año después se inician los contactos en la búsqueda de una salida pacífica que ponga fin a la persecución política y se convoque a elecciones libres en Perú”.[3]

El 8 de marzo de 1948 el presidente José Luís Bustamante y Rivero expide  un decreto aboliendo los Consejos municipales en toda la República debido a que muchos militantes del PAP eran miembros. El 3 de octubre de 1948 se subleva la Escuadra en el Callao. El gobierno de Bustamante y Rivero pone al APRA y a los apristas fuera de la ley acusándoles sin pruebas instrumentales de haber instigado dicho levantamiento naval. El 4 de octubre de 1948, Bustamante y Rivero culpa al Partido Aprista Peruano del levantamiento de la Escuadra del Callao y lo declara fuera de la ley, empezando a perseguir a sus dirigentes, cuando a decir verdad, los apristas no tenían nada que ver con tal suceso. El 13 de octubre de 1948 Haya de la Torre y los apristas fueron perseguidos por “haber intentado derrocar” al gobierno “del señor Bustamante”.

El 27 de octubre de 1948, el general Manuel A. Odría se subleva en Arequipa y asalta el poder, iniciándose la dictadura de ocho años. Condena a los apristas por haber intentado deponer al gobierno de Bustamante que él mismo derrocó. Manuel A. Odría llegó a ser presidente del Perú entre 1948 y 1956.

El 3 de enero de 1949 Haya de la Torre, después de permanecer oculto durante tres meses en Lima, se asila en la Embajada de Colombia, situada en el número 3280 de la avenida Arequipa de Lima-Perú, toda vez que era buscado vivo o muerto por el dictador Manuel A. Odría. Es recibido por el embajador Carlos Echeverri Cortés, aquí continúa como prisionero político hasta el 6 de abril de 1954 debido a que el presidente Odría se negaba a reconocer el derecho de asilo diplomático y a garantizar a Haya de la Torre el salvoconducto para salir del Perú.

El 23 de marzo de 1950, el líder obrero Luis Negreiros Vega, entonces secretario general del PAP y secretario general de la Confederación de Trabajadores del Perú (CTP) es acribillado a balazos en la avenida 28 de julio de la ciudad de Lima. Los disparos fueron realizados por hombres ocultos tras los árboles que habían descendido de un automóvil. El cadáver presentó 29 heridas a bala.

El 7 de abril de 1954 se puso término al asilo de Víctor Raúl Haya de la Torre en la Embajada de Colombia y sale en libertad con destino a México, luego del 3 de enero de 1949 fecha en que fue asilado; es decir, recobra su libertad a los cinco años, tres meses y cuatro días de prisión.

Según Wikipedia, La enciclopedia libre, el APRA; “es uno de los partidos políticos de masas más antiguos de América. Entre los partidos políticos peruanos en actividad es el más longevo, caracterizado por haber sido despojado de victorias electorales por golpes o gobiernos militares luego de haber triunfado en las urnas, también pasó por dos largos periodos de ilegalidad, tanto bajo gobiernos militares como civiles, habiendo sido perseguido por Luis Miguel Sánchez Cerro y Manuel A. Odría[4].

El aprismo es el único partido político en el mundo que ha sido llevado ante la Corte Internacional de La Haya, en la persona de su fundador y jefe Víctor Raúl Haya de la Torre, acusado de supuestos “crímenes comunes”, y que después de un largo proceso de investigación judicial fue absuelto, quedó libre de toda culpa y responsabilidad, por cuanto “el Gobierno del Perú no ha podido demostrar que los delitos de que acusa a Haya de la Torre sean delitos comunes”, según el fallo de la Corte Mundial del 20 de noviembre de 1950, ratificado por el 2do. Fallo del 27 de noviembre del mismo mes y año y el del 13 de junio de 1951.

Qué tiempos aquellos en que los apristas fueron objetos de torturas, cárceles, exilios, amenazas de muerte, atentados, persecuciones políticas e ilegalización del APRA. Qué tiempos aquellos, tiempos duros y sacrificados, en el que hacer vida política constituía poner en riesgo la vida propia de los líderes, dirigentes y militantes o ser privado de los derechos fundamentales que debe tener todo ser humano, sólo por defender la democracia, la libertad, la justicia social, el derecho de los trabajadores a vivir en paz, con empleo digno, salario justo y libertad de credos.

A pesar de los intentos fallidos de la antipatria, de los dictadores de turno y de todos los países imperialistas por desaparecer al Apra, creo interpretar que hoy más que nunca los apristas se mantienen orgullosos de su gran Partido, unidos por un mismo ideal, por una misma fe y confiados en el nuevo amanecer de un Perú digno, libre, justo y próspero.

Ni la ilegalización, ni las persecuciones, ni las calumnias y menos la judicialización de la política  han podido frenar la conciencia y la mística aprista, su espíritu de lucha, de hermandad y de justicia social, su indeclinable y permanente acción revolucionaria por los más necesitados.




[1] Baeza Flores, Alberto, “Haya de la Torre y la Revolución Constructiva de las Américas”. Editorial Claridad, S.A., Buenos Aires, Primera edición, abril de 1962, pp.62-63.

[2] Luna Segura, Germán. APRA, derrotero, signo y destino de un pueblo. 3ª. Edición Popular La Tribuna, Print Color, S.A., Lima, diciembre 1982, p.28.

[3] Luna Segura, Germán.  Op.cit., p. 29.

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