NICOLÁS DE CUSA,
EL
PADRE DE LA FILOSOFÍA ALEMANA
Escribe: Dr. Eudoro
Terrones Negrete
Nicolás
de Cusa representa el tránsito de la filosofía medieval a la filosofía moderna,
ha sido el precursor más importante de la nueva filosofía del renacimiento y el testigo de la caída del Imperio
Bizantino.
El verdadero nombre de Nicolás de Cusa (1401-1464) es Nikolaus Krebs, y se llama “de Cusa” por su lugar de nacimiento en Cusa, a la margen del río Mosela, conocida como la actual Alemania.
Los padres de Nicolás de Cusa fueron Johan Krebs y Katherina Roemer; nació el 5 de agosto de 1401 en Cusa, cerca de Treviri y murió en Todi, Umbría (Italia) el 11 de agosto de 1464; su tumba está ubicada en la Iglesia de San Pietro en Vincoli, Roma.
Teólogo, filósofo, místico, jurista y sabio alemán; lector asiduo y reflexivo de la obra de Dionisio Areopagita a quien denomina “máximo teólogo”; estudioso de las lenguas griego y hebreo, de la astronomía, la geometría, las artes liberales del trivium (gramática, retórica y lógica) y del quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía) ía).y de las ciencias matemáticas, físicas y naturales; aún se conserva su biblioteca catalogada en Bernkastel-Kues. Se interesé fundamentalmente por la política eclesiástica.
Pensador del siglo XV, humanista, místico y neoplatónico, antiaristotélico, denominado “El Divino Cusano” por Giordano Bruno, y “El Hércules de los Eugenianos” por Eneas Silvio Piccolomini.
En 1424 se graduó con el título de doctor de medicina; veinticuatro años después es nombrado Cardenal por el Papa Nicolás V, en 1450 Obispo de Brixen, y en 1459 Pío II lo designa como Vicario General de Asuntos Temporales.
Nicolás de Cusa, célebre por sus dotes de coleccionista de manuscritos en griego y latín, convencido de que la tierra giraba alrededor del sol, es también autor de las teorías de la “docta ignorancia” y la “concordancia de los contrarios”.
Cursó estudios en las universidades de Heidelberg, Padua y Colonia. En la Universidad de Colonia, “Nicolás descubre una gran cantidad de manuscritos de fuentes clásicas: doce comedias de Plauto; un códice con De republica, De legibus y el fragmentario De fato de Cicerón; la obra completa de Aulo Gelio, varios textos de Cipriano y Tertuliano, la Historia natural de Plinio. Además, tiene la oportunidad de acudir a las fuentes originales y cotejar las colecciones de textos de los Padres de la Iglesia, registros de concilios y cartas papales”[1].
Destacó por su espíritu humanista y pacifista, su acción resolutiva de conflictos, toda una vida de abundante producción intelectual de escritos jurídicos, teológicos, filosóficos y científicos, de esmerada vocación de servicio, hombre de acción y de bien social.
Sus primeros estudios los inició en 1413 en la escuela que la Congregación de los Hermanos de la Vida Común tenía en Deventer, y los estudios superiores en las universidades de Heidelberg, Padua y Colonia.
Recibió un doctorado en Derecho canónico por la Universidad de Padua, doctorado en Filosofía y doctorado en Teología en otras universidades. Llegó a ser el gran impulsor de la reforma de la Iglesia católica en los países germánicos, y en algunos lugares prohibió la realización de cultos supersticiosos. Quiso reformar un convento de su diócesis y luego fue hecho prisionero por el archiduque Segismundo III.
“En consecuencia, pues, -refiere José Adolfo Arias Muñoz- la corta estancia en la Universidad de Colonia, santuario del albertismo neoplatónico, fue extremadamente importante para la gestación del pensamiento del cusano. De ellos, y muy especialmente de Eckhart y Heimericus de Campo, heredará el problema y, también, los instrumentos para su solución, de la verdad de la fe. Si Dios es la inteligencia de lo real y, no obstante, permanece incognoscible para nosotros estando más allá de toda relación racional, entonces, ¿Cómo se le puede alcanzar? Si, por otro lado, la verdad, a la que la fe se vuelve, no tiene ningún fundamento de razón, ¿Cómo se la puede captar? Cusa nos dirá que ello sólo será posible al través de la «docta ignorancia», la cual, como nos apunta G. Federici-Vescovini ~ aparece como «vía para despejar el campo de las pretensiones de la razón y de su principio lógico, el principio de contradicción, en el ámbito de lo divino».[2]
Ha sido comisionado a Constantinopla en el año de 1437 para tratar de unificar las iglesias de Oriente y Occidente.
Nicolás de Cusa no sólo fue un convencido de la necesidad de reforma profunda de la Iglesia católica, también es el primer cuestionador del modelo geométrico del universo, el inventor de las lentes cóncavas, más delgadas en el centro que en los bordes, para tratar la miopía, contribuyendo con ello a dar solución uno de los problemas más comunes y frecuentes de la época.
Nicolás de Cusa “se opuso a la idea de que seres humanos pudieran tener relaciones carnales con demonios ni que pudieran adoptar formas de animales” (https://es.wikipedia.org/wiki/Nicolas_de_Cusa).
Nicolás de Cusa expresó: “La naturaleza humana está situada por encima de todas las restantes obras de Dios y ligeramente por debajo de los ángeles, encierra en sí la índole sensible y la intelectual, y abarca el universo; es un microcosmos o pequeño mundo”.
Para Nicolás de Cusa hay cuatro grados de conocer: sentidos, razón, intelecto y contemplación intuitiva. “En cuanto a su Teoría del Conocimiento, distingue cuatro grados: los sentidos, que proporcionan imágenes confusas e incoherentes; la razón, que las diversifica y ordena; el intelecto, razón especulativa que las unifica; y por último, la contemplación intuitiva, que permite la comprensión de la unidad de los contrarios”.[3]
No obstante que no fundó una
escuela de pensamiento, sin embargo, “Al
empezar este nuevo milenio, - según refiere Julián Marías- parece aconsejable
volver los ojos a este gran creador que se limitó a innovar sin hacer alarde de
ello. Sorprende la magnitud de sus aciertos; pero el acierto es la aproximación
a la verdad, la verdadera pretensión de toda filosofía”.
OBRAS
Nicolás de Cusa es autor de las obras: De auctoritate praesidendi in concilio generali, De concordantia catholica Reparatio kalendarii, De Docta ignorantia, De Conjecturis, De Deo abscondito, De quaerendo Deum, De transmutationibus geometricis, De filiatione Dei, De genes, Apología doctae ignorantiae, Idiota de mente, De visione Dei, De pace fidei, De theologicis complementis, De beryllo, De aequalitate, Reformatio generalis, Cribratio Alkorani, 1462: De non aliud, De venatione sapientiae, Conpendium, De mathematicis complementis y De apice theoriae.
“Podemos resumir
las proposiciones filosóficas que se encuentran en sus obras[4]:
1. Doctrina de las
conjeturas. La verdad está por encima de nuestro conocimiento y el conocimiento de
que esto es así constituye la primera ciencia. Esta es la idea de “docta
ignorantia”, es decir, la sabiduría como reconocimiento de los límites del
conocimiento. Toma de Pseudo Dionisio su teología negativa y el camino al Deus
absconditus: para aspirar al saber de la unidad suprema es necesario que el
hombre prescinda de las afirmaciones positivas, desprendiéndose del
conocimiento de los contrarios.
2. Doctrina de la
“coincidentia oppositorum”. Dios, por ser infinito, está por encima de lo que
es y de lo que no es y en Él se encuentran ambas dimensiones y todas las
oposiciones que se dan entre los seres. Es la unidad suprema, que exige del
alma la contemplación intuitiva, más allá del conocimiento, la cual la lleva al
conocimiento de Dios.
3. Doctrina del
“posset”. Todo lo que existe es posible. La posibilidad debería ser anterior y
posterior al ser en acto. En Dios se dan las dos. Dios no es ni mero ser ni
mero poder ser, sino “posset”, es decir, poder ser que ha llegado a ser de un
modo real y absoluto.
4. Doctrina de la complicación y de la explicación. Al ser todo posible en Dios, es la complicación de todas las cosas, de ahí que la diferencia entre Dios y el mundo sea sólo relativa. Dios con respecto al mundo no tiene más ser, sino que lo tiene de otro modo. El mundo es manifestación de Dios y en él reside el principio de su unidad y orden; es el “máximo concreto y compuesto”.
LA DOCTA IGNORANCIA (1440)
Con las palabras de Julián Marías diríamos[5]: “Si hubiera que señalar el momento en que comenzó de verdad la filosofía moderna, habría que centrarlo en la obra de este Cardenal Cusano, en el cual se encuentra toda una serie de anticipaciones, con un acierto sorprendente. Su libro principal, «De docta ignorantia», presenta un nombre excelente para la filosofía. La aparentemente paradójica unión del adjetivo y el sustantivo refleja admirablemente lo que ha sido siempre la filosofía: docta ignorancia, perpetua interrogante, desconocimiento, cuestiones abiertas, después de pensarlas largamente, de hacer inauditos esfuerzos para ponerlas en claro; es lo que quiere decir que se trata de una ignorancia docta”.
La Docta Ignorancia es una de las obras filosóficas y teológicas principales y la más conocida de Nicolás de Cusa que comprende tres libros en las que analiza y explica a profundidad el máximo absoluto, el máximo contracto y el máximo absoluto y contracto, en las que aborda los temas de Dios, el Universo y Jesucristo; lo terminó de escribir el 12 de febrero de 1440 en su ciudad natal de Kues,
Su tesis sobre la coincidencia de los contrarios expresa que sólo en Dios coinciden los opuestos: finito e infinito, singular y plural. Lo infinito es Dios y lo finito es el hombre y el mundo. La unión de estos contrarios se produce cuando el hombre alcanza la “docta ignorancia”.
La “docta ignorancia” es un estado espiritual que se alcanza mediante una intuición intelectual que muestra la impotencia del saber racional y armoniza la disparidad de lo aparentemente contrario, conocimiento que sólo se alcanza luego de haber superado el conocimiento sensual.
Para Nicolás de Cusa el máximo absoluto es Dios, es todo el ser posible y de él procede todo. Dios es la verdad infinita, es la luz infinita.
La verdad absoluta: “(…) todo lo que sabemos de la verdad es que la verdad absoluta, tal cual como es, está fuera de nuestro alcance.” (Cusa).
"La unidad no puede ser un número, ya que el número admite siempre algo que le excede, y por ello no puede ser de ninguna manera mínimo ni máximo absolutamente. Es, por el contrario, el principio de todo número, en cuanto mínimo; y el fin de todo número, en canto máximo. La unidad absoluta, a la que nada se opone, es pues, la absoluta maximidad, la cual es Dios bendito" (Cusa).
"La máquina del mundo tendrá el centro en cualquier lugar y la circunferencia en ninguno, pues la circunferencia y el centro son Dios, que está en todas partes y en ninguna" (Cusa).
El problema de la Quididad de las cosas: “La quididad de las cosas, por consiguiente, que es la verdad de los entes, es en su puridad inalcanzable, y ha sido investigada por todos los filósofos, pero no ha sido hallada, en cuanto tal, por ninguno. Y cuanto más profundamente doctos seamos en esta ignorancia, tanto más nos acercaremos a la misma verdad” (Cusa).
Su concepción de Dios como maximum: “…llamo máximo (maximum) a aquello, mayor que lo cual nada puede haber. Pero la abundancia conviene a lo uno (unum). Así, con la maximidad coincide la unidad (unitas), que es también entidad (entitas) (Cusa).
[1] Vida de Nicolás de Cusa. http://www.circulocusano.com.ar/es/nicolas_de_cusa
[2] José Adolfo Arias Muñoz., En su
artículo: “La Razón y su sentido en Nicolás de Cusa (Reflexiones en torno a la
distinción cusana entre la Ratio-Grund y la Ratio—Mensura y su significado en
la caracterización de la nueva “Dignitas Hominis. 6004-Texto del
artículo-6088-1-10-20110530.PDF
[3] Nicolás
de Cusa. https://biblioteca.acropolis.org/nicolas-de-cusa/
[4] Nicolás
de Cusa. https://biblioteca.acropolis.org/nicolas-de-cusa/
[5] Julián
Marías, de la Real Academia Española. Artículo: “Nicolás de Cusa. Seis siglos
de filosofía moderna” https://mercaba.org/Filosofia/Moderna/nicolas_de_cusa.htm.