Artículos periodísticos y de investigación

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2 de octubre de 2020

SANTO TOMÁS DE AQUINO, “EL DOCTOR DE LA IGLESIA CATÓLICA” Y “EL PATRÓN DE TODAS LAS ESCUELAS CATÓLICAS”

 SANTO TOMÁS DE AQUINO, 

“EL DOCTOR  DE LA IGLESIA CATÓLICA”  

Y “EL PATRÓN DE TODAS LAS ESCUELAS CATÓLICAS”


Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete

 


Santo Tomás de Aquino


VIDA Y OBRAS

Santo Tomás de Aquino (1225-1274) fue maestro universitario, lógico, metafísico, escritor, filósofo y doctor en teología. Sus padres son el conde Laudolfo de Aquino y la condesa Teodora. Nació en el Castillo de Roccasecca (Lombardía, Italia), allá por el año de 1225, y murió a los 49 años de edad, el 7 de marzo de 1274, en el Convento de Fosanuova, cuando viajaba al Concilio de Lyon, al que lo había invitado personalmente el Papa Gregorio X.

A los 17 años de edad ingresa como fraile a la Orden de Santo Domingo (Orden Dominicana) en 1242, y muy pronto llega a ser discípulo de San Alberto Magno – uno de los sabios de la Edad Media- quien al profetizar de Santo Tomás dijo: “este buey llenará un día el mundo con sus mugidos”.

Tomás de Aquino estudió en la Universidad de Colonia (Alemania) y pronto se convirtió en un extraordinario maestro dominico, al ser nombrado catedrático de la Universidad de París en 1257.

Se cuenta que dos de sus hermanos, de los siete que eran, lo raptan en 1244 y lo mantienen prisionero por más de un año con el fin de impedirle que ingresara a la Orden Dominica. Resiste todas las tentaciones (de ahí proviene el sobrenombre de “Angélico”) y regresa a su Orden.

Es llamado “Doctor Angélico”, precisamente por la profundidad y claridad de su pensamiento, por la solidez de sus argumentaciones y por la pureza de sus costumbres. Asimismo, es conocido como “El Ángel de las Escuelas”, “El Príncipe de la Escolástica”, “El Teólogo consultor del Papa Gregorio X” y “El Patrón de todas las Escuelas Católicas” (1880).

El 20 de julio de 1323 fue canonizado en Aviñón por el Papa Juan XXII. Y, 244 años después, el Papa Pío V lo declaró “Doctor de la Iglesia Católica” (1567).

Nicolás Abbagnano describe a Santo Tomás de Aquino así: un hombre alto, moreno, grueso, algo calvo, que tenía el aspecto pacífico y suave del sabio sedentario. A causa de su carácter cerrado y silencioso, sus condiscípulos de París le llamaban “el buey mudo”.

Recibe la influencia del pensamiento de Aristóteles, de San Agustín, de Boecio, de los pseudo-Dionicio, de las filosofías árabe y judía, lucha contra los averroístas y el agustinismo, polemiza con el franciscano San Buenaventura, combate el maniqueísmo y el paganismo, el musulmanismo y a los albigenses, cátaros y valdenses.

El Santo Doctor es el reformador de la metafísicas aristotélica y lo adapta a los requerimientos de la religión cristiana, es el fundador de la Teología como ciencia, logrando armonizar, conciliar y equilibrar la fe cristiana (Teología) con la razón (Filosofía), en cumplimiento de su sagrada misión de rescatar para el pensamiento católico lo significativo y trascendente del pensamiento antiguo, en especial el pensamiento de Aristóteles. Así como alguna vez se dijo que San Agustín llegó a "cristianizar a Platón”, en forma similar se sostiene ahora que Santo Tomás de Aquino llegó a “bautizar a Aristóteles”.

El pensamiento tomista puede denominarse filosóficamente “realismo moderado”, gnoseológicamente un “realismo empirista moderado” y teológicamente como “intelectualista” al sustentar que en el intelecto humano no hay nada que primero no haya pasado a través de los sentidos, aunque con tendencia “existencialista” más que “esencialista”.

Con respecto a su producción intelectual, Santo Tomás de Aquino continúa y concluye la obra de San Alberto Magno, busca establecer y respetar el auténtico significado del aristotelismo valiéndose de los propios textos del Estagirita, intenta equilibrar la filosofía con la teología (la fe con las verdades reveladas, las relaciones que deben existir entre razón y fe para formular las pruebas de la existencia de Dios y aclarar los dogmas consiguientes, y la distinción real entre esencia y existencia, etc.).

OBRAS

Escribió más de 36 obras y 25 opúsculos, en los 49 años de su existencia fructífera. Sus obras llegaron a tener importancia y trascendencia pero fueron colocadas por los padres del Concilio de Trente al lado de los libros santos, no serán todos pero sí un buen número de ellas. No por poco han sido calificadas por la crítica especializada como “una cosmovisión que devolvía a Dios a la Tierra y rompía la tradición pesimista agustiniano-platónica” y como “un verdadero renacimiento de la razón” en una época contradictoria calificada de edad oscura (Edad Media).

Entre las obras más importantes figuran: Suma Teológica, De los principios de la naturaleza, El entre y la esencia, Sobre la eternidad del mundo, Suma contra los Gentiles, Comentario a las sentencias, Comentarios a Boecio, Compendio de Teología, Del Gobierno de los Príncipes, Del Alma, De los Meteoros, Comentario sobre Aristóteles, Cuestiones, y Contra los errores de los griegos.

SÍNTESIS DE LA FILOSOFÍA TOMISTA

En un intento de síntesis podemos presentar rasgos saltantes de la filosofía de Santo Tomás de Aquino, filosofía denominada “Tomismo”.

1°. No hay confusión, contradicción, incompatibilidad ni separación entre filosofía y teología. Por el contrario, hay una estrecha y permanente relación, armonización, concurrencia y equilibrio entre razón y revelación o fe, pues tanto la razón como la fe proceden de Dios. La revelación no anula ni inutiliza la razón: “la gracia no elimina la naturaleza, sino que la perfecciona”. La fe es la regla del recto proceder de la razón. La fe cree en la autoridad o verdad revelada por Dios. La razón cree en la demostración y aunque la razón tiene su propia verdad está subordinada a la fe. Lo importante es que el Doctor Angélico ha reivindicado la autonomía relativa de la razón, aun manteniendo su distinción con la fe.

2°. La filosofía tomista, recogiendo en parte la influencia de la filosofía árabe y la de los clásicos, constituye un inusitado esfuerzo de sistematización de la teología católica, de conciliación científica entre la doctrina aristotélica y los postulados del cristianismo. Por ejemplo, concilia a Platón y Aristóteles y constituye una ética perfecta.

3°. Se funda en la concepción de Dios como “acto puro de ser”. El ser no es uno, el Creador está separado de la criatura. Para Santo Tomás, el ser de Dios y el ser de las criaturas no es unívoco ni equívoco (unívoco= idéntico; equívoco=distinto), sino análogo, está en la proporción de causa y efecto, y el ser divino o sea Dios es la causa del ser finito (la criatura). En líneas siguientes ampliaremos la concepción tomista acerca de Dios.

4°.El hombre solamente puede llegar a la verdad a través de la experiencia sensible o de los sentidos y las ideas generales o universales, pero siempre considerando como prioritario y como predominante el orden del intelecto, la Razón frente a la Fe.

Para Santo Tomás de Aquino existen tres tipos de verdades: verdad teológica, verdad filosófica y verdad mixta.

Verdad teológica es la verdad que el hombre conoce mediante revelación divina.

Verdad filosófica es la verdad no revelada y conocida por la razón del hombre.

Verdad mixta es el conjunto de verdades reveladas y que son verificadas por la razón humana.

CONCEPCIÓN ACERCA DE DIOS

Santo Tomás de Aquino, en su obra Suma Teológica prueba la existencia de Dios a través de cinco vías que con las siguientes: primera vía: la prueba cinética; segunda vía: la prueba de causalidad eficiente; tercera vía: la prueba de la relación entre lo posible y lo necesario; cuarta vía: la prueba de los grados de perfección; quinta vía: la prueba teleológica.

Primera vía. Es la prueba cinética (prueba cosmológica o prueba del movimiento) y que se resume en lo siguiente: “En el mundo hay cosas que se mueven”, “Todo lo que se mueve es movido por otro” y, en consecuencia, “Hay algo que mueve sin ser movido”, que es Dios.

Segunda vía. Es la prueba de causalidad eficiente: “Todo efecto tiene una causa anterior”, en consecuencia existe “una causa incausada” que se denomina Dios, que es el primer motor inmóvil.

Tercera vía. Es la prueba de relación entre lo posible y lo necesario, es la prueba de contingencia: Las cosas nacen y mueren, lo que quiere decir que pueden ser o no ser. Las cosas posibles sólo existen en virtud de las cosas necesarias. Existe una realidad absolutamente necesaria y libre de toda referencia a algo superior, y esa realidad es Dios.

Cuarta vía. Es la prueba de los grados de perfección: Existe una “suma perfección” que valora y mide las cosas imperfectas, las cosas casi perfectas, tal suma perfecta es Dios. El grado máximo de las perfecciones es la causa de los grados menores.

Quinta vía. Es la prueba teleológica, la prueba del gobierno de las cosas: Hay un ser inteligente que ordena y dirige todas las cosas naturales hacia un fin, y ese ser es Dios. Existe una finalidad sin fin, que es Dios.

En la concepción tomista Dios es evidente por sí misma, porque su conocimiento nos es connatural, todos sabemos que Dios existe. Dios expresa lo que es más grande que cuanto se puede concebir en el entendimiento y en la realidad, es una cosa superior a cuanto se puede pensar. Dios existe sólo en el concepto del entendimiento más no en la realidad. La existencia de Dios es un artículo de fe y lo que es de fe no se puede demostrar porque la demostración hace ver y la fe es de lo que no vemos, de Dios no podemos saber “lo que es”. Sólo es posible demostrar la existencia de Dios por sus efectos, aunque éstos no puedan dárnoslo a conocer tal como es en su esencia.

Dios es el primer motor inmóvil, es el primer ser, es lo más perfecto de entre los seres. Dios carece de materia y de forma. Dios es acto puro y sin mezcla alguna de potencialidad. Dios es el primer ser y agente por esencia, porque es la primera causa eficiente. En Dios su esencia es su misma existencia. El ser sin adición es el ser divino. Dios no pertenece a ningún género, pero Dios es principio de todo el ser, es lo primero por encima de todo género y respecto de todas las cosas. En Dios nada hay causado, ya que Él es la causa primera, Él es en absoluto el primer Ser, es la primera causa efectiva de todas las cosas, a Él compete imponer en las cosas el modo, la especie y el orden.

Dios es el sumo bien en absoluto, de él dimanan todas las perfecciones deseadas, como de la causa primera: el Bien está en Dios. Sólo Dios es bueno por excelencia y por esencia y los seres son buenos en la medida que son perfectos. Sólo en Dios se identifican la esencia  y el ser. Sólo Dios posee por esencia todos los modos de perfección. Dios es infinito y perfecto. Él tiene poder infinito, es eterno en grado máximo. Él reina más allá de la eternidad. La eternidad es el mismo Dios y no hay cosa alguna eterna fuera de Dios.

Dios es uno en la realidad y múltiple en los conceptos. La ciencia en Dios es substancia y acto puro. En él se identifican el entendimiento y lo inteligible. Dios se conoce a sí mismo en toda la perfección con que es cognoscible. Dios está dotado de conocimiento, es un ser inteligente. Él produce las cosas por su entendimiento, ya que su ser es su entender. La ciencia de Dios es causa de las cosas. En Dios hay voluntad y entendimiento, hay inteligencia y verdad, hay amor y sabiduría, hay poder y bien.

Dios es causa de las cosas por su voluntad y no por necesidad de su naturaleza. Todo ser procede de la causa universal que es Dios. La voluntad de Dios es causa de los seres y la voluntad de Dios no tiene causa. Dios con un solo acto conoce todas las cosas en su esencia y las quiere a todas en su bondad. La voluntad de Dios es razonable, porque quiere que existan unas por causa de otras. Todo lo que de algún modo existe, existe por Dios. Dios es esencialmente el ser subsistente, el ser subsistente no puede ser más que uno. Existe un ente no causado, y aún la materia prima ha sido creada por la causa universal de los seres que es Dios. Él es la primera causa ejemplar de todas las cosas. En el ser de Dios nada hay disconforme o desemejante con su entendimiento. Toda concepción del entendimiento viene de Dios. Solamente Dios es eterno. La verdad del entendimiento divino es el mismo Dios.

Dios constituye en verdad el último fin del hombre y de todas las criaturas. La acción intelectual procede de Dios. Es Dios quien mueve el entendimiento a obrar. El hombre tiene la gracia de Dios, es decir que hay en él algo natural que proviene de Dios, es un efecto de la voluntad gratuita de Dios. Él es vida del alma, a modo de causa eficiente, mientras el alma es vida del cuerp0o a modo de causa formal.

CONCEPCIÓN ÉTICA

La concepción ética de Santo Tomás de Aquino podemos resumirla en las siguientes proposiciones:

Todo está sometido a la providencia divina. Todo viene de él y va hacia él. Dios es quien dirige todas las cosas hacia el fin supremo que es él mismo, en cuanto Sumo Bien.

La libre acción del hombre forma parte de la providencia de Dios. Él es guía del hombre, Providencia y predestinación presuponen la presciencia divina, con la cual Dios prevé las acciones del hombre. Dios inclina al hombre hacia la justicia según la condición propia de la naturaleza humana. La presencia del mal en el mundo es producto del libre albedrío del hombre. El mal es sólo falta de bien.

El mal es de dos clases: PENA, que es deficiencia de forma (realidad o acto), y CULPA, que es la deficiencia de una acción que no ha sido hecha del modo debido. La culp0a es el acto del hombre de escoger deliberadamente el mal en contra de la razón y de la ley divina. El mal mayor es la culpa y la providencia trata de corregirla o de eliminarla mediante la pena.

La sindéresis es el hábito natural práctico que inclina al hombre hacia el bien y lo aparta del mal. La conciencia que es derivada de la sindéresis, permite al hombre aplicar los principios generales de la acción a una determinada acción.

Las virtudes son hábitos o disposiciones prácticas para vivir con rectitud y evadir del mal.

El hombre necesita de la ayuda de Dios para alcanzar la vida eterna, hecho que sólo es posible mediante la práctica de las virtudes naturales o cardinales y de las virtudes sobrenaturales o teologales.

Las virtudes cardinales o principales son: justicia, fortaleza, templanza y prudencia.

Las virtudes teologales o secundarias son: fe, esperanza y caridad.

 EL NEOTOMISMO

La filosofía tomista tuvo predominio casi total hasta los umbrales de la Edad Moderna, llegando a la Edad Contemporánea en forma reelaborada y modernizada.

El 4 de agosto de 1879 el Papa León XII en su Encíclica “Aeterni Patris”, conmovido de la pobreza intelectual de los seminaristas y estudiantes de las universidades católicas de la época, declaró al pensamiento de Santo Tomás de Aquino como “la única filosofía verdadera del catolicismo” y que debería ser propagado oficialmente.

El renacimiento del Tomismo empieza a mediados del siglo XIX, con la denominación de “neotomismo” – a través de Steckl, Clement Baeumker (Alemania), Maurice de Wulf y monseñor Mercier (Francia), John Newman (Inglaterra) y Mateo Libertaore (Italia). “Es entonces cuando monseñor Mercier, en Lovaina, trata de rejuvenecer la tradición y funda la escuela neotomista, siempre viva y que trata de enriquecer el tomismo con las escuelas más recientes (en la actualidad, la “fenomenología” y el “existencialismo”). Filósofos como Jacques Maritain y Etienne Gilson se han preocupado por aislar todo aquello que el tomismo encierra de universalmente verdadero”.[1]

 

Lectura complementaria

LA PRUEBA DE LA EXISTENCIA DE DIOS

Autor: Santo Tomás de Aquino

Obra: SUMA TEOLÓGICA, Santo Tomás de Aquino. Colección Autores Clásicos, Editorial Universo, S.A., 2ª. Edición, Lima, Perú, 1974.

 DIFICULTADES. Parece que Dios no existe.

1.Si de dos contrarios suponemos que uno sea infinito, éste anula totalmente su opuesto. Ahora bien, el nombre o término “Dios” significa precisamente, un bien infinito. Si, pues, hubiese Dios, no habría mal alguno. Pero hallamos que en el mundo hay mal. Luego Dios no existe.

2.Lo que pueden realizar pocos principios, no lo hacen muchos. Pues en el supuesto de que Dios no exista, pueden otros principios realizar cuanto vemos en el mundo, pues las cosas naturales se reducen a su principio, que es la naturaleza, y las libres, al suyo, que es el entendimiento y la voluntad humana. Por consiguiente, no hay necesidad de recurrir a que haya Dios.

POR OTRA PARTE, en el libro del Éxodo dice Dios de sí mismo: “Yo soy el que soy”.

RESPUESTA. La existencia de Dios se puede demostrar por cinco vías. La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve más que en cuanto está en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v.gr., el fuego hace que un leño que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas; lo que, v.gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez, frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste otro. Más no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios.

La segunda vía se basa en la causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta, de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera y, por tanto, ni efecto último, ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.

La tercera vía considera el ser posible, o contingente, y necesario, y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tienen la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos, forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario no tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea la causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios.

La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuyen a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo y por esto se dice lo más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquél género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a este llamamos Dios.

La quinta vía se toda del gobierno del mundo. Vemos en efecto, que cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionalmente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y a este llamamos Dios.

SOLUCIONES. 1. Dice San Agustín que siendo Dios el bien supremo, de ningún modo permitiría que hubiese en sus obras mal alguno si no fuese tan omnipotente y bueno que del mal sacase bien. Luego pertenece a la infinita bondad de Dios permitir los males para de ellos obtener los bienes. Luego pertenece a la infinita bondad de Dios permitir los males para de ellos obtener los bienes.

2. Como la naturaleza obra para conseguir un fin en virtud de la dirección de algún agente superior, en lo mismo que hace la naturaleza interviene Dios como causa primera. Asimismo, lo que se hace deliberadamente, es preciso reducirlo a una causa superior al entendimiento y voluntad humanos, porque éstos son mudables y contingentes, y lo mudable y contingente tiene su razón de ser en lo que de suyo es inmóvil y necesario, según hemos dicho.

 

                           

 

 

 

 



[1] Didier, Julia Diccionario de Filosofía.Editorial Diana, México, 2ª. Impresión, 1987.

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