LAS UNIVERSIDADES
Y LA TEORÍA DE LA CALIDAD EDUCATIVA
Escribe:
Dr. Eudoro Terrones Negrete
La
educación universitaria de calidad hará posible alcanzar los objetivos, los
fines, los resultados deseados y la modernización de las universidades, pero
también los grandes objetivos de desarrollo y progreso del país.
Actualmente
hay acuerdo universal en el sentido de que es el usuario del servicio educativo
(el estudiante) quien decide si el servicio educativo que recibe tiene o no
tiene calidad; si tiene óptima calidad, mediana calidad o simplemente no tiene
calidad.
La
educación universitaria de calidad de un país tiene que conjugarse
necesariamente con la educación de la sociedad global, con la pertinencia
social, con el impacto que genera en los estudiantes, en los egresados, en el
mercado laboral y en la sociedad, y el flujo de repercusiones positivas y de
cambios estructurales que produce en el país para alcanzar mayores grados
y niveles de crecimiento, desarrollo y progreso.
Se
dice que las instituciones educativas en general son eficaces y
eficientes en la medida que alcancen los objetivos, fines, metas y
resultados planificados con el mínimo de los recursos disponibles (humanos,
económicos, materiales, etc.) y usen los recursos (materiales, económicos,
humanos, etc.) de manera racional, equitativa, óptima y transparente y para
satisfacer las expectativas de los integrantes de la comunidad educativa
institucional y la comunidad educativa nacional.
El
concepto de calidad proviene del ámbito económico industrial y toma mayor
fuerza e impulso a medida que la economía se vuelve más competitiva ante las
exigencias económicas externas de un mundo globalizado para la producción y la
prestación de mejores bienes y servicios.
Mora
(1991), haciendo referencia a los trabajos de Georges (1982) y Astin (1985)
resume en cinco enfoques evaluativos la conceptualización de la
calidad universitaria: 1. La calidad como reputación, 2. La calidad como
disponibilidad de recursos, 3. La calidad a través de los resultados, 4. La
calidad por el contenido, 5. La calidad por el valor añadido.
Cuando
hablamos de calidad educativa tenemos que hablar sobre calidad en todo orden de
cosas: calidad de la educación como proceso-función, calidad del diseño
curricular, calidad del proceso de orientación aprendizaje, calidad del producto
educativo (el profesional), calidad en el acceso, calidad en la consecución de
metas, calidad en la adecuación de las acciones a un fin, calidad del
desarrollo institucional, calidad como adecuación al mercado laboral, calidad
de los trabajos de investigación científica y calidad de los bienes y servicios
educativos.
También
calidad como adecuación al mercado laboral, calidad en la proyección hacia la
comunidad, calidad como eficacia-eficiencia económica, calidad como
satisfacción del usuario del servicio educativo, calidad en la actualización de
conocimientos y el auto-perfeccionamiento de estudiantes, egresados y
profesionales, calidad en el trabajo en equipo de profesores y estudiantes, calidad
de las obras de especialidad y de cultura general que leen los estudiantes y
profesionales, y calidad en la participación activa de los educandos, docentes
y del personal administrativo y de servicios en la vida de la institución, en
un marco de valores donde todos se sientan respetados y valorados como
personas.
La
educación universitaria de calidad efectúa una serie de transformaciones en el
educando: Enriquecimiento de su mundo cognoscitivo y de su conducta moral;
proporciona las herramientas apropiadas para su futuro desempeño profesional
con efectividad, eficacia y eficiencia; desarrolla sus competencias, actitudes
positivas y capacidades de actuar eficiente y con valores éticos, y le
convierte en exitoso actor intelectual y material de su propio destino.
Todos
desean una educación universitaria de calidad. La excelencia es el grado máximo
de la calidad en materia de educación. La evaluación de la calidad de la
educación universitaria es un rasgo esencial y una necesidad de la educación en
general y especialmente de la educación universitaria de los países lentos o en
vías de desarrollo, y constituye una práctica permanente y generalizada en los
países industrializados o países veloces.
En
educación querer negar el significado del valor de la calidad es querer negar
la esencia misma del ser humano como usuario del servicio educativo. Y ese
valor únicamente lo ejerce el ser humano, el ser humano como orientador del
aprendizaje (docente) o como receptor de la teoría y la práctica educativa
(educando). Y para determinar la calidad de cómo lo ejerce dependerá de las
cualidades inmanentes y trascendentes de su ser y de su hacer. Y la mente es el
origen o la causa de todo cuanto el ser humano es o pretende ser o hacer algo
con calidad o sin ella. Nada se hace sin la mente. La mente se genera en las
personas, la mente forma parte de la vida de las personas y se plasma en la
realidad con determinadas intenciones, mensajes, ideales, objetivos, fines y
metas. Y de todo ello trata la Teoría de la Calidad Educativa.
La
teoría de la calidad educativa se orienta al cambio de la educación en todos
sus órdenes, dimensiones, niveles y modalidades. Cambio educativo significa
sustituir una condición negativa en el campo educativo, por una condición
positiva. La mejora continua en la persona es la razón de la existencia de la
calidad educativa para lograr la realización plena de su personalidad dentro de
la sociedad y alcanzar los objetivos, fines y metas de su carrera profesional.
Y al sacar lo mejor de sí mismo (calidad) se hace con el fin de servir mejor a
sí y a los demás. No olvidemos que educar significa sacar lo mejor de sí mismo,
sacar lo mejor de dentro hacia fuera para expresarlos en actos, actitudes,
pensamientos y actividades en bien de sí, de los demás y de la comunidad.
La
teoría de la calidad educativa trata sobre el cómo crear las condiciones
internas en el educando y en el educador para que las cosas se den de la mejor
manera, es decir una mejora continua, para hacerlas bien y poder contribuir a la
satisfacción de las necesidades, expectativas y la solución de los problemas.
El
enfoque “cero defectos” como calidad total en la educación, cuando todo se hace
bien las cosas desde el inicio, durante el proceso y la salida del producto,
está en opinión de Peters y Waterman (1982) intrínsecamente ligado con la
noción de “cultura de calidad”, la misma que se da en la organización
donde la responsabilidad recae sobre todos y no solamente en los
controladores de la calidad (Crosby, 1986).
La
educación de calidad total es aquella que provoca, incentiva y efectúa cambios
y lo enriquece. Esta noción de “valor agregado” otorga un sentido sumativo a
este enriquecimiento (Astin, 1985), pues el “valor agregado” es una medida de
cualidad en tanto la experiencia educacional enriquezca el conocimiento, las
habilidades y destrezas de los estudiantes (H M Goverment, 1991). Entonces, se
dirá que una universidad es de calidad en tanto enriquece sobremanera a los
usuarios del servicio educativo y le permite actuar con eficacia, efectividad y
eficiencia, haciéndole protagonista de su propia transformación y actor
intelectual de la construcción de su propio destino y futuro profesional.
El
paradigma convencional o tradicional nos dice que debemos mejorar la calidad de
la educación en general para atender y satisfacer en la mejor medida la demanda
del mercado interno y mercado externo.
Y
el nuevo paradigma del siglo XXI es mejorar la calidad de la educación
universitaria con el fin de crear una nueva y mejor oferta de mercado (innovación,
ciencia y tecnología), por cuanto se considera a las universidades como
instituciones superiores de capacitación, actualización y formación de
profesionales de alto nivel y generadoras de conocimiento, de saber, de
cultura, de ciencia y de tecnología fundamentales para lograr la solución de
los problemas de la comunidad y del país y con ello puedan alcanzar su ansiado
crecimiento, desarrollo y progreso autosostenido, sustentable y consolidado.
Durante
los últimos años del siglo XX y los inicios del siglo XXI todos los esfuerzos
de las universidades públicas y universidades privadas, mayormente de estas
últimas, convergen en la necesidad de abrir un debate amplio sobre el problema
de la calidad educativa.
El
discurso predominante subraya que es necesario contar con mayores y mejores
niveles de calidad en las estructuras, en los procesos y en los resultados de
la educación superior universitaria para estar en condiciones óptimas de
competir entre ellas y con las universidades de los demás países del mundo.
La
universidad que logra atraer los mejores postulantes, los mejores estudiantes,
los mejores catedráticos, los mejores recursos físicos, didácticos y
tecnológicos, los mejores trabajadores, empleados, funcionarios y autoridades,
los mejores laboratorios, talleres y bibliotecas virtuales, etc., es una
universidad de calidad y por esta razón está en condiciones de producir un
mejor producto educativo para la sociedad de acuerdo con sus necesidades y
expectativas.
Y
las universidades de Perú, para garantizar una educación de calidad no dejan de
pensar en inscribirse en un sistema de calidad total (SCT), al que algunos
expertos también denominan Administración de la
Calidad Total (ACT) o Gestión de Alta Calidad Total (GACT).
En
Estados Unidos, los principales precursores de los conceptos modernos de
calidad total son Philip B. Crosby, Edwards W. Deming, Armand V. Feigenbaum,
Joseph M. Juran, En Japón figuran Kaoru Ishokawa y Shegeru Mizuno.
Muchos
expertos coinciden en manifestar que sólo actuando dentro de un SCT se podrá
actuar con éxito frente a los mega paradigmas del siglo XXI: la
Modernización del Estado, la modernización de las empresas, instituciones,
organizaciones, sindicatos, partidos políticos, etc., el Empowerment (dar poder
y participación en la toma de decisiones empresariales, educativas, etc.), la
globalización (incorporarse a los mercados abiertos, sin fronteras espaciales
ni temporales) y la actualización de conocimientos y de equipos de última
generación (educación y tecnología).
Este
sistema de calidad total (SCT) permitirá a las universidades ofertar a los
estudiantes y a la comunidad una educación en óptimas condiciones y con altos
niveles e índices de calidad.
“El
SCT –refiere Víctor Antonio Bazán León – tiene cuatro grandes principios que
deben ser compartidos y hechos propios por todos los miembros de una
organización que adopta estos principios: a) mejora continua; b) participación
de todos los miembros de la institución desde la alta dirección; c) trabajo en
equipo, no solo en grupo; y d) enfoque del cliente: los alumnos” (antoniobazan@yahoo.es)
El
Sistema de Gestión de Calidad Total (SGCT) puede desarrollarse a través de
varias estrategias metodológicas: Total Quality Management (TQM) o Mejora
continua, Reingeniería, Benchmarking, entre otras.
Los
entendidos en temas universitarios coinciden en manifestar que la calidad del
sistema educativo universitario depende mayormente de la calidad de la gestión
de las propias universidades, gestión que deberá ser racional, ágil, creativa,
innovadora, eficaz, rápida, desburocratizada, descentralizada, austera,
proveedora de un buen servicio educativo, con decisiones compartidas y visión
de futuro.
Harvey
y Green (1993) analizan cinco concepciones diferentes de calidad y su
relevancia para la educación superior, considerando que no hay una definición
unívoca de calidad educativa. Tales como los siguientes: 1. Calidad como un
fenómeno excepcional o algo especial; 2. Calidad como logro de un propósito; 3.
Calidad como perfección o coherencia; 4. Calidad como relación valor-costo; 5.
Calidad como transformación (cambio cualitativo).