LA MUERTE COMO PROBLEMA EXISTENCIAL DEL HOMBRE
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
II.
CARACTERIZACIÓN DE LA MUERTE
La muerte es el mayor de todos los males y como mal mayor o supremo
mantiene un proceso inevitable, irreversible, irreparable e insuperable.
La muerte se produce en un solo instante; en cambio, el
proceso de morir podría ser doloroso, duradero, extenso y generar sufrimiento.
La muerte se caracteriza también por ser un hecho objetivo en
el mundo real; es personal, inimitable, dolorosa, impredecible, comprobable por
medio de procedimientos apropiados, universal en su alcance e irrebasable. “La muerte es también irrebasable porque
constituye la posibilidad extrema de la existencia que se aniquila a sí misma”
precisa Mijail Málishev.
A su
vez, escribe Jankélévitch, ‘‘se trata de mí, es a mí a quien la muerte llama
personalmente por mi nombre, a mí a quien señala con el dedo y de quien tira de
la manga, sin darme la oportunidad de hacer pasar delante el vecino; no queda
escapatoria, se me han agotado los plazos; el aplazamiento para más tarde, lo
mismo que las coartadas y las postergaciones son ahora imposibles por más
empeño que ponga el hombre concernido; la tercera persona ya no puede servirme
de pretexto’’[1]
La propia muerte no puede ser vivida, pues según afirma
Epicuro “cuando existimos, la muerte no existe y cuando está la muerte no
existimos”.
La muerte es una coordenada del proceso existencial del ser
humano, es un fenómeno bio-fisiológico y una situación-límite de la vida
humana, que responde a determinas causas y produce serias consecuencias. El
conocimiento que adquirimos sobre la muerte
se incorpora al bagaje cultural de nuestro mundo subjetivo.
La muerte es un fenómeno ligado a la naturaleza humana, es un
fenómeno que reviste las características de ser enigmático, omipresente y
ecuménico. “La
muerte es un acontecimiento omnipresente y ecuménico porque llega a todos, sin importar
rango o lugar, y nadie podría escaparse de sus tentáculos” subraya Mijail
Málishev.
La muerte se caracteriza, además, por ser un hecho extraordinario,
inesperado, inimaginable, lamentable, inadjudicable, intransferible,
inescapable, inajenable, indeseable y amarga. “La propia muerte es
inimaginable. En cualquier intento de imaginarla podemos darnos cuenta de que
uno permanece presente como el observador” precisa Sigmund Freud.
La muerte es la cárcel eterna del hombre, es el fin del ciclo
de la vida humana, llega siempre en el momento menos esperado y abre las
puertas del recuerdo imperecedero.
[1] Jankélévitch, V. (2002:35). La muerte. Pre-textos, Valencia.