LA
MUERTE COMO PROBLEMA EXISTENCIAL DEL HOMBRE
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
I.
INTRODUCCIÓN
AL PROBLEMA DE LA MUERTE
Desde los inicios de la humanidad la muerte ha sido, es y
siempre lo será un gran problema para la reflexión y de análisis crítico de los
filósofos, científicos, investigadores, escritores, literatos, sociólogos,
antropólogos, educadores, poetas, novelistas y periodistas.
El cese de la existencia individual constituye un verdadero acontecimiento
social y un evento cultural que incluye ritos, juramentos, oraciones, duelos,
cantos fúnebres, danzas, ceremonias religiosas, embalsamiento de los cuerpos,
cremaciones, culto a los muertos, pompas fúnebres, entre otros,
como si
hubiera mediado un contrato entre vivos y muertos. A tal punto que el mexicano Octavio Paz, premio Nobel de Literatura, llegó
a decir: “Nuestro culto a la muerte es culto a la vida”.
En los pueblos primitivos la muerte no era concebido como un
final absoluto de la vida del hombre; ellos creían en la inmortalidad del alma,
creían en la transición de la existencia carnal a otra espiritual. Los ritos
funerales cumplían funciones específicas.
E. Adamson Hoebel, en su obra “Antropología: El estudio del
hombre” (Barcelona, 1973:330) precisa que los ritos funerales cumplen cinco
funciones básicas: 1) La participación en las ceremonias mortuorias, mediante
la habitual dramatización de la creencia en la inmortalidad, prepara a los
vivos para afrontar la muerte que les aguarda. “La creencia en la inmortalidad
-escribió Malinowski-, vivida a través de lo ritual…les hace acariciar más
fuertemente la creencia en su propia vida futura. Así, los ritos antes de la
muerte confirman la perspectiva emocional que el hombre en trance de muerte
llega a necesitar en su conflicto supremo”. 2) Los ritos sirven mágicamente
para asegurar la separación del alma de su cuerpo, para guiar al muerto segura
y convenientemente a través del tránsito supremo. 3) Sirven para reajustar a la
comunidad después de la pérdida de uno de sus miembros y para regularizar las
perturbaciones emocionales derivadas del trastorno de los hábitos afectivos en
conexión con los muertos. La muerte generalmente evoca pesar. 4) Cuando se
realizan festejos y regalos de propiedad, los ritos mortuorios efectúan
incidentalmente una redistribución de la riqueza. 5) Finalmente, proporcionan
esplendor y colorido, riqueza y profundidad a la vida a través del drama de su
realización”.
A través del tiempo los
investigadores del fenómeno de la muerte se formularon algunas preguntas como
las que siguen: ¿Qué es la muerte? ¿nace el hombre destinado a morir? ¿es la
muerte un sueño eterno, un misterio de la naturaleza o una eternidad sin fondo?
¿es la muerte una maldición
o una bendición para el ser humano? ¿es cierto que los cobardes
mueren antes de su muerte?
¿Por qué existe la muerte? ¿por
qué muere el hombre? ¿por
qué la muerte es el supremo enigma aún indescifrable de la vida humana? ¿por
qué hay el temor a la muerte? ¿cómo se genera la angustia ante la muerte? ¿por
qué la gente le teme a la muerte? ¿por qué hay personas que mueren de rabia?
¿Cuáles son las manifestaciones
de una persona que está por morir? ¿cuándo la vida es un martirio el suicidio
es un derecho? ¿se encontrará en los años venideros un remedio eficaz contra la
muerte? ¿es justo y digno descender en el negro refugio de la muerte?
¿De vez
en cuando es mejor la muerte que la vida? ¿vivimos después de la muerte? ¿se
puede erradicar la muerte? ¿contiene el genoma humano los secretos de la
muerte? ¿es la muerte el origen y el estímulo de toda
filosofía? ¿es posible aprender a morir? ¿se podrá algún día derrotar a la
muerte y garantizar a los humanos la eterna juventud?
Durante su existencia el hombre tiene que escoger
entre el camino de la buena muerte o eutanasia o el camino de la mala
muerte o cacotanasia.
La definición de muerte es un
problema polémico, por cuanto los tratadistas no se ponen de acuerdo para dar
una definición integral de muerte que cubra todos los aspectos que comprende.
Bien sabemos que el término muerte
procede del latín mors, mortis, es la cesación de la vida del ser
humano; cesasión que constituye desde su aparición un tema tabú y sobre el que
no se habla, no se escribe mucho menos aún se investiga lo suficientemente.
La muerte es un fenómeno misterioso para el hombre, por
cuanto no sabe de dónde viene la muerte, con qué viene la muerte, cómo viene la
muerte y para qué viene la muerte. El hombre no sabe con seguridad y certeza
qué hay después de la muerte y cómo evitar definitivamente la muerte.
La muerte es una dimensión y
situación-límite de la vida humana, es el eterno despedirse sin retorno del
mundo terrenal y de todo cuanto existe en el universo, y que aleja
definitivamente el aburrimiento de la inactividad.
El hombre desde que tiene uso de
razón sabe que es un ser mortal, que su estancia en el mundo es temporal o
transitoria, sabe que debe morir, que tiene que morir en algún instante de su
existencia y por alguna causa: enfermedad incurable, accidente, caída, incendio,
veneno, bala, terremoto, etc., pero no sabe cómo, cuándo, dónde y por qué va a
morir.
El hombre es la única especie animal cuya posibilidad de
cancelación de su vida está omnipresente mientras viva, que aún piensa y cree
en la sobrevivencia, en la resurrección de los muertos y en la inmortalidad del
alma.
El hombre se distingue y diferencia de los animales porque
mientras vive es capaz de pensar sobre su muerte al contratar un seguro de vida
o al escribir su testamento, es capaz de proyectar y dar sentido a su vida con
optimismo, fe y esperanza en tiempos mejores. Empero ante la muerte no tiene
sentido su posición social, su patrimonio, sus riquezas o bienes materiales e
intelectuales, sus planes, programas, proyectos de vida, sueños, ilusiones,
pasiones y aspiraciones.
La muerte se abre paso y es aceptada por todas las personas
del planeta Tierra y lo aceptan sin temor, sin resistencia, sin murmuro ni
renegaciones, porque la muerte es un hecho inevitable e infranqueable, ante la
cual no cabe actitud evasiva y no se puede excluir ni rehuir y solo cabe
resignación y aceptación.
A medida que las personas van envejeciendo, tienen una mayor conciencia
y experiencia de la muerte de amigos y de seres queridos y sienten un
extraordinario temor cuando comprenden que ellos también van a morir. Aunque
también hay otras personas que aceptan a la muerte con serenidad y resignación.
“Los pueblos griegos y latinos representaban a la muerte como
una figura triste, con una antorcha apagada en las manos. A partir del
cristianismo se la simboliza con un esqueleto armado de una guadaña”.[1]
La muerte no perdona a nadie; ante ella todos los seres
humanos son iguales, sin tener en cuenta su lugar de nacimiento, su situación
económica, su edad, su color, su raza, su calidad profesional, su género, su
ideología y religión.
El fenómeno de la muerte es el mayor de todos los males que
tiene el ser humano.
La persona que muere perpetúa su especie a través de sus
seres queridos que quedan viviendo en el mundo terrenal y pasa al álbum del
recuerdo imperecedero con sus producciones intelectuales, investigaciones
realizadas y obras creadas.
No cabe duda que cuando un amor se rompe se reconstruye, pero
cuando se rompe la vida con la muerte, jamás se vuelve a la vida.
Cada pensador y cada cultura poseen formas particulares de
conceptualizar y de analizar el fenómeno de la muerte desde sus propios
espacios y tiempos históricos.
El filósofo griego Sócrates, por
ejemplo, subrayó: “La filosofía es una meditación de la muerte”, “El filósofo
debe acudir gozoso a la muerte”. “Los que no cultivan la filosofía, lo único
que cultivan es la muerte”, “Podría existir vida después de la muerte, pero no
se puede demostrar” y “Las almas de los muertos existen en alguna parte de
donde vuelven a la vida”.
El novelista Pasternak decía que
cualquier corriente filosófica es “un inmenso esfuerzo por superar el problema
de la muerte y del destino”.
Por su parte el filósofo, poeta y ensayista español George
Santayana había aseverado que “una buena manera de probar el calibre de una
filosofía es preguntar lo que piensa acerca de la muerte”.
En cambio, el
filósofo chino Confucio llegó a formular, no con poca razón, la pregunta: “Si
no conoces todavía la vida, ¿cómo puede ser posible conocer la muerte?”
Con Thomas Nagel
diríamos: “…mi muerte es un capítulo de mi biografía que todavía está por
escribir”.
Ya el filósofo
neerlandés Baruch Spinoza precisó: “El hombre libre en ninguna cosa piensa
menos que en la muerte, y su sabiduría no es meditación de la muerte, sino de
la vida”[2]
Rainer M. Rilke
pedía: “Oh Señor, dale a cada uno su muerte propia”. Todo lo que vive, muere y
sería necio pretender escapar a esta ley universal.
En entrevista de
Manuel Cisneros Milla, para el Dominical del diario El Comercio y ante la
pregunta ¿podíamos concluir afirmando que nacemos programados para todo,
incluso el morir? Jesús Mosterín respondió: “Claro, esto es evidente. Estamos
programados para todo y en especial para morir. Hay unos experimentos muy
conocidos para determinar lo que se conoce como el límite de Hayflick, que se
da cuando se saca una célula de un feto, por ejemplo, del tejido epitelial, y
se pone en un plato del laboratorio a una temperatura conveniente y en un
líquido que tiene los nutrientes adecuados. Al cabo de un tiempo esa célula se
divide en dos, y estas dos en otras dos y así las cuatro en otras, y se van
duplicando y se tienen cada vez más. Esto puede durar semanas, meses y de
pronto todas las células del plato se mueren a la vez y es entonces cuando se
dice que han alcanzado su límite de Hayflick, que es el número de divisiones
que experimenta una célula antes de dejar de dividirse y morir, lo que es
distinto en cada especie. O sea que la muerte está programada”.[3]
A continuación, presentamos
reflexiones breves sobre el fenómeno de la muerte efectuadas por célebres
pensadores de diferentes épocas históricas:
Anaximandro: “De donde los seres humanos tienen origen, allí
también tienen la destrucción según necesidad”.
Platón: “La muerte es la separación del alma del cuerpo” (Fedón,
64 c)
Plotino: “Si la vida y el alma existen después de la muerte,
la muerte es un bien para el alma porque ejerce mejor su actividad sin el
cuerpo. Y si con la muerte el alma entra a formar parte del Alma universal:
¿qué mal puede haber para ella?” (Enn., I,7,3).
Jean Jacques Rousseau: “La necesidad de morir
proporciona al hombre sabio una razón para soportar las penas de la vida.”
Schopenhauer: “La
condición de no ser después de la muerte no difiere de la condición anterior al
nacimiento. Por lo tanto, la una no puede ser más lamentable que la otra”.
Carlos
Marx: “la muerte aparece como la dura victoria de la especie sobre el individuo”.
Martín Heidegger: “Ninguno puede asumir el morir del otro.
Eso sí, cada uno puede “morir” por Otro”.
Wittgenstein: “La muerte no es un evento de la vida; no se
vive la muerte”. (Tractatus, 6.4311)
Jean-Paul Sartre: “La muerte es un puro hecho, como el
nacimiento; viene hacia nosotros desde el exterior y nos transforma en
exterioridad. En el fondo no se distingue de manera alguna del nacimiento y
denominamos facticidad a la identidad del nacimiento y de la muerte” (L´etre et
le néant, 1955, p.630)
Adam Schaff: “La muerte es un
sin-sentido total, que convierte todo lo que hacemos en algo incierto”.
Miguel de Montaigne: “Quien
enseña al hombre a vivir, le enseña a vivir.”
Séneca: “La muerte es un castigo para algunos,
para otros un regalo, y para muchos un favor.”
Napoleón Bonaparte: “La muerte es un ensueño sin
ensueños.”
Mahatma Gandhi: “Si la muerte no fuera el preludio a
otra vida, la vida presente sería una burla cruel.”
Juan Luis Vives: "Es la muerte la falta de
instrumentos del alma por los cuales se prolonga la vida."
Moliére: "La muerte es el remedio de todos los
males; pero no debemos echar mano de éste hasta última hora."
José Luis Borges: “La muerte es una vida vivida. La
vida es una muerte que viene.”
Francis Bacon: “He meditado mucho sobre la muerte y
encuentro que es el menor de todos los males.”
León Tolstoi: “La muerte no es más que un cambio de
misión.”
Marco Aurelio: “Morir no es otra cosa que cambiar de
residencia.”
John Milton:
“La muerte es la llave de oro que abre el palacio de la eternidad.”
Baltasar Gracián: “La muerte para los jóvenes es
naufragio y para los viejos es llegar a puerto.”
Walter Scott: “¿La muerte es el último sueño? No, es
el último despertar.”
Maximilian Robespierre: “La muerte es el comienzo de
la inmortalidad”.
Tom Wolfe: “La muerte es el último viaje, el más largo
y el mejor.”
Pedro Antonio de Alarcón y Ariza: “La muerte es el
puerto de todos los dolores.”
Mario Benedetti: “Después de todo, la muerte es solo
un síntoma de que hubo vida.”
[1] Enciclopedia Ilustrada Cumbre, Tomo VIII, Editorial
Cumbre, S.A., México, D.F, Tercera Edición, 1962, p.392.
[2] Baruj de Spinoza, Ethica, parte IV, prop.
LXVII.
[3] Mosterín, Jesús.
Filosofía y Ciencia. Un continuo. Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Fondo
Editorial. Lima, Primera Edición, setiembre de 2011, pp.72-73.