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15 de julio de 2019

EL APRISMO ES DESCENTRALISMO, REGIONALISMO POLÍTICO Y ECONÓMICO


EL APRISMO ES DESCENTRALISMO, REGIONALISMO POLÍTICO Y ECONÓMICO

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Aprismo que ha sido desde su fundación descentralista, es y será descentralista, no sólo política sino económicamente..
Haya de la Torre.

Históricamente el centralismo fue uno de los grandes problemas y males de la sociedad peruana en el siglo XX. El Perú era gobernando desde la ciudad capital, Lima. En esta ciudad estaban concentrados la mayoría de los servicios del Estado, todos los poderes del Estado, la mayoría de las empresas del Estado, industrias y entidades económico-financieras.
Mientras tanto, las provincias eran las eternas olvidadas y marginadas del gobierno. Por eso es que Lima era la receptora del desarrollo y progreso, de los adelantos de la civilización o de la modernidad, mientras que los pueblos del interior del país lloraban su miseria y sufrían los efectos de la pobreza crónica y del retraso.
Para el líder aprista, Manuel Seoane Corrales, el centralismo concentraba alrededor de Lima todas las actividades nacionales y debilitaba las provincias, postergando la solución oportuna de sus problemas.
Señaló que el fenómeno del centralismo era responsabilidad de los propios peruanos: “En parte las Provincias mismas tienen la culpa…El sueño de un padre es mandar a su hijo a Lima, el sueño de un funcionario es que lo trasladen a Lima. El consejo de un maestro de escuela que advierte que un niño posee condiciones singulares de inteligencia, es mandarlo a Lima, con lo cual se consigue que los mejores elementos se retiren de las Provincias y éstas vaya quedando lentamente desguarnecido. Estos fenómenos se producen en relación a Lima y en cada capital de Provincia en relación a los distritos…”
Seoane precisó que “mientras las ciudades de provincias todavía viven la edad de barro y de la paja, Lima está viviendo la orgullosa edad del asfalto. Este desnivel irritante perjudica el progreso armónico del país. Muchos limeños están encantados porque no se dan cuenta de que el Perú ofrece ese cómico espectáculo que se llama “la fiesta de la huachafa”, o sea todos los adornos a la vista del visitante y la miseria en los fondos…”
Frente a este fenómeno centralista, surge el aprismo, el primer gran partido de masas del Perú contemporáneo, partido político que desde su nacimiento fue y es un partido descentralista, regionalista, nacionalista y democrático, no sólo política sino económicamente, que orienta su programa y acción a:
Modificar la demarcación política del territorio de la República, con criterio fundamentalmente económico.
Descentralizar administrativa y económicamente el país, dotándole de autonomía a los poderes regionales organizados funcionalmente, fijando por ley las rentas que corresponda recaudar y percibir a cada una de ellas. Que las regiones que producen más, reciban más de las rentas que producen, porque ellos son el resultado y la proyección del trabajo de sus hijos.
Dar a las municipalidades, como órganos de expresión popular, las posibilidades de gobernarse a sí mismas, dentro de las pautas generales del Estado y bajo el contralor de las unidades biológicas superiores.
Lograr un aparato estatal que responda a la verdad económica del país, que no se concentre en una sola mano o en un solo capricho todo el poder de gestión y de decisión gubernamental.
Para el aprismo “La región económica, que en una demarcación política más científica debe modificar nuestra retrasada división territorial, determinará las formas de aplicación de los principios fundamentales de reorganización económica” acotaba Haya de la Torre (Obras Completas, T. 2: 464).
Manuel Seoane Corrales, egregia figura política del aprismo, en conferencia dictada en el mes de enero de 1960 en el Teatro Municipal de Arequipa, puntualizó la necesidad de la descentralización del Perú como una de sus principales palancas para que los pueblos provincianos alcancen su rápido desarrollo y progreso auto-sostenido y armónico, no sin antes dejar expresa constancia que el aprismo es un partido descentralista desde su nacimiento. Dijo entonces que el centralismo “no solamente agrava las condiciones de la Capital, sino que además debilita las provincias”.
En su obra Nuestros fines, Seoane explicó con precisión y profundidad el carácter anti-centralista del aprismo y dio a conocer las razones de índole económica y política que aconsejan, definitivamente, romper con el centralismo limeño que fue reflejo de la colonia. Estas fueron sus palabras: ”El Partido Aprista es partidario de la descentralización administrativa. Siendo la ciudad o el distrito, las células que forman el organismos nacional, debe darse a sus órganos de expresión la posibilidad de gobernarse a sí mismas, dentro de las pautas generales del Estado y bajo el contralor de las unidades biológicas superiores. Estas Municipalidades o Comunas de distrito no deben formarse con el criterio totalista de hoy, sino atendiendo a la categoría económica de los integrantes de la región, esto es, dentro de una democracia funcional. Una superposición de autoridades, que lleve del distrito a la provincia y de ésta al departamento, nos conducirá a la formación científica de un aparato estatal que responda a la verdad económica del país, que no se concentre en una sola mano o en un solo capricho, y que pueda atender al funcionamiento de todas y cada una de sus partes”.
Frente a esta realidad, Seoane propuso lo siguiente: “Yo creo que nosotros debemos dar facilidades de todo orden para que las industrias nuevas se creen en Provincias, pero sobre todo debemos dar el ejemplo con los propios organismos del Estado. Su acumulación en Lima tenía explicación cuando las distancias en horas eran dificultades insalvables, cuando para viajar de Arequipa a Lima, se necesitaban tres días, pero cuando se necesitan dos horas y media y en el futuro cuando se necesite hora y media no hay ninguna razón para que algunos organismos del Estado no sean ubicados en Provincias, devolviendo así a cada provincia la animación económica que su presencia significa”.
Finalmente, afirmó categóricamente que “Nosotros (los apristas) hemos creído y creemos que al fin debe descentralizarse el Perú, y que los departamentos que producen más, deben recibir más de las rentas que producen, porque ellos son el resultado y la proyección del trabajo de sus hijos”.
Haya de la Torre, por su parte, fundamenta de manera precisa  y conceptuosa la posición descentralista y regionalista del aprismo, que se resume en los siguientes puntos:
“Consecuencia fundamental también de nuestro concepto económico de la política es lo que nosotros llamamos el regionalismo económico. Nosotros consideramos que es precisa la investigación previa de la realidad nacional, de la apreciación geográfico-económica de la región. Sobre la región económica hay que erigir la región política. Este regionalismo económico envuelve, pues, el llamado descentralismo, es decir lo implica, lo impone, va más allá que él porque lo garantiza mejor y no lo presenta como un fin, siendo el descentralismo en sí un medio. De modo pues, que la región económica es nuestra forma de acción descentralista, y dicho sea de paso, el aprismo que ha sido desde su fundación descentralista, es y será descentralista, no sólo política sino económicamente” (Op. cit.. T.5: 75).
“El regionalismo económico hará la delimitación política de las regiones de acuerdo con sus zonas de producción de riqueza. Sobre el regionalismo económico se establecerá el regionalismo político sin perder las líneas de la unidad nacional y sin perder la cohesión armónica de las regiones con el Estado central. Nosotros sostenemos que en todos los órdenes de la administración debe primar el concepto económico de la región, a fin de dar independencia económica, en cuanto se pueda, a cada región y sobre esa base erigir nuestra administración y política educacionales. Una demarcación política del país tendrá que hacerse alguna vez. Sobre esta base del regionalismo económico tendremos nosotros que erigir nuestro sistema educacional” (Ibídem. T.5:75).
“El regionalismo tiene aún un sentido económico más profundo. Supone región, medio, realidad y supone gobierno apropiado (rexis etimológico, regirum, gobierno, gobierno en alemán) de acuerdo con ese medio, con esa realidad. El regionalismo corresponde, pues, al problema de las intensidades y en países en que los hay varios es imprescindible para la organización del Estado y del Gobierno”. (Ibídem. T. 2: 456 y 457).




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