Artículos periodísticos y de investigación

Translate

15 de julio de 2019

EL APRISMO FILOSÓFICAMENTE


EL APRISMO FILOSÓFICAMENTE

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

El aprismo filosóficamente es una concepción del mundo, del hombre, de las cosas, de la sociedad y de la vida; basa su filosofía en la tesis del Espacio-Tiempo-Histórico, genial producción intelectual de Víctor Raúl Haya de la Torre. Pero también el aprismo es el partido de la negación dialéctica del marxismo, partido libertario y humanista que promueve y defiende todas las libertades (libertad de empresa, libertad de pensamiento, libertad de expresión, libertad de opinión, libertad de difusión, libertad religiosa, entre otras).
En 1935, Haya de la Torre culmina su obra filosófica publicando en la revista “Claridad” de Buenos Aires el ensayo titulado “Sinopsis filosófica del Aprismo”, en el que expone por primera vez su teoría del Espacio-Tiempo Histórico, primer gran aporte del pensamiento peruano e indoamericano a la cultura universal.
La filosofía del aprismo, según su creador Haya de la Torre, es una concepción del mundo, de las cosas, del hombre y de la sociedad basada en la tesis del Espacio-Tiempo histórico y consiste en la aplicación del Relativismo al campo de la Historia, la Economía, la Cultura y la Política. “Nosotros – decía Haya de la Torre- establecimos como normas primarias del Aprismo que los problemas de Europa eran diferentes de los problemas de nuestra América. Y que, por consiguiente, las soluciones también tenían que ser diferentes”.
El aprismo filosóficamente es un partido político dialécticamente hegeliano, indeterminista, relativista einsteniano, que supera al marxismo «negándolo y continuándolo al mismo tiempo, sin aceptarlo como dogma inmóvil como ortodoxia congelada», que recusa el determinismo histórico, determinismo económico y determinismo dialéctico del marxismo. Reconoce así, el aprismo, el principio universal del eterno movimiento, cambio o devenir, como un proceso constante de contradicciones, negaciones y continuidad, pero reconoce también en el marxismo una escuela filosófica sujeta a la misma ley por ella descubierta y perfeccionada, pero no acepta sus conclusiones doctrinarias como dogmas inflexibles.
Haya de la Torre fundamenta su concepción relativista y cuántica del tiempo, el espacio, el movimiento, la gravitación, la inercia, la materia y la energía del siglo XX, en posición diametralmente opuesta a la del marxismo europeo que arranca de la interpretación newtoniana del “espacio y el tiempo absolutos” y de la gravitación universal (siglo XIX) de esos conceptos.
Para el Aprismo – escribe Haya de la Torre en “30 años de Aprismo”- “la concepción marxista es un antecedente histórico importante pero no inalienable; el cual está limitado y relativizado por las condiciones peculiares de su Espacio y de su Tiempo que son las que determinan su negación dialéctica al ser confrontado con una realidad diferente de la de Europa”.
El aprismo tuvo la audacia genial de salir de los estrechos y alienante cánones marxistas y negarlos dialécticamente. El aprismo niega dialécticamente al marxismo: a) Cuando rechaza la idea de partidos políticos clasistas  o dictaduras clasistas; b) cuando reconoce en el imperialismo la primera etapa del sistema capitalista en el Perú y en los demás países de América Latina, que son países de economía incipiente o retrasada y no la “última  o superior” etapa del capitalismo en los países industrializados como generalizaba Vladimir Ilich Lenin; c) cuando sostiene que en los países del mundo no existe un solo proceso histórico sino múltiples, caso América Latina, donde coexisten o conviven distintas etapas de la evolución social: comunismo primitivo, feudalismo, capitalismo incipiente. Por lo que la realidad de los países de América Latina es diferente a la realidad de los países de Europa. Así como Einstein dijo que no hay fenómeno físico sin su espacio y su tiempo, los apristas sostienen que no hay fenómeno histórico sin su espacio y su tiempo. La realidad de América es una cosa y otra diferente es la realidad de Europa. A realidades diferentes corresponde soluciones también diferentes.
El aprismo al recusar al marxismo ortodoxo, rechaza aquella arbitraria clasificación cronológica de la historia en edades Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, con aspiraciones de universalidad absoluta, porque aquí en Indoamérica se yuxtaponen y coexisten todos los grados de evolución de las sociedades; y, d) Cuando considera que la «revolución proletaria» y la profecía de una «sociedad sin clases» como fin de la «lucha de clases» sostenida por el marxismo puede ser superada en forma pacífica por la revolución democrática, científica, tecnológica, espiritual y cultural.
El relativismo es una teoría científico-social según la cual no hay nada que sea absolutamente verdadero, sino que todo depende, al igual que los gustos y los colores, de la individualidad de cada quien, según el punto de vista en el cual se ubique.
El aprismo fundamenta su filosofía en los principios científicos del relativismo dinámico, fundamentado en una aplicación de la Teoría de la Relatividad Física de Albert Einstein a la Historia. Y al aplicar dichos principios (Todo fenómeno cambia según el ángulo desde el cual se le observe; cada sistema de coordenadas, SC, tiene su propio espacio-tiempo- inseparable de su dimensión, energía, velocidad, inercia y gravitación) al estudio de los hechos históricos no acepta verdades sociológicas de valor definitivo, absoluto y eterno, en un mundo en permanente cambio e innovación según los adelantos científicos y tecnológicos de los nuevos tiempos históricos. En consecuencia, la tesis aprista sostiene que “así como para la física moderna no existe un espacio absoluto ni un tiempo absoluto, sino que cada fenómeno se produce dentro de su propio espacio-tiempo, no existe consecuentemente un solo proceso histórico sino múltiples.
Para la concepción filosófica del Aprismo no hay verdades definitivas, absolutas y eternas; sólo hay verdades relativas surgidas desde la ubicación espacio-temporal e histórica de cada pueblo, país o nación, según la posición del observador en el examen y el análisis de los fenómenos físicos, sociales, políticos o culturales. Por tal razón, el aprismo recusa toda pretensión de imponer un ´`único esquema o molde de interpretación del devenir histórico-social de los países del mundo desde cualquier sistema de coordinadas que no corresponda a su ángulo propio de observación.
Así como hay un Espacio-Tiempo físico, tanto objetivo como subjetivo, o sea tanto de perspectiva cuanto de conciencia o mente; del mismo modo hay un Espacio-Tiempo histórico objetivo y subjetivo, vale decir, de perspectiva y de conciencia.
 Y esto se explica manifestando que lo que es último en Europa – el fenómeno del imperialismo, por ejemplo, es primero en los países de América Latina o Indoamérica. Pues cada Espacio-Tiempo Histórico implica una realidad histórico-social intransferible, que3 se desarrolla y retroalimenta con sus propias leyes del movimiento, ritmo y velocidad en su desenvolvimiento sociológico. Todo fluye, todo cambia, todo deviene, todo se transforma, “pero no a una misma velocidad ni en una sola dirección”. Todo fenómeno cambia según el ángulo desde el cual se le observe ( “campos gravitacionales”). En la nueva física einsteniana del siglo XX “cada sistema de coordenadas, SC tiene su propio espacio-tiempo inseparable de su dimensión, energía, velocidad, inercia y gravitación”. No hay, entonces una “gravitación universal” en la historia sino “relativamente” y que cada sociedad civilizada tiene su propia e intransferible espacio-tiempo, o sea su peculiar campo gravitacional.
Y aplicando su tesis del Espacio-Tiempo Histórico, el Aprismo sostiene que no hay leyes universales de determinismo social, económico o político; su aplicación es relativa a la realidad espacio-temporal de cada sociedad.
Las normas de metodización filosófica del aprismo se fundamentan en el enunciado dialéctico de la Negación de la Negación.  El aprismo, reconoce así, el principio universal del eterno movimiento, del cambio o del devenir, como un proceso constante de contradicciones, de negaciones y continuidad, pero reconoce también en el marxismo una escuela filosófica sujeta a la misma ley por ella descubierta y perfeccionada, pero no acepta sus conclusiones doctrinarias como dogmas inflexibles, porque como sostiene Haya de la Torre “o el marxismo es dogma yerto, inerte cual un ídolo, o es devenir vivo y móvil; y en este caso queda sujeto también, como todo en el universo, a la ley de la negación de la negación” (En “Espacio-Tiempo Histórico”).
Cuando el marxismo-leninismo dogmatiza que “El imperialismo es la última o superior etapa del capitalismo”, el aprismo a través de Haya de la Torre le niega dialécticamente tal pretendida universalidad y la condiciona en los términos siguientes: “El fenómeno del imperialismo puede ser la última o superior etapa en las regiones industrialmente desarrolladas, pero viene a ser la primera etapa en las regiones subdesarrolladas o no industrializadas; porque lo que es último o superior en aquellas, es primero o inferior en éstas”
El aprismo es un partido abierto a los cambios e innovaciones que se producen a través del tiempo y de la historia en los campos de la ciencia y la tecnología. “El Aprismo no es un dogmatismo cerrado y arbitrario, sino una línea de acción hacia el infinito, hablando filosóficamente y aplicando este concepto relativo a nuestra historia, vale decir: si curvo es el infinito (Einstein), curva será nuestra línea: si recto, recta. ¿Me explico?” (Víctor Raúl Haya de la Torre, Obras completas. T. 7: 205).
Haya de la Torre, finalmente, puntualiza: “Quizás porque nuestro movimiento no miró nuestros problemas a través de un periscopio, desde allá para aquí, es decir, desde los bordes del mundo viejo, o de Europa, o de los países más desarrollados, observando nuestra realidad a través de ellos, sino al contrario. Quizá por este simple trastrueque de ángulo o de visión en el enfoque de nuestros problemas, hemos acertado. Y hemos acertado en lo que constituye la base de una perennidad orientadora en la solución de nuestros problemas. Nosotros establecimos como normas primarias del Aprismo que los problemas de Europa eran diferentes de los problemas de nuestra América. Y que, por consiguiente, las soluciones también tenían que ser diferentes. (Op.cit. T.1: 350).

Compartir:

Entradas anteriores