EL
APRISMO FILOSÓFICAMENTE
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
El aprismo filosóficamente es una
concepción del mundo, del hombre, de las cosas, de la sociedad y de la vida;
basa su filosofía en la tesis del Espacio-Tiempo-Histórico, genial producción
intelectual de Víctor Raúl Haya de la Torre. Pero también el aprismo es el
partido de la negación dialéctica del marxismo, partido libertario y humanista
que promueve y defiende todas las libertades (libertad de empresa, libertad de
pensamiento, libertad de expresión, libertad de opinión, libertad de difusión,
libertad religiosa, entre otras).
En 1935, Haya de la Torre culmina
su obra filosófica publicando en la revista “Claridad” de Buenos Aires el
ensayo titulado “Sinopsis filosófica del Aprismo”, en el que expone por primera
vez su teoría del Espacio-Tiempo Histórico, primer gran aporte del pensamiento
peruano e indoamericano a la cultura universal.
La filosofía del aprismo, según su
creador Haya de la Torre, es una concepción del mundo, de las cosas, del hombre
y de la sociedad basada en la tesis del Espacio-Tiempo histórico y consiste en
la aplicación del Relativismo al campo de la Historia, la Economía, la Cultura
y la Política. “Nosotros – decía Haya de la Torre- establecimos como normas
primarias del Aprismo que los problemas de Europa eran diferentes de los problemas
de nuestra América. Y que, por consiguiente, las soluciones también tenían que
ser diferentes”.
El aprismo filosóficamente es un partido político dialécticamente hegeliano, indeterminista,
relativista einsteniano, que supera al marxismo «negándolo y continuándolo al
mismo tiempo, sin aceptarlo como dogma inmóvil como ortodoxia congelada», que
recusa el determinismo histórico, determinismo económico y determinismo
dialéctico del marxismo. Reconoce así, el aprismo, el principio universal del
eterno movimiento, cambio o devenir, como un proceso constante de
contradicciones, negaciones y continuidad, pero reconoce también en el marxismo
una escuela filosófica sujeta a la misma ley por ella descubierta y
perfeccionada, pero no acepta sus conclusiones doctrinarias como dogmas
inflexibles.
Haya de la Torre
fundamenta su concepción relativista y cuántica del tiempo, el espacio, el
movimiento, la gravitación, la inercia, la materia y la energía del siglo XX,
en posición diametralmente opuesta a la del marxismo europeo que arranca de la
interpretación newtoniana del “espacio y el tiempo absolutos” y de la
gravitación universal (siglo XIX) de esos conceptos.
Para el Aprismo –
escribe Haya de la Torre en “30 años de Aprismo”- “la concepción marxista es un
antecedente histórico importante pero no inalienable; el cual está limitado y
relativizado por las condiciones peculiares de su Espacio y de su Tiempo que
son las que determinan su negación dialéctica al ser confrontado con una
realidad diferente de la de Europa”.
El
aprismo tuvo la audacia genial de salir de los estrechos y alienante cánones
marxistas y negarlos dialécticamente. El aprismo niega dialécticamente al
marxismo: a) Cuando rechaza la idea de partidos políticos clasistas o dictaduras clasistas; b) cuando reconoce en
el imperialismo la primera etapa del sistema capitalista en el Perú y en los
demás países de América Latina, que son países de economía incipiente o
retrasada y no la “última o superior”
etapa del capitalismo en los países industrializados como generalizaba Vladimir
Ilich Lenin; c) cuando sostiene que en los países del mundo no existe un solo
proceso histórico sino múltiples, caso América Latina, donde coexisten o
conviven distintas etapas de la evolución social: comunismo primitivo,
feudalismo, capitalismo incipiente. Por lo que la realidad de los países de
América Latina es diferente a la realidad de los países de Europa. Así como
Einstein dijo que no hay fenómeno físico sin su espacio y su tiempo, los
apristas sostienen que no hay fenómeno histórico sin su espacio y su tiempo. La
realidad de América es una cosa y otra diferente es la realidad de Europa. A
realidades diferentes corresponde soluciones también diferentes.
El
aprismo al recusar al marxismo ortodoxo, rechaza aquella arbitraria clasificación
cronológica de la historia en edades Antigua, Media, Moderna y Contemporánea,
con aspiraciones de universalidad absoluta, porque aquí en Indoamérica se
yuxtaponen y coexisten todos los grados de evolución de las sociedades; y, d)
Cuando considera que la «revolución proletaria» y la profecía de una «sociedad
sin clases» como fin de la «lucha de clases» sostenida por el marxismo puede
ser superada en forma pacífica por la revolución democrática, científica,
tecnológica, espiritual y cultural.
El
relativismo es una teoría científico-social según la cual no hay nada que sea
absolutamente verdadero, sino que todo depende, al igual que los gustos y los
colores, de la individualidad de cada quien, según el punto de vista en el cual
se ubique.
El
aprismo fundamenta su filosofía en los principios científicos del relativismo
dinámico, fundamentado en una aplicación de la Teoría de la Relatividad Física
de Albert Einstein a la Historia. Y al aplicar dichos principios (Todo fenómeno
cambia según el ángulo desde el cual se le observe; cada sistema de
coordenadas, SC, tiene su propio espacio-tiempo- inseparable de su dimensión,
energía, velocidad, inercia y gravitación) al estudio de los hechos históricos
no acepta verdades sociológicas de valor definitivo, absoluto y eterno, en un
mundo en permanente cambio e innovación según los adelantos científicos y
tecnológicos de los nuevos tiempos históricos. En consecuencia, la tesis
aprista sostiene que “así como para la física moderna no existe un espacio
absoluto ni un tiempo absoluto, sino que cada fenómeno se produce dentro de su
propio espacio-tiempo, no existe consecuentemente un solo proceso histórico
sino múltiples.
Para
la concepción filosófica del Aprismo no hay verdades definitivas, absolutas y
eternas; sólo hay verdades relativas surgidas desde la ubicación
espacio-temporal e histórica de cada pueblo, país o nación, según la posición
del observador en el examen y el análisis de los fenómenos físicos, sociales,
políticos o culturales. Por tal razón, el aprismo recusa toda pretensión de
imponer un ´`único esquema o molde de interpretación del devenir
histórico-social de los países del mundo desde cualquier sistema de coordinadas
que no corresponda a su ángulo propio de observación.
Así
como hay un Espacio-Tiempo físico, tanto objetivo como subjetivo, o sea tanto
de perspectiva cuanto de conciencia o mente; del mismo modo hay un
Espacio-Tiempo histórico objetivo y subjetivo, vale decir, de perspectiva y de
conciencia.
Y esto se explica manifestando que lo que es
último en Europa – el fenómeno del imperialismo, por ejemplo, es primero en los
países de América Latina o Indoamérica. Pues cada Espacio-Tiempo Histórico
implica una realidad histórico-social intransferible, que3 se desarrolla y
retroalimenta con sus propias leyes del movimiento, ritmo y velocidad en su
desenvolvimiento sociológico. Todo fluye, todo cambia, todo deviene, todo se
transforma, “pero no a una misma velocidad ni en una sola dirección”. Todo
fenómeno cambia según el ángulo desde el cual se le observe ( “campos
gravitacionales”). En la nueva física einsteniana del siglo XX “cada sistema de
coordenadas, SC tiene su propio espacio-tiempo inseparable de su dimensión,
energía, velocidad, inercia y gravitación”. No hay, entonces una “gravitación
universal” en la historia sino “relativamente” y que cada sociedad civilizada
tiene su propia e intransferible espacio-tiempo, o sea su peculiar campo
gravitacional.
Y
aplicando su tesis del Espacio-Tiempo Histórico, el Aprismo sostiene que no hay
leyes universales de determinismo social, económico o político; su aplicación
es relativa a la realidad espacio-temporal de cada sociedad.
Las normas de metodización
filosófica del aprismo se fundamentan en el enunciado dialéctico de la Negación
de la Negación. El aprismo, reconoce
así, el principio universal del eterno movimiento, del cambio o del devenir,
como un proceso constante de contradicciones, de negaciones y continuidad, pero
reconoce también en el marxismo una escuela filosófica sujeta a la misma ley
por ella descubierta y perfeccionada, pero no acepta sus conclusiones
doctrinarias como dogmas inflexibles, porque como sostiene Haya de la Torre “o
el marxismo es dogma yerto, inerte cual un ídolo, o es devenir vivo y móvil; y
en este caso queda sujeto también, como todo en el universo, a la ley de la
negación de la negación” (En “Espacio-Tiempo Histórico”).
Cuando el
marxismo-leninismo dogmatiza que “El imperialismo es la última o superior etapa
del capitalismo”, el aprismo a través de Haya de la Torre le niega dialécticamente
tal pretendida universalidad y la condiciona en los términos siguientes: “El
fenómeno del imperialismo puede ser la última o superior etapa en las regiones
industrialmente desarrolladas, pero viene a ser la primera etapa en las
regiones subdesarrolladas o no industrializadas; porque lo que es último o
superior en aquellas, es primero o inferior en éstas”
El aprismo es un partido
abierto a los cambios e innovaciones que se producen a través del tiempo y de
la historia en los campos de la ciencia y la tecnología. “El Aprismo no es un
dogmatismo cerrado y arbitrario, sino una línea de acción hacia el infinito,
hablando filosóficamente y aplicando este concepto relativo a nuestra historia,
vale decir: si curvo es el infinito (Einstein), curva será nuestra línea: si
recto, recta. ¿Me explico?” (Víctor Raúl Haya de la Torre, Obras completas. T. 7: 205).
Haya de la Torre,
finalmente, puntualiza: “Quizás porque nuestro movimiento no miró nuestros
problemas a través de un periscopio, desde allá para aquí, es decir, desde los
bordes del mundo viejo, o de Europa, o de los países más desarrollados,
observando nuestra realidad a través de ellos, sino al contrario. Quizá por
este simple trastrueque de ángulo o de visión en el enfoque de nuestros
problemas, hemos acertado. Y hemos acertado en lo que constituye la base de una
perennidad orientadora en la solución de nuestros problemas. Nosotros
establecimos como normas primarias del Aprismo que los problemas de Europa eran
diferentes de los problemas de nuestra América. Y que, por consiguiente, las
soluciones también tenían que ser diferentes. (Op.cit. T.1: 350).