Artículos periodísticos y de investigación

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19 de julio de 2019

LA COLUMNA COMO ARTÍCULO DE OPINIÓN


LA COLUMNA COMO ARTÍCULO DE OPINIÓN

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

La columna es un artículo de opinión que analiza los hechos o acontecimientos noticiosos para orientar a los lectores y ayudarles a formarse una determinada opinión sobre el particular.
La columna siempre tiene por objeto algún comentario de actualidad local, provincial, departamental, regional, nacional o internacional.
En la columna o comentario se da a conocer los hechos noticiosos, se analiza e interpreta, se precisa los orígenes, las causas, los antecedentes y las consecuencias que pudieran derivarse de él, la importancia y trascendencia que tiene, se emiten juicios de valor, se aclaran alguna de sus partes o el texto en su conjunto y se formulan algunas observaciones, recomendaciones y sugerencias.
Los comentarios generalmente son de orden local, distrital, provincial, departamental, subregional, regional, nacional, internacional, deportivo, educacional, social, taurino, turístico, político, cinematográfico, entre otros.
En la columna juega un papel preponderante los subtítulos, pues estos sirven de guía al lector para los asuntos que se tratan en la sección respectiva.
Acerca de la columna podríamos decir lo siguiente:
  • La columna es un espacio periodístico fijo, con periodicidad y ubicación fijas. Espacio reservado a un periodista, escritor o personalidad conocida del medio para que en él realice el comentario sobre un tema de actualidad. Hay tres, cuatro, cinco, seis  u ocho columnas por página, según el tamaño del periódico.
  • Está presentado frecuentemente con recuadro a una o a dos columnas, con tipo de letras distintas al de las informaciones generales.
  • Siempre lleva la firma de quien lo escribe o de un periodista especializado, con su nombre y apellidos o con seudónimo.
  • Va escrita en primera persona del singular: "creo", "considero", pienso", "estimo que es así", etc. y tiene en la cabeza el título genérico de la sección respectiva. 

  • CARACTERÍSTICAS DE LA COLUMNA
La columna se caracteriza por lo siguiente:
  • Es una sección que ocupa un lugar fijo en el periódico.
  • Tiene un tamaño fijo o variable.
  • Posee un título o especie de logotipo que lo identifica.
  • Va firmado por su autor.
  • Contiene la fotografía, el nombre y apellidos o el seudónimo del columnista.
  • Cierta periodicidad de aparición, según convenga o no a la línea política del periódico, por lo que resultan siendo de corta duración.
  • Especie de crónica, que puede abarcar todos los temas posibles.
  • Aborda temas de actualidad y de interés general.
  • Puede tener la forma de artículo.
  • Expresa una opinión personal sobre hechos, temas, problemas, etc.
  • Constituye un complemento de la información o del hecho noticioso.
  • Puede ser de estilo narrativo, descriptivo, explicativo, interpretativo y argumentativo.
CLASES DE COLUMNA
Hay diversas clases de columna: Apretada, editorial, de entrada, exterior, falsa, fija, humorística, informativa, permanente, natural y de salida. Algunos autores clasifican la columna en: columna estándar, columna "revoltillo" (se presenta un poco de todo), columna de ensayos, columna de chismografía, columna de versos, columna de orientación, columna de consejos, columna de servicios a los lectores, etc.
COLUMNISMO
Se denomina columnismo a la tendencia del periodismo contemporáneo consistente en el uso del género columna. Su origen se remonta a la época del sensacionalismo de la prensa norteamericana de finales del siglo XIX. El columnismo es un artículo escandaloso, cuyos temas favoritos son la sensiblería, la sexualidad, la brutalidad, la crueldad, el miedo, el recelo, entre otros.

Modelo de columna
Punto de Vista
ESTADO Y DESCENTRALIZACIÓN (*)
por Eudoro Terrones Negrete

El Estado en el Perú, como expresión de la supremacía del feudalismo colonial y de la plutocracia criolla, ha sido por mucho tiempo o el Estado gamonal o el Estado gendarme. Históricamente, es centralista.

«El Perú -sostiene Paz Soldán- ha padecido de una «elefantiasis»: un gobierno central potente y una vida local pobre, macrocefálica que rompe la adecuada distribución de nuestra población...».

Hace setenta años, Manuel Seoane Corrales escribía: «... Pero lo cierto es que, mientras las ciudades de provincias todavía viven la edad del barro y de la paja, Lima está viviendo la orgullosa edad del asfalto. Este desnivel irritante perjudica el progreso armónico del país». Desde aquel tiempo hasta hoy la situación no ha cambiado. En la capital de la República se ha reforzado la concentración de servicios, instituciones financieras,  recursos humanos calificados, entre otros.

Los gobiernos centralistas siempre se caracterizaron por distribuir el presupuesto nacional con criterio político-electoral y no técnico, hipotecar los recursos nacionales a grupos de poder transnacional,  por manipular y controlar la opinión pública a través de los grandes medios de comunicación.

Como producto de la aplicación  de políticas centralistas, los gobiernos de turno mutilaron territorios, las municipalidades fueron despojadas de sus recursos propios y, en algún tiempo, reemplazadas por Juntas de Notables. Igualmente, se impusieron a la población pautas de consumo contrarias a su oferta productiva natural; se permitieron la localización de actividades económicas y de transformación, primordialmente, en la región de la Costa. Asimismo, se alentó la formación de ciudades hegemónicas con fuerte concentración poblacional, y se mantuvo zonas con recursos agropecuarios de relativa integración al mercado nacional.

Como no, entonces, abogar por un nuevo orden social más justo y libre, que democratice el poder y los servicios del Estado; transfiera y redistribuya equitativamente la riqueza y los recursos económico-financieros; reinvierta los excedentes de las empresas en los lugares donde se originan.

De igual forma, devuelva a los pueblos las rentas que producen;  utilice, preferentemente, los recursos del lugar con uso intensivo de mano de obra; rescate la identidad nacional y cultural y procure la emancipación social, política y económica de la inmensa mayoría nacional.

Ahora más que nunca, es necesaria la  insurgencia de las provincias para resolver el problema del centralismo. Adquiere vigencia las palabras de Manuel Gonzales Prada: «la desinfección nacional no puede venir del foco purulento: la acción necesaria y salvadora debe iniciarse fuera de Lima» («Bajo el Oprobio»). Y no se equivocó, tiene que venir y vendrá del Perú profundo.

Ya lo advirtió el maestro Basadre, «O Lima concede y otorga, o sobrevienen males que no serán ya los que pasivamente soportaron las provincias sino los que de la rebeldía de ella os emanaren» («Perú, Problema y Posibilidad»).

Ahora, corresponde asumir esta responsabilidad histórica a los congresistas de la República. Deberá aprobarse una nueva ley de descentralización del Estado, fruto de una «creación heroica» y no copia de otras realidades. Los peruanos así lo esperamos, más aún los provincianos.

(*) Punto de vista. Estado y descentralización, por Eudoro Terrones Negrete. Periódico QUIPU, N° 2. Lima, diciembre del 2001. Edita: Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Meza.    

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