EL APRISMO ES
DIALÉCTICAMENTE HEGELIANO Y ANTIDOGMÁTICO
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Por eso, los apristas somos filosóficamente marxistas, vale decir
dialécticamente hegelianos, pero supera al marxismo negándolo y continuándolo
al mismo tiempo, sin aceptarlo como dogma inmóvil, como ortodoxia congelada.
Haya de la Torre.
Según el Diccionario de la
Real Academia Española la dialéctica es el “arte de dialogar, argumentar y
discutir”. “Habilidad para discutir por preguntas y respuestas. El que sabe
interrogar y responder, ¿no es lo que llamas un dialéctico” escribe Platón en
su obra “Cratilo”.
El término dialéctica
deriva de “dialégesthai”, arte de conversar, de discernir, de discutir o de
debatir. La dialéctica se define como el arte de conversar, de discurrir.
Diferentes filósofos, en diferentes épocas de la historia de la humanidad,
entendieron por dialéctica como el arte de discutir para llegar a la verdad
(Sócrates); la búsqueda de las esencias o ideas” (Platón), la ciencia de las
leyes del pensamiento, pero éstas identificadas con las leyes del ser, de lo
real (Hegel).
A decir verdad, la
dialéctica es el arte de guiar el pensamiento a través de la afirmación y la
réplica, para encontrar la verdad de las cosas, del mundo y de la vida; es la
parte de la Lógica que nos da las reglas a las cuales se sujeta el
entendimiento humano de una manera natural para lograr su objeto.
La filosofía es producto
del filosofar y el filosofar es a su vez producto de la reflexión sobre el
objeto de la filosofía. Pero este pensar no puede ser otro que de carácter
dialéctico que se mueve entre cuestionamientos, contradicciones, oposiciones,
afirmaciones, negaciones, correcciones, rectificaciones y superaciones.
El desarrollo del proceso
dialéctico de la filosofía sólo es posible mediante una tesis (afirmación), una
antítesis (negación de la afirmación) y una síntesis o conclusión (superación y
asimilación de la oposición; negación de la negación), a fin de lograr sus
objetivos, fines y metas trazadas.
El mejor método que debe
emplearse en la investigación de los fenómenos históricos es el método
hegeliano, vale decir la dialéctica. La base de este sistema hegeliano se
expresa así: ser = tesis; no ser = antítesis; llegar a ser = síntesis, devenir.
Y este método dialéctico
aplicado a la historia tiene su origen en Heráclito de Éfeso, en la Grecia
antigua. Según este filósofo griego nada permanece, todo deviene.
La dialéctica es
histórica, dinámica, transformadora y trascendental; promueve el cambio, la
superación y la transformación, así también lo es la filosofía.
El aprismo, que es toda
una concepción del hombre, del mundo, de las cosas y de la sociedad, basa su
filosofía en la tesis del Espacio-Tiempo-Histórico, que es la genial producción
intelectual de Víctor Raúl Haya de la Torre.
Haya de la Torre, al
referirse al principio dialéctico como fundamento medular de la filosofía del
aprismo, explica: “Partiendo del principio dialéctico de que las
contradicciones son inseparables de todas las cosas, y que el proceso de sus
contradicciones constituyen la dinámica de toda evolución, es evidente que las
ideas y sistemas filosóficos y las concepciones del mundo, están sujetas a
procesos que son reflejo y expresión de aquellas contradicciones y,
consecuentemente, evolucionan también”.
Pero también, expresa Haya
de la Torre: “Este proceso universal de evolución, determinado por las
contradicciones…es la esencia misma de la dialéctica…”. “Y este proceso
universal de contradicciones, se cumple por lo que conocemos como la negación
de la negación dialéctica y oposición de contrarios”. Por lo que: “La negación
dialéctica…es conservar y superar al mismo tiempo; es negar y continuar”.
Las normas de metodización
filosófica del aprismo se fundamentan en el enunciado dialéctico de la Negación
de la negación. Reconoce así, el principio universal del eterno movimiento,
cambio o devenir, como un proceso constante de contradicciones, negaciones y
continuidad, pero reconoce al mismo tiempo en el marxismo una escuela
filosófica sujeta a la misma ley por ella descubierta y perfeccionada, pero no
acepta sus conclusiones doctrinarias como dogmas inflexibles o profecías.
“El Marxismo – señalaba Haya de la
Torre- no puede quedar fuera de las leyes dialécticas que presiden la evolución
del cosmos, de la naturaleza y de la sociedad. En consecuencia, el Marxismo no
está tampoco más allá de las leyes dialécticas que determinan el proceso
evolutivo del pensamiento humano y de sus expresiones científicas, artísticas y
filosóficas de su tiempo”.
El aprismo niega
dialécticamente al marxismo al rechazar la idea de partidos o dictaduras clases
y al reconocer en el imperialismo la
primera y no la última etapa del capitalismo.
Cuando el aprismo sostiene
que en los países del mundo no existe un solo proceso histórico sino múltiple,
caso Indoamérica, es porque aquí coexisten, conviven distintas etapas de la
evolución social, desde el comunismo primitivo, el feudalismo y el capitalismo
incipiente.
El aprismo sostiene que
Indoamérica es una realidad diferente a la de Europa, por tanto a realidades y
problemas diferentes le corresponde también a cada uno de ellos soluciones
diferentes.
El aprismo, al negar al
marxismo, considera que la “revolución proletaria” y la profecía de una
“sociedad sin clases” como fin de la “lucha de clases” sostenida por el
marxismo puede ser superada por la revolución democrática, científica y
tecnológica, espiritual o cultural por la vía pacífica.
Al recusar al marxismo
ortodoxo, el aprismo rechaza aquella arbitraria clasificación cronológica de la
historia universal en Antigua, Media, Moderna y Contemporánea, porque aquí en
los países de Latinoamérica se yuxtaponen y coexisten todos los grados de
evolución de las sociedad.
Por tanto, aplicando la
teoría del Espacio-Tiempo Histórico, el aprismo sostiene que no hay leyes
universales de determinismo económico, social o político; que su aplicación es
relativa a la realidad espacio-temporal de cada sociedad o región: “Nuestro
Tiempo y nuestro Espacio económicos nos señalan una posición y un camino”
sentenciaba Haya de la Torre.
“Desde el ángulo
filosófico –explicaba Haya de la Torre- el Aprismo está con la dialéctica
marxista o hegeliana e interpreta el principio de la «negación de la negación»,
de Hegel y Marx, aplicándolo también al marxismo como Marx aplicó el
hegelianismo. Con la dialéctica de Hegel, Marx negó el hegelianismo y al
negarlo afirmó la continuidad del sistema filosófico de aquél. Los apristas
aplican el principio de la negación de la dialéctica hegeliana adoptada por
Marx a Marx mismo y sostiene que para mantener la perennidad del marxismo hay
que negarlos en todo aquello que determine la realidad histórica de la América
Latina como imperativo” (Obras completas.
T.1:268-269).
El aprismo dialéctico
niega al marxismo dogmático, ortodoxo, inconmovible, determinista, a fin de
recusarlo y superarlo a la luz de los avances de la ciencia y la tecnología de
los nuevos tiempos.
Y Haya de la Torre lo
explicaba con claridad meridiana: “Porque desde su iniciación el Aprismo nació
esgrimiendo tal negación, desde el momento que opuso a la realidad
económico-social europea las características de la realidad económico-social
indoamericana, y rechazó la idea de partidos o dictaduras clasistas y reconoció
en el imperialismo la primera y no la última etapa del capitalismo. Es decir,
no aceptó jamás al marxismo como un dogma” (Op.cit. T. 1:324 y 325).
La filosofía del
Espacio-Tiempo histórico del aprismo se desarrolla mediante el siguiente
principio general explicado claramente por Haya de la Torre: “el devenir social
es relativo”. Esta relatividad es condicionada por dos factores inseparables:
el Espacio-histórico y el Tiempo-histórico. El Espacio-histórico viene a ser el
“escenario geográfico, raza, psicología y relaciones del hombre y el medio
general en el que evolucionan la vida de los pueblos”. El Tiempo-histórico, es
el “que marca el grado de su evolución económica, política y cultural,
determinado por las formas de su producción y por el desarrollo social que
ellas motivan o influyen”.