EL APRISMO ES NACIONALISMO VERDADERO, ESENCIAL, MODERNO Y CON SENTIDO
SOCIAL Y HUMANO
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
El Aprismo aspira a una obra de verdadero nacionalismo. Nacionalismo
esencial y moderno que no excluya su sentido social y humano. Nacionalismo
basado en el hijo de la Nación que trabaja, que la sirve, que la integra.
Haya de la Torre.
El aprismo sostiene que es
imposible lograr definitivamente la independencia y el usufructo total de la
riqueza nacional mientras subsista la situación siguiente:
Mientras los pueblos
permanezcan bajo la tutela del imperialismo, sea éste norteamericano,
soviético, chino, etc., o traiga el disfraz que escoja.
Mientras nuestras riquezas
naturales o materias primas continúen siendo extraídas y explotadas bajo
exclusivo provecho de empresas extranjeras, con la consiguiente explotación de
los braceros peruanos e indoamericanos.
Mientras la clase
productora nacional no tome conciencia de su rol histórico de transformación
por la justicia social.
Mientras la población no
tome conciencia política y conciencia cultural de su real explotación por el
imperialismo.
El aprismo como partido
nacionalista significa:
Reconquista, rescate y
reivindicación de los derechos de nuestras naciones explotadas.
Lucha efectiva para que
las riquezas del país sean exclusivamente nacionales.
Rechazo a toda política
económica de aventurerismo, improvisación y entreguismo, contra toda clase de
tutorías extranjeras y subordinaciones perjudiciales y contra toda pretensión
de venta e hipoteca de los recursos naturales de Perú al imperialismo en todas
sus clases.
Defensa y protección de
las riquezas nacionales bajo un Estado Antiimperialista.
Cohesión de las economías
interdependientes para liberarse del coloniaje y de la miseria crónica.
Lucha de manera
continental y unida, contra los amos presentes y futuros de adentro y de
afuera.
Nacionalización
progresiva de tierras e industrias, vale decir, desfeudalización del campo y
liberación del campesino.
Mejor y equitativa
distribución de la riqueza y de los instrumentos y medios de producción entre
los trabajadores.
Defensa y promoción de
los intereses de las mayorías nacionales, por cuanto son estas las que
determinan el proceso de la vida política del país.
Organización de un nuevo
sistema económico estatal, de base cooperativa, que controle las industrias,
que destruya la hegemonía de grupos oligárquicos financieros y que asegure el
dominio nacional de la riqueza.
El nacionalismo aprista es
un nacionalismo de las clases productoras contra las clases parasitarias,
entendiendo que a problemas y necesidades nacionales corresponde soluciones
nacionales. El Apra recogió, desde la iniciación de su labor política en el
país, la invocación de José Carlos Mariátegui, que en una época militó bajo las
banderas del Aprismo: «Peruanicemos el Perú».
Y este slogan de
“Peruanicemos el Perú” es entendido por los apristas en el sentido integral y
elevado del concepto peruanizar. Significa luchar sin claudicar para que el
Perú sea una nación libre, grande, digna y justa, una nación inclusiva y no de
ciudadanos excluidos por su extracción social, económica o profesional,
significa luchar por una nación con emancipación económica y política de las
mayorías nacionales.
El nacionalismo aprista se
caracteriza por ser revolucionario, integracionista, congruente, realista,
cooperativo, progresivo, dialéctico, renovador, constructivo y por contar con
métodos y estrategias propias de lucha para el cambio social en democracia,
libertad y paz.
Víctor Raúl Haya de la
Torre, jefe y fundador del aprismo,
precisa lo siguiente: “Nuestra lucha contra la venta de nuestros países
al imperialismo lleva en sus banderas una palabra salvadora: ¡Nacionalización!.
La nacionalización de nuestra riqueza es la única garantía de nuestra libertad.
Entregar la riqueza de nuestros pueblos al extranjero, es entregarlos a la
esclavitud. No hay libertad política, ni social, ni individual, sin libertad
económica. Un pueblo como un hombre que está en manos de sus acreedores, que
tiene hipotecadas sus fuentes de recursos son pueblo y hombre perdidos. La
única palabra y la única acción salvadora es la nacionalización”.
El APRA surgió al escenario
político nacional y latinoamericano llevando como bandera revolucionaria la
necesidad de organizar un Estado nacionalista que reivindique nuestros derechos
de nación explotada, que reaccione drásticamente contra toda forma de
entreguismo e hipoteca de recursos y riquezas nacionales al imperialismo, que
haga posible la peruanización de Perú. Es así como en el tercer punto de su
Programa Máximo plantea la “nacionalización progresiva de tierras e industrias”
a efecto de afirmar y consolidar la identidad y dignidad nacionales frente a
las grandes centros de poder mundial que se disputan por nuestras riquezas.
La nacionalización
progresiva de la riqueza, en opinión de Haya de la Torre, se entiende “como el
dominio, el condominio o el controlador y vigilancia estatal, según los casos,
de ciertas fuentes de riqueza; en especial aquellas que el ser poseídas por empresas
extranjeras resultan, a través de éstas,
en manos de los gobiernos a cuyas nacionalidades aquellas empresas pertenecen.
La nacionalización aprista se inclina a la estatización a través de
corporaciones de fomento de acuerdo con el mecanismo del Estado democrático de
los Cuatro Poderes – y del estímulo del cooperativismo agrícola e industrial,
pero respeta y garantiza la propiedad privada, como en México” (Haya de la
Torre, Ideología aprista. Volumen II,
Pensamiento político de Haya de la Torre.
Ediciones Pueblo, Lima, 1961, pp.163 y 164).
Consideran los apristas que
es imposible lograr el racional y equitativo usufructo o explotación justa de
la riqueza nacional mientras los pueblos de Perú e Indoamérica permanezcan bajo
el yugo del imperialismo capitalista. Sería imposible alcanzar la independencia
definitiva mientras las materias primas continúen siendo extraídas de nuestros
territorios en provecho de empresa transnacionales, mientras la clase
productora mayoritaria de los pueblos no tome conciencia nacionalista acerca de
su rol histórico de defensa y consolidación de la democracia nacional y
continental.
Un Estado nacionalista, -
en el pensamiento de Haya de la Torre-, defiende a la Nación de la estructura
monopólica y oligopólica de empresas
cuya posición dominante en el mercado interno no les permita excesivas
ganancias o lucrativas utilidades. La misión de un Estado nacionalista es la de
proteger a la pequeña y mediana industria, a la pequeña y mediana propiedad
agrícola, proteger al mercado nacional de la competencia irracional que proceda
de grandes empresas imperialistas. Un Estado nacionalista ejerce una política
nacionalista a favor de las clases
productoras y contra las clases
parasitarias y especulativo – financieras. Un Estado nacionalista defiende la
soberanía económica y política del pueblo – continente indoamericano; incentiva
el desarrollo del legado histórico – cultural nacional; aplica soluciones
nacionales frente a problemas nacionales, con autonomía e independencia
política; promueve una política distributiva de explotación y uso de la riqueza
nacional de manera equitativa, oportuna y a favor de la inmensa mayoría
nacional..
Es propio de un Estado
aprista verdaderamente nacionalista, proteger y defender el signo monetario
nacional liberándola de las pretensiones plutocráticas de “dolarización”; optar
por el progresivo y limitado intervencionismo del Estado en actividades de la
vida nacional; participar en la organización y el fomento del sistema bancario
interamericano a fin de dar estabilidad a la moneda común latino o
indoamericana; propiciar y garantizar la seguridad ciudadana, la estabilidad
político-económica y la seguridad jurídica.
No menos importantes son la
de estimular y defender el derecho de los pueblos a desarrollar y perfeccionar
sus propios usos, costumbres, tradiciones o formas de vida surgidos de su
peculiar espacio – tiempo histórico y del espíritu creador individual o
colectivo. Aceptar y recibir el aporte de capitales foráneos, de tecnologías y
capacidades empresariales extranjeros en la medida en que éstos se adecuen o
condicionen a las necesidades, leyes o
requerimientos de desarrollo material y moral de los pueblos o cuando su
participación no devenga hegemónica en ningún sector de la economía nacional.
El nacionalismo en un
Estado aprista no puede ser meramente sentimental. Su concepción realista tiene
un contenido económico y social, se basa en la emancipación económica de las mayorías nacionales y como cuestión
previa plantea la reorganización económica del país, la reforma del Estado, lo
que implica la reorganización de la administración pública, de la producción y
el impulso decisivo al proceso de regionalización y descentralización de la
nación, por una mejor prestación de servicios a la población.
El nuevo Estado lleva a
cabo una política de nacionalismo integral en los campos: social, político,
económico y educativo – cultural. Mientras el nacionalismo de los países
industrializados reviste un carácter de nacionalismo imperialista o de dominio,
el nacionalismo de los países en vía de desarrollo es antiimperialista, de
defensa y protección de los intereses de las mayorías nacionales, de defensa de
la Nación frente a los grandes intereses dominantes que gravitan opresoramente
sobre nuestros pueblos.
Debe advertirse que el
nacionalismo del nuevo Estado aprista no se precia de ser autárquico ni mucho
menos aislacionista, no cae en el campo de la xenofobia, del jingoísmo menos
aun en el odio de clases sociales ni de pueblos.
El nacionalismo del nuevo
Estado aprista es constructivo, transformador, de defensa y protección de los
recursos nacionales, afirmador de voluntades, de conciencias y pensamientos
nacionales. Es un nacionalismo emancipador del coloniaje mental, nacionalismo
con predominancia de los intereses del suelo patrio frente a los intereses
extranjeros.
“El nacionalismo aprista se
basa en la emancipación económica de las mayorías nacionales; por eso también
nuestro concepto de democracia no se limita a ser político y es
fundamentalmente económico” sentenciaba Haya de la Torre en su obra Pensamiento
de crítica, polémica y acción.