EL
APRISMO SOCIALMENTE
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
El Apra como Partido de Frente Único ha incorporado desde su fundación
al intelectual antimperialista. Como ha incorporado al pequeño propietario, al
pequeño capitalista, al pequeño comerciante, al pequeño minero, al artesano, al
empleado, ha incorporado a la «inteligencia», al estudiante, al profesor, al
literato, al artista y al maestro de escuela. Los ha incorporado sin
resistencia ni distingos, como aliados de la lucha del obrero y del campesino,
como a trabajadores intelectuales.
Haya de la Torre.
El aprismo es un partido
policlasista o de Frente Único de Clases Explotadas, porque está conformado por
trabajadores manuales e intelectuales que pertenecen a diversas clases
sociales: campesina o indígena (obreros), artesano, minero, industrial y clase
media (empleados, intelectuales, maestros, profesionales, pequeños y medianos empresarios
y comerciales, estudiantes, etc.).
Cuando a fines de 1924 se
enuncia el Programa del aprismo, presenta ya todo un plan de acción política y
de llamamiento a todas las fuerzas dispersas a integrarse en un sólido Frente
Único de ofensiva contra el peligro común de la conquista que amenaza a
América: el imperialismo, en todos sus tipos, venga éste de donde venga y como
venga.
Como partido policlasista,
el aprismo propugna el Frente Único de Clases Explotadas con el siguiente
objetivo máximo: Alcanzar políticamente el control del Estado y realizar desde
él la revolución; defender la soberanía y dignidad de Perú y de los países de
Indoamérica; unir en el Frente Único de
Clases Explotadas a todas las fuerzas que, en una forma u otra, han luchado o
están luchando contra el fenómeno del imperialismo, que es el peligro común y
de conquista de los pueblos que amenaza a América Latina; liberar a nuestros
pueblos de las garras y ataduras de los imperialismos en vigencia; evitar el
sometimiento económico, político, social y cultural; y, alcanzar la justicia
social con Pan y Libertad.
El Apra es un Gran Frente
Único Antiimperialista de Clases y de Pueblos, más no de razas, es el Partido
de los Trabajadores de la ciudad y del campo, de las clases medias pobres y del
campesinado. No es el Partido de una sola clase, como lo es el comunismo. “Y no
lo es porque el tránsito de nuestro régimen predominantemente feudal, al
tecnificado e industrial de la producción no es en ninguno de nuestros países
la obra exclusiva de una clase social. Nuestra industrialización moderna viene
de afuera”, explica Víctor Raúl.
El Apra es una organización
política que representa los intereses de las tres clases: obrero-campesina,
clase media e industrial. Es un Partido formado para solucionar los problemas
de las tres clases que se vinculan en lo que tienen de común y que se unen en
cuanto representan problemas colectivos y nacionales “sacrificando las
diferencias que no son de inmediata significación ante el gran problema de la
salvación de las mayorías nacionales”.
CLASE OBRERO-CAMPESINA
En la clase de los
trabajadores del campo, la clase de los indígenas u obrero – campesinos, que
son víctimas de la agresión económica del capitalismo imperialista.
Representa casi el cuarenta
por ciento de la población total del Perú, es la clase productora mayoritaria
que contribuye con su trabajo honrado a la formación de la riqueza nacional,
sin embargo adolecen del aspecto moderno de una organización agraria que les
permita aprovechar mejor los adelantos tecnológicos y científicos del mundo
contemporáneo. Es una clase social con grado primitivo de técnica y de escasa
cultura y aún permanece a espaldas de los intereses y asuntos del Estado. Es el
“cholo barato”, cuya fuerza de trabajo es explotada por las empresas
extranjeras. “No están preparados para dominar por sí misma a la colectividad y
conducir el gobierno del Estado” afirma Víctor Raúl.
En el Perú, frescos están
los recuerdos, el indio fue la clase social codiciada por la clase dominante constituida
por “la alianza del gamonal nacional con el invasor económico extranjero”, del
latifundista con la plutocracia criolla limeña. Con la llegada de los españolas
a tierras peruanas la clase indígena fue objeto de esclavitud, de trabajos
forzados en las minas para saciar la sed de enriquecimiento de los
conquistadores. Latifundistas, gamonales, conquistadores, condes y marqueses,
oligarcas y militares – militaristas, son lobos de la misma camada, que
consideraron y trataron a los indígenas como los tontos útiles de la derecha
capitalista, llamados a trabajar, obedecer y cumplir deberes negándoles a
cambio todo tipo de derechos y lo más elemental el uso de la tierra. Después
de la desaparición del Imperio incaico,
el problema de la tierra y de los indígenas siguió en pie e inclusive después
de la Independencia del Perú. “No ha habido un solo gobernante que se había ya
conmovido ante el horror de la situación del indio. El gamonalismo es, en el
Perú, un crimen organizado y legalizado “llego a escribir Víctor Raúl Haya de
la Torre en su obra “Por la Emancipación de América Latina”. Y agrega: “Yo he
vivido ocho meses en el Cuzco, conozco Cajamarca, Apurímac y otros puntos de la
sierra peruano. Usted no puede imaginarse los horrores que allí se cometen. He visto
indios con los carnes tajadas por las vergas con que les azotan. En un resumen
que publicará la Biblioteca Europea y Asiática de Suiza, hago un relato de mis
recuerdos, de lo que yo he visto en la sierra peruana. Huallpacaldo (caldo de
gallina) le llaman el látigo los gamonales. Con Él destrozan las carnes de esos
desgraciados. Les matan, les roban, les incendian las chozas, les violan las
mujeres y las hijas con una frialdad sin paralelo. Pero el “gamonal” es el
diputado, es el senador, es el ministro, es el presidente. Cuando paseé por
Tumbes, supe que en la hacienda costeña de Plateros, de que es propietario
Leguía, se castigaba a los trabajadores poniéndolos desnudos, atados, con las
espaldas al sol. Tumbes está en el trópico. Aquellos suplicios son bien
conocidos en la costa y sierra del Perú” (Obras
Completas. T.1:67-68).
Razones más que suficientes
llevaron al APRA a considerar a la clase indígena como prioridad uno en la
atención que deberá prestar el nuevo Estado. Pues, ninguna transformación político
– social y económica tendría éxito, dicen, ni se toma en cuenta al indio, al
obrero y campesino “no sólo como trabajador, sino como elemento racial”. Haya
de la Torre analizó perfectamente la situación y condición del indio en el Perú
y América Latina. El dijo, concluyentemente, que “El indio como raza, no sólo
es fuerza económica y social, sino fuerza tradicional, fuerza histórica,
diremos en un sentido vasto. El indio – claro está – forma parte de una clase,
predominantemente, de la clase trabajadora, pero a ella aporta algo más que sus
condiciones de vida y el problema social que esas condiciones crean. A ella
aporta la fuerza histórica de su raza” (Obras
Completas. T. 2:450).
Por eso es que el APRA,
desde que se formó como partido político, llevó en su Programa el problema del
indio de los obreros de los campesinos y formuló algunos planteamientos
históricos de lucha: “La tierra que el indio necesite para trabajar, debe del
indio”. En el Plan de Acción Inmediata o Programa Mínimo de Gobierno (1931) el
Partido Aprista Peruano Plantea la RENDICIÓN DEL INDIO: “Incorporaremos al
indio a la vida del país”, “Legislaremos en pro de la conservación y
modernización de la comunidad indígena”, “Protegemos también a la pequeña
propiedad”, “Fomentaremos las pequeñas industrias indígenas”; “Fomentaremos el
arte indígena”, “Estableceremos las causales específicas que determinan la
revisión de los pactos y contratos celebrados por los indígenas y los
terratenientes”, “Respetaremos las peculiaridades de cada región indígena,
dentro del plan general y rumbo unificador de la educación”, “Formaremos
maestros indígenas”, “Educaremos al indio usando su propio idioma, además del
castellano”, “Estableceremos la Escuela Rural Indígena”, “Introduciremos el
cooperativismo agrario entre los propietarios indígenas de tierras”,
“Emprenderemos una enérgica campaña contra el abuso del alcohol y de la coca” y
“Crearemos el Hogar Agrícola Indígena”.
En un reportaje que lo
realizaron en la ciudad de Berlín, en el mes de abril de 1930, Haya de la Torre
explicó con claridad y concisión la situación del indígena: “Nuestro problema
indígena, es, ante todo, nuestro gran problema social, económico. El indio
constituye la inmensa mayoría de nuestra clase productora. Indios son nuestros
campesinos, nuestros soldados, nuestros obreros, en su mayor parte. El indio se
encuentra esclavizado por un sistema oprobioso, de explotación primitiva. La
base de la liberación y de la elevación
integral de la raza indígena es económica. El indio, lo sé por experiencia, es
apto, más apto que el mestizo y, muchas veces, que el blanco, para todo
trabajo. Su fortaleza es extraordinaria; como extraordinarias como su
inteligencia, su espíritu de disciplina y su decisión. Pero el indio está
sometido, por la fuerza, y está esclavizado por la miseria. Por eso insistimos
los apristas peruanos en un lema: “La tierra que el indio necesite para
trabajar, debe ser del indio”. En el Perú hay tierra bastante para todos” (Obras Completas. T.2:23).
CLASE MEDIA
La clase media está
conformada por el pequeño propietario,
el pequeño y mediano comerciante, el trabajador intelectual, el médico, el
maestro, el técnico, el pequeño productor minero, el pequeño empresario, el
agricultor e industrial, el artesano, el profesional independiente, el empleado
de empresas particulares y de empresas del Estado, entre otros.
Como clase social carece de
garantía y seguridad por parte del Estado, sufre las consecuencias del
desequilibrio económico – financiero y está vinculada a los intereses de reivindicación de la mayoría de la Nación.
Aunque es una clase “más libre” que las demás, es progresivamente “empujada
hacia la proletarización” debido al fenómeno del imperialismo contemporáneo.
Según Haya de la Torre, la
clase media “de la que forma también la
“inteligencia” o clase culta, con cierta experiencia técnica y con un grato
apreciable de conciencia política sufre las consecuencias de una lucha desigual
con el capitalismo organizado que penetra en nuestro país desde el extranjero,
desplazando progresivamente por su situación de inferioridad”. Tiene un valor
social y político innegable e importantísimo y subestimar su contribución en la
lucha antimperialista sería un grave error para nuestros pueblos en busca de
liberación. “Subestimar la importancia política de las clases medias, -apunta
Víctor Raúl -, cerrarles el paso, alejarlas de la acción partidaria, es
preparar un buen conjunto de condiciones objetivos para que la célula
cancerígena del fascismos se propague”. (Rolando Pereda Torre. El libro rojo de Haya de la Torre.
Edit.Imp. Sudamericana, S.A., Lima, 1979, p.188).
Resulta que, para los
fundadores del marxismo, la clase media es una clase “conservadora”,
“reaccionaria”, “la parte más flotante de la población” y que “pretenden volver
atrás el carro de la historia”, bueno para la realidad europea este enfoque
puede ser correcto, pero no así para América Latina donde conviven, coexisten
diversidad de clases sociales y es la clase media, precisamente, la que recibe
“la primera embestida” del capital extranjero, la clase social que sufre
mayormente sus efectos destructivos y es la primera clase que se enfrenta al
imperialismo.
“La empresa extranjera –
refiere Haya de la Torre-, que viene a establecer en nuestro país una
industria, no sólo emplea obreros, si es sólo industrial y campesinos si es
agrícola. También necesita de empleados, de hombres de las clases medias cuyos
servicios utiliza en la oficina, en el almacén, en la vigilancia de los
trabajadores, etc. Esa empresa explota igualmente al obrero y al empleador.”
(Alfonso Ramos Alva. Haya de la Torre,
creador y visionario. Instituto de Estudios Antiimperialistas. Lima, 1990,
p.66).
Bien hace entonces, el
fundador del Aprismo Víctor Raúl en calificar a las clases medias como “Los
precursores de la protesta antimperialista de Indoamérica”, como las fuerzas
impulsadoras de la lucha antimperialista de cuyas filas “aparecen los primeros
agitadores y los más decididos y heroicos soldados de las etapas iniciales del
antimperialismo”.
Son las clases medias
quienes cumplen rol protagónico y liberador, rol indispensable de colaboración
con su trabajo, con su experiencia y calidades morales, en el campo
intelectual, gerencial o administrativo y técnico, a fin de erradicar de
nuestros pueblos el feudalismo y el imperialismo, a fin de promover y llevar a
cabo la reorganización de la producción nacional e indoamericana y a fin de
organizar un nuevo Estado con bases científicas. La capacidad de beligerante y
de respuesta a caciques, hacendados, caporales, a grandes empresarios
capitalistas y a clases gobernantes pro-imperialistas, es una cualidad y virtud
extraordinaria de las clases medias, para no continuar siendo “aplastada en un
callejón sin escape por la máquina imperialista”.
Al hacer una prístina
diferencia entre el rol histórico de las clases medias de Europa (pequeña
burguesía de la ciudad y del campo) y las clases medias de Indoamérica o
Latinoamericana, Víctor Raúl sostiene lo siguiente: “En Europa la clase
dominante es la gran burguesía. En Indoamérica
el gran latifundio. En Europa las clases medias, pasada la etapa de la
lucha contra el dominio feudal tiene sobre sí el dominio burgués del que son
súbditos. La clase media europea es una clase definitivamente sometida, resto y
rezago de una clase victoriosa; su capacidad de beligerancia está domeñada, y
su actitud ha devenido egoísta e inferior. Esa la clase que “guarda
preciosamente sus billetes de Banco” porque no tiene liberación posible por sí
misma. En nuestros países las clases medias tienen mayor aptitud para la lucha.
Viven aún su edad heroica. Tiene todavía campo abierto para tratar de
convertirse parcialmente de rebeldía, de beligerancia. No soportan el rudo peso
de una fuerte clase superior ni la presión hostil y creciente de un gran
proletariado. Se confunden con nuestra naciente burguesía o con nuestra
burguesía colonial. Es difícil, en cierto modo, establecer la línea que separa
unas de otras. Nuestras clases medias están aún en el periodo de combate, de
forcejeo por su afirmación; periodo de ofensiva, casi de gesta, si le podemos
llamar así…” (Obras Completas.
T.4:178-179).
Alfonso Ramos Alva, en 7 Tesis
Equivocadas del Marxismo – Leninismo sobre Indoamérica al referirse a las
clases medias dice lo siguiente: “Quien recibe el primer impacto y comprende la
acción depredadora del imperialismo, es el que va a la universidad, o fuera de
ella, el que se prepara, lee y estudia los escritos y libros que anunciaban las
luchas sociales en el mundo. Jóvenes estudiantes son los primeros en gestar la conciencia
en las clases trabajadoras. Por ello podemos darnos cuenta que las principales
objeciones y admoniciones contra el imperialismo surgió de las clases medias.
No comprender este hecho, es no tener un enfoque sociológico y económico
valederos de la problemática latinoamericana…” (7 tesis Equivocadas del
Marxismo – Leninismo sobre Indoamérica. Edit. Instituto de Estudios
Antiimperialistas. Lima, 1977, 2ª. edic., p.27).
Dentro de un Estado feudal
o colonial, instrumento del imperialismo, las clases medias no tienen cabida,
son clases sometidas al engranaje capitalista y son gradualmente esclavizadas y
oprimidas. Más como “colaboradoras del Estado Antiimperialista”, señala Víctor
Raúl, “devienen temporal y relativamente clases cooperantes y, por ende, favorecidas.
Mientras se realiza la evolución al total Capitalismo de Estado, - el Estado
Antiimperialista es un Estado de transición siempre en progreso -, las clases
medias, aún bajo el controlador estatal, han de contar con más seguridad y
libertad efectivas, que bajo la presión imperialista que las sacrifica
inexorablemente, como condición para su crecimiento incesante y monopolizador…
“Finalmente, “Mientras el Capitalismo de Estado llega a afirmarse – periodo más
o menos dilatado después de la toma del poder por el partido Antimperialista-,
la contribución de las clases medias será invalorable. Un bien entendido y
enérgico programa estatal de orientación económica y una organizada difusión
del cooperativismos como factor coadyuvante decisivo, como queda dicho,
plantearán las bases de una mejor contribución de las clases medias
progresivamente educadas dentro de las direcciones económicas del nuevo sistema
“ (Obras Completas. T.4:180-181).
CLASE PROLETARIA INDUSTRIAL
Proletariado viene la
palabra latina “prole”, que significa “descendencia”, “estirpe”. Proletarios,
vienen a ser padres sin fortuna, que sólo “producían hijos”. Proletariado, era
entonces esa masa convulsa de padres sin bienes y sin fortuna pero con mucha
descendencia.
En cambio para Carlos Marx,
proletario es exclusivamente el obrero que trabaja en los centros altamente
industrializados. Los que trabajan en establecimientos industriales, recibían
el nombre de “lumpen-proletariat”, es decir, sub proletarios. Los artesanos y
los campesinos, en el lenguaje de Carlos Marx, estaban por debajo de su línea
de aprecio político. Eran llamados “lumpen”, “infra”, “sub”, “canalla”,
“desclasado”, “infra proletario”, es decir, escoria y detritus de los
trabajadores industriales que trabajan directamente dentro del sistema
capitalista. Esa clasificación marxista decimonónica ha sido ya superada por la
concepción contemporánea del trabajador” (Ignacio Campos. “Coloquios de Haya de
la Torre”, T.III). Para el marxismo, el proletario (el obrero de los grandes
centros industriales o de las fábricas) tiene alto desarrollo cultural y es
distinguido por la lucidez de su conciencia de clase, es el obrero calificado
industrial que eleva su conciencia de clase, hasta que se produce el salto de
calidad dialéctico, y, entonces, esa clase de encuentra en condiciones de
gobernar.
Al respecto, Wright Mills,
en Las clases medias en Norteamérica,
piensa que la conciencia de clase se produce, siempre y cuando: 1º. Haya una
percepción racional y la identificación con los intereses propios de su clase;
2º. La percepción o el rechazo de los demás intereses de clase considerándolos
ilegítimos; y 3º la percepción de una predisposición para usar colectivamente
medios políticos para el fin político, colectivo de la realización de los propios
intereses (Las clases medias en
Norteamérica, Edit. Aguilar, Madrid-España, 1958, p.227).
Los obreros industriales se
identifican no con los intereses espontáneos o inmediatos (instinto de clase)
sino con los intereses estratégicos a largo plazo (conciencia de clase) a
efecto de destruir la explotación capitalista y todo el sistema de explotación
del hombre por el hombre no por un llamado sino por convicción, interés de
clase que se forma cuando el hombre es objeto de explotación y opresión. No
puede haber conciencia de clase sin conciencia de intereses de clase, puesto
que la conciencia de clase se da en el trabajador cuando se percata, se da
cuenta de sus reales intereses de vida, de sus precarias condiciones de
existencia, cuando se identifica plenamente con los intereses de su clase y
reacciona racionalmente en defensa de su clase para favorecer a su clase. “Todo
individuo, -señala Ramos Alva- así como percibe su diferencia con los demás,
descubre a otros individuos que se hallan en el mismo estrato social que él; es
decir, el mismo género de vida, las mismas maneras de juzgar, las mismas
actitudes y la misma cultura; por consiguiente, pertenecen a la misma clase”
(Alfonso Ramos Alva, La sociedad de
clases y el Estado, Edic. DERA, Lima, 1970, p.36).
Unas clases se diferencian
de otras por el lugar que ocupan en un sistema de producción o de consumo, por
el nivel educativo, por el rol que cumplen en la organización y división del
trabajo, por su poder económico y financiero, por el tipo de ideología política
que abrazan y por el nivel de participación que tienen en la formación y el
disfrute de la riqueza. Así unas resultan ser clases dominantes y explotadoras,
lucrativas y usureras, en cambio otras devienen en clases dominada, oprimidas,
explotadas y esclavizadas. Para la concepción europea de Marx y Engels “Toda la
sociedad va dividiéndose cada vez más en dos grandes clases, que se enfrentan
directamente: la burguesía y el proletariado”. La burguesía es la clase
capitalista, dominante y opresora. El proletario es la clase trabajadora,
dominada y oprimida. El enfrentamiento de estas dos clases da lugar a la “lucha
de clases” (Alfonso Ramos Alva, La
sociedad de clases y el Estado) de la cual surge la decadencia, la paz y la
guerra, el estancamiento o el desarrollo, la libertad o la esclavitud. Esta
lucha insalvable que se produce entre
las clases burguesa y proletaria es denominada “estructura económica de la
sociedad o sistema social”, y que en el caso de la sociedad burguesa se
sustenta sobre la injusticia y la desigualdad, haciendo inevitable la lucha
clasista para liberar a las masas del estado de explotación en que se
encuentran. La propiedad privada es el que dio origen a la división de clases
antagónicas e irreconciliables, del que a su vez surgió la “lucha de clases”.
Y, cuando ya no fue posible seguir existiendo sin un “poder” que controlara a
esos grupos antagónicos surgió el ESTADO, según Carlos Marx.
En cambio, en los países de
Perú e Indoamérica, otra es la concepción que se tiene acerca del significado y
el papel de la clase proletaria
industrial. Según la concepción hayadelatorreana, el proletariado es naciente,
minoritario como clase y cuya conciencia de clase está en formación en una
nueva dimensión social. El grado de progreso cultural del proletariado es
menor, “es más lento que el de los proletariados de la gran industria que
“forjan la máquina” y producen la manufactura en los países industrializados.
Nuestro proletariado indoamericano, - que no es el proletariado europeo -, sólo
aprende a manejar la máquina que nos llega hecha del exterior, pero no puede
“forjarla”. “Por eso, nuestro industrialismo es económicamente colonial e
incipiente y nuestro proletariado como clase no puede gobernar aún”, en
consecuencia “nuestro proletariado es incipiente como incipiente es nuestra
industria”. Nuestra “gran industria es de tipo extractivo y no manufacturero o
de transformación como ocurre en los países industrializados y europeos. Como
joven es nuestra industria extractiva de materia prima o medio elaborada, es
joven también el proletariado y como clase también en formación carece de la
“conciencia suficiente para conducir los destinos de la Nación”. “Nosotros nos
hemos llegado aún a la madurez burguesa de un sistema industrial que permita a
nuestra clase proletaria en formación asumir exclusivamente la dictadura de
nuestros destinos” (Obras Completas.
T.4:175).
“El proletariado industrial
que va formando (el imperialismo), es, pues, una clase nueva, joven, débil,
fascinada por ventajas inmediatas, cuya conciencia colectiva sólo aparece al
confrontar más tarde el rigor implacable de la explotación dentro del nuevo
sistema” (56). “En primer término, nuestra realidad social presenta estas
manifestaciones objetivas: en el orden industrial, nuestro desarrollo es
incipiente y nuestra gran industria es de tipo extractivo y no manufacturero.
Joven nuestra industria, es joven también el proletariado como clase. Es un
tipo de proletariado diferente del proletariado manufacturero europeo; el
nuestro es en su gran mayoría proletariado de industria extractiva de materia
prima o medio elaborada, característicamente tropical o semitropical. La clase
proletaria propiamente dicha, en razón directa con el desenvolvimiento
incipiente y unilateral de nuestra industria, es clase todavía en formación”.
“Desde el punto de vista nacional resulta, pues, que nuestra clase proletaria
industrial es joven, en formación, sin la cultura ni la conciencia que
determina en el proletariado el avance superado de la gran industria manufacturera”
(Obras Completas. T.5:108-109). “El
capitalismo como clase es incipiente e inmaduro, puesto que incipiente e
inmaduro es el industrialismo de América Latina. Consecuentemente sostiene, la
clase típicamente proletaria, cuya existencia determina la existencia del
capitalismo es incipiente e inmadura también”. (Obras Completas. T.1:270)
“La lucha entre el capitalismo y el
proletariado no tiene un sentido mundial sino relativamente” sentenció Haya de
la Torre. En Indoamérica la clase proletaria industrial no concentra en sus
manos los instrumentos de producción, pues éstos están en propiedad de la clase
capitalista. La lucha entre el capitalismo y el proletariado no es la misma en
todos los países del mundo, pues varía en intensidad, plantea diversos problemas
y exige soluciones propias. Mientras en los pueblos donde el capitalismo
resultan más fáciles en los países de economía retrasada no es lo mismo dado a
la complejidad y diversidad de los problemas y las necesidades que les
convierte cada vez en más dependientes y dominados por la capital extranjero.
En Indoamérica “Las clases van formando su conciencia, se van definiendo; y
aunque sufren y aspiran, carecen todavía de la capacidad suficiente para
interpretar le sentimiento nacional y conducir por sí solas los destinos de la
colectividad” (Haya de la Torre, Política
Aprista. Edit. Imprenta Amauta, Lima, 1967, p.72).
Socialmente, el aprismo propugna y
fomenta el cooperativismo, el Frente Único de Clases explotadas por el gran
capital transnacional. No es un partido político de una sola clase, es un
partido poli clasista, de varias clases que se juntan, que se organizan y se movilizan en procura de
un futuro próspero y un mundo nuevo, el bienestar material y espiritual de los
trabajadores manuales e intelectuales, la libertad religiosa y política, la
organización del Estado sobre la base de la democracia funcional y la elevación
del espíritu nacional.
El aprismo ha surgido de nuestra
realidad social, del corazón de nuestras masas obreras, campesinas, estudiantiles,
proletaria industrial e interpretando los viejos y nuevos problemas de los
pueblos del Perú ha postulado alternativas de solución coherente y realista.
Soluciones que fueron planteados por peruanos para problemas del Perú, sin
traer de fuera atenuantes importados, ni remedios extraños a nuestros males.
El aprismo es el Partido del
Pueblo, el partido de los que menos tienen, de quienes cifran sus esperanzas en
alcanzar a corto, mediano o largo plazo la satisfacción de sus máximas
aspiraciones de libertad, de dignidad, de justicia, de educación y cultura.
“Según
la tesis del aprismo, en América Latina, los períodos y sistemas sociales y
económicos no se suceden negando los posteriores a los anteriores, sino
agregándose el último a todos. Cuando la conquista hispano-portuguesa llega a
Indoamérica, impone el sistema colonial feudal con los tres virreinatos
originarios de México, de Perú y del dominio portugués del Brasil. Pero el
nuevo sistema no logra liquidar las vastas regiones de comunidades privadas, ni
los sistemas socioeconómicos establecidos por los indios nativos del Perú y de
México. Igualmente, la vida tribal de la inmensa zona amazónica sobrevive hasta
nuestros días. Así, al sistema agrario de tipo precolombino se yuxtapone el
latifundio colonial y, más tarde, a ambos se agrega el sistema de
industrialismo de materias primas y medio elaboradas. Por todo esto el aprismo
reconoce que en Indoamérica existe una yuxtaposición de sistemas económicos
sociales de producción, que abarcan desde la vida tribal rudimentaria hasta el
industrialismo contemporáneo, subsistiendo las organizaciones comunales
indígenas y el sistema colonial del latifundio. Tomando el Continente en
conjunto, aun muchos de sus países aisladamente, se puede decir que todas las
etapas de la evolución económica de la humanidad están presentes en nuestra
América…” (Manuel Vásquez Díaz, Balance
del Aprismo, Lima, 1964).
El
aprismo es el buscador, el descubridor de nuestra realidad natural y social que
no hemos tratado de inventarla fuera del país sino de encontrarla aquí en
Indoamérica.
El
Estado antiimperialista desarrollará el capitalismo de Estado como sistema de
transición hacia una nueva organización social, no en beneficio del
imperialismo, que supone la vuelta al sistema capitalista, del que es una
modalidad, sino en beneficio de las clases productoras, a las que irá
capacitando gradualmente para el propio dominio y usufructo de la riqueza que
producen.
Decía
Haya de la Torre, con visión porvenirista, que “Nuestros pueblos están viviendo
aún socialmente, un proceso estructural de evolución y crecimiento
correspondiente al de su constante devenir y cambio económico; tanto más veloz
y profundo en su transformación cuanto más adelantado y rápida sea su
movimiento desarrollista” (El
Antimperialismo y el Apra).