EL DESIGNIO
DE HOY Y DEL FUTURO ES LA FRATERNIDAD
CON EL PERÚ E
INDOAMÉRICA
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Cómo añoramos a los tiempos
de nuestros antepasados, los Incas, que crearon un Estado cooperativista, sin
dinero, sin moneda, sin comercio, sin esclavos, sin mendigos.
Y fue el único Estado del mundo que
dedicó la tercera parte de la Renta Nacional a fines de Asistencia y Previsión
sociales, para resolver sus problemas. Por eso es que los Incas jamás tuvieron
problemas con los niños, con los ancianos ni con los inválidos o
discapacitados.
El imperio incaico fue ejemplo de
gobierno con principios y valores éticos, ejemplo de trabajo creador, ejemplo
de vida comunitaria emprendedora y progresista, Se regía por un código de leyes
de pocas palabras: “Ama súa” (no seas ladrón), “Ama llulla” (no seas mentiroso)
y “Ama kella” (no seas ocioso).
Desde 1821 hasta la fecha todavía
no se logra solucionar los complejos y variados problemas individuales y
colectivos del Perú y esto se debe a muchas razones y que pasamos a referir.
A los peruanos nos falta mayor
comunicación y diálogo democrático –no el diálogo de los incendiarios y
subversivos-, mayor espíritu de entendimiento y de desprendimiento, más ansia
de superación de los vicios, defectos, egoísmos, debilidades, taras sociales y
demás imperfecciones.
Nos falta mayor sentido social y de
responsabilidad, mayor espíritu de cooperación solidaridad y
fraternidad entre todos los peruanos.
Aún predomina el individualismo, la
razón de la fuerza en algunos sectores políticos de extrema izquierda, el
conflicto de intereses, el mero afán de figuración política, el deseo de
capturar el poder para servirse del pueblo.
La mayoría de los políticos
practican la crítica al adversario pero muy pocos se autocritican;
utilizan la inmunidad parlamentaria para acusar al opositor e investigarlo,
pero invocan para sí la impunidad.
El Perú de las últimas tres décadas
se divide en políticos verdaderos (y son rarezas), en tránsfugas políticos (los
hay muchos) y los apolíticos que dicen ser “independientes” pero
que cambian de camiseta política cada cinco años para integrarse a “nuevos
movimientos”. De estos tipos de peruanos no podemos confiar.
Nuestra situación de país
subdesarrollado o país de velocidad lenta se debe a múltiples razones, una de
ellas es por la falta de fraternidad entre todos los peruanos.
Me permito afirmar categóricamente
que la fraternidad entre todos los peruanos es el designio de hoy y del futuro.
Debemos ser fraternos con el pobre
y con el rico, con el grande y con el chico, con quienes están dispuestos a
luchar firmemente en las buenas y en las malas, fraternidad con los que
comparten y respetan nuestras ideas aun cuando sean equivocadas, fraternidad
con los analfabetos de arriba y los analfabetos de abajo, fraternidad con los
que abrigan una esperanza y un futuro próspero, con los que no sólo critican
los proyectos y las acciones del gobierno sino también con los realizadores y
constructivos.
Debemos ser fraternos con los
peruanos que aman el Perú y son capaces de entregar sus vidas por la libertad y
la justicia de las mayorías nacionales.
Debemos ser fraternos con los
buenos y humildes, con los hombres del campo y de la ciudad, con el niño,
el joven, el adulto y el anciano, con quienes desean que el Perú salga
adelante, con el fin de borrar el oprobio de los malos y soberbios y acabar con
la injusticia social.
Debemos practicar la fraternidad
con quienes labran la tierra de sol a sol, con quienes producen la riqueza para
compartirlo con los que menos tienen, con quienes son instrumentos de la
justicia y no simples herramientas del poder económico y político o de los
grupos de presión.
Fraternidad en el Perú con todos
los jueces justos, inteligentes y con capacidad de servicio a la sociedad, pero
jamás fraternidad con aquellos que anulan un sumario, fraguan otro nuevo y emiten
una sentencia para que quede absuelto el culpable y resulte crucificado el
inocente.
Fraternidad con todos los mejores
maestros, que se esfuerzan y superan para ser cada vez mejores y competitivos,
que no se corren de las evaluaciones porque son conscientes de estar bien
preparados profesionalmente, que entienden y practican la política como ciencia
de buen gobierno y no como simple medio de agitación social.
Fraternidad con todos los médicos
que cumplen el Juramento hipocrático, que recetan la medicina adecuada para
curar los males de sus pacientes y que tienen sensibilidad humana.
Fraternidad con los policías y
militares que ejercen sus funciones con alto sentido de responsabilidad,
transparencia y espíritu de superación, para garantizar el orden, la seguridad
y la tranquilidad pública.
Fraternidad en el Perú con los
verdaderos dirigentes políticos, sindicales, comunales y empresariales que
entregan su alma, corazón y vida por un Perú nuevo, redimido, libre, digno y
justo.
Fraternidad en el Perú con todos
los padres de familia que son verdaderos ejemplos para sus hijos y la sociedad
peruana, que practican la monogamia y no la poligamia, que se esfuerzan a
diario por dar a sus hijos una educación de calidad y convertirlos en
excelentes profesionales.
Fraternidad con todos los peruanos
que se esfuerzan por lograr un trabajo sobre la base de sus propios méritos,
dejando atrás el “tarjetazo” político, el compadrazgo, la “coimisión” o las
malas costumbres.