XXIV
EL APRISMO ES UN
PARTIDO ANTIDEMAGOGICO
Porque es pecado mortal de gobernante, de
estadista o de buen político decir lo que no se cumple; prometer lo que no se
realiza. E igual pecado es hacer demagogia sobre problemas a los cuales
corresponde una dialéctica seria y una docencia diferente. (142)
Ahora nosotros le decimos al pueblo peruano:
no creas en los demagogos, no creas en quienes te dicen que somos capaces
nosotros de movernos aisladamente por nosotros mismos en este mundo de la era
atómica, de la energía nucelar, de los satélites y de los astronautas. (143)
Mi anhelo como fundador del APRA ha sido siempre
que ella oriente a los pueblos latinoamericanos hacia sus verdaderos problemas.
Que no nos desviemos con demagogias ineficaces, con gritos inútiles, con
arrogancias de gesto que nada construyen. (144)
Pero, naturalmente, nosotros no podemos tener
la mentalidad de un Partido chico. Los Partidos chicos pueden ofrecer porque
saben que están muy lejos de la oportunidad de dar. Si yo fuera el jefe de un
pequeño Partido cuántas cosas no prometería. A veces la demagogia es un recurso
fácil; pero cuando se tiene la responsabilidad de un Partido mayoritario y
cuando se sabe que los problemas de un país no son fácilmente solubles sin el
concurso de todos, sin la planeación de un estudio, es necesario tener muy en
cuenta que un Partido mayoritario debe medir muy bien sus pasos y debe
encaminarse seguramente hacia su destino pero no dando traspiés. (145)
Somos un Partido que nunca hicimos demagogia.
Nunca adulamos a las masas con falsas promesas y siempre dijimos clara y
terminantemente que la democracia significa una ecuación de deberes y derechos,
y, que ser aprista significa asumir responsabilidades muy graves. Porque quien
es miembro de un Partido mayoritario debe pensar como tal; en grande y con
grandeza, puesto que es la expresión mayoritaria del país. (146)
No cabe, pues, fanatización demagógica de las
masas en un Partido en el que tan bien se equilibran la fe y la razón, el
ímpetu emocional y la concepción científica. (147)
Todo Partido político trata de captarse las
masas presentándoles los problemas nacionales y orientándolas a su mejor
solución de acuerdo con un Programa. No creo - ni nunca lo ha aceptado el
Partido Aprista Peruano - en la demagogia como medio de propaganda. Durante
nuestras campañas pre y postelectorales
hemos demostrado que el Partido Aprista Peruano no ha abandonado nunca el punto
de vista objetivo al tratar los problemas del país. Nunca hemos aceptado el
lema jesuítico de que «el fin justifica los medios». Nuestra línea de acción ha
demostrado claramente nuestro realismo y nuestro espíritu constructivo. (148)
Esto no es demagógico. Ustedes saben bien,
compañeros, que yo jamás he adulado a las masas; ustedes saben que el secreto
de mi fuerza y de mi autoridad en el Partido consiste en que yo siempre digo la
verdad descarnada y jamás adulé, porque nosotros queremos hacer enseñanza
constructiva y no labor destructiva, transitoria y disolvente, como la de
quienes dirigen fuerzas precarias para que se desmoronen después. (149)
El pueblo aprista sabe muy bien que una de
las garantías de la perennidad del Aprismo, de su responsabilidad, de su
capacidad para educar políticamente al pueblo, se debe a que nosotros, los
líderes y el fundador del Partido, nunca hicimos demagogia. Nunca adulamos a
las masas con falsas promesas... (150)
El Apra repugna demagogias engañosas y
rechaza a los que desnaturalizan nuestra causa. (151)
La demagogia es el venenito que yo le llamo
algunas veces la «pimienta». La demagogia, como lo he dicho en mis lecciones en
la Escuela de Dirigentes, es como la pimienta, que a veces sirve para
condimentar un plato; pero nadie se come un plato de pimienta. (152)
El Partido Aprista que salió de la
Universidad Popular, jamás engañó al pueblo. ¡Nunca la demagogia, nunca la
adulación!. ¡Jamás decirle al pueblo que es merecedor de todo, sino presentarle
la realidad; que la democracia y la libertad se conquistan siempre sabiendo que
cada garantía ocasiona una responsabilidad, que a cada derecho corresponde un
deber, que a cada privilegio una obligación!... (153)
XXV
EL APRISMO ES UN
PARTIDO AUTOCRITICO
Claro está que hay que lamentar hechos
dolorosos, claro está que en nuestra Historia, hemos cometido errores, - ¿quién
no? -. No somos un Partido de ángeles ( y ya lo dije alguna vez) ni de San
Francisco de Asises. Somos un Partido de hombres susceptibles de errar y de
pecar que han querido redimirse y reeducarse. Pero nadie puede negar que este
Partido ha logrado la hazaña histórica de conformar un movimiento cívico que ha
sabido arrostrar todos los embates, todas las persecuciones, todas las
asechanzas, que ha sido vencedor de la adversidad y que ha redimido cada vez a
más grande altura una calidad ciudadana que es ejemplar para todos los peruanos
y que a sotto voce, o declaradamente,
es también reconocido por todos los peruanos con el corazón bien puesto. (155)
De un pueblo que ha sido educado en el
padecimiento y en la enseñadora experiencia; en la experiencia del suceso y del
fracaso. De un pueblo al que se le ha dicho siempre que nuestro Partido como nuestro
país, no son un Partido ni un país de ángeles; porque somos hombres de carne y
hueso, susceptibles de pecar y de equivocarnos, sin necesidad de evocar a
Terencio. Porque somos susceptibles de equivocación puesto que somos hombres,
pero al mismo tiempo somos un poco más que el hombre común cuando tenemos la
hidalguía y la voluntad de confesar y reconocer errores, y decir ante el
supremo juez de nuestro Partido, que es el Pueblo, que estamos listos a
rectificarnos y superarnos con humildad y decisión de trabajar siempre en la
mejor forma y con el mayor beneficio para los intereses nacionales. (156)
Que la autocrítica debe ser una condición
fundamental en nuestro planteamiento. (157)
XXVI
EL APRISMO ES EL
PARTIDO DE UNIDAD NACIONAL
En este sentido amplio es que nuestra palabra
de orden: «Sólo el Aprismo Salvará al Perú», es más que una admonición
exclusivista contra los que no son miembros del Partido, un llamado fraternal a
todos aquellos que sobre bases de sincera devoción al país puedan venir a
nuestras filas a ayudarnos en la gran tarea de hacer prácticos nuestros
principios y luchar organizadamente por el fin común que el Partido se propone
alcanzar. (159)
Porque ese es el sentido fraterno del Aprismo.
Recuerden ustedes cuántas veces han oído decir que el Aprismo no es solamente
un Partido político, sino también una Gran Fraternidad. Porque los partidos
políticos no pueden sobrepasar lo humano y nosotros aspiramos al gigantesco rol
de sobrepasar lo humano y de sobrepasarlo por la acción heroica, por la
magnífica gesta de todos los días, elevándonos, superándonos, purificándonos,
haciendo de nuestra obra algo nuevo, algo bello, algo eterno en que nuestros
dolores se hagan fuerza, energía, creación, algo que constituye para el Perú la
suprema ambición, algo que surge del alma misma de un pueblo que quiso ser el
forjador de su futuro y el remediador de sus males. (160)
Somos el Gran Partido del Perú, pero porque
somos el Gran Partido del Perú tendemos una y mil veces las manos a todos los
peruanos que quieran acompañarnos en esta cruzada de renovación democrática, de
rectificación política, de rescate de los valores morales, de exaltación de las
normas jurídicas de libertad nacional. (161)
Pero, compañeros, el Aprismo tiene no sólo la
misión de defender y de resguardar los intereses y los derechos de sus
afiliados, sino tiene que ser además la fuerza viva de aquellas otras masas que
todavía están demandando justicia y dirección. (162)
Y el Aprismo ha enarbolado siempre la bandera
de paz, de reconciliación, de reconstrucción del Perú y ha dado lecciones
patentes, inequívocas de cómo sabe reconsiderar sus actitudes, sus criterios,
sus puntos de vista respecto del adversario. (163)
No se puede vivir del odio, no se puede vivir
de la venganza, no se puede vivir de memorias, cuando ante todo y sobre todo
está el destino y los designios de la Patria.
Nuestra voluntad, nuestra decisión de hacer
del Perú un país en el cual no sea el odio la bandera negra que Darwin vio, es
una decisión firme, tenaz, a la cual no se ha respondido siempre
fervorosamente, pero que nos ha deparado la complacencia de lograr algunas
victorias. (164)
Yo tengo que decir que el Partido mantuvo
siempre esta fe de confraternidad peruana,
que por eso fuimos a las recientes elecciones, que antes de saber cuántos votos
obtendríamos dijimos que había que gobernar con todos. (165)
Puesto que si los pueblos más distanciados,
más enconadamente enemigos se reconcilian y se abrazan ¿por qué entre peruanos
no nos vamos a tender las manos?. ¿Por qué hemos de seguir alimentando odios,
exaltando rencores, desangrándonos, en esta lucha sin perdón y explotándola
para beneficio de egoísmos, de candidaturas o de subalternas aspiraciones?.
(166)
Pero vamos a unirnos, vamos a juntarnos,
vamos a reconciliarnos, vamos a construir un Nuevo Perú. No a costa del dolor y
de la injusticia. Vamos a juntarnos para crear, para hacer, para elevar las
condiciones de vida de este país, tanto material como espiritual, tanto
económicas como políticas. ¡Vamos a darle al Perú una nueva dimensión! (167)
Trabajemos por la confraternización de los
peruanos, ennoblezcámonos en el ejemplo de darnos todos a esta lucha generosa
por tendernos la mano y llamarnos compatriotas. (168)
Si consideramos que la fuerza de la clase trabajadora es aún grande y su
complicidad con el imperialismo cada vez más clara, comprenderemos que es
necesaria la organización de un gran Partido, disciplinado, que capte todas las
fuerzas seccionadas, que una todos los
bandos, que agrupe en un solo Gran Frente a todos los luchadores dispersos.
(169)
Nada ha podido dividirnos, ni la intriga de
dentro ni la de fuera. Nuestras clases trabajadoras, conscientes del peligro
cercano y revolucionarios realistas han desechado todo divisionismo. Saben que
el que divide, enemigo es... Estamos todos juntos. Formamos la falange
revolucionaria que nada ni nadie va a destruir. (170)
Con el Aprismo han de fusionarse todas las
tendencias renovadoras, todas las aspiraciones anticentralistas, todos los
anhelos constructivos hacia una efectiva y profunda transformación económica,
política, social y cultural en el país.
Nada podrá destruirlo, porque él representa
la voluntad inalienable de un pueblo que exige justicia. Debemos, pues, estar
seguros de su victoria. (171)
XXVII
EL APRISMO ES UN
PARTIDO CON FUERZA ESPIRITUAL Y MORAL
El movimiento es pues, un concepto nuevo en
el léxico de la filosofía política de la América. A su exégesis ideológica vale
unir su gran contenido espiritual, su poderoso plan místico. El Aprismo cree en
el misticismo social y político como expresión colectiva del imbíbito fondo
religioso del individuo. Y en este aspecto, la disciplina aprista expresa una
ética puritana y nueva. Todo lo que hay de elevado y de profundo en la emoción
mística de los pueblos latinoamericanos, es movido por el Aprismo como fuerza
de superación y de liberación espiritual. (173)
Nuestra disciplina, nuestra organización,
nuestra unidad, nuestro absoluto desinterés personal, son medios morales de
educación individual, social y política, absolutamente necesarios en un pueblo
como el nuestro al que faltó siempre el ejemplo saludable de directores
preclaros. Porque es necesario repetirlo: tan importante como la obra de
reorganización material del país, consideramos la de su moralización. Una y
otra están relacionadas. Los mejores programas económicos y políticos
fracasarían sin una enérgica tentativa para la educación moral del Perú. Ambos
son para nosotros primordiales. (174)
El Aprismo es, como obra de espíritu, como
obra social, como obra histórica, una magnífica transformación del dolor en
ímpetu afirmativo. (175)
Y nada pudo el hierro y nada pudo el oro. Y
el Aprismo resurge y se agiganta, con nuevos impulsos y va abriendo su camino y
va cumpliendo su misión y va realizando su destino. Y el Aprismo avanza y el
Aprismo vence con la fuerza luminosa y aleteante de un ideal común. (176)
Por eso, compañeros, la obra de nuestro
Partido es también una gran obra moral; y por eso necesitamos estar juntos para
mirarnos siempre cara a cara, para examinarnos la conciencia, para saber si
somos leales soldados, leales apóstoles, leales intérpretes de nuestra obra.
(177)
El APRA es el resultado de la lucha de los
buenos ciudadanos de América Latina contra los que la traicionan y venden.
(178)
Sólo organizando una fuerza política y moral
latinoamericana que tienda a crear un sistema de resistencia antimperialista y
de renovación interior nos salvaremos. Esa es la doctrina del APRA en esencia.
Todo lo que tienda a destruir o minar nuestra acción defensiva debemos
combatirlo implacablemente. (179)
No perder energías y hacer del APRA una
poderosa fuerza de moralización y de cura política que traiga como consecuencia
justicia y bienestar. (180)
Lo prometemos ante la Nación una vez más:
quien delinca será dos veces culpable y dos veces castigado, porque recibirá la
maldición del pueblo aprista y la maldición de la Patria. Puedo decir ante esta
magnífica asamblea, puedo decirles a todos los peruanos: cuando un aprista
delinca ¡acúsenlo!, no tengan miedo, que se encontrará en el Partido los
mejores fiscales para condenar al culpable. Por tal razón, está demás el
dicterio, el ultraje. Porque nosotros no nos perdonamos a nosotros mismos. Pero
exigimos del otro lado no profanar la verdad. Es necesario que cuando alguien
pueda levantar el dedo para acusar a un aprista, que sea en verdad una
acusación justificada. Nosotros garantizamos que un movimiento como el nuestro
no puede tolerar pillos en su seno. (181)
XXVIII
EL APRISMO ES UN
PARTIDO RENOVADOR
Nuestro movimiento cívico es un movimiento
ágil, dúctil, elástico e inteligente y juvenil. Tenemos que adaptarnos a la
realidad peruana, tenemos que hacer de la realidad peruana algo nuevo, recreando
en este país los ideales constructivos de justicia y de democracia, no sólo en
las palabras sino en los hechos. (183)
Para nuestro Partido, la renovación es más
honda y supone también en cada uno de nosotros el afán de una tarea ejemplar de
sinceridad, de decisión, de disciplina, de sacrificio. La obra toda del Partido
Aprista Peruano, ha sido hasta hoy un ejemplo admirable de lealtad y de
tenacidad del que debemos estar satisfechos. (184)
Nuestro Partido representa ahora, la fuerza
nueva a la que le estaba reservada la victoria. Tengamos fe y trabajemos. (185)
El Apra es un Partido renovador que ha traído
profundas transformaciones; que ha marcado en la historia del país un largo
capítulo de lucha y de ejemplo de lo que debe ser una agrupación política
moderna. Hemos vivido una experiencia incomparable como movimiento, disciplina
cívica y esfuerzo para demostrar que puede hacerse una verdadera transformación
social, económica y política, dándole plena vigencia a la democracia. Creo que
el Apra tiene ese mérito histórico, y le reclamo el título de Partido
profundamente renovador en un país que, como el nuestro, no tenía movimientos
de principios, no poseía partidos políticos organizados y donde no se había
dado a la política una validez y un contenido educador y docente. (186)
XXIX
EL APRISMO ES UN
PARTIDO HEROICO
Que no adulamos nunca al pueblo, ofreciéndole
lo que no podía dársele. Y que antes, mucho antes de que Churchill dijera a los
ingleses de que su quehacer era «Sangre, sudor y lágrimas», nosotros ya lo
habíamos padecido, sudando, sangrando y llorando. (188)
Nosotros debemos llevar a todos los apristas
del Perú esta gran consigna heroica: Estamos firmes, sin arrogancias, sin
altanerías fatuas e insostenibles, dentro de las razones fundamentales de
nuestro programa, dentro de la lógica de nuestro programa, dentro de la lógica
de nuestra doctrina. Estamos aquí firmes, defendiendo los verdaderos postulados
de la justicia social en el Perú. (189)
Por eso es que el Aprismo, Partido moderno,
extrajo lo esencial de todos los dolores y ha ido también escribiendo su propia
historia con la sangre de su sangre, con la entraña de su entraña, con los
huesos de sus huesos. (190)
Hemos sabido soportar las adversidades, hemos
sabido perdonar a los adversarios; hemos sabido guiarlos con lealtad. (191)
Nadie puede negarnos ni honradez personal y
política, ni decisión profunda de sacrificio. Justamente, por nuestra fe en la
redención del Perú, por nuestra firmeza en el servicio de esa causa, quienes
son incapaces de comprender las grandes devociones, nos han llamado fanáticos y
sectarios. No olvidemos que toda religión o que toda causa política entendida
de fervores auténticos, ha merecido el nombre de secta de quienes no podían
comprenderla o sentirla. (192)
XXX
EL APRISMO ES UN
PARTIDO CON MARTIROLOGIO
Nuestro Partido ha superado gallardamente la
etapa lírica de los impulsos iniciales. Ha vivido su tragedia y tiene su
martirologio. No necesitamos ir muy lejos para hallar tumbas de compañeros
sobre las cuales jurar y sentirnos fuertes. No tenemos que leer libros europeos
para aprender cómo se sufre y cómo se lucha por la libertad y por la justicia.
No necesitamos prestar consignas o importar credos. Aquí en ámbitos de América,
en suelo del Perú, se mueven nuestros luchadores y duermen nuestros caídos. De
la sangre de éstos y de la acción creadora y autóctona de aquellos, surgirá la
victoria. (194).
XXXI
EL APRISMO ES UN PARTIDO RELATIVISTA
Quizás porque nuestro movimiento no miró
nuestros problemas a través de un periscopio, desde allá para aquí, es decir,
desde los bordes del mundo viejo, o de Europa, o de los países más
desarrollados, observando nuestra realidad a través de ellos, sino al
contrario. Quizá por este simple trastrueque de ángulo o de visión en el
enfoque de nuestros problemas, hemos acertado. Y hemos acertado en lo que
constituye la base de una perennidad orientadora en la solución de nuestros
problemas. Nosotros establecimos como normas primarias del Aprismo que los
problemas de Europa eran diferentes de los problemas de nuestra América. Y que,
por consiguiente, las soluciones también tenían que ser diferentes. (196).
XXXII
EL APRISMO ES EL
PARTIDO DEL PUEBLO
Es necesario recordar que el Partido Aprista
no ha sido nunca ni será instrumento de la oligarquía; es el Partido de los
Pobres, es el Partido de los Trabajadores, es el Partido del Pueblo...(197)
El APRA no es un Partido chico, no es un
Partido de área limitada y de ambiciones excesivas. Nosotros somos el Partido
del Pueblo, el Partido más poderoso del Perú. (198)
Nuestra pobreza es el mejor título de nuestra
idoneidad democrática y revolucionaria. (199)
El APRA es el resultado de un espontáneo
anhelo de nuestros pueblos para defender unidos su libertad, venciendo a los
enemigos de dentro y a los de fuera. (200)
El Aprismo, representa la fuerza política
popular mejor organizada y más constructivamente
programada del país. (201)
Contra la confabulación reaccionaria, que
usufructuando la ignorancia y haciendo de la barbarie su baluarte, sirve a los
más bajos egoísmos, el Aprismo había dado ya a los pueblos de América una nueva
ideología y erigido en el Perú un Gran Partido. En él encuentra nuestro pueblo
el legítimo intérprete de sus grandes anhelos y el conducto certero de su lucha
por la Justicia. (202)
Porque nuestro Partido tuvo como razón de ser
la amargura de un pueblo, su anhelo de justicia y la orientación realista y
efectiva hacia el verdadero camino para conseguir su libertad. Porque es fácil
reconocer la injusticia; pero es muy difícil encontrar la ruta verdadera para
poder suprimirla. Por eso nosotros hemos buscado en nuestra propia realidad el
verdadero camino, que es el único: la respuesta de las masas, el fervor de las
masas. La fuerza formidable del Aprismo es la respuesta histórica, es el grito
humano que consolida y confirma nuestra doctrina. (203)
En este país de vicios, corrupción y
peculados; en este país de crímenes y de vergüenza ha aparecido una fuerza
empujada por el pueblo, que es todo pureza, todo espíritu de justicia, todo
sentido de realidad. Los miopes no supieron comprenderla. Eso ha pasado siempre
en la Historia. Cuando nace una fuerza formidable que parece romper los ritmos
y las leyes de su vida, aquellos que son abogados de la mezquindad quieren
enfrentársele con palabras. Y eso es como intentar detener la ola del mar con
un golpe de mano. (204)
Testimonio histórico del acierto del Aprismo
es su fuerza popular. Y razón de ser de su fuerza popular es que por conciencia
o por eminente instinto, el hombre que trabaja con las manos o con el cerebro
sabe perfectamente que el Aprismo ha planteado, sin lugar a dudas, la solución
integral de los problemas nacionales en el campo económico y social. (205)
En todo el país, el Aprismo es hoy el credo
político del pueblo. (206)
XXXIII
EL APRISMO ES UN
PARTIDO QUE NUNCA MUERE
¿Por qué el Aprismo nunca muere?.Porque nunca
aduló al pueblo con mentiras, y que siempre le dijo que realizar la obra de
transformación del Perú y de América, era difícil tarea; pero que siempre le
dijo también que unidos, resueltos, firmes y sinceros podríamos nosotros
realizar las mayores tareas y vencer los más grandes obstáculos que se
opusieran al gran propósito de redimir al Perú de su sometimiento, de su
injusticia, y sobre todas las cosas, de la ignorancia en que lo tienen, los
regímenes que han querido en todos los momentos postergar al pueblo para que no
aprenda a descubrir ni sus derechos ni sus obligaciones. Porque cada aprista
sabe que nuestro mensaje no fue una consigna, no fue una papeleta de empeño, ni
fue una prenda de hipoteca. El Apra le dijo al pueblo: «Anda tú, con tus
propios conocimientos. Sé libre y marcha hacia adelante, porque tú serás el
autor de tu propia liberación. (208)
Y «caducan» aquellos movimientos que impulsan
y enrumban el interés menor, la ambición y el oportunismo, pero no los idearios
como el nuestro, que a lo largo de cuarenta años han demostrado, con su
supervivencia y el mantenimiento de su fidelidad principista, lo que vale la
conciencia de su pueblo y lo que importa un Partido que no transige ni
claudica; que no es mercenario; que mantiene invicta e insobornable su
auténtica conciencia revolucionaria. (209)
Este Partido, compañeros, no tiene miedo ni
tendrá miedo, ni perecerá por el miedo... (La multitud grita: «El Apra nunca
muere»!). ¿Por qué el Apra no muere?. Porque ha habido muchos que han muerto
por el Apra. (210)
Que no tenemos nada de qué avergonzarnos. Que
nuestra lucha fue sincera y certera y que no caímos nunca en los extremismos
demagógicos y engañosos, embusteros «de ensarte» político. (211)
Aquí está nuestra resolución de ser el
Partido vigilante y alerta de los destinos del país; nadie podrá negarnos ese
derecho, hemos vivido largos años de martirio, de sufrimiento, de persecución
en que se nos quiso exterminar por todos
los medios, pero ¡Aquí estamos!, cada vez más fuertes y cada vez más dispuestos
a luchar en defensa de estos derechos que son inherentes para la vida del
pueblo peruano. (212)
Los muertos, nuestros muertos, levantaron a
nuestro Partido al plano de las obras inmortales. Y nosotros les debemos a
ellos eso: que nuestro Partido sea, como fuerza histórica, algo eterno. De allí
que nuestro Partido nos imponga a los apristas hacernos gigantes,
transformarnos, purificarnos, limpiarnos, bañarnos en nuestra propia sangre,
ser limpios y buenos, ser grandes y fuertes porque somos los Padres de una
nueva etapa de la Historia. (213)
Nosotros somos luz siempre y hemos de llevar
luz siempre en todas las horas, luz hasta en las mismas tumbas. Nosotros hemos
de ser siempre portadores de este espíritu fuerte e inflamado de los que tienen
el ansia infinita de crear algo grande. Y cómo no hemos de crear algo grande,
si todos sentimos sobre nuestras espaldas la cruz que ha de redimir al Perú
viejo, de sus pecados. Todos sentimos sobre nosotros esa cruz redentora. Todos
hemos sufrido ya las caídas y los azotes. (214)
El Partido ha logrado formar muchos hombres,
hemos hecho escuela veteranos que fundamos este movimiento. Hacia él vienen y
vendrán hornadas de elementos nuevos. El Aprismo no morirá con sus fundadores.
Los ensayos que para matarlo se han hecho han fracasado todos. El Aprismo debe
proseguir su gran andadura histórica y dentro de esta buena avanzada hacia el
futuro hay que pensar que por más que yo sea el Fundador del Partido hay algo
que vale más que eso. (215)
Y nosotros debemos pensar siempre que el
único juicio valedero para nuestra obra ha de ser el juicio de la Historia. No
trabajamos sólo para el presente; nuestro esfuerzo está también dirigido hacia
el futuro. (216)
Aquí estamos todos unidos, compactamente
unidos, para discutir nuestros problemas, para luchar por nuestros ideales. No
importan los años, no importan las canas si algunos las tengan, no importa que
los años transcurran; el Aprismo es imperecedente, el Aprismo es imperecedero y
cuando llegue la hora de que tengamos que marcharnos a nuestro camino
definitivo, pues ahí quedarán los otros y ahí quedarán ustedes, pero el Partido
no morirá. (217)
NOTAS
(1)
Obras
Completas. Víctor Raúl Haya de la Torre. Librería Editorial Juan Mejía Baca,
2ª. edición, 1984, impreso en España, Tomo 4, pág. 114.
(2)
Víctor Raúl
Haya de la Torre, Op.cit., Tomo 1, pág. 158.
(3)
Op.cit.,
Tomo 1, pág.175.
(4)
Ibídem, Tomo
1, pág. 194.
(5)
Ibídem, Tomo
1, pág. 195.
(6)
Ibídem, Tomo
1, pág. 200.
(7)
Ibídem, Tomo
1, pág. 282.
(8)
Ibídem, Tomo
4, pág. 99.
(9)
Ibídem, Tomo
4, pág. 104.
(10)
Ibídem, Tomo
4, pág. 105.
(11)
Ibídem, Tomo
4, pág. 195.
(12)
Ibídem, Tomo
5, pág. 38.
(13)
Ibídem, Tomo
5, pág. 263.
(14)
Ibídem, Tomo
5, pág. 97.
(15)
Ibídem, Tomo
5, pág. 257.
(16)
Ibídem, Tomo
5, pág. 260.
(17)
Ibídem, Tomo
5, pág. 261.
(18)
Ibídem, Tomo
5, pág. 262.
(19)
Ibídem, Tomo
5, pág. 303.
(20)
Ibídem, Tomo
1, pág. 84.
(21)
Ibídem, Tomo
1, pág. 355.
(22)
Ibídem, Tomo
1, págs. 354 y 355.
(23)
Ibídem, Tomo
7, pág. 426.
(24)
Ibídem, Tomo
5, pág. 488.
(25)
Ibídem, Tomo
1, pág. 135.
(26)
Ibídem, Tomo
1, pág. 130.
(27)
Ibídem, Tomo
1, pág. 408.
(28)
Ibídem, Tomo
5, pág. 47.
(29)
Ibídem, Tomo
5, pág. 77.
(30)
Ibídem, Tomo
5, págs. 322 y 323.
(31)
Ibídem, Tomo
4, pág. 105.
(32)
Ibídem, Tomo
7, pág. 326.
(33)
Ibídem, Tomo
7, págs. 378 y 379.
(34)
Ibídem, Tomo
7, pág. 434.
(35)
Ibídem, Tomo
4, págs. 83 y 84.
(36)
Ibídem, Tomo
4, pág. 113.
(37)
Ibídem, Tomo
5, págs. 36 y 37.
(38)
Ibídem, Tomo
5, pág. 118.
(39)
Ibídem, Tomo
1, pág. 202.
(40)
Ibídem, Tomo
4, pág. 27.
(41)
Ibídem, Tomo
7, pág. 329.
(42)
Ibídem, Tomo
7, pág. 337.
(43)
Ibídem, Tomo
7, pág. 443.
(44)
Ibídem, Tomo
1, pág. 318.
(45)
Ibídem, Tomo
1, pág. 361.
(46)
Ibídem, Tomo
7, pág. 364.
(47)
Ibídem, Tomo
7, pág. 440.
(48)
Ibídem, Tomo
7, pág. 461.
(49)
Ibídem, Tomo
5, pág. 447.
(50)
Ibídem, Tomo
1, pág. 363.
(51)
Ibídem, Tomo
2, pág. 473.
(52)
Ibídem, Tomo
5, pág. 42.
(53)
Ibídem, Tomo
5, pág. 79.
(54)
Ibídem, Tomo
5, pág. 322.
(55)
Ibídem, Tomo
7, pág. 487.
(56)
Ibídem, Tomo
5, págs. 501 y 502.
(57)
Ibídem, Tomo
5, págs. 123 y 124.
(58)
Ibídem, Tomo
5, pág. 417.
(59)
Ibídem, Tomo
5, pág. 418.
(60)
Ibídem, Tomo
7, pág. 402.
(61)
Ibídem, Tomo
5, pág. 90.
(62)
Ibídem, Tomo
5, págs. 148 y 149.
(63)
Ibídem, Tomo
5, pág. 323.
(64)
Ibídem, Tomo
7, pág. 330.
(65)
Ibídem, Tomo
7, pág. 421.
(66)
Ibídem, Tomo
7, pág. 426.
(67)
Ibídem, Tomo
5, pág. 118.
(68)
Ibídem, Tomo
1, pág. 303.
(69)
Ibídem, Tomo
1, pág. 349.
(70)
Ibídem, Tomo
2, pág. 334.
(71)
Ibídem, Tomo
5, pág. 154.
(72)
Ibidem, Tomo
1, pág.302
(73)
Ibídem, Tomo
2, pág. 48.
(74)
Ibídem, Tomo
2, pág. 45.
(75)
Ibídem, Tomo
4, pág. 72.
(76)
Ibídem, Tomo
4, pág. 75.
(77)
Ibídem, Tomo
4, pág. 107.
(78)
Ibídem, Tomo
5, pág. 44.
(79)
Ibídem, Tomo
5, pág. 66.
(80)
Ibídem, Tomo
5, pág. 101.
(81)
Ibídem, Tomo
5, pág. 122.
(82)
Ibídem, Tomo
2, págs. 174 y 175.
(83)
Ibídem, Tomo
2, pág. 463.
(84)
Ibídem, Tomo
7, pág. 339.
(85)
Ibídem, Tomo
5, pág. 404.
(86)
Ibídem, Tomo
2, pág. 52.
(87)
Ibídem, Tomo
2, pág. 54.
(88)
“Después de
mi muerte…la victoria”, pág.17
(89)
“Obras
Completas”, B.R.H.T., edic. cit. Tomo 7, pág.457.
(90)
Op.cit.,
Tomo 7, pág.494.
(91)
Ibídem, Tomo
7, pág. 494.
(92)
Ibídem, Tomo
5, pág. 422.
(93)
Ibídem, Tomo
5, pág. 43.
(94)
Ibídem, Tomo
1, pág. 279.
(95)
Ibídem, Tomo
4, pág. 355.
(96)
Ibídem, Tomo
5, pág. 43.
(97)
Ibídem, Tomo
5, pág. 398.
(98)
Ibídem, Tomo
5, pág. 477.
(99)
Ibídem, Tomo
5, pág. 491.
(100)
Ibídem, Tomo
2, pág. 464.
(101)
Ibídem, Tomo
5, pág. 75.
(102)
Ibídem, Tomo
5, pág. 75.
(103)
Ibídem, Tomo
2, págs. 456 y 457.
(104)
Ibídem, Tomo
7, pág. 425.
(105)
Ibídem, Tomo
1, pág. 312.
(106)
Ibídem, Tomo
1, pág. 319.
(107)
Ibídem, Tomo
5, pág. 420.
(108)
Ibídem, Tomo
5, pág. 422.
(109)
Ibídem, Tomo
5, pág. 440.
(110)
Ibídem, Tomo
5, pág. 477.
(111)
Ibídem, Tomo
5, pág. 128.
(112)
Ibídem, Tomo
2, pág. 46.
(113)
Ibídem, Tomo
1, pág. 102.
(114)
Ibídem, Tomo
2, pág. 17.
(115)
Ibídem, Tomo
2, pág. 473.
(116)
Ibídem, Tomo
2, pág. 488.
(117)
Ibídem, Tomo
5, pág. 496.
(118)
Ibídem, Tomo
1, pág. 268.
(119)
Ibídem, Tomo
1, págs. 268 y 269.
(120)
Ibídem, Tomo
1, págs. 324 y 325.
(121)
Ibídem, Tomo
5, pág. 411.
(122)
Ibídem, Tomo
7, pág. 327.
(123)
Ibídem, Tomo
7, pág. 423.
(124)
Ibídem, Tomo
4, págs.107 y 108
(125)
Ibídem, Tomo
1, pág. 365.
(126)
Ibídem, Tomo
5, pág. 47.
(127)
Pablo Silva
Villacorta, “Adónde van las ideas de Haya de la Torre”, pág.35.
(128)
V.R.H.T.,
“Revolución sin balas”, pág. 207.
(129)
Luis Alberto
Sánchez, “Haya de la Torre o el Político”, pág. 183.
(130)
Luis Alberto
Sánchez, Op.cit., pág.184.
(131)
Víctor Raúl
Haya de la Torre, Obras Completas, Tomo 1, edic.cit., pág.363.
(132)
Víctor Raúl
Haya de la Torre, Op.cit., Tomo 1, edic.cit., pág.361.
(133)
Ibídem, Tomo
7, pág. 206.
(134)
Ibídem, Tomo
5, pág. 418.
(135)
Ibídem, Tomo
1, pág. 201.
(136)
Ibídem, Tomo
1, pág. 201.
(137)
Ibídem, Tomo
5, pág. 354.
(138)
Ibídem, Tomo
7, pág. 389.
(139)
Ibídem, Tomo
6, págs. 17 y 18.
(140)
Ibídem, Tomo
7, pág. 416.
(141)
Ibídem, Tomo
5, pág. 403.
(142)
Ibídem, Tomo
5, pág. 492.
(143)
Ibídem, Tomo
5, pág. 493.
(144)
Ibídem, Tomo
1, pág. 201.
(145)
Ibídem, Tomo
5, pág. 419.
(146)
Ibídem, Tomo
5, pág. 416.
(147)
Ibídem, Tomo
5, pág. 319.
(148)
Ibídem, Tomo
5, pág. 314.
(149)
Ibídem, Tomo
5, pág. 347.
(150)
Ibídem, Tomo
5, pág. 416.
(151)
Ibídem, Tomo
4, pág. 154.
(152)
Haya de la
Torre, III Congreso Nacional PAP, 27 de julio de 1957.
(153)
Haya de la
Torre, Día de la Fraternidad. Lima, 25 de febrero de 1961.
(154)
Víctor Raúl
Haya de la Torre. Obras Completas, Tomo 5, edic.cit., págs..
423 y 424.
(155)
Ibídem, Tomo
5, pág. 462.
(156)
Ibídem, Tomo
5, pág. 495.
(157)
Ibídem, Tomo
1, pág. 361.
(158)
Ibídem, Tomo
5, pág. 76.
(159)
Ibídem, Tomo
5, pág. 324.
(160)
Ibídem, Tomo
5, pág. 332.
(161)
Ibídem, Tomo
5, pág. 350.
(162)
Ibídem, Tomo
5, págs. 422 y 423.
(163)
Ibídem, Tomo
5, pág. 459.
(164)
Ibídem, Tomo
5, pág. 461.
(165)
Ibídem, Tomo
5, pág. 464.
(166)
Ibídem, Tomo
5, pág. 472.
(167)
Ibídem, Tomo
5, pág. 473.
(168)
Ibídem, Tomo
5, pág. 475.
(169)
Ibídem, Tomo
1, pág. 138.
(170)
Ibídem, Tomo
2, pág. 17.
(171)
Ibídem, Tomo
2, pág. 51.
(172)
Ibídem, Tomo
5, pág. 159.
(173)
Ibídem, Tomo
1, pág. 273.
(174)
Ibídem, Tomo
5, pág. 123.
(175)
Ibídem, Tomo
5, pág. 334.
(176)
Ibídem, Tomo
5, pág. 335.
(177)
Ibídem, Tomo
5, pág. 156.
(178)
Ibídem, Tomo
1, pág. 197.
(179)
Ibídem, Tomo
1, pág. 199.
(180)
Ibídem, Tomo
1, pág. 201.
(181)
Haya de la
Torre, Discurso Plaza de Acho, Lima, 7 de setiembre de 1946.
(182)
Víctor Raúl
Haya de la Torre, Obras Completas, Tomo 5, edic.cit., pág. 155.
(183)
Víctor Raúl
Haya de la Torre, Op.cit., Tomo 5, edic.cit., pág.424.
(184)
Ibídem, Tomo
2, pág. 53.
(185)
Ibídem, Tomo
2, pág. 488.
(186)
Haya de la
Torre. Después de mi muerte…la victoria. Edic.cit., pág. 152.
(187)
Víctor Raúl
Haya de la Torre, Obras Completas, Tomo 7, edic.cit., pág. 337.
(188)
Ibídem, Tomo
7, pág. 392.
(189)
Ibídem, Tomo
7, pág. 392.
(190)
Ibídem, Tomo
5, pág. 336.
(191)
Ibídem, Tomo
5, pág. 466.
(192)
Ibídem, Tomo
5, pág. 118.
(193)
Ibídem, Tomo
7, pág. 390.
(194)
Ibídem, Tomo
2, pág. 336.
(195)
Ibídem, Tomo
7, pág. 205.
(196)
Ibídem, Tomo
1, pág. 350.
(197)
Ibídem, Tomo
7, pág. 418.
(198)
Ibídem, Tomo
7, pág. 420.
(199)
Ibídem, Tomo
7, pág. 442.
(200)
Ibídem, Tomo
4, pág. 81.
(201)
Ibídem, Tomo
5, pág. 95.
(202)
Ibídem, Tomo
5, págs. 128 y 129.
(203)
Ibídem, Tomo
5, pág. 154.
(204)
Ibídem, Tomo
5, págs. 154 y 155.
(205)
Ibídem, Tomo
1, pág. 302.
(206)
Ibídem, Tomo
2, pág. 48.
(207)
Ibídem, Tomo
7, pág. 336.
(208)
Ibídem, Tomo
7, págs. 350 y 351.
(209)
Ibídem, Tomo
7, págs. 358 y 359.
(210)
Ibídem, Tomo
7, pág. 391.
(211)
Ibídem, Tomo
7, pág. 392.
(212)
Ibídem, Tomo
7, pág. 424.
(213)
Ibídem, Tomo
5, pág. 332.
(214)
Ibídem, Tomo
5, pág. 339.
(215)
Ibídem, Tomo
5, pág. 469.
(216)
Ibídem, Tomo
2, pág. 53.
(217)
Ibídem, Tomo
5, pág. 422.
ÍNDICE
Partes
|
Introducción
|
Pág.
|
I
|
Partido Antimperialista
|
|
II
|
Partido Revolucionario
|
|
III
|
Partido de Integración Latinoamericana
|
|
IV
|
Partido con doctrina original y de emancipación
mental y política
|
|
V
|
Partido Escuela
|
|
VI
|
Partido con conciencia y misión de gobierno
|
|
VII
|
Partido del Perú y para todos los peruanos
|
|
VII
|
Partido Histórico
|
|
IX
|
Partido de la Justicia Social
|
|
X
|
Partido realista y programático
|
|
XI
|
Partido de Frente Único de Clases
|
|
XII
|
Partido Nacionalista
|
|
XIII
|
Partido de mayorías nacionales
|
|
XIV
|
Partido de Izquierda Democrática y
Funcional
|
|
XV
|
Partido Descentralista y Regionalista
|
|
XVI
|
Partido Antitotalitario
|
|
XVII
|
Partido de la Juventud
|
|
XVIII
|
Partido dialéctico y antidogmático
|
|
XIX
|
Partido de lucha y con disciplina
|
|
XX
|
Partido Anticaudillista
|
|
XXI
|
Partido Líder
|
|
XXII
|
Partido con vocación pacifista
|
|
XXIII
|
Partido de la Reforma Social en el Perú
|
|
XXIV
|
Partido Antidemagógico
|
|
XXV
|
Partido Autocrítico
|
|
XXVI
|
Partido de Unidad Nacional
|
|
XXVII
|
Partido con Fuerza Espiritual y Moral
|
|
XXVIII
|
Partido Renovador
|
|
XXIX
|
Partido Heroico
|
|
XXX
|
Partido con Martirologio
|
|
XXXI
|
Partido Relativista
|
|
XXXII
|
Partido del Pueblo
|
|
XXXIII
|
Partido que Nunca Muere
|
|
BIBLIOGRAFÍA
Haya de la Torre, Víctor Raúl. Obras Completas, Tomos 1 al 7. Librería
Editorial Juan Mejía Baca, Segunda edición, 1984, Impreso en España. Los
subtítulos que aparecen en el Capítulo I “El Aprismo según Haya de la Torre”
fueron puestos por Eudoro Terrones Negrete.
Haya de la Torre. Después de mi muerte…la victoria. 20 reportajes, 1 testimonio.
Ediciones Okura, Lima, 1985.
Okura Editores, S.A. Revolución sin balas. 15 discursos de Haya de la Torre. Lima-Perú,
1984.
Sánchez, Luis Alberto. Haya de la Torre o el Político. Lima-Perú, 1979. Santiago de Chile,
Biblioteca América, 1934.
Silva Villacorta, Pablo. Adónde van las ideas de Haya de la Torre. Lima-Perú, 1966.