POR LOS CAMINOS DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA DE CALIDAD EN EL PERÚ
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Cuando
abordamos el problema de la desigualdad en la educación superior en América
Latina y El Caribe es oportuno y válido destacar las expresiones del doctor
Claudio Rama[1],
cuando manifiesta que “la iniquidad de las sociedades latinoamericanos es el
resultado de su heterogeneidad estructural histórica, de su inserción
subsidiaria en los circuitos de la economía mundial, de las modalidades
desiguales del proceso de mercantilización, de la debilidad de las estructuras
de los Estados para redistribuir las rentas excedentes y de las estructuras de
concentración de los bienes y servicios y de la muy reciente consolidación de
las democracias. Estos parecen ser los ejes centrales de América latina, el
continente más desigual
medido por el índice de Gini.”
Dentro
de este contexto, el Perú no es la excepción, toda vez que está experimentando
similares problemas en la educación superior, está comprometido en la lucha
común por la igualdad en la educación, la regionalización y la descentralización,
la aplicación de políticas educativas de equilibrio y de cohesión social, la
educación de calidad continua e inclusiva con sentido social y valores éticos.
En
el Perú es necesario reducir la brecha tecnológica entre inforicos e
infopobres, universalizar las nuevas
tecnologías en los procesos pedagógicos, generar mayores fuentes de empleo
digno y salario justo, democratizar el ingreso a las universidades, proveer un
servicio de educación universitaria de calidad.
El
mismo hecho de pensar y apostar por una educación universitaria de calidad
implica asegurar la racional, equitativa y justa distribución de la riqueza y
del ingreso nacionales, dotar de un presupuesto público suficiente a las
universidades especialmente públicas con fines de investigación científica y adquisición
de modernos laboratorios, talleres, bibliotecas e incremento remunerativo permanente
del personal administrativo, docente y de servicios.
Pero
también implica la aplicación de estructuras de gestión no burocrática,
descentralizada y flexible, que conduzca a incrementar la matrícula sin
sacrificar la calidad ni saturar el mercado interno con profesionales que poco
o nada contribuyen con el crecimiento y el desarrollo sostenible y sustentable
del país.
La
educación universitaria de calidad es la clave y la herramienta fundamental
para mejorar los niveles de producción y de productividad, generar nuevos
conocimientos, elaborar nuevas teorías de enseñanza-aprendizaje, mejorar la
calidad de vida de la población, impulsar y fortalecer la democracia funcional con
respeto a los Derechos Humanos, competir con eficacia en el mundo global y
enfrentar con éxito los retos científico- tecnológicos del presente y de los
próximos siglos.
En
una rápida caracterización de la educación universitaria de calidad en el Perú podríamos
decir que debe ser inclusiva, participativa, innovadora, equitativa, no burocrática,
descentralista e impulsora del cultivo y desarrollo de la política científica,
incentivadora de las aptitudes creativas de los profesores y estudiantes, renovadora
de métodos y de técnicas de enseñanza-aprendizaje, forjadora de profesionales,
investigadores sociales y especialistas competentes. Debe responder a una
planificación estratégica, racional, realista, autónoma, responsable y con
rigor científico y a las necesidades de crecimiento y desarrollo integral del
país en lo científico, tecnológico, social, económico, político, cultural,
ecológico, axiológico y ético.
La educación universitaria para
ser de calidad en el Perú debe ser, además, pluricultural, investigativa,
polivalente, interdisciplinaria, multidisciplinaria, competitiva, continua e
inclusiva, medida sobre la base de
resultados, participativa horizontalmente, autónoma, centrada en los intereses
de los estudiantes y receptiva de la cooperación internacional. Se basa en la
enseñanza democrática, utiliza métodos formativos fundado en la acción y en un
enfoque globalizador. Debe aplicar estrategias didácticas para formar
competencias: el método constructivista de Kolb, el método clínico de Piaget, el
método de mapas conceptuales, las estrategias metacognitivas, las pasantías, el
análisis crítico, el portafolio, la simulación, la clase magistral, las
monografías y los ensayos. Debe desarrollar el pensamiento sistémico y el
pensamiento complejo, la propuesta curricular por competencias que incrementa
las zonas de desarrollo próximo de los estudiantes, desarrolla prioritariamente
la enseñanza basada en competencias (EBC). Debe aplicar un horario flexible en
las sesiones de aprendizaje, articula la teoría con la práctica en el proceso
de enseñanza-aprendizaje. El profesor debe efectuar su reciclaje profesional de
por vida, el currículo debe ser periódicamente renovado y actualizado según los
avances y las innovaciones científicas y
tecnológicas. Las universidades deben trabajar en alianzas estratégicas con el
sector empresarial y los sectores de la sociedad. La enseñanza debe basarse en
las competencias (EBC). Los miembros de la comunidad universitaria deben ser
proactivos al cambio, tener conciencia, mística y vocación de servicio al bien
común.
Sólo la educación universitaria
de calidad en el Perú hará posible desarrollar una cultura de calidad y una
filosofía de prevención, creatividad e
innovación institucional, incorporar a
los mejores estudiantes y profesores, aplicar los modernos recursos didácticos
y metodológicos, desarrollar el trabajo institucional, académico y
administrativo en equipo, con visión y misión compartidas por todos los
miembros de la comunidad universitaria.
[1] Claudio
Rama, director del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior
en América Latina y el Caribe (IESALC), en: Revista Universidad Nº 8- ANR-
Comisión de Coordinación Inter-Universitaria- Dirección General de Desarrollo
Académico. Lima-Perú, 2005.