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6 de julio de 2020

APRISMO ES NACIONALISMO VERDADERO, ESENCIAL, MODERNO Y CON SENTIDO SOCIAL Y HUMANO


APRISMO ES NACIONALISMO VERDADERO, ESENCIAL, MODERNO Y CON SENTIDO SOCIAL Y HUMANO

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

El Aprismo aspira a una obra de verdadero nacionalismo. Nacionalismo esencial y moderno que no excluya su sentido social y humano. Nacionalismo basado en el hijo de la Nación que trabaja, que la sirve, que la integra.
Haya de la Torre.


Víctor Raúl Haya de la Torre, 
fundador, maestro, jefe y guía del Aprismo

El aprismo sostiene que es imposible lograr definitivamente la independencia y el usufructo total de la riqueza nacional mientras subsista la situación siguiente:
Mientras los pueblos permanezcan bajo la tutela del imperialismo, sea éste norteamericano, soviético, chino, etc., o traiga el disfraz que escoja.
Mientras nuestras riquezas naturales o materias primas continúen siendo extraídas y explotadas bajo exclusivo provecho de empresas extranjeras, con la consiguiente explotación de los braceros peruanos e indoamericanos.
Mientras la clase productora nacional no tome conciencia de su rol histórico de transformación por la justicia social.
Mientras la población no tome conciencia política y conciencia cultural de su real explotación por el imperialismo.
El aprismo como partido nacionalista significa:
Reconquista, rescate y reivindicación de los derechos de nuestras naciones explotadas.
Lucha efectiva para que las riquezas del país sean exclusivamente nacionales.
Rechazo a toda política económica de aventurerismo, improvisación y entreguismo, contra toda clase de tutorías extranjeras y subordinaciones perjudiciales y contra toda pretensión de venta e hipoteca de los recursos naturales de Perú al imperialismo en todas sus clases.
Defensa y protección de las riquezas nacionales bajo un Estado Antiimperialista.
Cohesión de las economías interdependientes para liberarse del coloniaje y de la miseria crónica.
Lucha de manera continental y unida, contra los amos presentes y futuros de adentro y de afuera.
Nacionalización progresiva de tierras e industrias, vale decir, desfeudalización del campo y liberación del campesino.
Mejor y equitativa distribución de la riqueza y de los instrumentos y medios de producción entre los trabajadores.
Defensa y promoción de los intereses de las mayorías nacionales, por cuanto son estas las que determinan el proceso de la vida política del país.
Organización de un nuevo sistema económico estatal, de base cooperativa, que controle las industrias, que destruya la hegemonía de grupos oligárquicos financieros y que asegure el dominio nacional de la riqueza.
El nacionalismo aprista es un nacionalismo de las clases productoras contra las clases parasitarias, entendiendo que a problemas y necesidades nacionales corresponde soluciones nacionales. El Apra recogió, desde la iniciación de su labor política en el país, la invocación de José Carlos Mariátegui, que en una época militó bajo las banderas del Aprismo: «Peruanicemos el Perú».
Y este slogan de “Peruanicemos el Perú” es entendido por los apristas en el sentido integral y elevado del concepto peruanizar. Significa luchar sin claudicar para que el Perú sea una nación libre, grande, digna y justa, una nación inclusiva y no de ciudadanos excluidos por su extracción social, económica o profesional, significa luchar por una nación con emancipación económica y política de las mayorías nacionales.
El nacionalismo aprista se caracteriza por ser revolucionario, integracionista, congruente, realista, cooperativo, progresivo, dialéctico, renovador, constructivo y por contar con métodos y estrategias propias de lucha para el cambio social en democracia, libertad y paz.
Víctor Raúl Haya de la Torre, jefe y fundador del aprismo,  precisa lo siguiente: “Nuestra lucha contra la venta de nuestros países al imperialismo lleva en sus banderas una palabra salvadora: ¡Nacionalización!. La nacionalización de nuestra riqueza es la única garantía de nuestra libertad. Entregar la riqueza de nuestros pueblos al extranjero, es entregarlos a la esclavitud. No hay libertad política, ni social, ni individual, sin libertad económica. Un pueblo como un hombre que está en manos de sus acreedores, que tiene hipotecadas sus fuentes de recursos son pueblo y hombre perdidos. La única palabra y la única acción salvadora es la nacionalización”.
El APRA surgió al escenario político nacional y latinoamericano llevando como bandera revolucionaria la necesidad de organizar un Estado nacionalista que reivindique nuestros derechos de nación explotada, que reaccione drásticamente contra toda forma de entreguismo e hipoteca de recursos y riquezas nacionales al imperialismo, que haga posible la peruanización de Perú. Es así como en el tercer punto de su Programa Máximo plantea la “nacionalización progresiva de tierras e industrias” a efecto de afirmar y consolidar la identidad y dignidad nacionales frente a las grandes centros de poder mundial que se disputan por nuestras riquezas.
La nacionalización progresiva de la riqueza, en opinión de Haya de la Torre, se entiende “como el dominio, el condominio o el controlador y vigilancia estatal, según los casos, de ciertas fuentes de riqueza; en especial aquellas que el ser poseídas por empresas extranjeras resultan,  a través de éstas, en manos de los gobiernos a cuyas nacionalidades aquellas empresas pertenecen. La nacionalización aprista se inclina a la estatización a través de corporaciones de fomento de acuerdo con el mecanismo del Estado democrático de los Cuatro Poderes – y del estímulo del cooperativismo agrícola e industrial, pero respeta y garantiza la propiedad privada, como en México” (Haya de la Torre, Ideología aprista. Volumen II, Pensamiento político de Haya de la Torre. Ediciones Pueblo, Lima, 1961, pp.163 y 164).
Consideran los apristas que es imposible lograr el racional y equitativo usufructo o explotación justa de la riqueza nacional mientras los pueblos de Perú e Indoamérica permanezcan bajo el yugo del imperialismo capitalista. Sería imposible alcanzar la independencia definitiva mientras las materias primas continúen siendo extraídas de nuestros territorios en provecho de empresa transnacionales, mientras la clase productora mayoritaria de los pueblos no tome conciencia nacionalista acerca de su rol histórico de defensa y consolidación de la democracia nacional y continental.
Un Estado nacionalista, - en el pensamiento de Haya de la Torre-, defiende a la Nación de la estructura monopólica  y oligopólica de empresas cuya posición dominante en el mercado interno no les permita excesivas ganancias o lucrativas utilidades. La misión de un Estado nacionalista es la de proteger a la pequeña y mediana industria, a la pequeña y mediana propiedad agrícola, proteger al mercado nacional de la competencia irracional que proceda de grandes empresas imperialistas. Un Estado nacionalista ejerce una política nacionalista  a favor de las clases productoras  y contra las clases parasitarias y especulativo – financieras. Un Estado nacionalista defiende la soberanía económica y política del pueblo – continente indoamericano; incentiva el desarrollo del legado histórico – cultural nacional; aplica soluciones nacionales frente a problemas nacionales, con autonomía e independencia política; promueve una política distributiva de explotación y uso de la riqueza nacional de manera equitativa, oportuna y a favor de la inmensa mayoría nacional..
Es propio de un Estado aprista verdaderamente nacionalista, proteger y defender el signo monetario nacional liberándola de las pretensiones plutocráticas de “dolarización”; optar por el progresivo y limitado intervencionismo del Estado en actividades de la vida nacional; participar en la organización y el fomento del sistema bancario interamericano a fin de dar estabilidad a la moneda común latino o indoamericana; propiciar y garantizar la seguridad ciudadana, la estabilidad político-económica y la seguridad jurídica.
No menos importantes son la de estimular y defender el derecho de los pueblos a desarrollar y perfeccionar sus propios usos, costumbres, tradiciones o formas de vida surgidos de su peculiar espacio – tiempo histórico y del espíritu creador individual o colectivo. Aceptar y recibir el aporte de capitales foráneos, de tecnologías y capacidades empresariales extranjeros en la medida en que éstos se adecuen o condicionen a las necesidades, leyes o  requerimientos de desarrollo material y moral de los pueblos o cuando su participación no devenga hegemónica en ningún sector de la economía nacional.
El nacionalismo en un Estado aprista no puede ser meramente sentimental. Su concepción realista tiene un contenido económico y social, se basa en la emancipación económica  de las mayorías nacionales y como cuestión previa plantea la reorganización económica del país, la reforma del Estado, lo que implica la reorganización de la administración pública, de la producción y el impulso decisivo al proceso de regionalización y descentralización de la nación, por una mejor prestación de servicios a la población.
El nuevo Estado lleva a cabo una política de nacionalismo integral en los campos: social, político, económico y educativo – cultural. Mientras el nacionalismo de los países industrializados reviste un carácter de nacionalismo imperialista o de dominio, el nacionalismo de los países en vía de desarrollo es antiimperialista, de defensa y protección de los intereses de las mayorías nacionales, de defensa de la Nación frente a los grandes intereses dominantes que gravitan de manera opresora sobre nuestros pueblos.
Debe advertirse que el nacionalismo del nuevo Estado aprista no se precia de ser autárquico ni mucho menos aislacionista, no cae en el campo de la xenofobia, del jingoísmo menos aun en el odio de clases sociales ni de pueblos.
El nacionalismo del nuevo Estado aprista es constructivo, transformador, de defensa y protección de los recursos nacionales, afirmador de voluntades, de conciencias y pensamientos nacionales. Es un nacionalismo emancipador del coloniaje mental, nacionalismo con predominancia de los intereses del suelo patrio frente a los intereses extranjeros.
“El nacionalismo aprista se basa en la emancipación económica de las mayorías nacionales; por eso también nuestro concepto de democracia no se limita a ser político y es fundamentalmente económico” sentenciaba Haya de la Torre en  su obra Pensamiento de crítica, polémica y acción.

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