Artículos periodísticos y de investigación

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10 de julio de 2020

MENSAJE A LOS ESTUDIANTES DE PERIODISMO


MENSAJE A LOS ESTUDIANTES DE PERIODISMO

Por William Allen White[1]


William Allen White

De manera, amigos míos, que ustedes piensan entrar en el periodismo. Yo soy anticuado. La expresión «la tarea periodística» me gusta más que el término periodismo, puesto que, al final de cuentas, todos somos hombres de prensa, nosotros los periodistas, desde el principio hasta el fin, en todo momento. Somos descendientes directos del heraldo real y del pregonero.
Cuando la vida del hombre era sencilla y primitiva, la tarea de difundir noticias se cumplía en forma sencilla y primitiva. Pero ahora, en una civilización compleja, entre gente altamente refinada, la función informativa ha adquirido complejidad; es tan complicada, en efecto, que en un sentido amplio la tarea periodística es de muchas clases. En términos generales pueden reducirse a dos: la honesta y la deshonesta. Pero como todas las generalizaciones, esta que presupone la existencia de ovejas absolutamente negras y ovejas inmaculadamente blancas dentro del periodismo no es tan fácil de aplicar como parece. Sin embargo, debe quedar como una hipótesis de trabajo.
Por consiguiente, ustedes afrontan la elección entre dos tipos de periodismo. Por un lado, el periodismo que no acepta obligaciones sociales, que no tiene en cuenta los escrúpulos morales, que sólo aspira a ganancias pecuniarias. La multitud ávida de dinero que se dedica al periodismo ha producido una clase de periódicos que se han convertido en una especie de extorsión, suavizada aquí y allá por la mendicidad, y que no es más respetable que cualquier otra forma de prostitución. Este grupo de diarios atrae a un tipo de lectores de baja condición, a los débiles mentales, que nada aprende y lo olvida todo, que razonan exclusivamente con sus emociones y aceptan sin dudas todo lo que se les presente en términos sensacionales. Este negocio es muy lucrativo y completamente perverso. Por lo tanto, al final solamente depara las satisfacciones que proporcionará el obtener dinero en sus formas más crudas. Para pertenecer a una profesión que sólo se interesa en hacer dinero se debe poseer cierta psicología especial: la que nace de un absoluto descreimiento de todo, excepto de que a cada momento nace un tonto y que la principal finalidad del hombre consiste en despojarlo de su dinero. Cada frase en este género de periodismo requiere el engaño en todas sus formas sutiles, desde la flagrante mentira hasta los más elevados dominios del prevaricato. Sus columnas de avisos están abiertas para todo estafador que quiera ocuparlas. Sus columnas noticiosas pueden ser pervertidas por dinero, pagado indirectamente por los beneficiarios de su impostura o astutamente por medio de ganancias financieras para los propietarios del diario.
Las herramientas del taller de este tipo de periodista son los titulares sensacionalistas, el lenguaje efectista y los términos que apelan al temor, al odio, a la envidia y a la codicia. El debe jactarse de sí mismo. Mentir acerca de sus adversarios. Hacer alardes y autopublicitarse por todos los medios baratos que conoce la mujer de la calle. A la larga se trata precisamente el triunfo de la mujer de la calle. Gana dinero. Pierde el respeto de los semejantes. Si ustedes quieren obtener un éxito rápido y fugaz, dedíquense a esa clase de periodismo. Pero manténganse apartados de este tipo de diario, si estiman el autorrespeto como una perla de gran valor, aunque por ello tengan que deambular por las calles y cavar zanjas o lavar plato buscando otro trabajo.
La otra clase de periodismo se ocupa simplemente de vender las noticias, recogiéndolas desde los confines de la tierra, o del ambiente inmediato, presentándolas cuidadosamente, evitando los títulos sensacionales, rehuyendo el lenguaje efectista, interpretando las noticias con veracidad, sin miedo ni favoritismos; sin miedo a la competencia sensacionalista, sin favoritismos, para con ningún partido, facción, grupo o clase. Esta es una tarea ardua. Requiere inteligencia. Exige un sentido moral y, sobre todo, exige un valor moral. Una y otra vez tendrán ustedes que arriesgar el dólar, dejar que lo lleve el competidor, para conquistar la estima del grupo más sensato y decente de su comunidad .Esta rama del oficio da dinero; creo que, al fin y al cabo, más dinero que la otra; por cierto que más éxito, más satisfacción y más felicidad fundamental.
Por lo tanto, piénsenlo, mis amigos, y elijan. Pero sepan esto: sólo hay un lugar donde puede actuar la libre voluntad. Cuando se está en la encrucijada se puede tomar hacia la derecha o la izquierda, pero cuando uno se ha aventurado por cualquiera de las dos sendas, después resulta difícil volverse atrás. Si escogen la senda torcida, les encantará su brillante éxito. Si toman la senda derecha, cuando se desvíen se odiarán a sí mismos.
Suponiendo que elijan la senda recta y angosta, se les ofrecerán momentos agradables, grandes alegrías y numerosas satisfacciones en el camino. Pero tales satisfacciones son espirituales. Las recompensas materiales no acompañan a la excelencia espiritual, como tampoco los castigos materiales siguen a los delitos espirituales.
En nuestra civilización nadie va a morirse de inanición. Pero se puede sufrir hambre y andar andrajoso, y se puede marchar agotado y con los pies hinchados por la senda estrecha, y la satisfacción deberá provenir del respeto de uno mismo. Si no están preparados para eso, perfecto. Tomen el primoroso camino del regodeo, coman, beban y sean felices, y mueran como cínicos con un gran entierro.



[1]William Allen White, director de Emporia Gazette. Tomado de Selected Letters of William Allen White. Compiladas por Walter Johnson.


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