EL CONCEPTO DE FILOSOFÍA EN SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
Tratar de explicar qué es la filosofía
desde una perspectiva histórica es una tarea amplia, compleja, un tanto difícil
pero no por ello imposible de desarrollar. Dicha tarea requiere,
indiscutiblemente, de una revisión de los conceptos dados por los filósofos a
lo largo de las diversas etapas de la historia, desde la edad antigua hasta
nuestros días. Diría con Bochenski[1]:
“Pocas palabras conozco que tengan tantas significaciones como la palabra
filosofía”.
Para encontrar las respuestas tenemos
que entrar en contacto directo con el pensamiento de los filosóficos y
estudiosos de la filosofía, debemos adentrarnos a ese “hormigueo de opiniones y
definiciones” durante las diversas etapas de la historia de la filosofía e
indagar lo que han pensado, dicho y escrito los filósofos, sean estos peruanos,
latinoamericanos, norteamericanos o europeos, sean de Occidente o de Oriente.
Sabemos que la filosofía es la única
disciplina que se estudia a sí misma y dentro de su propio espacio y tiempo
histórico cada filósofo ha intentado dar una definición más o menos simple o
compleja, específica o genérica. Desde esta óptica ningún concepto acerca de la
filosofía puede salirse de la historia. Unos conceptos podrán mostrar cierta
originalidad de sus creadores, otros guardar relación con filosofías previas y
habrá también algunos conceptos que significan lo mismo que los anteriores pero
expresados con distintas palabras.
Los
seres humanos y la filosofía
A decir verdad, los seres humanos
tenemos nuestra propia filosofía de la vida, nuestra singular y especial manera
de analizar, comprender, interpretar, describir y explicar los fenómenos
naturales y sociales, todo cuando hay y todo lo que ocurre en el universo,
aunque tal vez no sepamos definirla y
exponerla de un modo sistemático, preciso y claro.
Para el común de las personas,
profesionales y estudiantes de filosofía, el concepto de filosofía deviene en
un conjunto de expresiones altamente abstractas; muchas de ellas
incomprensibles, incompletas, oscuras, arcanos, misteriosas, mágicas,
enigmáticas y mitológicas, muy poco digeribles o casi nada metabolizables y que
están más allá de la rápida comprensión.
Para
entender el proceso de la filosofía
Augusto Salazar Bondy[2],
en “Iniciación filosófica” nos recuerda que “Hoy se considera que una recta
comprensión del proceso de la filosofía exige tomar en cuenta, de una parte, la
conexión sistemática de las ideas y doctrinas, como articulación lógica de las
representaciones sucesivas del mundo y las teorías filosóficas de diversos
tipos, y, de otra, el condicionamiento histórico-cultural de los productos del
pensar filosófico, y además el aporte singular de la personalidad y el genio
del pensador. La separación artificial de estas instancias o la sobrevaloración
de una en desmedro de las otras impide entender el proceso de la filosofía en
su dinámica interior y en su riqueza creativa”. (“Iniciación filosófica”).
O cuando el filósofo peruano Antenor
Orrego Espinoza[3]
enfatiza lo siguiente: “No se exagera cuando se dice que el hombre lleva
siempre, adherido en el calcaño, su polvo telúrico; y, en el semblante, la
impronta mental y anímica que se ha generado en su fricción con la tierra o
ambiente en que le tocó nacer. Las características de su circunstancia
determinan inevitablemente su vida y, por ende, su pensamiento, su filosofía,
su concepción trascendental del Universo, su emoción o cavilación ante el
misterio”. Y cuando además puntualiza que “No ha habido ningún pueblo que haya
sido capaz de crear un pensamiento o una filosofía prescindiendo de su temporal
peripecia, es decir, de su particular y dramática circunstancia. La historia es
la atmósfera de todo pensar vital porque dentro de ella nace, respira, se
acrecienta y encuentra sus desenvolvimientos e implicaciones originales”.
Grecia,
cuna del pensamiento filosófico universal
La filosofía es una importante y
trascendente actividad intelectual del hombre que históricamente surgió en
Grecia antigua, durante el siglo VI antes de Cristo, como una aspiración a
conocer en conexión con la crisis de la mitología; como una auténtica necesidad
de saber sobre la esencia y existencia de las cosas, del hombre y la sociedad.
Norbert-Bertrand Barbe señala que los
filósofos europeos, principalmente Hegel y Jaspers, consideran a Grecia como la
cuna del pensamiento filosófico universal; los africanos y latinoamericanos
valoran el pensamiento mítico, no sólo como premisa sino como fundamento del
pensamiento filosófico.
En Grecia no sólo nació la filosofía
sino también la semilla de las corrientes filosóficas posteriores. Al respecto,
Federico Engels, en su “Anti-Dühring”, manifiesta que “En las múltiples formas
de la Filosofía griega se contienen ya en germen, en génesis, casi todas las
concepciones posteriores”.
El filósofo alemán, Wilhelm Dilthey
(1833-1911), refiere que “La palabra filosofía significa, en general, en primer
lugar, en el uso lingüístico de los tiempos de Herodoto y de Tucídides, el amor
a la sabiduría, y su búsqueda: la nueva posición espiritual griega, pues con
este nombre el griego designa la indagación de la verdad por la verdad misma,
como un valor independiente de toda aplicación práctica”.
Asimismo llegó a decir, desde una
posición claramente historicista, que la Historia de la Filosofía es la única
que puede darnos una visión más completa de la Filosofía misma, en la medida en
que se lo analice a través de la historia y se llegue a sacar de los sistemas
filosóficos lo que tienen de común y permanente.
La
filosofía como ciencia de las ciencias
Más tarde la Filosofía significa el
conjunto de conocimientos que el hombre posee. Así lo entendieron Platón (siglo
V) y Aristóteles (siglo IV). La filosofía es llamada la “ madre de las ciencias”[4],
la “ciencia de las ciencias”, compendiaba a todas las disciplinas habidas y por
haber, en tanto éstas carecían de objeto y de método propios.
“La autoridad (de la filosofía), su
prestigio intelectual fue tan grande, que durante varios siglos nadie se
atrevía a poner en duda sus afirmaciones: bastaba señalar que “lo ha dicho el
filósofo” para tomar como ciertas sus afirmaciones” refiere José V. Brizuela[5].
La
filosofía: sierva de la teología
Durante la Edad Media se
desprende y se independiza de la
Filosofía todos los conocimientos y pensamientos elucubrados acerca de Dios –
sea por revelación divina o producto de la razón natural del hombre y la Filosofía
llega a formar parte de la Teología. La filosofía cristiana medieval fue Ancilla Theologiae (sierva de la
Teología) y subordinada a la revelación divina.
Independencia
de la filosofía y las ciencias particulares
En la Edad Moderna, iniciada con el
Renacimiento, la Filosofía se independiza totalmente de toda autoridad y
tradición, se reivindica la razón y los filósofos utilizan como instrumento
adecuado para descubrir las verdades últimas de las cosas y del mundo
utilizando la razón. Durante los siglos XVII y XVIII se constituyen una serie
de ciencias particulares y se separan de la Filosofía cuando logran obtener sus
objetos de estudio y métodos de investigación propios: Física, Química,
Matemática, Astronomía, Psicología,
Sociología, etc.
C. Lahr[6],
manifiesta que entre las disciplinas “La primera que llegó a romper sus lazos
para vivir su vida propia fue la Matemática con Euclides, dos siglos después de
Pitágoras. La Física tuvo que esperar a Galileo y al siglo XVII para afirmar su
autonomía. En el siglo XVIII le llegó su turno a la Química, con Lavoisier. A
principios del XIX, fue la ciencia del lenguaje. En nuestros días, hasta la
misma Psicología manifiesta, cada vez con más claridad, sus tendencias
separatistas”.
Para el materialismo dialéctico la
filosofía es la ciencia de las leyes más generales de la naturaleza, del
pensamiento y de la sociedad humana.
Cada
filósofo tiene su propio concepto de filosofía
Repetimos: No hay una definición de la
filosofía que sea aceptaba por todos, pues cada filósofo y cada pensador tiene
su propia definición.
El filósofo español, José Ortega y
Gasset[7],
escribió la siguiente definición cronológica de la filosofía: “La definición
más verídica que de la filosofía puede darse – y harto más rica en contenido de
lo que al pronto parece no decir casi nada- sería esta de carácter cronológico:
la filosofía es una ocupación a que el hombre occidental se sintió forzado
desde el siglo VI antes de J.C., y que con extraña continuidad sigue
ejercitando hasta la fecha actual”. Más adelante presentaremos el concepto
claro y preciso de lo que entiende por filosofía Ortega y Gasset, extraído de
su obra ¿Qué es filosofía?
Opiniones,
definiciones y controversias
El término filosofía, a través de la historia, ha tenido una variedad de
sentidos o significados, que en algunos
casos devinieron en contradictorios, si se consideran las inclinaciones
particulares de los filósofos, las simpatías por deerminadas corrientes,
doctrinas o escuelas, el grado de desarrollo de la ciencia y la tecnología, el
nivel de conciencia teológico de los pueblos o el espacio-tiempo histórico de
los propios filósofos.
Los problemas de la filosofía devinieron en fuentes inagotables de
controversia entre los filósofos, en su intento de quien supera a quien, quien
argumenta mejor y da rápidas respuestas a los problemas identificados. Quien no
recuerda, por ejemplo, las luchas permanentes que acontecieron entre corrientes
filosóficas: materialismos contra espiritualismos o idealismos, dogmatismos
contra criticismos, racionalismos contra sensismos, dualismos contra monismos,
ateísmos contra teísmos, esencialismos contra existencialismos, pragmatismos
contra existencialismos, fenomenalismos contra materialismos, relativismos
contra positivismos, vitalismos contra espiritualismos, entre otros.
Para los autores Rosental-Iudin[8],
“El término “filosofía” se encuentra por primera vez en Pitágoras; en calidad
de ciencia especial, lo introdujo por primera vez Platón. La filosofía surgió
en la sociedad esclavista como ciencia que unía todos los conocimientos que el
hombre poseía acerca del mundo objetivo y acerca de sí mismo, cosa
perfectamente natural dado el bajo nivel de desarrollo del saber en las etapas
primeras de la historia humana”.
Pero a pesar de todo lo que se puede
decir de la filosofía, aún vale la pena recordar las palabras de Descartes:
“Aunque ha sido cultivada durante siglos por los mejores espíritus, no
encontramos todavía en ella ninguna cosa sobre la cual no se dispute, y que no
sea, por tanto, dudosa”.
Significación
etimológica
Definir la filosofía consiste en
contestar a la pregunta ¿qué es?, es decir, enunciar la esencia y existencia
universal de la filosofía, dar a conocer sus rasgos o propiedades
fundamentales. Definir la filosofía es limitar, de-limitar, dividir o
descomponerla en sus partes; es declarar, explicar y hablar sobre lo que es
ella en su esencia y existencia como parte de la actividad racional del hombre
en el planeta tierra.
Sólo sabiendo qué es filosofía,
podremos conocerla verdaderamente en su orden interno y externo y construir un
concepto científico sobre ella en la era de la sociedad del conocimiento.
Definir la filosofía no es una tarea
fácil y simple, más aún si se toma en cuenta las diversas y distintas
definiciones que los filósofos de todas las épocas de la historia han dado de
la filosofía.
Procedencia
y significado etimológico de filosofía
Empezaremos diciendo que la palabra
Filosofía procede de las dos voces griegas: philo,
filo o philein (amor; aspiración; inclinación o afición que se le tiene a
algo) y sophia o sofein (sabiduría,
aspiración a la obtención de la sabiduría).
Etimológicamente, filosofía (philosophia) significa “amor a la
sabiduría”, “amor al saber”, “amor al conocimiento”, “amante de la sabiduría”, “amigo
de la sabiduría”, “aspiración a la obtención de la sabiduría”, “deseo de
saber”, “deseo de conocer”, “apetencia de conocimientos”.
Pero esta significación etimológica de
la palabra filosofía resulta ser muy general, ampulosa, para extraer de ella su
significado esencial y holístico. Tal vez comparando los conceptos vertidos por
los distintos filósofos podríamos llegar a un concepto exhaustivo, unitario,
preciso, a pesar de las relativas discrepancias y contradicciones que podríamos
observar en los conceptos vertidos en una u otra etapa histórica.
En la lengua de los griegos existió
antes como verbo (“filosofar”) que como sustantivo (“filosofía”). Para los
griegos, una persona que buscaba conocimientos era un filósofo. Hegel llegó a
decir de Sócrates que era “un verdadero filósofo”, porque vivió su doctrina en
lugar de escribirla. Para Sócrates “Ser
filósofo no consiste en saber muchas cosas, sino en ser sobrio”. La ocupación
de los filósofos antes de Sócrates se conocía con las denominaciones:
“sofista”, “sabio”, “físico” y “fisiólogo”.
El
concepto de sabiduría
La palabra sabiduría se define como el conocimiento profundo en ciencias,
artes o letras que se adquieren a través de la experiencia o del estudio; es el
cúmulo de conocimientos que toda persona posee sobre los temas que domina; es
la posesión del supremo conocimiento o del conocimiento perfecto.
El término sabiduría es conceptualizado de la manera siguiente: el
conocimiento de las cosas divinas, eternas e inmutables y es la ciencia que
preside la acción virtuosa (Platón); la sabiduría es el conocimiento de los
primeros principios y de las primeras causas de la realidad y se caracteriza
por ser desinteresado y no estar dirigido a conseguir un fin práctico
(Aristóteles).
Según Aristóteles “Si nos referimos a
la opinión general, el sabio es el que sabe todo, sin saber las cosas
particulares, es el que sabe las cosas más difíciles, y puede demostrarlas con
rigor; en fin, la sabiduría más elevada es la que no tiene otro objeto que a sí
misma y al conocimiento puro”.
Tanto para Platón como para Aristóteles, Dios
es el único que es Sabio en su sentido auténtico y pleno y lo propio del hombre
es el de ser únicamente “amante” de la sabiduría (philósopho). Sabio es el que posee la sabiduría. Los estoicos definieron la sabiduría como
conocimiento de las cosas divinas y humanas. La revelación cristiana considera
a Dios como la Sabiduría plena o esencial y el Verbo la Sabiduría encarnada,
hecha hombre en Jesucristo; Dios, que es el poseedor de la Sabiduría, lo posee
todo.
En la Grecia antigua se hablaba de la
existencia de los siete sabios (no eran filósofos), eran personas eminente por
sus insuperables y ejemplares virtudes y sabiduría sin par. Platón, en su obra
“Protágoras” menciona a Tales de Mileto, Pitaco de Mitilene, Bras de Prieta,
Solón, Cleóbulo de Lindos, Quilón de Lacedemonios y Misón de Khena, siendo este
último sustituido frecuentemente por Anarcasis de Perindro. Se dice que de estos
siete sabios procede las sentencias: “Conócete a ti mismo” y “Nada con exceso”.
En una revisión de los conceptos
expresados sobre sabiduría en diversas etapas de la historia de la filosofía
nos encontramos con Platón, Millán-Puelles, Alejandro de Hales, Santo Tomás de
Aquino, Nicolás de Cusa, Francisco Tetrarca, Marsilio Ficino, Pico Della
Mirándola, Jean Wahl, Heidegger, Russell y Fingermann, entre otros.
Platón: “…sabio
llamo yo a quien logre cambiar a cualquiera de vosotros, de forma que lo que parece
y es para él malo, le parezca y sea para él bueno…” (Teeteto).
Antonio
Millán-Puelles[9]: “La voz
griega sofía, que en latín se traduce
por “sapientia”, tiene dos
acepciones: una vulgar y otra culta. En su acepción vulgar, significa, en cada
contexto, un determinado saber, incluso el de un artesano que destaca en su
oficio. Así habla Homero (Ilíada, 15,412) del carpintero sabio, y Hesíodo
(Op.et dies, 651) del navegante bien experto en su técnica. Por el contrario,
usada en su acepción culta, la palabra Sofía
significa principalmente el saber por antonomasia o excelencia: la perfecta o
cabal sabiduría, no lo que llamamos actualmente un saber especializado, es
decir, restringido a un ámbito parcial del conocer (…) Así, pues, dado que la
voz “filosofía” es un término culto, su componente o integrante sapiencial –el
designado con el término Sofía- debe tomarse precisament4e en el sentido del
saber perfecto o absoluto, si bien, en tanto que unido al vocablo filía, es preciso considerarlo como
objeto de búsqueda, más que de posesión”.
Alejandro
de Hales
(1185-1245): Sabiduría es el
conocimiento de la Causa Primera, y reserva el nombre de ciencia a las causas creadas. “La teología es la ciencia de Dios,
que es la Causa de todas las causas”.
Santo
Tomás de Aquino
(1224-1274): Sabiduría es el conocimiento cierto de las causas más profundas de
todo el universo, que es Dios.
Nicolás
de Cusa
(1400-1464): Sólo Dios es el que tiene en plenitud toda la verdad y, por eso,
toda la sabiduría. Sólo él es sabio, y el hombre no puede conocer nada de modo
perfecto.
Francisco
Petrarca
(1304-1374): El primer gran representante del Humanismo, concibe que la
verdadera sabiduría de Dios es Cristo y la verdadera filosofía es amor a la
sabiduría y señala que sólo filosofaremos de modo correcto si amamos y adoramos
a quien es la Sabiduría; el verdadero sabio es un filósofo de Cristo y Dios es
fuente de toda auténtica sabiduría.
Marsilio
Ficino
(1433-1499): Destacado humanista y representante del neoplatonismo, define dos
tipos de sabiduría: la sabiduría
absoluta, es el conocimiento de aquellas cosas inmutables sobre lo que es
posible tener un conocimiento real; en cambio; la sabiduría parcial , es el conocimiento de las cosas mutables,
verdades parciales y limitadas, que son objeto del conocimiento de una ciencia
o arte en particular.
Pico
Della Mirándola
(1463-1494): Filósofo italiano, sostiene que la filosofía en su sentido amplio,
como amor a la sabiduría, posee tres grados: la dialéctica, que purifica; la metafísica,
que ilumina; y la teología, que
alcanza la plena luz meridiana.
Jean
Wahl[10] (1888-1974): Filósofo francés,
profesor universitario en EE.UU y en la Sorbona y fundador del Colegio
Filosófico de París, expresa que Heidegger ha llamado nuestra atención
sobre el hecho de que esta palabra no quiere decir estrictamente conocimiento,
sino más bien cierta familiaridad con las cosas. Saber cómo tratar con las
cosas –tal es el primer sentido de “sabiduría”. Quizá necesitamos volver a este
género de fraterna intuición; quizá el hombre se ha alejado demasiado de la
naturaleza”.
Bertrand
Russell (1872-1970):
“Entiendo por sabiduría una concepción justa de los fines de la vida”.
Gregorio
Fingermann:
Filósofo y psicólogo argentino, uno de los fundadores de la Sociedad de
Psicología Argentina, refiere que actualmente la sabiduría se considera como el
“arte de ordenar la vida, en forma razonable para lograr la dicha
individual” Pero el hombre sabio, según
la concepción antigua, “no es sólo el hombre de ciencia, sino el hombre de
experiencia con una perfecta madurez del juicio. El sabio auténtico, se
distingue por la serena aceptación de las dificultades y dolores que ofrece la
vida, con tranquila resignación a su destino, bueno o adverso, al modo del
filósofo estoico”.
[2]
Salazar Bondy, Augusto. Iniciación
filosófica. Ediciones Educación Renovada, Segunda edición, Lima, 1964.
[3] Orrego Espinoza, Antenor. Hacia un Humanismo Americano. Editorial
Mejía Baca, Lima-Perú8, 1966.
[4] Los filósofos griegos se
diferencian de los hombres de ciencia modernos en la forma en que investigan la
verdad acerca del mundo. Basaban todas sus conclusiones en observaciones y
razonamientos, y no realizaban experiencias. Todos los cuerpos de doctrina que
hoy llamamos ciencias formaban en otro tiempo parte de la filosofía. Por esta
razón se llama a veces a la filosofía la “madre de las ciencias” (Enciclopedia
BARSA, Tomo VII, Buenos Aires-Chicago-México, 1960).
[5] Brizuela,
José V. Manual de Filosofía.
Editorial Víctor Lerú, S.R.L. Buenos Aires, Argentina, 1966.
[6] Lahr, C. Curso de Filosofía. Tomo primero, Estrada Editores, Buenos Aires,
1951.
[7] Ortega y Gasset, José, Dos prólogos.
[8] Rosental-Iudin, Diccionario filosófico.
[9] Millán-Puelles, Antonio. Léxico filosófico. RIALP, Madrid, 1984.
[10]
Wahl, Jean.
Introducción
a la Filosofía.
Breviarios del Fondo de Cultura Económica, Colombia, 1997.