LOS PLANES DE ESTUDIOS Y LA CALIDAD DE LA ENSEÑANZA SUPERIOR UNIVERSITARIA
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Un Plan de Estudios
Universitario (PEU) es un instrumento curricular, teórico y práctico, regulado,
controlado, reajustable y evaluable, que articula la realidad con el perfil,
los objetivos, fines, metas, contenidos y métodos pedagógicos propuestos,
dentro de un espacio-tiempo institucional, con el fin de obtener al término de una
carrera profesional un buen producto educativo que se incorporará al campo
laboral para contribuir a la transformación del país.
El PEU, instrumento curricular concebido y aplicado con márgenes
de autonomía, tiende a orientar y facilitar la acción instructiva, formativa y
sistemática de los docentes sobre la realidad de la educación superior
universitaria en un contexto social determinado. El PEU es la materialización del currículo
universitario de una carrera profesional.
Los planes de estudios, como instrumentos de progreso social,
educativo y cultural y a través de las cuales fluyen las políticas educativas
del Estado, deben responder a principios
de autonomía, cientificidad, realismo, racionalidad, articulación (vertical y
horizontal), integridad, flexibilización, regulación, previsionalidad,
participación, prospectividad, objetividad y actualización, tanto en su
concepción como en su aplicación, para la formación integral del individuo.
Santiago
Castillo Arredondo y Jesús Cabrerizo Diago expresan que “Los Planes de Estudios
en la Educación Superior constituyen una forma particular de organización del
conocimiento estructurado a manera de ciclos, materias, disciplinas, áreas o
cualquier otro mecanismo que permita incorporar el conocimiento pertinente a la
instrucción formal en el seno de la Universidad. Supone un diseño curricular
complejo, pues regula la actividad de muchos docentes y unidades organizativas
dentro de la institución universitaria. Además, integra distintas unidades y
especialidades de formación, correspondientes a diferentes áreas del
conocimiento, métodos, estilos y tradiciones de concebir la existencia y el
conocimiento particular. Conjuga distintos propósitos educativos, a veces
irreconciliables, con el fin de ponerles a actuar coordinadamente en conjunto”.[1]
Una de
las formas parra mejorar la calidad de la educación universitaria es efectuar
una reforma curricular. La
Universidad en el Siglo XXI deberá incorporar las nuevas propuestas
curriculares para formar profesionales a tono con los adelantos y las
innovaciones científico-tecnológicas.
Los
currículos deberán responder a los requerimientos siguientes:
- Modelo interdisciplinario y multidisciplinario de organización de
los estudios, como es el caso denominado “Estudio Basado en Problemas” (EBP),
en las que confluyen los aportes de las diversas disciplinas implicadas.
-
Flexibilización en el diseño y la aplicación del PEU.
-
Integración cultural y multicultural en su concepción, orientación
y ejecución.
-
Responsabilidad profesional, jurídica, social, ética y axiológica
de los diseñadores y ejecutores del PEU.
- Seguimiento, supervisión, control y evaluación permanente, a nivel
vertical y horizontal, con la participación de las autoridades académicas,
personal docente, estudiantes y representantes de los egresados (Evaluación de
entrada, de proceso y de salida o de resultados).
-
No sobrecargar asignaturas y horas de clase, toda vez que “existe
el criterio de que los estudiantes se forman y aprenden sobre todo estudiando
más que pasando largas horas sentados en el pupitre de una clase…Una presión
excesiva por la carencia de tiempo les lleva, con frecuencia, a estudiar
superficialmente y a memorizar sin llegar a dominar intelectualmente las
cuestiones que se les plantean. De esa forma los estudiantes estudian para
aprobar…, ya no tanto para aprender” (Castillo Arredondo y Cabrerizo Diago,
Op.cit.).
- Los sílabos deben ser
elaborados por áreas de afinidad de asignaturas. Deben ser también revisados y actualizados conforme
avanza la ciencia y la tecnología, a fin de depurar conocimientos
obsoletos, temas repetidos en varias
asignaturas y poder incorporar otros nuevos más útiles y necesarios para la
formación profesional.
- Apertura a las nuevas demandas sociales y laborales.
- Adecuación a los intereses y motivaciones de los estudiantes.
- Establecer denominaciones de asignaturas iguales para materias con
contenidos similares, a fin de facilitar la aplicación de las respectivas
equivalencias y convalidaciones cuando sean necesarios.
- Creación de carreras y especialidades nuevas o el diseño de
carreras mixtas con integración de estudios procedentes de otras carreras, por
ejemplo: Sociología + Educación; Periodismo + Educación; Derecho + Económicas;
Empresariales + Lenguas; Psicología + Pedagogía.
- La globalización de los estudios universitarios, a fin de
ensanchar y mejorar las perspectivas profesionales de los estudiantes, con la
consiguiente validación, reconocimiento y revalidación de los grados académicos
y títulos profesionales por las universidades de diversos países del mundo.
La reforma de los Planes de Estudios universitarios podría devenir
en un simple “maquillaje institucional”, en puro “papel mojado en tinta” o
en “buena intención” de las autoridades
universitarias si no se complementa de otras medidas, por ejemplo:
- Mejoramiento de la
infraestructura (aulas, laboratorios, bibliotecas, talleres, etc.)
- Mejoramiento de la
organización de la universidad.
- Mejoramiento del status
profesional, nivel remunerativo, de la autoestima y condiciones de vida de
los docentes.
- Mejoramiento de la imagen de
la universidad.
- Mayor conexión y relación de
la universidad con el mercado laboral, las demás universidades (nacional y
extranjera) y la sociedad.
- Mayor inversión en
adquisición de equipos, máquinas, recursos didácticos, etc.
[1]
En “Formación del profesorado en Educación Superior /
Didáctica y Currículum”, Volumen I, McGraw Hill, España, 2005.