A MAYOR ÉTICA, MENOR CORRUPCIÓN Y MAYOR DESARROLLO HUMANO
Escribe:
Dr. Eudoro Terrones Negrete
Denis Goulet[1], puntualiza que cuando el
estudio del desarrollo se propone la búsqueda de una economía más humana “las
expresiones “más humano” y “menos humano” deben entenderse a la luz de una
distinción vital entre plus avoir (“tener más”) y plus éter (“ser más”). Las
sociedades son más humanas o desarrolladas no cuando los hombres y las mujeres
“tienen más”, sino cuando son capaces de “ser más”. Y agrega: “el criterio
principal de desarrollo no es el incremento de la producción o del bienestar
material, sino el enriquecimiento humano cualitativo”.
Desarrollo humano integral, equitativo y
sostenible (DHIES) significa el “proceso de expansión de las capacidades de las
personas que amplían sus opciones y oportunidades” (PNUD), más allá de la
política asistencialista de los gobiernos expresada en la ayuda humanitaria a
personas o poblaciones en situación de emergencia o de vulnerabilidad extrema,
toda vez que el asistencialismo suena a anti-desarrollo o a mantenimiento del
statu quo.
Desarrollo sostenible significa “desarrollo
que satisface las necesidades actuales de las personas sin comprometer la
capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas” (Comisión
Brundtland). Y este tipo de desarrollo sólo es posible con la aplicación de
políticas con alto sentido humano, sentido social, principios y valores éticos,
espíritu de igualdad e inclusión social y de justicia humana.
No es posible mejorar la calidad de vida de
las personas y de los pueblos si no se erradica los actos de corrupción. Es
imposible pensar en un desarrollo humano integral, equitativo y sostenible en
sociedades con signos y vicios de corrupción y de mafias de malhechores, en
sociedades que no saben de dónde vienen y adónde van, sociedades que no tienen
visión de futuro y misión compartida en aras del bien común.
Quiero recalcar que, así como la democracia es
el requisito indispensable para el pleno desarrollo de las libertades humanas,
el bienestar social y la prosperidad de los pueblos, de igual manera la ética,
la axiología y la deontología son los pilares fundamentales para lograr el
desarrollo integral de las personas y de las sociedades y construir un nuevo
Estado ético participativo.
Con la presencia de ciudadanos, empresarios, funcionarios, autoridades, educadores, trabajadores, empleados y políticos que viven con afán de enriquecimiento fácil, que se valen de la influencia política y que están acostumbrados a sobornar para sacar ventaja o provecho personal, grupal o institucional a costa de afectar los ingresos, las utilidades y el buen uso de los recursos del Estado o de sus empresas e instituciones, es imposible o muy difícil construir una sociedad digna, libre y justa, aquí en Perú y en cualquier país de América Latina y del mundo.
Cualquier institución, empresa pública y privada o sector del Estado pueden ser propensos a la corrupción. Coimas a secretarios, auxiliares y jueces del poder judicial y fiscales del Ministerio Público. Los gobiernos municipales y gobiernos regionales son propensos a incurrir en actos repudiables de corrupción a través de los procesos de adquisiciones y licitaciones de obras públicas, de contrataciones de personal para ocupar puestos de trabajo. En el sector salud, a través de la compra y venta de medicinas. En el sector educación, con el tráfico de notas, abusos sexuales contra alumnas(os). En el sector agricultura con el tráfico ilícito de drogas, etc. En los medios de comunicación, con el chantaje y el soborno a políticos y congresistas para acopiar, difundir y omitir la difusión de informaciones comprometedoras o para el pago de sus impuestos al Estado o cuando se dejan comprar su independencia de criterio por algún gobierno corrupto.
En las empresas también se incurren en actos de corrupción a través de sus acciones legales para “sacar la vuelta” a las leyes, evadir el pago total de sus impuestos, coimear a autoridades con este fin o para tramitar rápidamente la expedición de sus licencias de funcionamiento o de explotación de minas sin respetar los informes técnicos de impacto ambiental y social.
En los partidos políticos, mediante presiones para
que funcionarios públicos contraten a sus militantes, sin méritos propios, en
un puesto de trabajo del Estado Y la relación es interminable.
Corrupción también es unirse a tirios y troyanos y a grupos de poder económico para ganar maquiavélicamente una elección nacional y llegar a la presidencia de la República, sin tener una compacta organización política, ni planes de gobierno, ni equipo técnico capaz, para terminar a los pocos meses de gobierno peleándose con sus aliados de ruta.
En el sector Minería, se observa la presencia de algunas mafias que estarían financiando las actividades de la minería ilegal y, consiguientemente, atentando contra el medio ambiente, la biodiversidad y la salud pública.
[1] Denis Goulet, profesor de Mérito de la
Universidad de Notre Dame de los Estados Unidos de Norteamérica, en su obra
“Ética del desarrollo. Guía teórica y práctica”, Madrid, 1999.