BUSCANDO UN MEJOR DESTINO
PARA TODOS LOS PERUANOS
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La imagen simboliza la esperanza y unidad para un mejor futuro de todos los peruanos. Representa a un grupo diverso de personas en un paisaje andino vibrante con elementos icónicos como Machu Picchu, el sol naciente y la bandera peruana, irradiando progreso y orgullo nacional.
Escribe:
Dr. Eudoro Terrones Negrete
DESCRIPCIÓN DE LA
PROBLEMÁTICA
En todo análisis crítico de la problemática de los países en vía de
desarrollo, deberá tenerse en consideración que la distribución de los bienes
es prioritaria, la lógica del compartir y la solidaridad es fundamental por
cuanto todos formamos parte de la misma comunidad internacional.
La lógica del beneficio predominante históricamente a favor de grupos
minoritarios determinó el incremento de la desproporción entre ricos y pobres
en las áreas urbanas y se acentuó la desigualdad, exclusión e injusticia en las
áreas rurales.
Es un lugar común el hecho de sostener que en los países desarrollados
hay normas de equilibrio, reglas establecidas y una política fiscal más
equitativa y controlada. Cosa que no ocurre en el Perú y en los países de
América Latina y el Caribe, en los que impera el afán desmedido de lucro de los
inversionistas privados y en porcentajes ilimitados, aparte de contar con
regímenes arbitrarios, entre civiles y militares, digitados por las grandes
empresas transnacionales que devinieron a la economía peruana y latinoamericana
en altos índices de despilfarro del gasto público, de corrupción e inmoralidad
e impunidad, con prebendas, subsidios no siempre justificados, a la par de una
economía especulativa y un sistema financiero que no respetó fundamentalmente
los derechos plenos de la población.
Todo esto ha producido en el Perú durante las últimas décadas del
siglo XX un clima de violencia permanente por más de veinte años, -y que
continúa manifestándose en el siglo XXI-, en el que el terrorismo unido con el
narcotráfico generaron más de cuarenta mil muertes, entre campesinos, obreros,
estudiantes, profesionales y líderes políticos. Esta guerra subversiva costó al
Estado peruano un aproximado de treinta mil millones de dólares, casi
aproximado al costo total de su deuda externa que tenía en aquél entonces.
La situación de crisis integral por la que atravesó y atraviesa actualmente el Perú (social, política, económica, educativa,
cultural, ecológica y moral), se debió y se debe fundamentalmente a la falta de
reformas sostenidas y profundas en todo sentido y orden de cosas, a la carencia
de conciencia por el desarrollo digno y justo,
a la incompetencia de la clase política y a la falta de responsabilidad
en los electores nacionales al elegir gobernantes y autoridades mediocres, sin
experiencia y con prurito de enriquecimiento ilícito.
En el Perú, cada cuatro o cinco años
surgieron y surgen nuevos movimientos políticos fabricados con el dinero
y que pronto se convierten en “vientres de alquiler”, movimientos sin
organización, sin filosofía, y peor aún, sin planes de gobierno ni líderes
calificados. Y los resultados están a la vista: más engaño, más miseria, más
opresión, más política populista y paternalista, más demagogia política, más
desigualdad, más exclusión, más corrupción e inmoralidad y más injusticia
social. Y así, de estos “partidos
fabricados” de un día para otro, qué se puede esperar, pues sólo desgobierno, inseguridad
ciudadana y a rezar todos las noches al acostarse.
CORRUPCIÓN, INMORALIDAD E IMPUNIDAD
La corrupción es el aprovechamiento premeditado de la autoridad o del
poder político y/o administrativo, en el ámbito público y privado, que
determinadas personas o grupos políticos hacen en provecho propio, y en
detrimento de los derechos e intereses de la comunidad nacional. Todo esto va
en contra de las posibilidades reales de contribuir al desarrollo y progreso
individual y colectivo.
La corrupción es un mal de valores morales y de conciencia social; es un
modo particular de ejercer influencia ilícita, ilegal e ilegítima, que
limita los derechos a una vida mejor y digna de todas las personas, que frustra
o aplaza el progreso de los países.
“Para entender la presencia de actos corruptos a lo largo de toda la historia de la república
peruana- refiere Rudy Mendoza Palacios[1]-, hay que tomar en cuenta el contexto del fracaso en el cambio
del modelo
colonial de dominación patrimonial burocrático, al esquivo modelo republicano y
moderno de dominación burocrático-racional. Tal fracaso se tradujo en vacíos
institucionales que permitieron la reproducción
soterrada de vicios culturales o en el solapamiento de acciones
antes consideradas normales y ahora tipificadas oficialmente como corruptas”.
La corrupción echa raíces en la administración pública y en algunos
medios de comunicación, con el financiamiento de las campañas electorales de
algunos partidos políticos, cuyas fuentes de origen de los recursos financieros
no fueron descubiertos en su totalidad.
Entonces la credibilidad en los dirigentes de los partidos políticos se reduce a su mínima expresión,
pero también los nuevos partidos conformados
por gente “independiente” ´poco a poco se contaminan e ingresan al circuito cerrado de la corrupción
nacional e internacional. Y así la ciudadanía empieza a dudar de todos los
dirigentes políticos y a confiar muy poco en la política, hastiado por los
viejos y nuevos casos de corrupción e inmoralidad en el manejo de la cosa
pública, con protagonistas pasivos y activos.
El Centro Latinoamericano
para el Desarrollo, la Integración y Cooperación (CELADIC)[2] señaló:
“La corrupción, la impunidad, la ausencia o la precariedad de un
efectivo Estado de Derecho, con poco o ningún imperio de la ley y de la
justicia, favorece un contexto de creciente degradación de los derechos humanos
personales; aumenta en todos los aspectos de la vida cotidiana y social la inseguridad
y el miedo de las personas y al mismo tiempo recrudecen distintas formas
represivas por parte de las autoridades públicas junto con nuevas formas de
violencia y de terrorismo”. Y más adelante propone: “En estas perspectivas
debemos superar el clientelismo del Estado, su paternalismo tecnocrático, su
ritualismo burocrático y centralizador, que desconocen y destruyen la
creatividad social, y se agotan en la ineficiencia de sus políticas públicas y
sobre todo sociales; su desencuentro cada vez más profundo con el pueblo y con
la nación, con los más pobres y marginados; y a su creciente corrupción y
decadencia.”
El contralor de la
República de Perú, Fuad Khoury, informó a la prensa que los gobiernos locales,
los ministerios y las universidades estatales concentran a la mayor parte de
los 10,659 funcionarios involucrados en presuntos actos de corrupción,
detectados en las acciones de control entre los años 2009 y julio de 2011.
De esa cantidad
detalló que 4,039 pertenecen a gobiernos locales (38 %), 2,091 son de
ministerios (20 %), 1,665 de universidades (16 %), 1,629 de empresas del Estado
(15 %), 830 de gobiernos regionales (8 %), 250 de sociedades de beneficencia (2
%) y 155 de organismos autónomos (1 %)
Al hacer un balance
de la labor desplegada en 2011 sostuvo que de esa cifra 8,222 funcionarios
están involucrados en infracciones de tipo administrativo; mientras que 1,438
habrían incurrido en ilícitos penales y 9290 en faltas de carácter civil.
Indicó, asimismo,
que los principales ilícitos penales detectados fueron: peculado, asociación
incompatible, cohecho, malversación de fondos, falsedad genérica y asociación
ilícita para delinquir.[3]
En el Perú, la corrupción e impunidad van de la mano. Hay
conductas hamponescas, negocios turbios, cuantiosas sumas de dinero desaparecen
de las arcas fiscales, se forman comisiones investigadoras que muy poco
investigan a fondo, los corruptos se protegen entre ellos para liberarse
del alcance de los tribunales, violando
las leyes y la Constitución política.
No faltan personas
influyentes que posiblemente reciben jugosas comisiones para facilitar buenos
negocios a inversores nacionales y extranjeros y para conseguir la aprobación
de leyes que les favorezcan.
La población de
Perú vive momentos de temor al saber que si denuncia algo pone en riesgo su
vida y la de su familia. Las leyes no les amparan con todas las garantías del
caso, para que de la condición de denunciantes no devengan en denunciados por
el poder de la mafia. La población vive momentos de temor en cualquier lugar, ante
posibles encuentros con delincuentes que usan sus armas y terminan con sus
vidas.
La corrupción es un problema mundial y sólo podremos enfrentarla con
políticas de Estado permanentes e integrales, con el apoyo de las Fuerzas
Armadas y con el respaldo de la cooperación internacional.
LAS PRESIONES PARA EL CAMBIO: BUSCANDO UNA
SOCIEDAD MEJOR
Concordando con John Sheahan[4]
podemos manifestar que “Las presiones para el cambio provinieron de un
creciente antagonismo contra la largamente establecida dominación social de una
minoría privilegiada, la pobreza rural extrema combinada con una alta
concentración de la propiedad de la tierra, acceso desigual a la educación y a
las oportunidades económicas, estructuras de producción e intercambio adversas
para un adecuado crecimiento del empleo productivo, el dominio del principal
sector exportador –la minería- y de la industria petrolera por empresas
extranjeras, y una convicción generalizada de estarse quedando retrasados
respecto del mundo moderno. La mayoría de peruanos estaba buscando objetivos
distintos al crecimiento económico. Con visiones conflictivas, pero con muy
buenas razones, estaban buscando una sociedad mejor”.
Los peruanos aspiramos a vivir en una sociedad mejor, unida, fraterna
y pacífica. Vivir en una sociedad justa, culta y con valores éticos. Vivir y
trabajar dignamente, sin corrupción ni injusticia, sin explotación del hombre
por el hombre ni del hombre por el Estado; en una palabra, vivir sin
explotadores en su cúspide ni explotados en su base.
[1] Mendoza Palacios, Rudy, en el artículo “La corrupción en la historia del Perú” (http://www.monografias.com/trabajos39/corrupcion-peru/corrupcion-peru.shtml)
[2] CELADIC,
en Capítulo 7: La Dimensión Política del Desarrollo. Lima,
julio del 2008