Artículos periodísticos y de investigación

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7 de diciembre de 2024

El periodista y los medios de comunicación en su lucha contra la corrupción

 EL PERIODISTA Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN       EN SU LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN

Escribe: 

Dr. Eudoro Terrones Negrete 

Actualmente hay un auge creciente por la información de los tribunales de justicia y que interesa al público y a los medios de comunicación y que requieren de una formación especializada en periodismo judicial para cubrir los juicios y escándalos donde se hallan implicados el común de los ciudadanos, autoridades, funcionarios, fiscales, jueces, magistrados, políticos, empresarios, ministros de Estado, congresistas, periodistas, e inclusive presidentes de la República.

Frente a estos hechos, no le falta razón al periodista Javier Ronda Iglesias cuando califica que “El periodista se consolida como un nuevo habitante de la Administración de Justicia”.

En un mundo cada vez más materializado, con crisis profunda de principios y valores éticos, con la proliferación de gobiernos corruptos y la falta de respeto a la persona humana en sus plenos derechos, nada raro resulta ahora el interés de la colectividad por seguir un juicio, una sentencia o una investigación en la policía judicial, entendiendo que es preferible muchas personas culpables libres de la cárcel que un inocente en prisión.

Por eso urge contar con periodistas en permanente actualización de conocimientos sobre las diversas ramas del saber humano y especialización en materia judicial, conocer la terminología básica judicial, dominar el lenguaje jurídico, conocer las fases de un proceso penal (diligencias previas, sumario, vista oral o juicio), saber diferenciar claramente entre un acusado, procesado, imputado y condenado y conocer la estructura y funciones del poder judicial y las diversas jurisdicciones (civil, penal, contenciosa y laboral) y respetar la presunción de inocencia de las personas[1], y cómo se inicia y termina un procedimiento penal, para mejorar la calidad y la veracidad de las informaciones y evitar la comisión de errores u horrores y “gazapos” jurídicos.


Los periodistas, como defensores y promotores de los derechos humanos que son el fundamento de todo sistema democrático, antes de publicar hechos de corrupción deberán verificar su autenticidad sobre la base de fuentes confiables los datos que publican, obtener la respuesta de las personas que resultan involucrados para su oportuna explicación o desmentido.

Los periodistas están llamados a respetar, proteger y defender el honor de las personas, la vida privada y la intimidad de las personas para una armónica y pacífica convivencia social. Y sólo cuando lo informado es verdadero deben mencionar el nombre del supuestamente involucrado. Sólo deberán informar acerca de la vida privada de las personas en la medida que afecte al interés social, a la sociedad, o exista actos ilícitos cometidos por una persona pública.

La información judicial comprende temas relativos al poder judicial, narcotráfico, terrorismo, ecologismo, contrabando, corrupción, prevaricación, espionaje, armamentismo, estafa, mafias y crónicas rojas (atracos, secuestros, violaciones sexuales, homicidios, filicidios, parricidios, etc.)

Los medios de obtener la información deben ser lícitos y éticamente correctos, por lo que no corresponde investigar mediante el uso de grabaciones clandestinas, cámaras ocultas o secretas, violación de la correspondencia, interceptación telefónica, allanamiento de domicilios o mediante el robo de documentos, el soborno o la extorsión para conseguirlos.

Los periodistas están en la obligación moral y profesional de admitir y no vulnerar el secreto del sumario para no influir en la labor procesal y no dañar a los imputados o no torpedear a la investigación judicial.

El periodista ético jamás deberá incurrir en la realización de juicios paralelos, es decir cuando un delito es juzgado a la vez, de forma simultánea, por un tribunal de justicia y un medio de comunicación social, pues en caso de hacerlo el periodista estaría influyendo en el proceso judicial del acto de la vista oral y afectaría de manera directa o indirecta a la independencia de los jueces durante el proceso de investigación o cuando se dicte la sentencia.

Bob Eggington[2], propone 13 consejos para periodistas que trabajan en la cobertura de procedimientos judiciales: Trabajar respetando las normas de los tribunales de justicia, recordar quién está a cargo de la corte, conocer las leyes específicas de cada país, concentrarse en los datos clave como el veredicto y la sentencia, no intentar hacer el trabajo del juez, asegurarse de tener todo bien y debidamente comprobado: nombres, ortografía, títulos y responsabilidades, mantener buenos apuntes y guardarlas bien, nunca tomar partido sobre los argumentos utilizados por los abogados querellantes y la defensa, asegurarse de captar todos los elementos de las actuaciones del juez, los abogados o testigos, dar crédito donde es debido, efectuar una investigación disciplinada, manejar bien el contexto y asegurarse de salir de la corte a tiempo para hablar con testigos, familiares de los involucrados, policías, entre otros.

 

LA CORRUPCIÓN

La corrupción es un fenómeno social nacional y transnacional, que afecta las raíces profundas de las sociedades y el futuro de las generaciones. Las ingentes sumas de dinero que se gasta para combatir la corrupción afecta el presupuesto de los países y que debería invertirse para ampliar, mejorar o crear nuevos servicios públicos que permita mejorar la calidad de vida de la población.

El término corrupción proviene del latín “corrumpere”, que significa “echar a perder”. El Catecismo de la Iglesia Católica N° 2409, define el término corrupción como “toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, retener deliberadamente bienes prestados u objetos perdidos, defraudar en el ejercicio del comercio, pagar salarios injustos, elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajenas”.

Son formas de corrupción: el cohecho o soborno, el nepotismo, el clientelismo político-partidario, el tráfico de influencias, la apropiación o manejo indebido de fondos públicos, la adquisición o el uso de bienes fiscales, el abuso de la autoridad oficial, entre otros.

La corrupción es una práctica social que consiste en el abuso del poder adquirido, en utilizar las funciones y medios de las organizaciones y empresas públicas o privadas en provecho económico o de otra índole para uno mismo o para otras personas.

La corrupción es una epidemia, una labra social sin fronteras, que en todas sus formas y niveles tiene raíces profundas, consecuencias incalculables y que no respeta a nadie. Y este mal crónico, no obstante, a las campañas para su erradicación que vienen efectuando los gobiernos de América Latina y del Mundo, aún permanece vivito y coleando.

Según el filósofo, politólogo, economista y sociólogo alemán, Max Weber, existe dos tipos de políticos; los que “viven para la política” y los que “viven de la política”. En este último caso, la política se torna en instrumento de poder, de explotación a las mayorías y en un valor instrumental en el que los fines justifican los medios al servicio del enriquecimiento, la corrupción e inmoralidad y la desnaturalización del estado.

Cuando una persona viola su deber cívico o de lealtad al pueblo que le vio nacer, crecer y desarrollarse, por motivaciones económicas y políticas, no hace más que traicionar a la confianza de la sociedad y del país para satisfacer sus innobles fines.

 

CAUSAS DE LA CORRUPCIÓN

Son causas de la corrupción la carencia de un servicio fiscalizador de los actos de los funcionarios, empresarios, políticos y gobernantes; la insuficiente participación de la ciudadanía en el proceso de fiscalización y evaluación de la gestión; las precarias remuneraciones de trabajadores, empleados y autoridades, la falta de conciencia ciudadanía por el progreso de su país; el estar acostumbrado a tener todo lo necesario de la manera más fácil posible, es decir con el menor esfuerzo físico y mental; el premio al compadrazgo, al nepotismo y a la argolla.

Son causas de la corrupción la carencia de sistemas de control y de vigilancia efectivos; la falta de mecanismos de prevención, detección y sanción efectivos; el dejarse llevar por el soborno o sobornar a otras personas para obtener lo que uno quiere, desea o anhela.



CONSECUENCIAS DE LA CORRUPCIÓN

La corrupción debilita el régimen político democrático, pone en peligro la estabilidad política y económica del país, perjudica el normal y buen funcionamiento de los poderes del Estado, convierte el poder judicial y el poder legislativo en centros de legitimización de actos antiéticos y antijurídicos y en la defensa y aprobación de leyes en beneficio de los corruptores; propicia un clima desfavorable para las pequeñas, medianas y grandes inversiones en el país; obliga a los estratos sociales más pobres a permanecer en la informalidad e ilegalidad para subsistir; y contribuye al detrimento de la calidad de vida de las personas en general y condena al país al subdesarrollo, a la miseria y al desempleo.

La corrupción socava los cimientos de una sociedad civilizada, destruye la competencia comercial, consolida la injusticia social y altera la paz en el mundo.

Como consecuencia de la corrupción se produce la pérdida de credibilidad y legitimidad de los gobiernos; se consolidan elites y burocracias político-partidarias corruptas; prevale la ley del más fuerte; se ensancha la brecha entre ricos y pobres; prolifera y se extiende el nepotismo, el narcoterrorismo, el transfuguismo político, el desborde popular incontrolable por los gobiernos democráticos; el descrédito o devaluación de la política; prolifera la malversación de los fondos públicos al destinarlos a otro fin y no para el asignado en el momento de la aprobación presupuestal y el peculado crece y avanza en sofisticación y tecnología.

Los actos de corrupción y de inmoralidad socavan las estructuras morales del individuo, de los gobiernos y de la sociedad; distorsionan el gasto público; alteran, suspenden o liquidan el Estado de derecho; erosionan la legitimidad de instituciones y de las empresas públicas y privadas; frenan, limitan y desalientan la inversión extranjera; originan y alientan la delincuencia subversiva, el terrorismo y la desobediencia civil; y atentan contra los derechos de cuarta generación como el crecimiento, el desarrollo integral y el progreso de los pueblos.

 



[1] Javier Ronda Iglesias: “En algunas ocasiones se puede atentar contra el derecho de la presunción de inocencia por parte del informador. A toda costa la presunción de inocencia debe persistir hasta que se haya producido una sentencia condenatoria firme. De esta manera se evitará condenar o juzgar de una forma anticipada”, en su artículo difundido por Internet “Los retos del periodismo judicial”.

[2] Bob Eggington, de Media Helping Media, en su artículo publicado en Internet “Consejos para principiantes en el periodismo judicial”.

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