EL INVESTIGADOR CIENTÍFICO UNIVERSITARIO EN LA ERA DE LA SOCIEDAD GLOBAL
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Escribe:
Dr.Eudoro Terrones Negrete
El Investigador
El término
investigador proviene del latín investigātor
de vestīgium 'huella, resto'. El investigador es la
persona que elabora, desarrolla y evalúa un proyecto de investigación o que
participa en la búsqueda de solución de problemas científicos, de nuevos
conocimientos y en el esclarecimiento de hechos y de relaciones.
El
investigador puede trabajar en diversos ámbitos: académico, industrial, gubernamental y en empresas privadas con o
sin fines de lucro.
“Un
investigador es un buscador de soluciones y a la vez un identificador de problemas, quien para
resolverlos en muchas ocasiones requiere cuestionarlos aún más: ¿qué quiero
descubrir?, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿cuán
viable es?, ¿es ésta la mejor forma de investigarlo?, ¿puedo hacerlo?, ¿qué necesito
para poder hacerlo?”. María Elena Rivera
Heredia, et al (México, 2012:29).
El Manual Frascati, publicado por la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE), proporciona una definición del investigador o de
la investigadora, que refleja la diversidad de situaciones: « Especialista
involucrado en la concepción o creación de nuevos conocimientos, productos, procesos, métodos y sistemas, y/o encargado
de la gestión de los proyectos en cuestión».[1]
Ya en 1969
John Best[2]
había precisado y enfatizado: “el investigador auténtico es más bien un
especialista que un generalizador y que utiliza el principio del rifle que el
de la ametralladora”, pues apunta a un blanco definido dentro del amplio campo
de un gran problema.
El Científico
El término
científico proviene del latín scientificus;
de sciens, sabio, y facere, hacer. Científico es la persona
que se consagra al estudio y a la investigación de las ciencias para adquirir y
producir nuevos conocimientos y solucionar problemas científicos.
En la
academia de los países occidentales el científico es definido como una persona
con título en educación superior (Doctorado), varios años de experiencia
profesional como investigador entrenado y creativo, un factor de impacto en
investigación, cantidad y calidad de publicaciones, número de artículos
referenciados, membresía en academias científicas y número de patentes.[3]
El
adjetivo “científico”, se emplea a menudo más ampliamente que el sustantivo
correspondiente “ciencia”. Se le extiende para caracterizar todos los procesos
del pensamiento que terminan en conclusiones que un hombre razonable puede
aceptar. El científico hace afirmaciones acerca de lo que sucede siempre, no
acerca de lo que sucede esporádicamente o algunas veces. El científico
aprehende su problema como susceptible de aislamiento provisional, pero
esencialmente conectado con otros problemas que tendrán que ser considerados en
relación con su solución del problema dado. El científico tiene que ver con la
correlación de los conjuntos de propiedades. El científico considera los hechos
particulares solamente con el fin de obtener generalizaciones de abstracción
cada vez mayor.[4]
Son
científicos: antropólogos, paleontólogos, arqueólogos, cosmólogos, nano tecnólogos, astrónomos, biólogos y
microbiólogos; también geólogos, físicos,
químicos, ecólogos, sociólogos, psicólogos, politólogos, filósofos de la ciencia, entre otros,
precisamente por sus aportaciones, teorías, inventos y descubrimientos que
realizan en diferentes áreas, campos o disciplinas del saber humano.
El Universitario
Universitario(a)
es la persona que estudia, que está graduada o que da clases en la universidad.[5]
Ser universitario significa tener la voluntad y la
disposición por buscar, descubrir, conocer, explicar y difundir la verdad
poliédrica y la verdad científica; significa ser capaz de explicar el qué, el
cómo y el porqué de los fenómenos, hechos o problemas que ocurren en la
realidad natural y social.
Ser universitario
significa asumir la responsabilidad de seguir una carrera profesional y de especialización, en pregrado
o postgrado, hasta lograr máximas
calificaciones y grados académicos.
Ser
universitario conlleva a utilizar los recursos, bienes y servicios que brinda
la universidad en su campus universitario, en los laboratorios, equipos,
talleres, bibliotecas, librerías, etc., hasta culminar la carrera profesional o
la especialización.
Ser universitario implica descubrir y aprender nuevos
conocimientos; desarrollar destrezas,
habilidades, competencias, pensamiento creativo, crítico y sistémico, valores y
virtudes; participar con iniciativas novedosas y de interés social; ampliar el
círculo social y practicar las relaciones públicas y relaciones humanas para
una vida armónica y en paz social; culminar con éxito un proyecto de vida
personal, profesional o de especialización; definirse y esforzarse por alcanzar los objetivos,
fines y metas trazadas; orientar el pensamiento y la acción con un nutrido
bagaje cultural para llegar a ser lo que se propone ser.
“Ser
universitario es mucho más que “estar” en la universidad, es mucho más que “ir”
a clase, es mucho más que “tomar apuntes”. ¿Qué más?, se preguntarán....
¿estudiar y aprobar materias? Sí, por supuesto, pero también es más que sólo
estudiar y aprobar. Ser universitario significa tener pasión por descubrir y
conocer la verdad, tener sed de entender y hambre de poder explicar el porqué
de los fenómenos que observamos. Ser universitario significa ser protagonista
de su propia carrera, es decir conducir las riendas de su formación superior.
Un universitario no se contenta con que alguien le transmita los conocimientos,
sino que elabora su propio conocimiento. Un universitario se nutre de sus
profesores, de buena bibliografía, del mundo que lo rodea y pregunta y se
pregunta, para poder encontrar sus propias respuestas que lo satisfagan. Un
universitario no solamente es activo, sino proactivo, es decir crea las
situaciones haciendo que ocurran, es artífice de su proyecto de vida. Esta
actitud requiere de un espíritu fuerte, que no se deja abatir por las
dificultades y redobla el esfuerzo si es necesario, porque tiene clara su meta.
Ser universitario significa tener una visión amplia y abierta (universal),
ningún saber humano puede serle indiferente, más allá de la propia carrera.
Surge así naturalmente la necesidad de formarse en otros planos como el
cultural, el estético, el espiritual... Y al mismo tiempo, como vive inmerso en
la realidad, un universitario valora su condición de estudiante a la que otros
jóvenes de la misma edad no pueden acceder. Esta circunstancia en primer lugar,
refuerza el compromiso y estimula a estudiar más y mejor. A su vez, aguijonea
el propio mundo, invita a salirse de uno mismo y a pensar ¿qué puedo hacer yo
por mi entorno?, ¿cómo puedo ayudar? El estudio serio y las actividades de
promoción social tan propias de los estudiantes universitarios manifiestan un
real compromiso ciudadano y constituyen al mismo tiempo, los primeros trabajos
profesionales con los que ya comienzan a servir a la sociedad”.[6]
Enlazando
ahora los términos investigador, científico y universitario estamos en
condiciones de dar el significado de investigador científico universitario.
Concepto de Investigador Científico Universitario
El
investigador científico universitario es el profesional, especialista o experto
en la aplicación de métodos, técnicas, instrumentos y herramientas de
investigación científica; es el que
orienta su actividad teórica y práctica a descubrir, producir y difundir
nuevos conocimientos científicos, nuevos proyectos de investigación, nuevas
leyes científicas y nuevas teorías científicas en beneficio de la sociedad; es
a la vez el que desarrolla, perfecciona y profundiza las teorías existentes; es
el que guía, capacita y perfecciona los recursos humanos hasta alcanzar una
alta aspiración de logro profesional.
Según
Barber (1973:38), el investigador es quien decide qué tipo de trabajo o estudio
ha de realizarse, cómo debe ser diseñado, cómo debe ser analizado o
interpretado. El investigador es el responsable del experimento, en su
totalidad, así como del previo entrenamiento que han de recibir los
experimentadores para su correcta ejecución[7].
El
investigador científico universitario trata de encontrar solución a los
problemas científicos; realiza investigaciones a nivel de las ciencias
humanísticas, científicas y tecnológicas; se ocupa de los fenómenos, hechos o
problemas científicos y de sus relaciones, y de los entes ideales; formaliza
enunciados fácticos e hipótesis verificables; demuestra rigurosamente sus
teoremas lógicos o matemáticos; trata de descubrir si sus hipótesis se adecuan
a los hechos; efectúa las pruebas de verificación empírica de hipótesis
(confirma o rechaza) para saber si el enunciado es verdadero o falso, adecuado
o inadecuado a su objeto de estudio del trozo de realidad escogido. También
realiza deducciones e inducciones, interpreta y explica axiomas.
El
investigador científico universitario trabaja con ideas, conceptos, juicios,
raciocinios, hechos singulares, herramientas conceptuales y variedad de tipos
de leyes y teorías científicas. Elabora los proyectos de investigación de
acuerdo con las normas científicas establecidas y en vigencia; interpreta los
datos obtenidos; elabora, organiza y prioriza el número de conclusiones finales
de la investigación; redacta
correctamente los informes parciales y finales de los proyectos de
investigación y los difunde para conocimiento del público y de la comunidad de
científicos. Trabaja eficientemente con multiplicidad de métodos, técnicas y
procedimientos de investigación científica.
El
investigador científico universitario crea lenguajes artificiales, inventa
palabras, conjeturas, signos y símbolos y los atribuye significados propios;
algunas veces genera el azar de manera deliberada y por múltiples razones.
El
investigador científico universitario hace visible, evidente, asimilable y
comprensible todo aquello que permanece oculto en el contexto de la realidad;
aprende a vivir en permanente curiosidad e
incertidumbre hasta descubrir las pistas para futuras investigaciones.
El
investigador científico universitario, en su cotidiano quehacer intelectual,
incrementa sus saberes, comparte sus experiencias, ensancha su bagaje cultural
y los utiliza para producir nuevos inventos y nuevos descubrimientos.
El
investigador científico universitario bien podría ser el consejero de los gobernantes,
ejecutivos y políticos con el fin de que la ciencia sea usada de manera
útil, efectiva, eficaz y eficiente; es la persona calificada para convertir en
inteligible lo que hacen los técnicos y para absolver sus interrogantes,
problemas y dilemas.
El
investigador científico universitario es consciente de sus carencias
profesionales, pero también de sus posibilidades, potencialidades, destrezas,
habilidades y competencias, y sabe cómo hacer bien las cosas, porqué camino
deberá transitar y cómo subsanar o superar sus “puntos flacos”.
La
obtención de nuevos conocimientos científicos lo consigue tras la lectura de obras selectas, la observación, la
inferencia teórica, la experimentación, el intercambio de experiencias y los
descubrimientos. Para el investigador científico universitario un fin bueno no
puede justificar un medio malo o a la inversa.
El
investigador científico universitario en su quehacer diario se libera de
construcciones teórico-subjetivistas, de especulaciones metafísicas o de
elucubraciones fantasiosas referente a la aprehensión del problema, a la
formulación y contrastación de hipótesis o al conocimiento de su objeto.
El
investigador científico universitario hace previsiones teóricas, obtiene
hallazgos empíricos, descubre el mecanismo interno, las relaciones y los
elementos constitutivos del problema de investigación.
Corresponde
al investigador científico universitario producir conocimientos válidos,
comprobados, bien elaborados y cualificados; alimentar convicciones razonadas y
planteamientos relevantes de ser contrastados con la realidad.
Antes de
llegar a una conclusión, considera, dentro de lo posible, a todos los hechos de
su entorno social. Su misión no es el de aceptar una conclusión simplemente
porque esté en armonía con sus deseos, inquietudes, preocupaciones o
aspiraciones profesionales. Acepta lo que los hechos justifican, en armonía con
el interés social.
Por la
responsabilidad histórica y social que asume el investigador científico
universitario no deja de estar bien informado y capacitado, para aceptar las cosas por su valor real y no por
su valor superficial, aparente o empírico.
Diríamos
con Bacon que el científico debe estar dispuesto a buscar la verdad, debe estar
preparado para dudar, debe ser lento para afirmar y, sin embargo, debe ser
rápido en la aprehensión de las similitudes en las cosas, capaz de distinguir
sus diferencias y cuidados o para ordenarlas.
Faraday
decía: “El hombre de ciencia tiene que ser un hombre que escuche todas las
sugestiones, pero que esté resuelto a juzgar por sí mismo. Que no se deje
desviar por las apariencias; que no tenga hipótesis favoritas; que no
pertenezca a ninguna escuela y que, en materia de doctrina, no tenga maestro.
Tiene que respetar no a las personas, sino a las cosas. Su principal objetivo
es la verdad…” Algunos psicólogos de prestigio han señalado algunas cualidades
especiales y precisas que debe reunir el investigador científico. Por ejemplo,
Pavlov considera como fundamentales las siguientes[8]:
1. Concentración
del pensamiento.
2. Imparcialidad
mental.
3. Aptitud
para concretar el pensamiento.
4. Facilidad
para construir hipótesis.
5. Modestia
y simplicidad.
6. Disposición
de verificar.
7. Atención
al detalle.
A su vez,
M. Chavarti (2005:52) comenta: “El investigador debe desarrollar competencias
que le permitan enfrentar el problema de manera dinámica y flexible. Para
dedicarse a esta actividad se requiere de una especie de filtro cognitivo que
consiste en cuestionarse acerca de los datos, confrontar la teoría con la
evidencia y desarrollar la capacidad para reconocer falsas teorías. Estas
habilidades cognitivas sofisticadas son conocidas como habilidades de orden
superior o metacognitivas”.
El camino
para formarse como investigador en el área experimental, por ejemplo, según lo
señalado por Bolívar Zapata[9]
es el siguiente: “[...] se inicia como aprendiz de brujo: uno se pega a un gran
maestro o a un buen investigador y de él aprende y ahí en el laboratorio ve
cómo va obteniendo las cosas y observa cómo se está pensando, y esto es parte
de la cultura y de la formación de los estudiantes, no nada más cursos en el
Laboratorio. Lo anterior es parte importante en este proceso de ir formando a los
nuevos investigadores, a la gente que piensa cómo están organizadas las cosas y
tratar a partir de aquí de entender y señalar que así funciona este sistema,
así funciona la célula, así funciona la célula infectada, así funciona la
célula cancerosa, cuáles son las analogías, cuáles son las diferencias”.
[1] «Frascati Manual:
Proposed standard practice for surveys on research and experimentaldevelopment»http://www.uis.unesco.org/Library/Documents/O
ECDFrascatiManual02_en.pdf
[2] Best, John. Cómo investigar en educación. Ed.
Morata, S.A., 2ª. Edición, Madrid, 1969, p.16.
[3] Llinás,
Rodolfo. (1996). «Ciencia,
educación y desarrollo: Colombia en el siglo XXI». Colombia: al filo de la oportunidad - Misión
de Ciencia, Educación y Desarrollo. Presidencia de la República. pp. 30-44. ISBN 978958-18-0120-6.
[4] Terrones Negrete, Eudoro. Diccionario de investigación científica.
A.F.A.
Editores Importadores, S.A., Lima, primera edición, 1998, p.54.
[5] Ediciones CEAC. Diccionario Enciclopédico de Educación. España, 2003, p.419.
[6] University of Saint Thomas, Saint
Paul, Minnesota, USA.
http://www.intep.edu.co/Es/Usuarios/Institucional/file/Transformacion/Prese
ntacion/Que%20es%20ser%20Universitario.pdf
[7]
https://es.scribd.com/doc/106458462/Dificultades-y-problemas-de-lainvestigacion-social
[8]
Mendieta Alatorre, Ángeles. Métodos de
Investigación y Manual Académico. Editorial Porrúa, S.A., México, 1966,
p.18.
[9] Señalado por Bolívar
Zapata en el simposio sobre formación de grupos de investigación organizado por
la FIMPES (2004, P.58). Citado por María Elena Rivera Heredia en Competencias para la investigación.
Editorial Trillas S.A.de C.V., Universidad Simón Bolívar, Reimpresión, México,
2012, p.24.