Reflexiones y propuestas para hacer Ciencia y fomentar la Investigación en las Universidades de Perú[1]
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Escribe:
Dr. Eudoro Terrones Negrete
En los
tiempos actuales, es difícil imaginarnos un mundo sin ciencia, sin investigación científica, si tenemos en
cuenta que hasta la fecha existen “casi dos mil ciencias”[2].
Hacer
ciencia implica hacer una empresa colectiva de interés social para lograr la
solución de diversos problemas. Pero históricamente la ciencia no ha podido
escapar del enfoque ambivalente (positivo negativo), ha sido usada para bien o para mal, para
generar en los países en vías de desarrollo dependencia respecto de las
sociedades capitalistas industriales.
Hacer
ciencia es un trabajo intelectual y material especializado, complejo, no fácil
y que demanda mucha dedicación y concentración. Hacer ciencia implica
descubrir, seleccionar, valorar, evaluar y producir nuevas verdades científicas
como resultado de procesos racionales de observación y experimentación, cuya
fuerza está en la capacidad de aceptación o de rechazo, de explicación,
descripción, predicción y transformación de la realidad natural y social,
dentro del cambiante contexto de la sociedad del conocimiento.
Para hacer
ciencia se requiere utilizar el pensamiento científico, el lenguaje científico,
el problema científico, el método científico, los géneros de la comunicación
científica[3],
la redacción científica y los elementos del conocimiento científico30.
Factores por lo que muy poco se hace ciencia y se produce ciencia
En el
Perú, lamentablemente, son múltiples los factores por lo que muy poco se hace
ciencia y se produce ciencia. Cabe mencionar, entre dichos factores, por
ejemplo: carencia de personal investigador idóneo y experimentado[4];
carencia de la profesión de investigador científico; baja inversión pública y
privada en ciencia y tecnología[5];
insuficientes laboratorios y precariamente equipados los talleres y las
bibliotecas; falta de continuidad de proyectos, planes y políticas de
investigación; deficiencia del sistema educativo en la enseñanza de las
ciencias en los diversos niveles y
modalidades; fomento de la memoria; repetición acrítica; falta de actitud
axiológica desde una mirada plural; falta de intensificación del trabajo
coordinado en quipos de estudiantes y profesores investigadores a nivel de
centros e institutos de investigación de las universidades; falta de
articulación de las investigaciones que se realizan en los diferentes niveles y
modalidades educativas; falta intensificar el desarrollo de concursos de
investigación en las escuelas de postgrado de las universidades, para
seleccionar y estimular a las mejores tesis de investigación de maestría y
doctorado con la participación de evaluadores externos.
Con la
aplicación de la ciencia se origina la técnica.
El hombre no es sólo homo sapiens (capacidad
teórica), sino también homo faber (capacidad práctica). No con poca razón Henri Bergson decía
que el objeto esencial de la ciencia “es aumentar nuestra influencia sobre las
cosas”.
No hay un solo método para hacer ciencia
No hay un
solo método para hacer ciencia, no hay una sola etapa o un solo instrumento o
equipo válidos para todas las ciencias; cada ciencia tiene lo suyo.
Ernesto de
la Torre Villar y Ramiro Navarro de Anda[6] precisan
que “Los educadores, encargados de vigilar y orientar el desarrollo de la mente
y el espíritu del hombre, han recomendado desde los días de Sócrates y Platón,
la necesidad de cultivar desde la tierna infancia el ejercicio racional
mediante el estudio sistemático y reflexivo. Uno de los programas pedagógicos
más sólidos y efectivos –probado a través de varias centurias-, la Ratio Studiorum[7],
dispone que a los estudiantes se les debe enseñar a trabajar científicamente y
a proponer por escrito, también en forma científica, el fruto de sus trabajos.
Una de sus normas recomienda: “se debe procurar iniciar a los estudiantes en el
método del trabajo científico o en la metodología de una manera conveniente.
Enséñeseles, por lo tanto, a manejar los libros, los comentarios, las revistas,
las enciclopedias; a interpretar las diversas notas de las ediciones críticas;
aprendan las normas aprobadas para las citas de los autores; la manera de sacar
notas y de ordenar los apuntes; enséñeseles la manera de proceder para dar el
juicio de un libro o de un escrito; y finalmente a practicar todo aquello que
se necesita para emprender un trabajo científico”.
La ciencia
como producto social y producto cognitivo de alta especialización no deja de
estar orientada al servicio del bien común, del crecimiento, desarrollo y
progreso de los pueblos. Este compromiso histórico de la ciencia en su
vinculación con la sociedad (sociedad desarrollada o en vías de desarrollo), se
ha ido acrecentando en sus objetivos, fines y metas en la medida en que
aparecían nuevos problemas cada vez más complejos y que requerían de nuevos
tipos de pensamiento como el pensamiento crítico, el pensamiento sistémico, el
pensamiento holístico y el pensamiento complejo.
Esta nueva
situación problemática nos lleva a coincidir con las expresiones del argentino
Pablo Kreimer cuando afirma: “En consecuencia, hay que dejar de lado esa ciencia hecha y observar, investigar,
analizar, interpretar la “ciencia
mientras se hace”, porque es allí donde se pueden encontrar las raíces de
lo que luego será presentado como verdad al resto de la sociedad.”35
Y
esto es, precisamente, lo que estamos
haciendo ahora durante el inicio del seminario nacional Producción y desarrollo científico en las Universidades de Lima
Metropolitana, organizado por la Universidad
Peruana
Simón Bolívar, con el primer tema “Hacer Ciencia: Investigación, Epistemología
y Comunicación”, expuesto por el doctor Oscar Rubén Silva Neyra. A decir
verdad, estamos compartiendo e intercambiando ideas y experiencias académicas,
en un intento de enriquecer el debate dialéctico de tesis, antítesis y síntesis.
Interrogantes
Cómo no,
entonces, preguntarse: ¿Se puede vivir y desarrollarse sin ciencia? ¿Para qué
sirve y a quién sirve la ciencia? ¿Qué funciones sociales cumplen la ciencia y
el investigador científico? ¿Por qué tipo de investigación deberían empezar los
países en vías de desarrollo como el Perú? ¿Quién financia la investigación
científica, el Estado o mecenas privados
nacionales o extranjeros?, preguntas que requieren de respuestas o de mayor
tiempo para su análisis crítico. Sin embargo, en lo que corresponde a la
penúltima pregunta me inclino a pensar que debería empezarse por la investigación básica, por cuanto esta es
esencial para todo Estado moderno que busca lograr sus objetivos nacionales de
desarrollo, dentro de una trayectoria lineal que va de la investigación al
desarrollo y concluye en la innovación (I+D+IN).
Coincido
también con aquellos que piensan que de la ciencia
hecha debemos pasar a la ciencia
activa, que es la ciencia en proceso de fabricación o de producción,
sentando así las bases para un desarrollo ulterior sostenible y sustentable a
través del tiempo.
Propuestas para hacer ciencia y fomentar la investigación en las universidades de Perú
Como autor
del presente libro “Perfil y ética del investigador científico universitario”,
considero que las universidades deberán ser proactivas al cambio y a la
innovación científica y tecnológica, vencer la inercia y la resistencia a los
cambios, y responder a los retos del presente y del futuro.
Ante el
reto del siglo XXI las universidades en el Perú deberían asumir su
responsabilidad histórica con el desarrollo del país y efectuar acciones
trascendentes para hacer ciencia y fomentar la investigación, como las
siguientes:
• Relacionar
la investigación científica con la docencia universitaria desde los primeros
ciclos académicos en todas las carreras profesionales.
• Efectuar
un estudio de seguimiento laboral de los profesionales para identificar y
estimular a quienes están efectuando trabajos de investigación financiada por
empresas nacionales o instituciones internacionales.
• Organizar
y equipar el Banco Nacional de Datos de Egresados Investigadores por carreras
profesionales.
• Vincular
a cada universidad con algún centro de investigación internacional, para
democratizar los resultados de las investigaciones y los recursos dedicados a
su producción.
• Realizar
permanentes campañas de motivación y de persuasión para que la población
perciba a la universidad como un centro de investigación científica de primer
nivel en alguna línea de investigación de su especialidad, y no sólo como un
centro de mera formación profesional.
• Potenciar
a los institutos o centros de investigación asignándoles el desarrollo de
proyectos de investigación y el rol de capacitación intensiva a docentes,
estudiantes y egresados, en el manejo de modernos métodos, técnicas,
instrumentos y equipos de investigación.
• Poner
mayor énfasis en el intercambio de profesores universitarios e investigadores
visitantes (nacionales y extranjeros).
• Crear
fondos concursables, de manera que existan profesores que dejen la docencia por
1, 2 o más años y se dediquen sólo a investigar.
• Crear
la Beca de Retorno, para que los investigadores científicos que salieron al
extranjero retornen a trabajar en el Perú.
• Crear
el Fondo de Promoción de la Investigación en cada universidad, que permita
incentivar la capacitación de los profesores y asegurar el financiamiento del
traslado de investigadores a otras universidades de mayor prestigio
internacional.
• Involucrar
la participación de la empresa privada en el financiamiento de proyectos de
investigación científica de la Universidad.
• Promover
la participación creativa y activa de los estudiantes en la actividad
científica extracurricular, y otorgar becas
integrales para los mejores estudiantes con competencias y condiciones para
la investigación científica.
• Incorporar
a Asesores e Investigadores especializados para elaborar y dirigir proyectos de
investigación científica.
• Articular
acciones efectivas entre los organismos de ciencia y tecnología y entre las
universidades públicas y privadas del país.
• Renovar
y actualizar los currículos y lograr una mayor coordinación e integración entre
la investigación y los estudios de pregrado y de postgrado, respectivamente.
• Estimular
el desarrollo de la investigación por
proyectos, y la presentación y divulgación de los mejores proyectos a nivel
nacional e internacional.
• En
las universidades nacionales y privadas debería crearse la nueva carrera
profesional de Investigador Científico y Tecnológico.
• El
profesor investigador universitario debería laborar a dedicación exclusiva, con
un máximo de 8 horas de dictado de clases, con el fin de que tenga tiempo para
dedicarse a investigar y a reciclarse profesionalmente de manera constante.
• El
Estado tiene la obligación de incrementar periódicamente la inversión en
ciencia, tecnología e innovación, asignando el presupuesto suficiente a
CONCYTEC y a las universidades públicas, para que cumplan a cabalidad su rol
promotor e incentivador de la investigación científica, pero al mismo tiempo
deberán hacer un seguimiento permanente, efectuar el riguroso control de la
inversión y la evaluación periódica de los resultados de investigación
realizados.
Mario Bunge y sus reflexiones acerca de cómo hacer ciencia
Mario Augusto Bunge, físico, filósofo científico y
epistemólogo argentino, maestro universitario en la cátedra de Lógica y
Metafísica en la Universidad McGill de Montreal. Su concepción filosófica se
ubica dentro del realismo científico, el cientificismo, el materialismo y el
sistemismo.
Mario
Bunge, en su obra “Ciencia y desarrollo” expresa: “Puesto que la investigación científica es
tarea de la comunidad científica, y puesto que ésta no puede existir en un
vacío social, si nos interesa estimular o inhibir el desarrollo científico
debemos enfocarlo como un aspecto del desarrollo integral de la sociedad
humana. A su vez, como se vio en el Capítulo 1, toda sociedad humana,
cualquiera sea su estado de desarrollo, puede analizarse como un sistema
compuesto de cuatro subsistemas. Estos son el sistema biológico, el económico,
el cultural y el político…”[8]
El científico hace ciencia para el pueblo
“…En
principio toda ciencia básica es ciencia para el pueblo, o sea, potencialmente
beneficiosa para el público, sea por sí misma (como bien cultural), sea por sus
aplicaciones. Producir y difundir ciencia básica son servicios sociales. En
suma, todo buen científico hace ciencia para el pueblo sin que se lo pidan.
Pero si se lo piden explícitamente, y en particular si le piden que produzca
cosas o procedimientos de utilidad práctica inmediata, tendrá que dejar de
hacer ciencia básica para dedicarse a una actividad para la cual no está
preparado: lo más probable es que le obliguen a convertirse de científico bueno
o mediocre, en mal técnico. Lo dicho no implica que el científico pueda hacer
oídos sordos a su responsabilidad social. En efecto, puesto que la actividad
científica se inserta en la vida social, no puede dejar de tener aspectos
morales…”[9]
Se puede hacer Ciencia en países en desarrollo
Bunge,
tras analizar las posibilidades de hacer ciencia, particularmente investigación
básica, en países en desarrollo, concluye que sí es posible aun cuando “es
mucho más difícil” y que requiere de ciertas “condiciones mínimas”: “¡En suma,
se puede hacer investigación básica en países en desarrollo, y de hecho se
vienen haciendo, si bien es cierto que es mucho más difícil hacerla que en
países desarrollados. Las condiciones mínimas para hacerla en cualquier parte
del mundo son: poseer talento científico, estar libre de preocupaciones
económicas angustiantes, tener acceso a publicaciones, gozar de libertad
académica, estar en contacto con otros investigadores del país y del
extranjero, y no requerir equipos excesivamente costosos”.38
Condiciones para hacer Ciencia en la Universidad del Tercer Mundo
Bunge,
luego de preguntarse ¿Puede haber ciencia en la Universidad del Tercer Mundo?
responde: “Debiera haberla y a veces la hay, aunque pocas veces con
continuidad. Que debiera haberla parece obvio, ya que una universidad no es tal
si no produce conocimiento nuevo, en particular conocimiento científico. Pero
eso no es fácil: construir teorías, calcular, diseñar experimentos, y efectuar
mediciones es más difícil que comentar textos escritos por otros o debatir
cuestiones ideológicas. Para hacer ciencia es menester una preparación
especializada que exige largos años de aprendizaje difícil. También hacen falta
bibliotecas al día, laboratorios, gabinetes de estudio, seminarios y coloquios,
así como personal auxiliar competente. En una palabra, hace falta gente
competente a diversos niveles, e instalaciones adecuadas. Pero ni esto, que ya
es difícil de obtener, basta. También se necesita tranquilidad, estabilidad y
continuidad. Y esto es muy difícil de lograr allí donde la Universidad es una
isla de libertad acosada por adversarios exteriores y minada por dentro por
activistas que, aunque acaso bien intencionados, no se proponen tanto la mejora
de la Universidad como su utilización como arma política. Es posible que la
mayoría de los científicos que han emigrado del Tercer Mundo lo han hecho en
busca de la tranquilidad indispensable para trabajar” [10]
El
filósofo argentino, luego de realizar un análisis crítico y objetivo puntualiza
y subraya la existencia de tres grandes males en la Universidad del Tercer
Mundo: “En suma, la Universidad del Tercer Mundo está aquejada de tres grandes
males entre muchos otros: la preparación insuficiente de sus alumnos, la
improvisación de sus profesores y la politización de unos y otros. Por estos
motivos algunos investigadores sueñan con institutos de investigación
independientes de las universidades, al estilo de las academias y centros
científicos de Europa occidental (en particular la República Federal Alemana) y
oriental (la U.R.S.S.)[11].
Se hace Ciencia en Universidades e Institutos extraordinarios
“Se hace
ciencia, buena o mediocre, en universidades y en institutos extraordinarios.
Pero estos últimos, si dependen de la industria o de ministerios no especializados
en ciencia (o al menos en cultura), suelen especializarse en ciencia aplicada
con descuido de la básica. Se entiende: a un dirigente de empresa, o a un
ministro de salud pública (o de industria y comercio, o de desarrollo, o de
defensa) se le hace difícil justificar gastos en ciencia básica: sólo la
aplicada le resultará evidentemente “relevante” a las actividades centrales de
la unidad que administra. En cambio, la Universidad no puede legítimamente
cuestionar la investigación básica (a menos, claro está, que caiga en manos de
gentes incultas, o de delincuentes culturales, o de políticos demagógicos). Por
este motivo la ciencia básica tiene más posibilidades de florecer dentro de la
Universidad que fuera de ella, siempre que sea una Universidad auténtica y no
sólo de nombre”[12].
“En resumen – indica Bunge-, no hay Universidad moderna, que merezca el nombre
de tal, a menos que albergue a investigadores activos en el área de la ciencia
(y de la técnica y de las humanidades). Allí donde la Universidad no ofrece las
condiciones necesarias para el trabajo científico serio y sostenido, se podrá
ensayar la formación de un instituto extrauniversitario de ciencias. Pero ésta
no será una solución ideal ni permanente, a menos que responda a necesidades regionales.
(Y aun en este caso es posible que la solución óptima se obtenga reuniendo a
investigadores por períodos limitados a la realización de planes precisos de
investigación). La única solución posible es global, o sea, consiste en mejorar
las condiciones económicas, culturales y políticas de la sociedad íntegra, de
modo que esté en condiciones de sostener a una Universidad que funcione
regularmente (no espasmódicamente) y que esté organizada en torno a la
investigación en todas las áreas del conocimiento”[13]
La comunidad de científicos se ajusta a un código de conducta
Mario
Bunge indica que de cuando en cuando la comunidad de científicos vigila a los
investigadores para que se ajusten a un código de conducta que incluye los
siguientes imperativos:
1. Esforzarse
por hacer buena ciencia. (El investigador que no hace este esfuerzo estafa al
público).
2. Esforzarse
por difundir conocimientos y métodos científicos dentro y fuera de su lugar de
trabajo. (El investigador que no lo hace es egoísta).
3. Criticar
creencias anticientíficas y seudocientíficas dentro y fuera de su lugar de
trabajo. (El investigador que no lo hace no es una persona culta, o es
indiferente al rumbo que tome su cultura, o no tiene coraje, o no tiene
libertad).
4. No
servir a opresores económicos, políticos o culturales. (El investigador que
ayuda a los enemigos del pueblo se convierte él mismo en enemigo público y
desprestigia la ciencia).”[14]
El
filósofo científico argentino concluye manifestando enfáticamente:
“Pero no
puede haber desarrollo científico técnico integral y sostenido a menos que haya
cierta holgura económica, cierta tolerancia intelectual, y cierta libertad
política. En suma, el desarrollo científico y técnico requiere del desarrollo
de la sociedad en todos sus aspectos: biológico, económico, cultural y
político…”[15]
[1] Intervención del Dr.
Eudoro Terrones Negrete, en su condición de panelista, durante la conferencia magistral del Dr.
Oscar Rubén Silva Neyra en el tema
“Hacer ciencia: Investigación, Epistemología y Comunicación” (Lima,
11-09-2017), dentro del marco del Seminario Nacional “Producción y desarrollo
científico en las Universidades de Lima Metropolitana”, organizado por el
Vicerrectorado de Investigación de la Universidad Peruana Simón Bolívar. El
seminario se realizó los días 11, 12, 13, 14 y 15 de setiembre de 2017, en la Sala
de usos múltiples, 4° piso, Av. Brasil 1228, Pueblo Libre, Lima.
[2] Según Mario unge, en su
obra Ciencia y desarrollo, Talleres
“El Gráfico/Impresores”, Buenos Aires, 1989, p.33
[3] Son géneros de la
comunicación científica: conferencia científica, ponencia científica, discurso
científico, memoria de licenciatura,
artículo científico, monografía científica, tesis de maestría y tesis
doctoral. 30 Son elementos
del conocimiento científico: hechos científicos, principios científicos,
hipótesis científicas, leyes científicas y teorías científicas.
[4] Según cifras del
Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) el Perú cuenta con 0.24 investigadores
a tiempo completo por cada 1,000 participantes de la Población Económicamente
Activa
(PEA), Mientras en Chile son 2 investigadores por cada 1,000
participantes.
[5] Perú invierte sólo el 0.15
% de su Producto Bruto Interno en ciencia y tecnología. Lo más criticable es
que por falta de capacidad de gasto y de personal investigador especializado
las universidades públicas no invirtieron 1,500 millones de soles en
investigación entre el 2004 y el 2012, dinero proveniente del canon minero y
gasífero de su región y tuvieron que retornar al MEF. Y no obstante que la Ley
Universitaria 30220 establece que las universidades públicas y privadas deben
contratar profesores-investigadores que enseñen una sola asignatura y reciban
un suelo de 50 % más que sus colegas.
[6] De la Torre Villar,
Ernesto y Ramiro Navarro de Anda. Metodología
de la investigación bibliográfica, archivística y documental. McGraw-Hill,
México, 1992, p. XIII.
[7] La Ratio Studiorum (traducido como «Plan de Estudios») es el documento que estableció formalmente el sistema global de educación de la Compañía de Jesús en 1599. Su título completo es Ratio atque Institutio Studiorum Societatis Iesu («Plan oficial de estudios de la Compañía de Jesús»). El trabajo es producto de muchos académicos internacionales, con amplia experiencia, que se encontraban en el colegio que los jesuitas tenían en Roma, el Colegio Romano. https://es.wikipedia.org/wiki/Ratio_Studiorum 35 Kreimer, Pablo. El científico también es un ser humano. Siglo Veintiuno Editores, S.A. Argentina, 2009, pp.29-30.
[8] Bunge Mario. Op.cit., p.51
[9] Bunge, Mario, Ibídem,
p.74. 38 Ibídem, p.82
[10] Ibídem, pp. 86-87
[11] Ibídem, p.87
[12] Ibídem, p.88
[13]
Ibídem, p.89
[14] Ibídem, pp.74-75
[15] Ibídem, p.124