LA FILOSOFÍA COMO FORMA DE VIDA DEL SER HUMANO
Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete
La filosofía constituye una forma de vida del ser humano y que le permite comprender, interpretar, traducir, describir y explicar todo cuando acontece durante el transcurrir de su existencia y conducirse de una u otra forma sobre la base de apropiados principios y valores éticos. La filosofía constituye una concepción del hombre frente al mundo y un conjunto de rigurosos principios, reglas, normas y leyes sobre cómo vivir auténticamente.
Al respecto Jaspers expresa con claridad meridiana que “filosofar significa… no ya limitarse a elaborar conceptos o a idear sistemas, sino elegir, decidir, comprometerse, apasionarse: vivir auténticamente y ser auténticamente sí mismo… Es imposible separar el ser hombre y el filosofar (a diferencia de la posibilidad de separar al hombre de su conocimiento). Todo hombre en cuanto hombre filosofa”.
El hombre y el filósofo están comprometidos existencialmente con la búsqueda reflexiva, desinteresada, humilde, honesta, sincera y responsable de la verdad filosófica o verdad poliédrica, perenne e integral; búsqueda del saber auténtico y de la cultura, para una mejor comprensión y explicación de su vida, del sentido y la orientación de su libertad, de sus proyectos de vida, de su orientación y relación de por vida dentro del mundo. El hombre y el filósofo se entregan a la búsqueda infatigable de la verdad, del saber y de la cultura con todo su ser, con todas sus facultades cognitivas, con el todo de sí mismo.
Es decir, que el hombre o el filósofo compromete el todo del sujeto para encontrar la verdad poliédrica, verdad total de todo cuanto hay en su objeto de estudio, para una mejor y superada realización humana en el mundo terrenal. Sciacca, afirma que “La filosofía es comprometedora. El filósofo que asume la terrible tarea de reflexionar sobre el conocimiento común, de someterlo a examen y crítica, de objetivar su vida para así examinarla profundamente, no ya vivida en su inmediatez sino puesta como problema, ese filósofo se identifica con su filosofía, con su verdad, que es su vida. Todo filósofo es una fórmula, pero su fórmula no es una abstracción; es la riqueza total y radical de su vida; la fórmula es la cruz en que se crucifica y de donde perennemente renace” ( “La filosofía y el concepto de la filosofía”).
El hombre logra enriquecer las fibras de su existencia en la medida que reflexione filosóficamente sobre el sentido, origen y destino de su ser en el universo, en la medida que encuentre explicaciones concretas sobre su misión y fin es este mundo terrenal.
Xavier Zubiri, en “Naturaleza, Historia, Dios”, ha escrito que “La filosofía no es una ocupación suplementaria, ni tampoco la mejor ocupación del hombre, sino un modo fundamental de su existencia intelectual”.
Al respecto Jaspers expresa con claridad meridiana que “filosofar significa… no ya limitarse a elaborar conceptos o a idear sistemas, sino elegir, decidir, comprometerse, apasionarse: vivir auténticamente y ser auténticamente sí mismo… Es imposible separar el ser hombre y el filosofar (a diferencia de la posibilidad de separar al hombre de su conocimiento). Todo hombre en cuanto hombre filosofa”.
El hombre y el filósofo están comprometidos existencialmente con la búsqueda reflexiva, desinteresada, humilde, honesta, sincera y responsable de la verdad filosófica o verdad poliédrica, perenne e integral; búsqueda del saber auténtico y de la cultura, para una mejor comprensión y explicación de su vida, del sentido y la orientación de su libertad, de sus proyectos de vida, de su orientación y relación de por vida dentro del mundo. El hombre y el filósofo se entregan a la búsqueda infatigable de la verdad, del saber y de la cultura con todo su ser, con todas sus facultades cognitivas, con el todo de sí mismo.
Es decir, que el hombre o el filósofo compromete el todo del sujeto para encontrar la verdad poliédrica, verdad total de todo cuanto hay en su objeto de estudio, para una mejor y superada realización humana en el mundo terrenal. Sciacca, afirma que “La filosofía es comprometedora. El filósofo que asume la terrible tarea de reflexionar sobre el conocimiento común, de someterlo a examen y crítica, de objetivar su vida para así examinarla profundamente, no ya vivida en su inmediatez sino puesta como problema, ese filósofo se identifica con su filosofía, con su verdad, que es su vida. Todo filósofo es una fórmula, pero su fórmula no es una abstracción; es la riqueza total y radical de su vida; la fórmula es la cruz en que se crucifica y de donde perennemente renace” ( “La filosofía y el concepto de la filosofía”).
El hombre logra enriquecer las fibras de su existencia en la medida que reflexione filosóficamente sobre el sentido, origen y destino de su ser en el universo, en la medida que encuentre explicaciones concretas sobre su misión y fin es este mundo terrenal.
Xavier Zubiri, en “Naturaleza, Historia, Dios”, ha escrito que “La filosofía no es una ocupación suplementaria, ni tampoco la mejor ocupación del hombre, sino un modo fundamental de su existencia intelectual”.