EL PARADIGMA DE
NICOLÁS COPÉRNICO:
LA TEORÍA HELIOCÉNTRICA
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Antes de explicar
la teoría del heliocentrismo queremos ubicar a Nicolás Copérnico en el espacio
y tiempo histórico que le correspondió vivir: “Nicolás Copérnico nació en
Polonia, en el último tercio del siglo XV. Un lugar y una época en plena
efervescencia social, política, religiosa y científica. Era la Polonia que
había conseguido afirmarse como nación tras siglos de pelea con sus vecinos;
una nación en la que el catolicismo y el papado habían tenido un arraigo
importante y habían significado una garantía frente a las amenazas de los
países circundantes. Una Polonia que había creado en su capital, Cracovia, una
institución docente superior solo comparable a las mejores universidades
francesas, inglesas, italianas o españolas. Una Polonia que vivía inmersa en un
proceso revolucionario cuyo campo de batalla era toda Europa. Creencias,
conocimientos e ideas estaban sufriendo una transformación que concluiría con
un cambio radical en la visión que el hombre había tenido de su entorno y de sí
mismo. En pocos años se iban a sustituir algunos paradigmas considerados hasta
entonces inamovibles en la cultura europea. En lo artístico se estaba viviendo
la transición desde el oscurantismo y las convenciones de la Edad Media hasta
la luminosidad del Renacimiento. En lo político, El Príncipe de Maquiavelo marcaría un antes y un después en las
relaciones del gobernante con sus súbditos. En lo social, el individuo iba a
demandar un protagonismo que nunca antes había tenido. En lo científico,
Leonardo planteó la necesidad de abordar el estudio fiel de la realidad para
que los fenómenos naturales fueran adecuadamente descritos y medidos”.[1]
En la época de Copérnico
se utilizaron varios instrumentos astronómicos: el astrolabio plano, el
cuadrante solar, la esfera armilar, el sextante, el astrolabio, el triquetrum
(instrumento popular que se utilizaba para determinar la altura de los cuerpos
celestes o para medir el paralaje de la Luna).
Su obra De revolutionibus orbium coelestium (Las
revoluciones de las esferas celestes), -publicada a principios del
siglo XVI y poco antes de su muerte-, produjo una revolución científica en la
astronomía, precisamente por el gran cambio radical que originó en la
concepción del universo y del lugar que ocupa la Tierra en el cosmos y
también porque demostró científicamente
mediante la observación real del cielo de que la Tierra giraba al rededor del Sol, junto con los demás planetas.
“Copérnico rompió
dos moldes –indica Huertas Díaz-. Uno, el de nuestra concepción del sistema
solar. El otro, más sutil, el general de cómo abordar el conocimiento cien-tífico
partiendo de combinar experimentación y reflexión, olvidando los preconceptos
acientíficos que emanan de nuestra percepción o de ámbitos ajenos a la ciencia,
como la religión o el mito. En ese sentido, revolucionó la ciencia y sus
métodos de trabajo. Forzó lo que hoy conocemos como “cambio de paradigma”, el
abandono de una línea de pensamiento en favor de una orientación radicalmente
rompedora. Sin él, la ciencia moderna habría tenido un desarrollo diferente”.[2]
Nicolás Copérnico
(1473-1543), astrónomo polaco, hombre versado
en matemáticas, medicina y astronomía, revisó y criticó el sistema geocéntrico
de Ptolomeo (La Tierra es el centro del universo) y formuló su teoría heliocéntrica que coloca a la
Tierra entre los planetas y al Sol como el centro del sistema. No debe
olvidarse que Aristarco de Samos (310-230 a. d.C.) fue el primero que anunció
que la Tierra giraba alrededor del Sol.
La teoría
heliocéntrica de Copérnico, que llegó a cambiar la concepción y comprensión del
universo, fue acremente combatida por católicos y luteranos.
Entre los siete
axiomas de su Teoría se cuentan[3]:
1. No existe un centro único de todos los orbes celestes.2. La Tierra es centro
tan sólo del orbe lunar. 3. Los planetas giran alrededor del Sol, que es el
centro del universo. 4. La distancia Tierra-Sol es muy pequeña en comparación
con la altura del firmamento. 5. El movimiento del firmamento es consecuencia
de la rotación terrestre.6. El movimiento aparente del Sol es consecuencia de
los varios movimientos de la Tierra alrededor del Sol. 7. El movimiento
retrógrado de los planetas se explica por el movimiento de la Tierra.
Nicolás Copérnico
se encargó, en su debido momento, de criticar a Ptolomeo por haber abandonado
el principio de la uniformidad o regularidad del movimiento circular con
respecto a su centro y haberlo reemplazado por imperativos del cálculo, por la
regularidad con respecto al punto ecuante.
Pero también, censuró a Ptolomeo por no haber ofrecido en su Almagesto más
que modelos geométricos para los planetas, sin plantear la cuestión de su
integración en una estructura de conjunto armónica, como debe ser
necesariamente la obra de Dios, geómetra perfecto. Finalmente, le recriminó a
Ptolomeo por haber omitido lo esencial: la estructura general del universo, “la
forma del mundo y la exacta simetría de sus partes”[4].
Claudio Ptolomeo y
su tesis del geocentrismo (la Tierra giraba alrededor del Sol) se mantuvo
intocable, inalterable e irrefutable, posiblemente porque no llegó a perturbar
“el sueño de los dioses” y por qué la Iglesia había hecho cuestión de fe, hasta
la aparición de Nicolás Copérnico que la removió y puso en duda su veracidad y
se convirtió en un permanente antiptolomaico.
Martín Lutero,
criticó la tesis de Copérnico, a quien llamó “astrólogo advenedizo” y “necio”:
“Ese necio pretende cambiar el sistema entero de la Astronomía; sin embargo las
Sagradas Escrituras nos hablan claramente que Josué ordenó al Sol que se
quedase inmóvil…”. Asimismo el reformador francés Calvino se mostró contrario a
la tesis de Copérnico, advirtiendo concluyentemente lo siguiente: “¿Quién se
atreverá a colocar la autoridad de Copérnico, por encima de la autoridad del
Espíritu Santo?”.
Manuel Kant en su Crítica de la razón pura llama
“revolución copernicana” a la teoría de Copérnico porque la razón, según él, no
está dominada por las cosas, sino que, por el contrario, las cosas giran
alrededor de la razón como si se tratase del Sol[5].
Thomas S. Kuhn
llegó a decir que “después de Copérnico, los astrónomos vivieron en un mundo
diferente”.
Copérnico, con su
revolucionaria teoría del heliocentrismo, reemplazó el sistema del mundo
tolemaico o geocéntrico.
“Nicolás Copérnico era heredero
de la Astronomía medieval y utilizó
los mismos métodos e instrumentos que mil quinientos años antes habían
llevado a Ptolomeo a elaborar su teoría
geocéntrica. El astrónomo polaco erigió sobre la observación y los cálculos matemáticos un
modelo radicalmente opuesto al ptolemaico, que en el siglo XVI todavía era
predominante pero cuyas lagunas eran patentes. Al complejo sistema que
intentaba explicar que la Tierra,
inmóvil, era el centro del universo, Copérnico contrapuso una disposición en esferas girando alrededor del
sol, que simplificaba y explicaba el movimiento aparentemente caótico de
los astros en la bóveda celeste”.
“Para sus
observaciones utilizó tres sencillos instrumentos inventados
por los antiguos griegos y que ya había empleado Ptolomeo en el siglo II. Para
elaborar su propio sistema cosmológico. Dos de ellos permitían
conocer la altitud (medida en grados) del Sol y de los demás
cuerpos celestes: el cuadrante y el triquetrum. El tercero, la
esfera armilar, era un complicado artilugio que servía
para mostrar el movimiento aparente de la bóveda celeste alrededor de la
Tierra durante el año y establecer la latitud y la longitud de
los planetas y las estrellas en cada momento”.
“El astrónomo utilizó para sus observaciones tres
sencillos artefactos que ya había empleado Ptolomeo 1.500 años antes: el
cuadrante, el triquetrum y la esfera armilar”.
“Esfera armilar. Este instrumento es un modelo del firmamento visto desde la superficie
terrestre. Está formada por una pequeña esfera situada en el centro que
representa la Tierra y diversas armillas (aros) que muestran el viaje del
Sol durante un año (eclíptica), los equinoccios, solsticios y el zodiaco. Las
armillas de la esfera se articulan entre sí para simular el movimiento aparente
e la bóveda celeste durante un año. Esfera armilar del siglo XVI, Pinacoteca
Ambrosiana, Milán”.
“Triquetrum. El triquetrum (tres esquinas), también llamado instrumento paraláctico
está formado por dos brazos articulados de igual longitud y otro más
largo, la hipotenusa del triángulo rectángulo que forma con los otros dos
brazos. Dos de estas varillas eran fijas y la tercera móvil y servía para
calcular la altura del astro observado en la bóveda celeste, medida en grados.
El triquetrum de la imagen es una réplica del instrumento que usó
Copérnico en Frombork”
“Cuadrante. El cuadrante es el instrumento más antiguo de los tres que utilizó Copérnico. Apuntándolo al Sol se obtiene la altura del astro, en grados, que están marcados en el semicírculo. Cuadrante de 1784. Observatorio Astronómico de Brera, Milán”.
[1] Huertas Díaz, José Luis. Copérnico El Heliocentrismo. A vueltas con
la Tierra. Impreso y encuadernado en Rodesa, Villatuerta (Navarra), 2012,
p.7.
[3] Dóriga, Enrique L. Lecciones de Filosofía. Centro de
Investigaciones, Universidad del Pacífico. 2ª. Edición, Lima-Perú, 1990, p.152.
[4] Ediciones Santillana. La
Enciclopedia del Estudiante. 19. Historia
de la Filosofía. Buenos Aires, 2011, p.102.
[5] Apel, Max y Peter Ludz. Diccionario de Filosofía. Unión
Tipográfica Editorial Hispano Americana, México, 1961, p.62.
[6] Los instrumentos de Copérnico para
medir el firmamento.
https://www.nationalgeographic.com.es/historia/actualidad/instrumentos-copernico-para-medir-firmamento_13322/1