EL PODER
DEL PENSAMIENTO FLEXIBLE
EN LA VIDA DE LAS PERSONAS
E INSTITUCIONES
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
El pensamiento flexible es propio de
personas que tienen la virtud de adaptarse mejor a las presiones del medio y de
producir cambios constructivos para lograr una mejor calidad de vida y óptimos
resultados laborales en el devenir de su existencia.
“Las mentes flexibles muestran, al menos,
las siguientes características: a) no le temen a la controversia constructiva y
son capaces de dudar de ellas mismas sin entrar en crisis (aceptan con naturalidad la crítica y el error y evitan caer en
posiciones dogmáticas); b) no necesitan de solemnidades y formalismos
acartonados para ponderar sus puntos de vista (les gusta la risa y el humor y los ponen en práctica); c) no se
inclinan ante las normas irracionales ni la obediencia debida (son inconformistas por naturaleza y ejercen
el derecho a la desobediencia si fuera necesario); d) se oponen a toda
forma de prejuicio y discriminación (tienden
a fijar posiciones ecuánimes y justas que respeten a los demás y eviten la
exclusión en cualquier sentido); e) no son superficiales y simplistas en
sus análisis y apreciaciones (su manera
de pensar es profunda y compleja, sin ser complicada), y f) rechazan toda
forma de autoritarismo y/o totalitarismo individual o social (defienden el pluralismo y la democracia como
modo de vida)[1].
El pensamiento flexible conlleva a las
personas que la poseen a incrementar sus niveles de creatividad, de realización
personal, familiar, laboral y profesional; a liberarse de órdenes irracionales,
a optar por el camino y el cambio correcto en sus decisiones cotidianas; a
protegerse de enfermedades psicológicas; a generar positivas y mejores
relaciones interpersonales, alegría, paz interior, bienestar y felicidad.
Las personas de pensamiento flexible,
brillan con luz propia en el universo. Son racionales, críticos, autocríticos y
mutuocríticos, totalizadores, innovadores, inconformistas, pluralistas,
imparciales, dialécticos, dubitativos de lo que creen, creativos,
antidogmáticos y están preparados para enfrentar los dilemas, las
contradicciones y los problemas de la vida con optimismo, seguridad e integridad ética. Disponen de ideas
previamente meditadas e integradas, en contacto y compulsadas con la realidad y
son capaces de escuchar las ideas de sus interlocutores aun cuando no las
comparta.
El pensamiento flexible es propio de
personas que son capaces de auto-observarse, autoevaluarse, autocorregirse,
analizar y deliberar de manera racional y seria, modificar sus opiniones sin
problema alguno, estar adaptado al cambio de actitud y de pensar, descubrir lo
útil e inútil sin necesidad de pavonearse y de mantenerse en el camino recto
para descubrir la verdad de las cosas. Es propio de personas aprender a ganar y
a perder con humildad; aceptar con humildad el dilema o el error y estar listo
en todo momento y lugar a rectificarse; promover actitudes democráticas;
recusar el autoritarismo, el abuso del poder, el libertinaje; incentivar el
intercambio de experiencias nuevas, la convivencia pacífica con las diferencias
individuales, aceptando al otro como ser humano y defendiendo por sobre todas
las cosas la dignidad humana.
Son características propias de las
personas con pensamiento flexible:
a)
Pluralidad
de análisis y síntesis sobre hechos, temas y problemas.
b)
Variabilidad
y diversidad de perspectivas en cada análisis.
c)
Permanente
movilidad y revisión de lo pensado.
d)
Observación
y aceptación de lo bueno y lo malo de sí mismo.
e)
Reconocimiento
y convicción de que no lo sabe todo y no lo puede todo.
f)
Predisposición
de “aprender a aprender”, “aprender a emprender”, “aprender a ganar y aprender
a perder”.
g)
Aceptación
del “Otro” como persona, con todos sus derechos, aun cuando no comparta con lo
que piensa, dice, siente, desea y hace.
h)
Seguimiento,
de manera razonada, a los expertos o entendidos en una determinada materia
sobre temas y problemas complejos.
i)
Convivencia
con las diferencias individuales y la tolerancia.
Walter Riso[2] refiere que el pensamiento
flexible genera una serie de beneficios a las personas que la cultivan: “El buen juicio que caracteriza a las
personas de mente abierta genera buenas
decisiones y permite establecer relaciones amables y empáticas con la gente
que nos rodea. Veamos los beneficios que otorga la flexibilidad:
-
Las
relaciones interpersonales son amables y constructivas porque la gente no se
siente amenazada y, además, uno no pretende ganar o tener razón a cualquier
precio.
-
Se
consigue vivir en paz con uno mismo, es decir, no sentirse violentado al tener
que imponerle al mundo una estructura determinada de pensamiento.
-
Las
cosas fluyen sin tantos requisitos: la solución de problemas y las decisiones
se dan con facilidad porque uno está abierto al cambio.
-
Los
niveles de estrés y depresión bajan porque la mente flexible sabe perder y no
se aferra a los imposibles. Dicho de otra forma, la mente flexible funciona con
los pies en la tierra.
-
Las
mentes flexibles crecen y desarrollan su potencial humano porque no están
interesadas en verdades consumadas. La vida buena es algo que surge de la
exploración y el autodescubrimiento libre.
- La risa y el humor
forman parte de la vida cotidiana de las personas flexibles; la amargura y la
formalidad recalcitrantes son eliminadas de cuajo. ¿Habrá mayor síntoma de
salud mental que no tomarse uno mismo muy en serio?
- Los niveles de
prevención y desconfianza bajan ostensiblemente cuando existe flexibilidad
mental: hay más amigos que enemigos, más compasión que indiferencia, más amor
que guerra.
- Ser flexible mejora
el sueño y todas las actividades somáticas, porque uno deja de pelear con el
mundo y se concentra en lo que vale la pena.
- Tal como lo
demuestran todas las tradiciones espirituales y la psicología cognitiva y
positiva contemporánea, la mentalidad flexible hace que las personas se sientan
más felices y se aproximen más a la sabiduría”.
“El pensamiento
flexible,-puntualiza Riso-, trata de buscar un equilibrio razón/emoción: sentir
lo que pienso y pensar lo que siento”.
El pensamiento flexible tiene
un gran poder en la vida de las personas e instituciones; poder que se plasma y
expresa en la toma de decisiones consensuadas y acertadas sobre diversos
problemas, en actitudes armoniosas y pacíficas para el cambio en tiempos de
crisis, en el bloqueo de posiciones dogmáticas y extremas, en cero niveles de
estrés y depresión de los actores sociales y en la optimización de las capacidades
creativas e innovadoras de los ciudadanos en aras del bien común.
[1] Riso,
Walter. El poder del pensamiento
flexible. De una mente rígida a una mente libre y abierta al cambio.
Editorial Océano de México, S.A. de C.V., Cuarta reimpresión, octubre, 2014,
pp.17 y 18.