COMENTARIO OBRA 4:
PERIODISMO ÉTICO Y DEONTOLÓGICO
PRÓLOGO
Manuel Jesús Orbegozo ([1]
Acaso la ética, como norma de vida social antes que
como categoría filosófica, se encuentra entre los valores más cuestionados en
estos días de crisis moral en que se debate el hombre en todos los ámbitos de
la tierra.
No es éste un mal del siglo XX, pero sí cuando está
agonizando este siglo es cuando más se nota el olvido o el atropello a los
principios más elementales de la ética, en general. Acaso, porque el sistema de
comunicación entre los hombres ha alcanzado niveles que antes nunca fueron ni
soñados es que nos apercibimos más fácilmente de tales violaciones sea en
países en desarrollo o desarrollados. Aquí, nadie puede tirar la primera
piedra.
En todas las funciones protagonizadas por el hombre
siempre hubo descalabros en ese sentido. Pero, tales infracciones eran la
excepción que confirmaba la regla. Ahora, no es así. Ahora, sucede lo
contrario: los hombres éticos son la excepción.
Especialmente, en el ejercicio de la profesión cada
vez más importante de la comunicación social o, de manera más específica, del
periodismo, es cuándo y dónde se enseñorea lo antiético.
Esta no es la oportunidad para incluir ejemplos
concretos sobre la falta de ética con que actúan algunos periodistas en el Perú
y el mundo, pero cualesquiera personas pueden corroborar este aserto.
Cotidianamente, se comprueba de manera fehaciente que se inflan las noticias,
se recortan los hechos por voluntad malévola, se especula irresponsablemente
sobre los acontecimientos, se mella la honorabilidad de personajes cualesquiera
que sean su nivel social, económico o cultural; se manipula, se miente, se
exagera, en fin, se cometen toda clase de faltas contra la ética, o más
específicamente, contra la deontología periodística. Los infractores creen
saberlo y conocerlo, pero no lo practican. Muchos se escudan detrás de la
libertad de prensa o expresión para cometer sus fechorías. Alegan derechos,
pero muy pocas veces, deberes u obligaciones.
El problema, lógicamente, es muy complejo. Tiene
muchas aristas, porque, por ejemplo, en lo que al periodismo se refiere, todos
sabemos que las faltas de comportamiento no les atañen sólo a los periodistas,
sino también a los dueños de los medios donde se desempeñan. Este no es
descubrimiento. Cossío afirmaba que desde cuando el periodismo o la prensa,
como se denominaba antes, se convirtió en un negocio a veces infame, aquel o
aquella se convirtió en un mercenarismo puro.
El problema tiene pues muchos meandros.
De lo que se trataría aquí solamente es de tocar lo
que corresponde a la ética profesional, es decir, a procurar que los
comunicadores sociales cumplan con su rol de la manera más correcta posible.
Este es un problema que preocupa constantemente a
los especialistas, a los interesados en la problemática de la ética y la mora
de los periodistas de la prensa, radio o televisión, desde cuando a fines del
siglo pasado, los norteamericanos en especial, empezaron a romper las amarras
de la honestidad y responsabilidad profesionales, tanto que inventaron el
llamado “periodismo amarillo” de tan nefastas consecuencias sociales. Desde
entonces, hay una honda preocupación por tratar de encontrar el remedio para
enderezar lo que cada vez se tuerce más.
Esta preocupación ha hecho que el profesor
periodista Eudoro Terrones Negrete, vuelva a tocar el tema en un nuevo libro
llamado justamente Periodismo Ético y Deontológico.
Considero de suma importancia este nuevo aporte
suyo no solamente porque toca un tema que resulta lacerante y negativo para
nuestra sociedad sino cuando la falta de ética periodística se ha convertido
aquí, en una cosa común y corriente, y creciente, que es lo peor.
No es ésta una acusación de forma ni de fondo sino
la afirmación de algo que es conocido no sólo por los periodistas que se acogen
a las normas deontológicas, sino por quienes son ajenos a la profesión.
Baste, nomás, observar todas las mañanas, la gran
cantidad de periódicos que cuelgan en los puestos de venta extendidos en toda
la ciudad, para observar la miasma periodística a la que Terrones Negrete se
refiere en este su nuevo libro, mostrándola con todos sus pelos y señales.
Periodismo Ético y Deontológico viene, pues, a sumarse a
otros libros suyos y de otros autores, que se ocupan del problema, aunque
escrito el de ahora, de manera muy didáctica, como si estuviera dirigida sólo a
estudiantes. Considero que esto es resaltante porque es a ellos a quienes los
profesores de periodismo debemos enfilar nuestras enseñanzas para inculcarles
la obligación de cumplir aunque sea con las normas más elementales que reglan
la profesión.
El libro contiene dos capítulos, cada uno de los
cuales está desarrollado de forma divulgativa muy didáctica. Decía que la obra
está aparentemente dirigida a los estudiantes de periodismo, pero considero que
también, dirigida a los profesionales, en especial, a los que consciente o
inconscientemente nos hacemos los suecos y hacemos caso omiso de las normas que
deben regir rigurosamente nuestro trabajo.
Veo que Terrones Negrete, entre otros temas, toca
dos muy importantes correspondientes al problema profesional, el de la verdad y
el de la veracidad periodísticas. Considero que es fundamental distinguir cada
vez con mayor claridad la diferencia que existe entre una y otra categoría. Soy
de los que coincido con el profesor Francisco Vásquez Fernández,- por supuesto
que luego de cerner apreciaciones de Santo Tomás, Bentham, Russell, Fromm,
etc.- en creer que lo contrario de verdad es error y lo contrario de
veracidad es mentira. Esto porque la verdad es un valor que debemos
buscarlos aunque es considerada inefable, mientras que lo veraz es más
objetivo, más asequible a nuestros sentidos y más humanamente comprobable. La
mentira o mendacidad, es decir, lo contrario a veracidad, y no lo contrario a
verdad, “es una traición social porque contradice a los principios éticos más
esenciales”, dice Luis Lavalle. Y Umberto Eco afirma que “la diferencia entre
la “inteligencia artificial” de la computadora y la inteligencia humana
consiste en que, la primera no es humana al cometer errores, mientras la
condición humana está esencialmente medida por una insoslayable tendencia a
cometer errores”, es decir, a faltar a la verdad.
En definitiva, “sólo le es dado al hombre ser veraz
o ser mendaz como capacidad ética, consciente y deliberada, mientras que la
verdad es un eterno tema metafísico, siempre discutible y discutido por todas
las filosofías”, dice Vásquez Fernández.
El profesor Terrones Negrete ha realizado una
magnífica compilación de propuestas de maestros universalmente conocidos para
darle más valor a su trabajo, aunque todo sea tocando tangencialmente porque
creo que su libro, tampoco es un tratado.
La última parte de Periodismo Ético y
Deontológico contiene importantes códigos deontológicos de la prensa
nacional e internacional e inserta los códigos o decálogos que funcionan bajo
las etiquetas de sus autores como el correspondiente al Premio Nobel, Camino
José Cela, entre otros.
En suma, una vez más, me permito alabar la
inquietud didáctica de Terrones Negrete, justamente, cuando es clamorosa la
falta de ética con la que están trabajando muchos periodistas en nuestro país.
Tanto en la prensa, como en la radio y la televisión, al lado de un grupo de
extraordinarios como honestos profesionales, desarrollan una labor miserable
otro grupo de periodistas totalmente antiéticos. El insigne maestro, Alfredo
Vignolo Maldonado, afirma que el periodista es el comunicador social más
auténtico precisamente por todos los medios que emplea…y porque la habilidad de
su palabra puede cambiar en favor o en contra, en bien o en mal, el sentido y
la realidad de los acontecimientos, un problema absolutamente ético, como se
observará, una cuestión de absoluta responsabilidad moral.
El libro Periodismo Ético y Deontológico, aparece
muy oportunamente, porque en ningún momento podría ser más útil que ahora,
cuando, repito, la ética profesional, la deontología periodística, continúa por
las patas de los caballos.
Lima,
octubre de 1998.
Manuel Jesús Orbegozo.
[1]
Manuel Jesús
Orbegozo, Premio Nacional de Periodismo de los años 50, maestro
de generaciones de periodistas durante 36 años en la Universidad Nacional Mayor
de San Marcos (UNMSM), director de la
Escuela de Comunicación Social sanmarquina ( 2004 al 2007), jefe de la
Oficina de Relaciones Públicas de la UNMSM, reportero
polémico que recorrió con su libreta de campo y cámara fotográfica en mano por
casi cien países del mundo, escritor de pluma fecunda e incisiva, director del
diario oficial El Peruano (1999-2001), corresponsal de revistas y diarios
nacionales e internacionales. En el
Suplemento Dominical del diario El Comercio trabajó más de 30
años, fue Jefe de Redacción de este diario y laboró también en los
diarios La Crónica y Expreso. Recibió la Medalla Cívica de la Ciudad de Lima e
infinidad de distinciones. El 30 de setiembre del 2010, la UNMSM lo nombra
Profesor Emérito. Es autor de las obras: Periodismo: texto de teoría y práctica;
Reportajes, entre otras; Nació el 8 de enero de 1923 en Otuzco, La
Libertad (Perú) y murió a los 88 años de edad, el 12 de setiembre del 2011.