Artículos periodísticos y de investigación

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20 de mayo de 2023

El pensamiento y el diálogo productivo


EL PENSAMIENTO Y EL DIÁLOGO PRODUCTIVO

Escribe: Dr. Eudoro Terrones Negrete 


“El pensamiento es diálogo...Nosotros nunca pensamos solos. El pensamiento interior dialoga con un personaje virtual que pregunta, contradice o espolea al animador” refiere E. Mounier.[1]

El término diálogo procede del griego día, a través y logos, palabra. Plática o conversación entre dos o más personas.

El diálogo, producto de la civilización y propio de toda naturaleza humana, es el intercambio verbal entre dos interlocutores, a través del cual se enfrenta y confronta pensamientos, opiniones, puntos de vista, definiciones, posiciones, tesis, teorías y concepciones, se interroga y se responde sobre un hecho, tema o problema específico con el fin de descubrir la verdad,  llegar a un acuerdo y a una solución.

Son famosos los Diálogos de los muertos de Luciano de Samosata. Y en la historia de la filosofía griega son célebres los Diálogos de Platón[2]. Saber usar correctamente la palabra, saber razonar, discutir y convencer era muy apreciado, valorado y fundamental en el mundo de la Grecia antigua, especialmente en Atenas, para poder participar en el Ágora pública, lugar donde se trataban los asuntos de la ciudad. De aquí que el concepto tradicional de razón era definido como la capacidad de argumentar que tenía el buen ciudadano.

El diálogo se usa frecuentemente en la comunicación cotidiana entre las personas, en las obras de ficción, en las entrevistas y en la enseñanza-aprendizaje. En la enseñanza-aprendizaje se utiliza como método expositivo, socrático o dialógico, el mismo que contribuye a motivar, provocar la dialéctica y la  confrontación de puntos de vista y de posiciones individuales, a reforzar los conocimientos, a contradecir o revisar los propios pensamientos, a cernir y purificar los argumentos que se esgrimen a favor y en contra del tema o problema que se debate.

El diálogo, por su propia naturaleza, es comunicación bidireccional: comunicar algo a otra persona y recibir comunicación de la otra persona. Al respecto, Walter Brugger lo explica en su Diccionario de Filosofía: “En la terminología filosófica, diálogo significa una comunicación recíproca entre personas, que conduce a un “entre” interpersonal, es decir, a un fondo de sentido estrictamente común a los participantes, irreductible a las solas aportaciones particulares. El diálogo no es un intercambio de actos lingüísticos según un esquema intencional unidireccional de sujeto-objeto, sino un acontecimiento que en sí es de doble dirección. En virtud de esta interna doble dirección y unidad de lo opuesto, el diálogo puede designarse como la dialéctica específica de la libertad” (2000:170).

A través del diálogo se aclara, precisa, rectifica, afianza, enriquece, renueva o profundiza pensamiento o  puntos de vista.

Para llevar a cabo un diálogo productivo se requiere, cuando menos,  de los elementos siguientes: director, coordinador o animador, microplan, interlocutores, motivación, determinación del tema o problema, conocimientos previos sobre el tema o problema, clima de libertad y confianza, buen comportamiento, fecha, lugar ,tiempo recursos didácticos (en el caso de ser necesario),resumen o conclusión del diálogo y reglas para el diálogo.

Hay un diálogo interior o diálogo consigo mismo y un diálogo exterior o diálogo con el prójimo. No le falta razón a  H. de Bourbon Busset cuando manifiesta: “El diálogo sólo es posible entre personas acostumbradas al examen de conciencia y cuyo juicio se ha ido formando por un paciente trabajo de sí mismo sobre sí mismo (…) La clave del diálogo es, pues, la vida interior, que lejos de favorecer el egoísta repliegue sobre sí mismo, permite sólo la apertura real hacia el exterior y hacia los otros”.[3]

Más adelante el autor referido clarifica y precisa: “Ser abierto quiere decir también que, en el diálogo, toda nuestra atención debe ir dirigida hacia el prójimo y no hacia nosotros mismos. Esto se traduce concretamente por el hecho de no seguir sus ideas y de tomar del otro solamente lo que nos permite proseguir nuestra propia argumentación” (Op. cit., p.215).

El diálogo productivo es posible en la medida que exista cooperación, actitud positiva, clima favorable de entendimiento a nivel de los pensamientos que intercambian los interlocutores sobre el tema o problema elegido por los mismos. De no ser así, podría estar ocurriendo un simple diálogo de sordos.[4]

 



[1] Mounier, E. Traité du caractére, Seuil, 1961. Trad. Castellana Tratado del carácter, Zamora, Buenos Aires, p.661.

[2] Diálogos de Platón, son escritos del filósofo griego Platón en los que expone con belleza literaria excepcional las conversaciones de Sócrates con sus discípulos, bajo la forma de preguntas y respuestas, abordando en cada diálogo un problema específico. Los diálogos más famosos son: Critón o Del Deber; Fedón o De la inmortalidad del alma; Laques o Del valor; Eutifrón o De la piedad; Protágoras; Gorgias; Filebo: El Banquete y Fedro o Del Amor; La República o la organización de la ciudad ideal; Las Leyes, etc.

[3] En H Bon. Le dialogue et les dialogues, Centurión, 1967. Trad. Castellana El diálogo y los diálogos, Marfil, Alcoy (Alicante), 1969, p.174.

[4] Denomínase Diálogo de sordos a la discusión en la cual cada uno de los interlocutores queda bloqueado en sus  puntos de vista por no que querer oír al otro, por no escuchar o por no querer comprenderlo, al ser tomadas las palabras esenciales tanto por uno como por otro en sentidos diferentes.

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