COMENTARIO OBRA 7:
INICIACIÓN EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
En
la foto, de izquierda a derecha: Dr. Rubén Silva Neira, coordinador del Centro
de Investigaciones del Instituto de la Calidad de la Educación de la
Universidad San Martín de Porres; Dr.
Roberto Mejía Alarcón, rector de la Universidad Jaime Bausate y Meza; Dr.
Eudoro Terrones Negrete, autor de la obra y Dr. Julio César Vladimir Elguera
Cabrera, rector de la Universidad Marítima del Perú.
El
acto académico de presentación de la obra estuvo presidido por el Dr. Roberto
Mejía Alarcón, rector de la Universidad Jaime Bausate y Meza y se desarrolló en
el auditorio de la Universidad Jaime Bausate y Meza, el 29 de setiembre de
2017, ante una nutrida asistencia de estudiantes, educadores, investigadores,
autoridades universitarias y público en general.
PRÓLOGO
Escribe:
Dr.
Luis Alberto Rodríguez de los Ríos ([1])
Una de las
funciones sustantivas de la universidad es la investigación en general y la
investigación científica en particular; vale decir, la producción y difusión de
saberes superiores, por lo que no puede concebirse una universidad sin
investigación, la misma que debe convertirse en el eje integrador de los
p0rocesos curriculares de la enseñanza, evaluación y gestión pedagógica
implementado por sus actores principales, como son los profesores y
estudiantes.
Además del
desarrollo científico, tecnológico y humanístico de la investigación en la
universidad, otro de sus propósitos es contribuir a la formación de
profesionales eficientes, eficaces, proactivos, críticos y comprometidos con el
desarrollo local, regional, nacional y mundial.
En este sentido,
hay consenso entre los educadores sobre el significado de la enseñanza activa
en el proceso de la formación académico-profesional de los estudiantes. La
educación universitaria debe estimulara y desarrollar, en el mayor grado
posible, el pensamiento crítico, debe contribuir a lograr la independencia de
criterio; debe poner en relieve la creatividad de los estudiantes en la forma
más acabada; debe crear confianza en las potencialidades mentales y físicas, y
enseñar a utilizarlas constructiva y eficientemente. Todas estas
características que configuran en su conjunto la enseñanza activa, pueden
hacerse presentes a través del cultivo de la investigación científica.
Esta concepción
nos lleva a reafirmar la estrecha relación existente entre investigación y
docencia en la formación universitaria, p0rivilegiando a la que se desarrolla y
establece en el pregrado, sin esperar que se estimule y promueva solo en el
posgrado. La incorporación de la investigación a la docencia de pregrado, ha
recobrado actualidad a partir de las exigencias que tienen las universidades
contemporáneas frente a las metas y desafíos de la transformación de la
educación superior (basada en la calidad, pertinencia, equidad e
internacionalización) y en la puesta en marcha de sistemas de aseguramiento de
la calidad en la región de Latinoamérica y el Caribe; apostando por procesos de
evaluación y autoevaluación con fines de mejora y acreditación y que por sus
estándares de exigencia implican cambios.
Precisamente tales
cambios se enuncian a partir de la institucionalización de la investigación
reconociendo en no pocos casos la necesidad de construir una concepción
diferente frente a la investigación, sus alcances, la imp0ortancia de cada uno
de los actores involucrados en ella, la materialización de sólidas
infraestructuras, la creación de programas, líneas y proyectos de
investigación, la asignación y consecución de recursos, el diseño de procesos
de formación docente en investigación, la apertura de espacios de
experimentación y el establecimiento de políticas que determinan las formas y
niveles de participación de docentes, estudiantes, investigadores, docentes
investigadores, personal académico administrativo, comunidad académica, etc.
Esta preocupación
ha generado la implementación de una modalidad de investigación denominada
investigación formativa, la misma que constituye un medio y una estrategia de
formación de los actores educativos de la universidad que en el futuro
generarán conocimientos. La investigación formativa, en una primera
aproximación, se refiere a la formación en y para la investigación a través de
actividades propias de investigación, pero que no necesariamente están
involucrados en proyectos que pretenden lograr resultados científicos (Consejo
Nacional de Acreditación de Colombia), alude a la dinámica de la relación con
el conocimiento que debe existir en todos los procesos de la relación con el
conocimiento que debe existir en todos los procesos académicos y pedagógicos en
el marco de la construcción y el sostenimiento de una cultura de la
investigación e innovación.
El texto Iniciación en la Investigación Científica,
escrito por el dilecto amigo Eudoro Terrones Negrete, constituye un
significativo apoyo bibliográfico al desarrollo de la cultura investigativa en
el contexto de la educación superior y en el marco de la investigación
formativa y la alfabetización académica, pues el propósito principal es
aproximar didácticamente a los potenciales electores no especializados al
quehacer de la ciencia en sus aspectos formales, lógicos, teóricos,
metodológicos y comunicativos, de acuerdo con las normas o estándares
nacionales e internacionales consensuadas por las comunidades científicas.
Consideramos que
la presente obra viene a cubrir un vacío de información en la literatura
propedéutica sobre investigación científica existente en nuestro medio, cuya
int4encfión final es la formación del estudiante en el proceso de investigación
en todas sus fases y modalidades que permita el desarrollo de actitudes y
habilidades básicas positivas acerca del mundo de la investigación científica.
En buena cuenta,
se trata de un texto redactado de forma sistemáticamente organizado,
secuenciado y claro en su contenido, cuya lectura resulta amena y provocadora
de los procesos de motivación intrínseca por actualizar o poner en práctica las
habilidades investigativas, cambiando la creencia muy generalizada, que la
investigación es una tarea compleja y difícil, y que es propia de algunas
mentes iluminadas o singulares.
El autor por el
contrario, merced a sus acendradas competencias profesionales y didácticas, nos
hace percibir que los procesos de investigación se pueden aprender y realizar
con relativa facilidad manteniendo los criterios de rigurosidad, honestidad y
visibilidad.
Conocedores de la
fecunda trayectoria docente y de producción académica del colega Eudoro
Terrones, no dudamos que en un futuro cercano nos sorprenda con nuevas entregas
editoriales e investigativas que incrementen “el corpus” teórico y metodológico
del proceso enseñanza-aprendizaje en el ámbito de la educación universitaria,
desde una perspectiva activa, interactiva e investigativa.
Lima, julio de
2017.
EPÍLOGO
Escribe:
Dr.
Roberto Mejía Alarcón ([2])
Con mucho agrado recibí el
pedido de escribir el epílogo de esta obra de mi dilecto y apreciado amigo, el
Dr. Eudoro Terrones Negrete, que lleva el título “Iniciación en la
Investigación Científica”, lo que me ha exigido leerla completamente.
Puedo señalar en primer
término, al margen de la amistad recíproca y siendo fiel a mi objetividad académica,
que la obra que nos entrega en esta oportunidad el Dr. Eudoro Terrones Negrete,
está orientada, como su mismo nombre lo indica, a servir como texto de contacto
inicial entre el estudiante universitario y la Ciencia y la Investigación
Científica. Contiene las nociones básicas para la comunicación científica,
diversas definiciones y clasificaciones de la ciencia y su metodología; la
actitud y el lenguaje científico entre otros importantes temas; concluyendo con
un manual, que servirá para ayudar paso a paso a los estudiantes a confeccionar
sus proyectos de investigación y el informe final de los mismos..
Tengamos presente que la nueva
Ley Universitaria (Ley N° 30220 del 09-07-2014), plantea el desarrollo de la
ciencia y la investigación científica desde el pre-grado, lo cual mejorará la
calidad de los egresados universitarios, al exigirles desarrollar el
pensamiento científico, crítico y problematizador desde los primeros años en la
universidad. Ello, porque para iniciarse en la investigación científica, se
requiere previamente determinar lo que se sabe respecto de algún aspecto de la
realidad, lo que no se sabe del mismo y finalmente fijar qué es lo relevante y
qué se puede llegar a conocer a través de la investigación científica.
En el texto, también podemos
encontrar importantes reflexiones sobre la necesidad de la lógica, la
epistemología, la ética de la ciencia y la metodología de la investigación
científica, como pilares fundamentales en nuestro mundo actual, que es
cambiante, competitivo, contradictorio y complejo.
Es una obra necesaria para el
estudiante universitario, para los que recién ingresan a ella es de gran
utilidad, porque los inicia de manera adecuada en la ciencia y la investigación
científica y para los egresados y estudiantes de posgrado, porque les permitirá
repasar los conceptos y teorías básicas que sustentan el lenguaje de la ciencia
y la metodología de la investigación científica. En esta obra se han resumido,
sistemáticamente, muchos siglos de estudio y conocimiento del mundo de la
teoría científica y de su metodología.
Por otro lado, revisando el
contenido de la obra, he podido reflexionar sobre los fines de la educación
universitaria, que entre otras son: buscar la p0erfección humana, desarrollar
las capacidades y talentos de los estudiantes hasta alcanzar sus máximos
niveles; lograr el desarrollo de la sociedad humana en su conjunto, superando
las limitaciones naturales del hombre hasta alcanzar nuevas dimensiones.
También, sobre el resultado de
una buena o excelente educación universitaria, que debe verse reflejada en sus
egresados: en su actuación como técnicos, profesionales, científicos o
filósofos; en su calidad humana y don de gentes, en la cortesía y trato digno
hacia sus semejantes, en su capacidad para resolver problemas viejos y nuevos,
para hacer frente a los desafíos de la vida, la profesión, el trabajo, la
familia y la vida en sociedad; en su capacidad de llegar al hombre hacia nuevos
escenarios, superando sus limitaciones naturales, mejorando su calidad de vida,
pr4ocur4ando el bien común y la inmortalidad trascendiendo con su ejemplo de
vida.
La Ciencia y la Investigación
Científica han sido y seguirán siendo las bases del progreso de la humanidad en
su conjunto, por lo que debemos cultivarla y desarrollarla permanentemente. No
olvidemos jamás el legado de Sócrates a la humanidad, haciéndonos recordar que
“Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia”.
Lima, julio de 2017.
El libro del doctor Eudoro Terrones Negrete
constituye un documento importantísimo para toda la actividad de investigación;
es una obra que orienta la actividad de investigación, tanto en el aspecto
teórico como también práctico. Por lo tanto, la lectura e interiorización de
todos los temas que él nos presenta, son una motivación e ilustración
permanente, tanto para los estudiantes universitarios como también para los
docentes y demás profesionales.
Al reflexionar sobre el tema del origen de la
actividad científica, siempre nos encontramos con la historia del conocimiento
científico, frente a una situación muy común, ya que para poder investigar, es
necesario que el investigador quiera investigar. Esa actitud de querer
investigar depende de cada persona; y se le puede llamar vocación, interés por
descubrir lo que nos interesa, o aquello que ha despertado nuestro interés.
Quiero recalcar, que no se trata de cualquier
interés o de una curiosidad circunstancial, sino, de un interés profundo,
apasionado. Ese interés es el que ejerce una profunda motivación en gran parte
de nuestra vida psíquica (emocional, intelectual, imaginativa, volitiva, etc.).
En relación con este tema, el doctor Eudoro
Terrones Negrete cita al filósofo griego Aristóteles, y agrego, que dicho
filósofo, en uno de los párrafos de su obra “Metafísica”, dice: “el hombre
siente por necesidad, el deseo de conocer”…Por eso, en nuestra propia
naturaleza tenemos las condiciones para investigar, sólo falta la decisión
personal.
En lo concerniente a las definiciones sobre lo que
es la ciencia, encontramos interesantes conceptos que nos presenta el doctor
Eudoro Terrones Negrete en la obra que comentamos. Una de esas definiciones
corresponde al doctor Mario Bunge, en su obra “La ciencia, su método y su
filosofía”, dice al respecto: “La ciencia es un conocimiento sistemático,
racional, exacto, verificable, falible…”
La ciencia está constituida por un conjunto de investigaciones correspondientes a los diferentes campos científicos, y por lo tanto, dichos conocimientos están clasificados por áreas. Además, el conocimiento es racional, porque a pesar que tiene en cuenta los datos sensibles de los objetos investigados, establece la generalización, mediante el criterio racional, y por eso se dice que la ciencia es racional. También debe ser exacta, no puede ser dubitativa. Debe comprobarse, tanto teórica como prácticamente. Y es falible, porque la ciencia se va perfeccionando. Ningún científico considera que la verdad científica que ha descubierto sea una verdad eterna.
Para terminar, quiero referirme a unos temas
interesantísimos que nos presenta de manera amplia el doctor Terrones Negrete,
temas como 1. La hipótesis científica. 2. La teoría científica. 3. Las leyes
naturales. 4. Las leyes científicas.
Esta parte del comentario deseo realizarlo con un
ejemplo tomado de la historia científica del primer tercio del siglo XX. El
científico Gamow presentó ante la comunidad de científicos de física, su
hipótesis sobre el origen del universo, y dijo que todo el universo surgió de
la explosión de una determinada materia de hidrógeno puro, que era lo único que
existía en todo el cosmos; y que por el hecho de ser hidrógeno puro, no pudo
existir mucho tiempo en ese estado; entonces, explotó, y dicha explosión
constituye el inicio del actual universo.
Al terminar su exposición Gamow, uno de los
miembros de la comunidad científica de los físicos le preguntó, de ser como
usted sostiene, debe decirnos, ¿dónde está el Helio?, ya que esa explosión del hidrógeno
puro tendría que hacer producido Helio de inmediato.
Gamow no supo qué responder, y su hipótesis quedó
sólo como hipótesis por falta de pruebas.
Luego, transcurrieron unos 20 o 25 años, hasta que
unos científicos norteamericanos Wilson y Penzias, que conocían la hipótesis de
Gamow, y trabajaban en un laboratorio de antenas espaciales, con las cuales
lograron captar unos ruidos persistentes en lugares alejados del espacio;
entonces prepararon un geisser y lo enviaron en la dirección que sugerían las
antenas espaciales. Ese geiser trajo la respuesta esperada. El ruido era
producido por una masa de Helio.
Ese hallazgo lo presentaron ante la comunidad
científica de los físicos, quienes en una nueva reunión quedaron conformes con
la prueba de la existencia del Helio; y por lo tanto, la hipótesis científica
de Gamow sobre el origen del universo pasó a convertirse en la teoría
científica sobre el origen del universo, también conocida, como la teoría
científica del Big Bang, que desde esa época sigue vigente en los medios
científicos.
Con esta experiencia, concluimos, que el hecho que
un investigador obtenga una hipótesis en relación con el tema que investiga, y
lo tenga claro, eso no es tener aprobada la hipótesis, la cual debe ser
aprobada por la comunidad científica respectiva.
Felicito al doctor Eudoro Terrones Negrete por hacer producido esta obra de plena necesidad en la actualidad, y de gran valor académico e investigativo. Asimismo, le agradezco por haberme invitado como uno de los comentaristas de su obra. Gracias.
[1] El
doctor Luis Alberto Rodríguez de los Ríos es rector de la Universidad Nacional
de Educación “Enrique Guzmán y Valle”. Desempeñó anteriormente los cargos de
vicerrector Académico y director de la Escuela de Posgrado. Es doctor en
Psicología y en Ciencias de la Educación, Past decano del Colegio de Psicólogos
del Perú, ex secretario general del Colegio de doctores en Educación, miembro
de la Sociedad Interamericana de Psicología y de la Asociación Latinoamericana
de Análisis y Modificación del Comportamiento, destacado investigador peruano,
Premio Nacional de Psicología Educativa.
[2] El
Dr. Roberto Mejía Alarcón es rector de la Universidad Jaime Bausate y Meza,
presidente de la Asociación Nacional de Periodistas del Perú, periodista
profesional, doctor en Derecho, doctor en Sociología, magister en Gobernabilidad
y Desarrollo Organizacional. Autor de los libros “Historia del Periodismo”,
“Una fuerza, todas las Fuerzas”, “Antología Derecho a la Libertad de
Expresión”, “25 años de Uchuraccay”, “50 años de Noble Historia”, “Imágenes y
Recuerdos del Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe”, entre otros. Ha
prestado servicios laborales en el diario “El Comercio”, diario “La República”,
Radio Nacional del Perú, Canal 7 de Televisión y en diversos medios de prensa
escrita y radial. En el campo gremial fue el promotor de la creación del
Colegio de Periodistas del Perú (1979) y dirigente por América Latina en la
Federación Internacional de Periodistas (Bruselas) (1984, 1987).