Artículos periodísticos y de investigación

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30 de mayo de 2019

VIDA Y OBRA DEL AMAUTA Y VISIONARIO ANTENOR ORREGO ESPINOZA


VIDA Y OBRA DEL GRAN AMAUTA Y VISIONARIO
ANTENOR ORREGO ESPINOZA

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Antenor Orrego Espinoza nació en la hacienda Montán, distrito de Lajas, provincia de Chotadepartamento de Cajamarca, el 22 de mayo de 1892 y falleció en Lima el 17 de julio de 1960, de un infarto al corazón, a  la edad de 58 años, luego de retornar de un viaje a México.
Sus padres fueron José Asunción Orrego Asenjo y María Victoria Espinoza Villanueva. Contrajo matrimonio con Carmela Spelucín, en quien tuvo un hijo y dos hijas, Antenor, Liliana y Alicia Carmela Orrego Spelucìn.
El gran Amauta y visionario indoamericano nació, vivió y murió en decorosa pobreza, y fue enterrado en olor de multitudes.
Poco antes de morir había escrito un poema  donde anticipaba su muerte y lo dejó en un sobre sellado, con indicaciones de que fuera leído durante sus exequias y puesto en su pecho para ser inhumado con él.  El texto del poema reza así: “Desde todos los evos oscuros de la Eternidad, (Dios está descendiendo sobre mí. / Soy el vértice supremo de las fuerzas esenciales que se actualizan en mi carne. / Soy el punto neutro en que el ave / reposa y se apresta para el vuelo. / Soy el hijo eterno del Padre Eterno. / ¡Grande espíritu del mundo, acompáñame / en mi camino de Dios hacia Dios!”[1]
Antenor Orrego es el filósofo social del “aprismo auroral”, el intelectual genuino y creativo, el promotor cultural de avanzada, el permanente buscador y promotor de talentos juveniles, el divulgador del pensamiento e ideario aprista, el insobornable crítico de las artes y letras en el Perú del siglo XX, el ensayista y crítico literario, el gran maestro de la juventud peruana e indoamericana, el prologuista de autores del “sólido norte aprista” y fue uno de los fundadores del Partido Aprista Peruano.
Orrego Espinoza fue un ilustre filósofo, ensayista, escritor, periodista, parlamentario, crítico, gran combatiente político y maestro universitario.
Antenor Orrego es el segundo Amauta del aprismo, después de Haya de la Torre, “pues su visión, del tiempo, el espacio y la historia le hizo ejercer influencia directa en la vida y obra de dos peruanos universales, sus compañeros de generación en Trujillo, Cesar Vallejo y Víctor Raúl Haya de la Torre”[2].
Antenor Orrego era un hombre cálido en la relación familiar, conversador y dialogante en los ámbitos profesional y académico, hombre ético y con sólidos principios y valores democráticos.
Luís Alberto Sánchez lo describe así: “Era Orrego más o menos como hoy, según veo en las fotografías. Pequeño, menudo, de tez blanca, un poco rojiza, pecoso y algo “borrado”, es decir, con algunas picaduras de viruela; los ojos claros; la frente alta y apuntando al cielo; ralo el cabello castaño; el andar desenvuelto; el perfil un poco huidizo, conejil; el hablar abundante y preciso; siempre subrayando con un gesto perentorio del antebrazo; vestido con pulcritud, sin estruendo; andar reposado y ágil; actitud cordial; ninguna petulancia; un poco afirmativo, sin embargo, pero con fuerza de la fe en las ideas que expone; gran lector; meditador de raza; nada de filosofías de repetir al autor de moda; sino eso que se llama filosofar o sea desgarrarse las entrañas y, mirándose el ombligo, descubrir el cordón que une con la fuente nutricia” .
“Menudo, suave de manos y voz, de ancha frente que con los años maduros extremaron profundas entradas, sus ojos verdes miraban con bondadosa franqueza, de pronto subrayadas, por el plegarse maliciosos de una sonrisa cordial. Cruzo la vida por una hirviente senda de pasiones sin que el alma se le recalentara nunca al fuego esterilizante del rencor. Estilista de singular riqueza y elegancia, ha dejado páginas de antología”[3].
En opinión de Hugo Vallenas Málaga, “Orrego destacó como un entusiasta defensor de los nuevos talentos y las nuevas tendencias estilísticas, con tan buena fortuna que a él debemos que el “Grupo Norte” diera a la cultura peruana un poeta inmortal, César Vallejo, en 1915, y un narrador sin parangón, Ciro Alegría, en 1930. A esta labor identificadora y promotora del talento joven hay que añadir una faceta no menos importante en Orrego, cual es el rigor de su magisterio moral. Fue un hombre de sólida valía personal que predicó con el ejemplo y concitó la atención de los jóvenes trujillanos como orientador de vocaciones y como árbitro de lo que es justo y correcto. Antenor fue, en el más clásico sentido de la palabra, un Maestro de las juventudes trujillanas”[4].
El Padre francés apellidado Lalande influenció de manera efectiva y decisiva en su formación profesional. En uno de los pasajes de sus memorias, Orrego dice: ”Jamás podré darme cuenta exacta de todo lo que esto significó para mi formación intelectual…Un maestro de verdad salva siempre el sentido y la dignidad de la vida…Bendita sea tu memoria Padre Lalande, maestro inolvidable y humilde que abriste un surco tan hondo en mi espíritu y que tanto me diste de ti mismo en un momento decisivo de mi existencia”[5].
En 1902, a la edad de diez años, fue llevado a la ciudad de Trujillo, “cuando sus padres deciden deshacerse de la hacienda Montán, heredada de los abuelos maternos y que antes perteneciera al general Miguel Iglesias” (Llanos Horna, 2004). Y se matricula en el histórico y prestigioso Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo de Trujillo, donde cursa educación primaria y educación secundaria. Realiza estudios superiores de Filosofía y Letras, Jurisprudencia, Ciencias Políticas y Administración en la Universidad Nacional La Libertad.
En 1914, Orrego gana un concurso literario organizado por el diario La Nación de Lima, con  su trabajo intitulado «Arte moderno». En este mismo año participa en la organización de la  Bohemia Trujillana, luego llamado Grupo Norte o Grupo del Centenario, donde formaron parte destacados jóvenes intelectuales y artistas, como José Eulogio GarridoAlcides Spelucín Vega (poeta), Belisario SpelucínFederico EsquerreJuan Espejo Asturrizaga, Francisco Xandoval, Julio Esquerre "Esquerriloff", Eloy Espinoza, Carlos Manuel Cox, Ciro Alegría, Jorge Eugenio Castañeda, Víctor Raúl Haya de la Torre (ideólogo y político), Macedonio de la Torre (pintor), Óscar Imaña, Juan Manuel Sotero, Manuel Vásquez Díaz, Juvenal Chávarri, Santiago San Martín, Daniel Hoyle, Carlos Valderrama (músico), Alfonso Sánchez Arteaga o Camilo Blas, Nicanor de la Fuente, Gonzalo Zumarán, Juan José Lora, César Abraham Vallejo Mendoza (poeta), Leoncio Muñoz, Néstor Martos, Francisco Dañino, Domingo Parra del Riego, Alfredo Rebaza Acosta, Lorenzo Muñoz, que más tarde serían los pioneros forjadores del pensamiento libertario y justiciero social del siglo XX en el Perú.
En 1915 es elegido presidente del Centro Federado de Letras de la Universidad Nacional La Libertad, Después de terminar sus estudios de educación secundaria Orrego Espinoza laboró como profesor del idioma Inglés.
En 1923, en sociedad con Alcides Spelucín, funda el diario “El Norte” en Trujillo.En Lima concluye sus estudios de Filosofía en la Universidad Mayor de San Marcos en 1927. En 1930, Antenor Orrego es elegido secretario general del Comité Regional del Norte del Partido Aprista Peruano, sufriendo persecuciones, destierros y privaciones de su libertad por sus convicciones principistas e ideológicas, por su combativo y beligerante espíritu de lucha justiciera en aras del bienestar general. En Trujillo organiza con Cesar Vallejo Mendoza y Ciro Alegría el primer Comité Aprista del país, poco antes que se constituyera el de Lima. 
En las elecciones generales de 1931 fue elegido diputado por Trujillo al Congreso Constituyente de 1931, siendo, poco después desaforado y encarcelado por el dictador Luis M. Sánchez Cerro, junto con los demás compañeros de la Célula Parlamentaria Aprista. En 1933 fue puesto en libertad por el segundo gobierno de Óscar R. Benavides.
En 1933, es iniciado en los secretos filosóficos de la Masonería, junto con Haya de la Torre, en el Oriente del Perú, en la Respetable Logia Simbólica  “Virtud y Unión “ No. 3 del Valle de Lima, en vista que la R:.L:.S:. “COSMOPOLITA” No. 13 del Valle de Trujillo, había abatido columnas temporalmente”[6].
En l945 es elegido Senador por el departamento de la Libertad, como integrante de la lista del Partido del Pueblo, La labor parlamentaria se frustró por el golpe de estado del general Manuel A. Odría en 1948.
En 1946, Antenor Orrego Espinoza es nombrado catedrático del curso de Cultura Indoamericana y Filosofía de la Historia en la Universidad Nacional de La Libertad. Funda el Instituto de Antropología y forma parte de una generación promotora de cambios y de transformación. En este mismo año (1946) la Universidad Nacional de Trujillo le confiere el grado académico de Doctor Honoris Causa, en reconocimiento a su destacada labor profesional e intelectual y a su calidad de filósofo, maestro y ensayista.
Entre los pensadores de que se nutre la producción intelectual de Antenor Orrego figuran Federico Nietzsche, Henri Bergson, Carlos Marx y Karl Jaspers; Wilhelm Dilthey, José Ortega y Gasset, Oswald Spengler; Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Miguel de Unamuno, Benedetto Croce,  Vilfredo Federico Pareto y Martín Heidegger, Arnold Toynbee, José Vasconcelos, Alfredo Palacios, y Hermann Alexander Graf Keyserling.
Destacado colaborador en la revista Amauta de José Carlos Mariátegui;  columnista y  director de los diarios La Antorcha y La Plataforma de Lima.  Ha sido senador aprista (1945-1948), rector de la Universidad Nacional de Trujillo (1946-1948) y fue elegido como “El Intelectual del Milenio” en el concurso “Líderes Liberteños del Siglo XX”. En los años 1957 y 1958 ocupa el cargo de director de los diarios El Norte, La Libertad, La Tribuna, Impacto, La Reforma, Antorcha y Chan-Chan.
“Se dedicó al periodismo en muchos diarios de la época como La LibertadLa Reforma y La Semana de Trujillo. En 1922 prologó el poemario Trilce de César Vallejo, siendo el primer crítico en vislumbrar el talento del entonces joven e ignorado vate peruano. Su análisis profundo de dicha obra no ha sido hasta ahora superado” (https://es.wikipedia.org/wiki/Antenor_Orrego).
 De pluma penetrante, incisiva y combativa, llegó a escribir y publicar sus comentarios y reflexiones en importantes periódicos y revistas del Perú e Indoamérica, tales como  “Claridad” (Lima, Buenos Aires), “Amauta” (1926), “Variedades”, “Mundial” (1926), “Nueva Democracia” (Nueva York), “Nosotros”, “Cuadernos Americanos” (México), “Cuadernos” (París), “Repertorio Americano” (San José, Costa Rica), “Humanismo” (México), “Cuadernos de París”, “La Pluma” (Montevideo), “ La Reforma” (1914), “La Libertad” (1916), “La Semana” (1918), “El Norte” (1923-1932), ·Chan Chan”, “Congreso por la Libertad y la Cultura”, “La Tribuna”,  “La Sierra”, “La Antorcha”, “Impacto”, “La Razón”, entre otras.
Antenor Orrego ha prologado las obras de diversos autores:  “Trilce”, de César Vallejo (Lima 1922), “El libro de la nave dorada” de Alcides Spelucín (Trujillo, 1926),  “Liberación”, de Nazario Chávez Aliaga (Lima 1935),  “La dimensión de la piedra, de Julio Garrido Malaver. “Las Navajas y los Dados del Alba” (Chiclayo, 1938).
Con las expresiones del maestro Luis Alberto Sánchez diríamos: “Para todos los jóvenes, apristas y no apristas, fue un maestro permanente y avizor, a quien se podían someter los más graves problemas con la seguridad de ser atendidos y entendidos. Escribía con elegancia algo recarga, con un estilo barroco que el era tan natural como el agua al pez. No era un preciosista ni un retórico: amaba la finura y la exactitud al mismo tiempo, lo que da a su obra un cierto tono de elocuencia como al voz de un maestro que se oye a si mismo”.
Luis Alberto Sánchez refiere asimismo que “Orrego abrazó valerosamente la causa de la renovación integral del Perú, filosófica, estética y políticamente. Ese hombrecillo menudo, de prematura calva, rostro alargado y frente fugitiva, ojos rasgados y azules, tez pecosa y ademanes suaves, tenía ideas claras, definidas, y voz tan rotunda como sus ideas”[7].
Por la directa participación política que tuvo en la campaña para fortalecer la huelga de los trabajadores del Valle de Chicama (1918-1921), fue cerrado el diario en el que trabajaba y fue encarcelado y estuvo ulteriormente preso en el Real Felipe, el Sexto y el Frontón. Se dice que fue encarcelado en ocho oportunidades durante su existencia.
Luis Alberto Sánchez al recordar a Antenor Orrego manifestó: “Para todos los jóvenes, apristas y no apristas, fue un maestro permanente y avizor, a quien se podían someter los más graves problemas con la seguridad de ser atendidos y entendidos, Escribía con elegancia algo recargada, con un estilo barroco que le era tan natural como el agua al pez. No era un preciosista ni un retórico: amaba la finura y la exactitud al mismo tiempo, lo que da a su obra un cierto tono de elocuencia como la de un maestro que se oye a sí mismo”.
Víctor Raúl Haya de la Torre afirmó de Antenor Orrego: “Enarboló la enseñanza de una generación beligerante y encarno la esperanza, la resurrección y la victoria de una nacionalidad en trance de muerte, y hay que agregar que siempre estará vigente y será un mandato pendiente de cumplirse se profecía del cambio social mientras el amor y la raza de los hombres prevalezca sobre la barbarie, el egoísmo y la muerte”.

“Lo que más se aprecia de Orrego es y será, su manera de pensar y de ver al mundo. Él tenía una orientación metafísica y vitalista; consideraba que los pueblos de América deberían de unirse en uno solo, con el fin de superar y mejorar los modelos europeos adoptados. Nos instiga a encontrar nuestro camino, nuestro propio destino, nuestro pueblo continente y lo que es más importante, nos enseña el valor de ser auténticos americanos en nuestro propio continente como seres pensantes de nuestra propia realidad”.[8]

“El pensamiento de Antenor Orrego,-indica Ántero Flores-Aráoz E.-, influye hasta hoy en el debate académico y político, sobre las ideologías y en particular en la crítica de la razón moderna y del positivismo. Igualmente repercute en la polémica sostenida entre liberalistas y comunitaristas acerca de la justicia y los límites del liberalismo y en la discusión en torno al sustento histórico de una cultura auténticamente latinoamericana. Sobre este último asunto, Orrego enriquece notablemente las reflexiones de José Enrique Rodó, José Vasconcelos, Antonio Caso y Leopoldo Zea.”[9]

ANTENOR ORREGO Y LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

Antenor Orrego Espinoza ha sido un gran pensador visionario  que bregaba dentro y fuera de las aulas universitarias por una Universidad integral, dinámica, innovadora, popular y transformadora, con capacidad de respuesta a los problemas del pasado, presente y futuro del Pueblo-Continente, acorde a la realidad de una “América Nueva” y a los adelantos científicos, humanísticos y tecnológicos del mundo.


Decía el Amauta Orrego: "La Universidad integral es "un foco de iluminación intelectual y moral y una antena que recogiendo las palpitaciones de! Universo y de la Vida, se proyecte profundamente hacia el pasado e infinitamente hacia el futuro". "La Universidad respondería a "la realidad de una América Nueva, al ritmo de un mundo que está realizando acelerada transformación técnica, social y económica" (1965).

Pensaba Orrego que "La educación no es inculcar y modelar; la educación es revelar, conducir y ennoblecer” las potencialidades, el talento, las competencias  y el comportamiento de los educandos dentro del contexto sociocultural y proceso integrador de educación y pueblo con principios y valores éticos.

Orrego concibe la educación universitaria con sentido sociohistórico y ético y valor pragmático, generadora de una “cultura viva”: "Nuestra gran empresa de universitarios -tal vez nuestra única empresa- es vivir la cultura. Basta ya de bagazo erudito que no sirve ni para mejoramos ni para mejorar nuestra patria. Necesitamos estudiar la calidad de nuestra América y crear nuestro pensamiento, nuestra propia política, nuestra propia economía, nuestra propia estética, nuestra propia historia". "El maestro te enseña para que puedas construir tu vida y te libera hacia la vida". "En los países y en las otras razas el aula es, principalmente, docencia científica, preparación técnica o capacitación profesional, pero, el aula latinoamericana es, ante todo, y sobre todo, docencia civil, escuela de ciudadanía. Este es su carácter fundamental y el que da la tónica de la Universidad". "La docencia de la Universidad Latinoamericana debe ser, antes que nada docencia ciudadana, educación civil, fuerza política formatriz". “La Universidad Nueva solamente puede hacer su auténtico camino asimilando los jugos de la tierra que nutre".

"La Universidad peruana debe contribuir a la formación de un nuevo tipo de Universidad Indoamericana y a clarificar el sentido original de la cultura que está surgiendo en nuestros países en relación con las viejas culturas de Europa y de Asia".

Los países de Indoamérica somos “el primer pueblo-continente de la historia”, afirma Orrego, y estamos llamados “a crear y construir una cultura más universal que la europea”.

En su condición de rector de la Universidad Nacional de Trujillo, Antenor Orrego realizó invalorables gestiones y acciones.

En mayo de 1946 es elegido rector de la Universidad Nacional de Trujillo y desempeña el cargo hasta el mes de octubre de 1948. A partir de este año la dictadura militar de Manuel A. Odría llega a elegir a los rectores desde Palacio de gobierno.

En su condición de rector realiza la modernización de la Universidad Nacional de Trujillo;  participa en la elaboración del Estatuto Universitario, en el que se recogieron los principios del movimiento de la Reforma Universitaria; propone el modelo de un nuevo tipo de universidad con sentido indoamericano, espíritu investigativo y compromiso social y popular; interviene en las gestiones de creación del Colegio Universitario “como fuente de cultura general, pórtico de entrada de la escuela profesional y de la investigación científica y preparación del futuro universitario”; dispone el establecimiento del Seminario como método principal de enseñanza universitaria; funda las Facultades de Medicina y de Educación; promueve la creación de la Ciudad Universitaria en un predio de 30 hectáreas de terreno donado por Vicente González de Orbegoso y Moncada a petición de Víctor Raúl Haya de la Torre; envía como becarios de postgrado a Europa a los mejores estudiantes de cada especialidad y dispone el moderno equipamiento con laboratorios y talleres de la Universidad.

Al respecto Elmer Robles Ortiz, en su artículo de investigación “Pensamiento educativo de Antenor Orrego” manifiesta: “Durante su gestión rectoral en la Universidad Nacional de Trujillo, la biblioteca mereció especial atención, y la revista institucional alcanzó su mejor época. Asimismo impulsó enormemente el Museo de Zoología. Y pensó que los colegios también deberían contar con esos museos para el proceso de enseñanza aprendizaje de carácter práctico, a los cuales la Universidad brindaría apoyo con su taller de taxidermia. En el campo de la botánica, inició la formación del herbario regional. Enriqueció con nuevas colecciones el Museo Arqueológico, y desde él promovió los estudios in situ de esa especialidad. Además dio vida a institutos y nuevas facultades. Y en su plan de ejecución de la ciudad universitaria se consignaron, entre otros, ambientes para jardín botánico, jardín zoológico, museos, gimnasio y estadio.”[10]

Orrego, concebía y se proponía alcanzar una nueva educación universitaria de calidad, una nueva universidad integral, dinámica, flexible y popular, nueva universidad conformada por profesores, alumnos y egresados con maestros y alumnos que no solo cumplan sus programas y aprueben sus estudios, sino que por sobre todas las cosas construyan y descubran conocimientos, logren “alta categoría” y que la enseñanza constituya “verdaderas normas de vida”, acto de “apostolado” y de “heroicidad”.

El Amauta Orrego decía: “Comprendo que la tarea es difícil y que no puede realizarse sino gracias a un esfuerzo prolongado de los que enseñan y de los que estudian; pero el profesor debe aspirar siempre a lograr la alta categoría de maestro y el alumno debe esforzarse también para alcanzar la no menos alta categoría de discípulo. Quiero decir que la enseñanza no debe quedarse en la superficie el programa y en la epidermis del espíritu, sino que debe calar mucho más hondo, hasta constituir verdaderas normas de vida y si se quiere, en casos excepcionales, debe alcanzar el apostolado y hasta la heroicidad”[11].

“El criterio de que la Universidad está constituida, únicamente, por el profesorado revela un concepto petrificado de la enseñanza. La Universidad no se ha hecho para mantener catedráticos, sino para ´enseñar alumnos´. Son éstos, pues, la materia viva, la materia moldeable, el cuerpo y el alma necesarios. La enseñanza debe sujetarse a sus exigencias y necesidades espirituales y, por eso, son ellos, principalmente, los que deben fijar las condiciones de la docencia”[12].

La Universidad Nueva Indoamericana, propuesto por Orrego Espinoza, debe ser creadora de cultura y debe contar con la participación activa y eficiente de sus integrantes, con cátedras paralelas y cátedras libres, con buena legislación, con infraestructura, laboratorios y talleres suficientes, con maestros y alumnos de “alta categoría”  que descubren y construyen conocimientos para la solución de los problemas del Pueblo-Continente y que debe responder a los requerimientos y exigencias de su propia realidad natural y social, Universidad Nueva Indoamericana “que recoja en su seno, las experiencias, las intuiciones, las esperanzas, la fe y el pensamiento de América”, que realice investigación científica y tecnológica en cada región y país, que “forme hombres de espíritu robusto que reaccionen contra la mezquina realidad circundante”,  que tenga “una verdadera cultura vital”, que viva la cultura y no “una semi-cultura de gabinete y de pupitre”, , que sea “un foco de iluminación intelectual y moral y una antena que recogiendo las palpitaciones del Universo y de la Vida, se proyecte profundamente hacia el pasado e infinitamente hacia el futuro. Sólo así podríamos hacerla responder a la realidad de una América Nueva, al ritmo de un mundo que está realizando una acelerada transformación técnica, social y económica”[13].

En 1932 Antenor Orrego, en un artículo sobre “La cruzada por la libertad del estudiante”, tras sostener que la reforma universitaria de Córdova (1918) es “un movimiento típico latinoamericano” y  que “marca una etapa en la vida y en la historia del Continente”, llegó a puntualizar que “La docencia de la Universidad latinoamericana tiene que ser, antes que nada, docencia ciudadana, educación civil, fuerza política normatriz. Nuestra Universidad no puede encerrarse en los claustros, como una ostra parasitaria, sorda al alumbramiento y al grito angustioso de las nacionalidades. El estudiante no puede dedicarse con plenitud de pasión y de ánimo al cultivo de la ciencia o al pensamiento especulativo cuando el crimen político y social anda suelto por las calles, cuando el pensamiento está ahogado en la mazmorra, cuando no hay leyes, ni instituciones, ni partidos lo suficientemente fuertes para impedir y castigar las tiranías”.

Y a renglón seguido manifesta: “Desde hace tres lustros, más o menos, los estudiantes latinoamericanos, con maravillosa intuición histórica, han asumido y comprendido la plenitud de su responsabilidad ante sus respectivas nacionalidades. En México, en la Argentina, en el Perú, en Bolivia, el estudiante es el primer ciudadano de la república, el más generoso, el más sacrificado, el más agudo y luminoso atalayador de su raza, el más resuelto para la lucha, el más heroico, el verdadero y auténtico salvador de su nacionalidad. En Venezuela, donde todas las clases sociales se han sometido a la pezuña zoológica de Juan Vicente Gómez, el estudiante es el único que se enfrenta al despotismo, y las paredes de la Rotunda han visto perecer, heroicamente, a millares de mártires estudiantes”.

Orrego consideraba primordial en la educación universitaria conquistar de la “libertad” para poder contar después con “países sabios”: “¿Cómo puede el hombre consagrarse a la ciencia, a las artes y al ejercicio de las disciplinas intelectuales si no hay libertad? Hay que esforzarse por conquistarla previamente. Hagámonos, primero, países justos para hacernos, luego, países sabios”.

Por sus ideas apristas sufrió encarcelamientos y persecuciones políticas. En 1921, director del diario La Reforma, y por apoyar a los braceros del Valle de Chicama los hacendados solicitan a la Prefectura la clausura del diario y lo toman prisionero a Antenor Orrego; en 1927 junto con Alcides Spelucín son apresados y conducidos a Lima;  en noviembre de 1929 es apresado por orden del Prefecto; en 1931 sufrió prisión política durante el gobierno autoritario del general Luis M. Sánchez Cerro;  en enero de 1933 es encerrado en el Real Felipe  junto con otros apristas, declarándose en huelga de hambre durante once días, y que después del asesinato del presidente Sánchez Cerro es excarcelado el 9 de agosto de 1933 por una ley de amnistía promulgada por durante el segundo gobierno del general Oscar R. Benavides  (1933-1939); nuevamente sufrió prisión en 1944 durante el gobierno de Manuel Prado; es tomado prisionero en 1948 durante el gobierno de Manuel A. Odría y recupera su libertad en 1956 una vez restaurada la democracia; fue encarcelado en un total de ocho veces por ser leal, defensor y divulgador de la filosofía, ideología y doctrina del aprismo, y por las que tuvo que resistir con optimismo y fe la fuerza brutal de los dictadores y tiranos.

En 1959 viaja a la Argentina para participar en el Simposio latinoamericano sobre Vallejo organizado por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Córdova, llegando a sustentar la tesis ontológica de “La esencia del ser en la poesía  de César Vallejo”.

HOMENAJE AL GRAN AMAUTA Y VISIONARIO ANTENOR ORREGO

El Amauta  y visionario Antenor Orrego ha recibido varios homenajes, en reconocimiento a sus calidades extraordinarias de  pensador indoamericano, Amauta y visionario, maestro universitario, escritor y periodista, con producción intelectual de hondo contenido social, político, ético y humanístico.


Al recibir el homenaje que le rendió la intelectualidad de Trujillo en 1959, Orrego expresó su agradecimiento con las siguientes palabras: “Cada vez que vuelvo a asentar las plantas en el suelo trujillano siento un renacimiento en todo mi ser, una suerte de rejuvenecimiento que me hace percibir con claridad la faena inmediata que debo realizar... He vuelto a las raíces de mi hogar materno y cual no habrá sido mi sorpresa que Trujillo me recibe con el amor encendido, con el homenaje conmovido, con la belleza sutil y extraordinaria de sus poetas y escritores nuevos”[14].

Cabe relevar dos grandes homenajes a Antenor Orrego. El primer gran homenaje, en el año 2002, a través del Coloquio “Antenor Orrego. La unidad continental y los orígenes de la modernidad en el Perú”, realizado en el Hemiciclo “Raúl Porras Barrenechea” del Congreso de la República de Perú los días 2, 3 y 4 de octubre del 2002,  cuyas ponencias fueron editadas por el Fondo Editorial del Congreso del Perú.

El segundo gran homenaje lo organiza la Universidad Privada “Antenor Orrego” de Trujillo (UPAO) con el fin de revalorar su vida y obra y  mediante el Simposio “Vigencia y Trascendencia de Antenor Orrego. Por la ruta de la identidad”, realizado del 26 al 29 de octubre de 2011 y que contó con destacados profesionales como expositores de conferencias magistrales: Luis Alva Castro, Hugo García Salvatecci, Elmer Robles Ortiz, Hugo Vallenas Málaga, Eduardo Paz Esquerre, Gilberto Cabanillas Barrantes, Jorge Puccinelli Villanueva, Tito Livio Agüero Vidal, Germán Peralta Rivera, Jeffrey Klaiber y Marcel Velásquez Castro.

EL PENSAMIENTO ORREGUIANO

Antenor Orrego batalló por la construcción de una sociedad indoamericana unida, justa, soberana, libre y digna, con identidad cultural propia, hundiendo sus raíces en las tradiciones, usos, costumbres y formas de vida de la cultura aborigen, ajena a la imitación de ideas y moldes europeos, y que propenda a impulsar la creación de una cultura universal con nueva conciencia social, histórica, geográfica, política, económica y educativo-cultural, cuyo proceso revolucionario e innovador siga un camino y un destino propio y distinto de los seguidos por la doctrina socialista europea.

Orrego planteó la necesidad de contar en América con “maestros americanos que nos enseñen a conocer y amar nuestra América”, antes de ser devorados por los libros europeos: “Basta ya de bagazo erudito que no sirve ni para mejorarnos ni para mejorar nuestra patria. Necesitamos estudiar la calidad de nuestra América y crear nuestra propia economía, nuestra propia estética, nuestra propia historia. Los textos europeos mal aplicados y mal comprendidos no sirven sino para desorientarnos –ya lo hemos estado 400 años- y para fatigar con gárrulas palabras nuestros cerebros y nuestra vida. Necesitamos maestros americanos que nos enseñen a conocer y amar nuestra América, maestros que vivan con nosotros la ínfima y heroica voluptuosidad de crear un nuevo continente intelectual, maestros de una raza “por cuya boca hablará el espíritu”[15].

“Sin partidos políticos auténticos, que sientan profundamente su misión docente, desde su propio cambio doctrinario, no tendremos jamás una verdadera democracia”  (Orrego, 1995: IV, 41-42).

“¿Cómo puede el hombre consagrarse a la ciencia, a las artes y al ejercicio de las disciplinas intelectuales sino hay libertad? Hay que esforzarse por conquistarla previamente.Hagámonos, primero paises justos para hacernos, luego países sabios”.(Orrego, 1995: V, 118).

“Cuando en un solo hombre se da, a la vez, el estadista y el político, los pueblos poseen el gobernante perfecto” (Orrego, 1995: II, 234).

El filósofo peruano, Antenor Orrego, en sus obras “Pueblo-Continente”, “Hacia un Humanismo Americano” y “El Monólogo Eterno” nos da a conocer su concepción sobre el hombre. «El hombre- dice Orrego Espinoza- en su esencia más acendrada, es un pensamiento carnal que actúa, que opera, que transforma, que fecundiza. Nuestro mundo es un mundo de formas, pero de formas penetradas y traspasadas de pensamiento. Pensar y obrar no son términos antinómicos sino correlativos y complementarios. Ambos señalan la escala serial de un solo proceso que es la expresión de la Vida», «Europa, en cambio, aporta sus técnicas, nos da el hombre concreto y colectivo, el hombre en convivencia mutua, el hombre político y posesivo por excelencia. Mientras el Oriente nos da el hombre genérico a trueque de gasificarse por falta de contención terrestre, el Occidente nos da el hombre de carne y hueso, la criatura telúrica enfocada en sus inmediatas realidades vitales….».
«… Bajo la Norte América europea y yuxtapuesta, existe la Norte América del porvenir, la Norte América macrocósmica que está generando y nutriendo en sus entrañas el hombre americano del futuro, el hombre universal del mañana….».
«El hombre no es un ser angélico, aunque las viejas metafísicas y teogonías del oriente digan que está en trance de serlo, pero lo importante es que ahora no lo es y que tiene que trabajar, pensar y vivir en la tierra y con la tierra. La esencia del ser actual del hombre es de un carácter ascensional: se proyecta, como una fiesta carnal, viva y fulgurante, de abajo hacia arriba, del nadir al cenit, de la raíz a la copa».
«El hombre latinoamericano es el hombre que se encuentra más pegado a la tierra, a la capa mineral del globo, a ese estrato duro y pétreo en el que parece que la materia hubiera alcanzado al nadir de su densidad. Hombre-mineral, le llama al latinoamericano una de las mentalidades más potentes del mundo, es decir, criatura alimentada, sostenida y procreada por los jugos terrestres. En ninguna parte como en América, el mundo abismal e inferior ejerce un tan poderoso imperio sobre el hombre; más, en ninguna parte, tampoco, del mundo, el hombre tiene la posibilidad de expresar en mayor grado la potencia inmaterial del espíritu, porque se ha apoderado y está dominando el material más denso y, por eso, el más rico en capacidad de expresión humana, en potencia traductora de esencia terrestre. Es la antigua fábula de Ateneo, el cual se vigoriza a condición de su terrenidad; es el símbolo de la cometa que se remonta al espacio, gracias al hilo que la retiene pegada al ombligo vital de la tierra».

«En estos países, actualmente, el hombre de acción forja su obra y se forja él mismo con la masa; el hombre de pensamiento encuentra su discipulado en el pueblo y dialoga socráticamente con la multitud; el hombre de sacrificio y de apostolado encuentra sus hermanos en el tugurio y, junto a ellos, encuentra, también, muchas veces, el martirio, mientras las oligarquías invertidas y hemofílicas levantan con metralla la cortina de fuego que pretende impedir el ascenso vitalizante del pueblo hacia la nueva jerarquía directora y conductora de los destinos humanos; mientras el intelectual burocrático y mercenario teje lemas retóricos a la organización del asesinato colectivo; mientras el sacerdote que se llama sacerdote de Cristo -ese ser de proyección multitudinaria, por excelencia- se alía a la violencia y justifica el privilegio de la ineptitud; mientras el corchete llamado del orden impone con el fusil que el pueblo puso en sus manos, la injusticia, la subversión y el desorden organizados desde arriba por las clases dominantes».

COMENTARIOS A LA OBRA “PUEBLO CONTINENTE”
Las obras cumbres, las más importantes y trascendentes de Antenor Orrego es Pueblo-Continente: ensayos para una interpretación de América Latina (Santiago de Chile: Ercilla, 1939) y “Hacia un Humanismo Americano”.

En el prólogo a la segunda edición de “Pueblo-Continente: ensayos para una interpretación de América Latina”, Antenor Orrego manifiesta que al meditar y escribir la obra se propuso: “ser la suscitación viviente, en la juventud de mi patria y en las del Continente, de los temas centrales y fundamentales que plantea la realidad de nuestros pueblos ante la conciencia nueva de América”. Pero también señala: “En su raíz más profunda este libro fue un mensaje a las juventudes de América -mi primer mensaje personal que resumía veinte años de meditación angustiosa, pero rebosante de esperanza al mismo tiempo”.

En la obra Pueblo-Continente, publicada en Santiago de Chile en 1939, el autor revaloriza la raza americana con el fin de convertirla en una raza de dimensión y proyección universal y plantea que América trate de “encontrar su propia alma”, sin imitaciones, sin copias y sin remedo, es decir, con espíritu creativo, autonomía mental y propia identidad cultural, libre de influencia foránea,  debiendo ser lo que es.

El gran Amauta y visionario indoamericano insta a la reflexión consciente, crítica y libre para que nuestro Pueblo-Continente “no sea un descarnado destino ciego, donde imperen estrictamente las fuerzas muertas y sepulcrales del pasado, sino misión alumbrada y esclarecida en beneficio de todos los pueblos y de todas las razas del mundo” y esto dependerá de lo que las generaciones inmediatas de indoamericanos hagan buen uso de su “libertad” y en la medida en que conviertan “el destino en instrumento y expresión de la libertad”, lo habrán convertido también, en la magnífica herramienta de su “misión”.

Si América es un continente nuevo, tenemos que mirarla con ojos nuevos y no a través de centones o de infolios” , pues “política y culturalmente no seremos libres, sino, simplemente libertos y manumitidos mientras sintamos la añoranza de las palabras y de los ademanes extraños. Si sentimos el pensamiento europeo como yugo y no como sustancia nutricia y alumbradora, ¿cómo habremos de alcanzar nuestra autonomía, nuestra soberanía y mayoría espirituales?”. “Si América ha de surgir con una significación universal, surgirá a través de sus cuitas y de sus grimas más angustiosas; jamás de los escaparates y de las ferias de sabiduría…”

En Pueblo-Continente, “América reclama ante Europa su autonomía mental y espiritual”, toda vez que “Ni el indio, como indio puro; ni el europeo, como europeo puro, tienen porvenir en América”.

Antenor Orrego considera que “La revolución de la Independencia fue el primer intento de revalidación del hombre latinoamericano, pero, desgraciadamente, un intento fallido. La Independencia nos trajo meras formas políticas y jurídicas, que no habíamos digerido, que no podíamos digerir y que fueron la simple proyección mimética de pueblos europeos en plena revolución liberal. Se hizo la Independencia, reclamándose con las frases de la Revolución francesa y acabó afirmando y consolidando el sistema feudal de la propiedad con todos sus vicios y degeneraciones y sin ninguna de sus virtudes y excelencias. De allí, esa monstruosa desarticulación de nuestra realidad jurídica, política, social y económica que se prolonga hasta los días actuales…”

“La América necesita crear sus propias razones; necesita dar un vehículo racional a sus intuiciones sobre la totalidad y significación de la vida. América no ha tenido un estilo porque no ha tenido una verdad o conjunto de verdades originales que expresar ante el mundo encarnadas en una organización biológica, en una forma concatenada y congruente, en un todo tramado y contexturado para su expresión adecuada”.

“Desde la Conquista, América ha tenido una historia periférica y extravertida…Sus acontecimientos eran acontecimientos europeos, extraños; letras de un alfabeto que pertenecían a un lenguaje distinto; signos y símbolos impuestos desde fuera y, por lo tanto, incapaces de expresar ningún estilo, ninguna intimidad entrañable y congénita”.
“En la historia del mundo, América es un gran desgarrón. El desgarrón de una raza vigorosa por obra de la conquista y la violencia de la barbarie occidental. Esta raza cumple un ciclo de vida y de cultura superior, sin el concurso ni la aportación de las otras razas…”

“…América constituye el recomienzo de una vida nueva para la cual no sirven en su significado concreto y particular, ni la experiencia, ni las leyes, ni las normas que ensayaron el hombre europeo y el hombre oriental a través de los siglos. América es una nueva posibilidad humana”.

“Pero, a diferencia de los demás continentes, América es un nudo. En ella se Cruzan, confluyen y conectan, como en el centro de una rosa náutica, los caminos de todas las razas…”

“(América)Es la confluencia del Oriente y del Occidente en una tierra nueva”.

“Somos, pues, los indoamericanos el primer Pueblo-Continente de la historia y nuestro patriotismo y nacionalismo tienen que ser un patriotismo y un nacionalismo continentales.. No es por el camino de la imitación simiesca que la cumpliremos, sino por el camino de la diferenciación y de la creación original. Sería insensato no comprenderlo”.

Orrego piensa que es “pura necedad afirmar la superioridad absoluta del Oriente sobre el Occidente, y lo mismo es hacer la afirmación inversa. Cada uno es superior, en verdad, al otro, dentro de su respectiva pendulación vital”,

“El destino de América es resolver, en una superior unidad humana, la cuita angustiosa, la encrucijada trágica en que ha desembocado el mundo contemporáneo, y ser ella misma una continuidad y la continuidad del mundo…América será como la partera cósmica de una cultura integral, cuya máxima expresión se da tal vez en Oriente, tal vez en Europa. Es el secreto del destino y de los tiempos”.

“Y así como el Mundo Antiguo hizo    necesario el surgimiento de un hombre nuevo, la creación de nuevos órganos biológicos, capaces de resolver en una unidad superior sus antinomias irreductibles de entonces, la crisis reclama, también, el nacimiento de un nuevo tipo de hombre, nuevo desde su base telúrica, y biológica, hasta la función de su inteligencia, de su actitud moral y de su espíritu”.

“…Anquilosamiento, regresión y muerte o ascensión biológica, vigencia histórica y continuación progresiva. Esta es la alternativa de nuestros pueblos. Detenerse es el retorno al caos, es tanto como morir y disolverse”.

“Por eso, el grito que surge del Oriente hacia América es: “Conócete a tí misma”, apodérate de la realidad íntima de tu ser, coordina tu alma y tu vida con el alma y la vida universales y sólo por ese camino llegarás a tu Verdad, que nadie te la puede dar, que Europa no te la puede transmitir como regalo de maestro, sino que tú debes hallar en tu esencia más acendrada, en tu fibra más recóndita, en tu seno más íntimo. Por ese camino llegará al Conocimiento y a la realidad de tu misión histórica; sólo por allí alcanzarás la Sabiduría y con la Sabiduría la Verdad, y con la Verdad el Poder. Sólo, entonces, serás una raza creadora, es decir, una raza que Sabe y que Puede; sólo entonces no serás una redundancia en la historia del mundo porque lo habrás enriquecido con una realización nueva, y tu mensaje será una palabra sagrada y prolífica para los hombres de todos los tiempos y de todas las latitudes”.

Ante todo lo expuesto, cabe manifestar, según expresiones de Antenor Orrego: “El Aprista se siente como un instrumento histórico de la nueva América, como el forjador del nuevo hombre que necesita el Continente para alcanzar su expresión más íntima y original, como el adalid antiimperialista del Nuevo Mundo; como el órgano biológico necesario para transmutar en una unidad, las contradicciones y antinomias más profundas del Continente; como una fuerza constructora en medio del caos y de la dislocación jurídica, social, económica, moral y política de nuestros pueblos; como una energía combativa contra el estacionarismo suicida y la rutina feudal de las oligarquías dominantes, como el instrumento histórico de una nueva cultura que inicia su marcha creadora”.

COMENTARIOS A LA OBRA "PUEBLO-CONTINENTE"

“…Hay una circunstancia que imprime a este libro una inusitada vigencia: es uno de los pocos esfuerzos serios por desentrañar con altura, honestidad y profundidad el meollo de nuestra esencia americana. Pueblo-Continente es un libro destinado a larga discusión, y a durar mucho” Orrego era fundamentalmente un poeta; por tanto, un creador. Los tres libros que publicó reúnen un conjunto de larvas, de gérmenes, que no alcanzó a desarrollar  porque la vida le impidió dar término a lo que, sin embargo, florecerá en sus discípulos. Utilizó a menudo un lenguaje cerrado, no oscuro, pero sí denso, cuajado de metáforas, de hipérbatos, como buen chimú que era, y los chimús siempre fueron barrocos, o pre barrocos, según se advierte en sus parientes mayas o zapotecas; y como buen descendiente de españoles del siglo de oro, fue arcaizante él mismo, a fuer de moderno, como ocurre con Darío y en Vallejo, grandes manejadores de arcaísmos y neologismos, de palabras raigales que nunca acaban de ser nuevas ni dejan de ser antiguas.”
 Luis Alberto Sánchez

“…la obra suya más importante para descubrir su pensamiento sobre americanismo, peruanismo, indigenismo, etc., así como sus ideas sobre “el nuevo hombre de América” y su cultura es el libro Pueblo-Continente (1939). Para Orrego ni el indio, ni el europeo, ni el mestizo, como tales entes étnicos y culturales son el americano que ha de crear una cultura original. Según Orrego, es absurdo pretender el advenimiento de una América indígena y una resurrección de sus antiguas culturas porque la historia nunca da paso atrás…Si América Latina ha de expresar un mensaje original para el mundo ha de ser hacia elporvenir y hacia adelante. Ha de ser obra de creación y no copia regresiva…”                                                        
Luis Monguió.

“Es de tenerse en cuenta con respecto a este libro una circunstancia biográfica: no ha sido escrito en la calma y el confort de un gabinete de estudio, sino en medio de la urgencia y la angustia azarosa del perseguido político…Sin embargo, no se trata de un libro improvisado en sus conceptos.”
Alberto Zum Felde.

“De los aciertos perdurables de este libro, ninguno estuvo llamado a mejor fortuna que el nombre mismo bajo el cual se ampara: Pueblo-Continente. Engarzado dentro de las construcciones filosóficas del jefe del aprismo, la expresión ha servido para designar los nuevos y vastos bloques super racionales en que tiende a dividirse el mundo contemporáneo. Siempre que sea preciso aludir a la circunstancia geográfica, histórica yhumana de los pueblos al sur del Río Grande se dirá, con Orrego, que forman un pueblo-continente. Y la frase sirve igualmente para identificar a aquellas grandes unidades de población que se encuentran en situación análoga a las nuestras: hay un pueblo-continente hindú (indio, debería decirse, con riesgo de anfibología), otro pueblo-continente chino, otro ruso y otro norteamericano de los Estados Unidos. La expresión acuñada por el pensador norteño habrá de sobrevivir en el horizonte semántico de nuestra sociología y nuestra política.
 Andrés Townsend Ezcurra.

“Antenor Orrego expone en su libro Pueblo-Continente (1939) una filosofía para la creación dinámica y viva de América. Profundiza en un proyecto que consistía en la formación de un continente unificado, en oposición a las construcciones abstractas que se formaban en torno a América. Este proyecto proponía la revolución indoamericana, la cual estaba guiada por los espíritus jóvenes del Perú que se manifestaban a través de la vanguardia”.
Gonzalo Jara Townsend[16].

“HACIA UN HUMANISMO AMERICANO”
En esta obra, Antenor Orrego perfila sus originales, profundas y fecundas reflexiones sobre el hombre americano y el destino del continente.
“El destino de América -escribe Orrego- es resolver, en una superior unidad humana, la cuita angustiosa, la encrucijada trágica en que ha desembocado el mundo contemporáneo, y ser ella misma una continuidad y la continuidad del mundo”.
La obra se desarrolla en XVII capítulos con una serie de meditaciones profundas sobre la generación precursora del nuevo destino del atomismo colonial a la integración del continente; la teoría del “Espectro” o de la constelación horizontal antropológica; el comienzo de un proceso histórico continental; la generación del alumbramiento de la nueva conciencia; la opción del pasado o del porvenir; entre el sepulcro y la cuna; el constreñimiento de dos tumbas; el cadáver androide de Latinoamérica; de la enfermedad a la salud. Necesidad de un distinto equilibrio espiritual; el renacimiento americano o la conquista de la juvenilidad continental; el lenguaje en América. Consideraciones generales sobre el porvenir del castellano; la circunstancia de la cultura americana. Pensamiento intemporal y pensamiento histórico; la configuración histórica de la circunstancia americana. El sentimiento de unidad en América como emoción metafísica y como trayectoria vital del hombre contemporáneo; indagación del ser histórico de la nueva América. La “nihilización” de los orbes culturales; la doble tensión polar de la constelación mexicano-andino. Los gérmenes históricos que conforman la cultura americana; el proceso de desintegración y de integración continentales. Los “gérmenes históricos” como factores del nuevo complejo cultural; y, la constelación vertical de las polaridades antropológicas en el nuevo mundo.
Eugenio Chang-Rodríguez al comentar el libro expresa: “En su póstumo libro Hacia un nuevo humanismo americano, Orrego fundamenta la tesis de Pueblo continente incursionando en la intrahistoria latinoamericana. En la nueva colección de ensayos, el autor se reafirma como opositor de la idea de resucitar el pasado precolombino, porque la Conquista impuso unidad lingüística, histórica, religiosa, y, a la postre, unidad sanguínea, “cuatro factores considerables, que unidos a la decisión e iniciativa creadora del hombre, han solido determinar y facilitar, casi siempre 'salvo raras excepciones' el forjamiento de una expresión cultural”. Este sería el mensaje recogido por la generación de la independencia hispanoamericana al enfrentarse con la realidad continental: “Tras la colisión cosmogónica de dos mundos tan diferentes, comenzó a generarse una zona de fusión y de síntesis a través del mestizaje de ambas progenies, y de otras razas que llegarían después”[17].
   “Para Orrego, -refiere Gustavo Flores Quelopana-  nuestra trayectoria histórica, en que se degradan los productos culturales del pasado para la preparación de una nueva cultura, no sólo nos encamina a constituirnos en un pueblo continente con el imperativo de formar un estado continente, sino fundamentalmente, a marchar hacia un humanismo americano por medio de la fusión de estirpes antagónicas, entre el blanco europeo, el negro africano y el indio americano. Fusión capaz de resolver la encrucijada de la crisis del hombre en esta supresión de las antinomias y por la potenciación de sus posibilidades. Orrego cree que, así como de la fusión de estirpes opuestas en el Renacimiento europeo nació el humanismo, de modo similar aquí en América, de la fusión de gérmenes distintos habrá de surgir un neo humanismo americano. América está destinada a convertirse en el epicentro de una nueva época y cultura mundial. Pero no se crea que su humanismo americano incide más en lo etnológico que en lo ontológico, más en el aspecto histórico que en el especulativo. Lejos de ello, como se verá, la indagación del ser histórico de la nueva América transita por el examen del ser del individuo, del ser de los pueblos y el ser de la nueva América, en consonancia con una descripción de la  nihilización de dos orbes culturales”[18].
Flores Quelopana, en su referido artículo “Antenor Orrego y su trayectoria americana” (Lima, Salamanca 21 de Julio 2012) también manifiesta: “En este libro, Hacia un Humanismo Americano, vuelve Orrego a ratificarse en un humanismo que no cae ni en el antropocentrismo ni en el teocentrismo, sino que conjuga la realidad completa de lo humanum y lo divinum.  Es por eso que, su humanismo no recae en aquella falsa antinomia sartreana: si Dios no existe entonces el hombre está condenado a ser libre; ni en aquella de índole pascaliana: el problema de Dios escapa de la esfera de la reflexión filosófica para caer en el mundo de lo irracional, del sentimiento y de la fe. Por el contrario, en el humanismo americano Orrego evita caer en los bancos de arena de la rivalidad entre Dios y el hombre, para colocar la cuestión en una nueva forma: Dios y el hombre son, de cierta forma, sujetos contrarios que postulan un reconocimiento recíproco. No cabe escoger   entre uno y otro, con la necesaria eliminación – exclusión.  Con este trasfondo espiritual Orrego hace frente a la crisis del hombre moderno, lo que a su vez le permite comprender mejor el destino de los gérmenes históricos como factores del nuevo complejo cultural. De este modo, su punto de partida es un humanismo integral que no se agota en lo inmanente ni se anestesia en lo trascendente”.
“Hacia un humanismo americano” es una obra medular de Antenor Orrego en el que analiza y expone  su concepción sobre el destino de América Latina, desde la consolidación del feudalismo despótico y oligárquico del régimen  colonial hasta la integración continental. “So capa de la proclamación de los derechos del hombre y del ciudadano, - refiere Orrego- , en América se mantuvo y aún se agravó, en ciertos aspectos, el opresivo régimen económico, político y social de la Colonia, cuyas resonancias todavía las están sufriendo, en carne viva, todos nuestros países”.
Para Orrego el nuevo espíritu  y sentimiento de unidad en los pueblos de América alborea hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX., comienza a germinar desde los primeros días de la Conquista “como reacción al dominio metropolitano que, con frecuencia, se torna insolente y opresivo”.
“Las dos grandes unidades culturales del Continente fueron precedidas de pequeñas unidades parciales, unificaciones más restringidas, como las culturas Chavín, Tiahuanaco, Nazca, los Chancas, los Mochica, los Chimú, los Syris quiteños, etc., en el Perú y como los Mayas, los Toltecas, los Aztecas, etc., en México”.
“La Conquista nos trajo unidad de lengua, de historia, de fe religiosa y, con el correr del tiempo, nos traería también, unidad biológica o de sangre, cuatro factores considerables, que unidos a la decisión e iniciativa creadora del hombre, han solido determinar y facilitar, casi siempre, -salvo raras excepciones- el forjamiento de una expresión cultural”.
Con la revolución de la Independencia, a pesar de no haberse cuajado en sus más profundas y significativas consecuencias, América da el paso inicial para encontrarse a sí misma en toda su poderosa y ulterior gravitación histórica y humana”.

OBRAS PUBLICADAS DE ANTENOR ORREGO
Notas marginales (Ideología poemática) (Trujillo, Tipografía Olaya, 1922),
Prólogo de “Trilce”, poemario de César Vallejo (Lima, 1922),
El libro de la nave dorada de Alcides Spelucín (Trujillo, 1926),
Monólogo eterno (Trujillo, “El Norte”, 1929),
Pueblo Continente, “ensayos para una interpretación de América Latina” (1ra. Edición. Santiago de Chile, Editorial "Ercilla". 1939),
Estación primera (Artículos publi­cados en "Amauta”). (Recopilación y No­tas: José Caciano Chiri, Lima, Talleres de obras Gráficas, 1961),
Discriminaciones (Universi­dad Nacional Federico Villarreal. Facultad de Edu­cación y Ciencias Humanas, Lima, 1965),
Hacia un humanismo americano (Lima, 1966),
Mi encuentro con Vallejo (Lima, Tercer Mundo Editores, 1989),
Hacia un humanismo americano (Librería Editorial Juan Mejía Baca, 1ra. Edición, Lima, 1966),
Obras Completas (5 tomos, CYDES, Lima 1995).


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Abugattás, Juan y otros .Antenor Orrego, la unidad continental y los orígenes dela modernidad en el Perú. Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú, 20032.
Chang-Rodríguez, Eugenio: Antenor Orrego, modernidad y cultura americana. Fondo editorial del Congreso de la República del Perú, Lima 2004.
Flores Caballero, Luis: Humanismo y revolución en América Latina. Bosquejo de interpretación del pensamiento materialista de Antenor Orrego. ULEA, Lima 1968.
Flores Quelopana, Gustavo: "El ontologismo americanista de Antenor Orrego". IIPCIAL, Lima 2003. / Antenor Orrego: teodicea, metafísica e historia. IIPCIAL, Lima 2003.
Ibáñez Rosazza, Manuel. Antenor Orrego y sus dos prólogos a Trilce. Trujillo, Universidad Privada Antenor Orrego, 1956.
Peralta Rivera, Germán: Antenor Orrego y la bohemia de Trujillo. Fondo editorial del Congreso del Perú-UPAO, Lima 2011.
Rivera Ayllón, Teodoro: Antenor Orrego. Meditaciones sobre la Universidad. Trilce Editores, Trujillo 2003.
Robles Ortiz, Elmer. Las ideas educacionales de Antenor Orrego. Trujillo, Universidad Nacional de Trujillo, 1992.
Robles Ortiz, Elmer: Las ideas educacionales de Antenor Orrego. UNT, Trujillo 1992. / Cátedra Antenor Orrego. Inversiones Gráficas, Trujillo 2013.
Salazar Bondy, AugustoHistoria de las ideas en el Perú contemporáneo. 2.º tomo. Francisco Moncloa Editores, Lima 1967.
Samuel Rivera, Víctor: Antenor Orrego. Dos ensayos de Hermenéutica política. IIPCIAL, Lima 2005.
Sánchez, Luis Alberto. La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú, tomo IV, pp. 1344-1348. Cuarta edición y definitiva. Lima, P. L. Villanueva Editor, 1975.
Sánchez, Luis AlbertoLa literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú, tomo IV, pp. 1344-1348. Cuarta edición y definitiva. Lima, P. L. Villanueva Editor, 1975.
Sobrevilla, DavidLa filosofía contemporánea en el Perú. Carlos Matta editor, Lima 1996.
Tauro del Pino, AlbertoEnciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 12. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-161-7
Diccionario Histórico y Biográfico del Perú Siglos XV-XX. Carlos Milla Batres, Editorial Milla Batres, Tomo VI.

Fuente electrónica:



Antenor Orrego, Ilustre Maestro y Filósofo de Indoamérica, 1892-1960. http://exalumnosantenororregobta.blogspot.com/2012/05/biografia-de-antenor-orrego-espinoza.html

Demetrio Ramos Rau. Ansiedad creativa de Antenor Orrego.  http://journal.upao.edu.pe/PuebloContinente/article/viewFile/429/394



[1] Orrego, “Plegaria”. En Obras Completas. Tomo V.,1995,  p.246).
[2]Antenor Orrego, Ilustre Maestro y Filósofo de Indoamérica 1892-1960. http://exalumnosantenororregobta.blogspot.com/2012/05/biografia-de-antenor-orrego-espinoza.html
[3] Biografía de Antenor Orrego Espinoza. https://www.coursehero.com/file/16488450/ANTENOR-ORREGO/
[4] Hugo Vallenas Málaga. “Antenor Orrego Espinoza, esperanzado forjador de realidades. Una aproximación al animador intelectual y al filósofo social”. http://journal.upao.edu.pe/PuebloContinente/article/viewFile/421/386
[5] Vida y obra del ilustre Amauta Antenor Orrego Espinoza. http://amauta-marista.blogspot.com/
[7] Luis Alberto Sánchez, 1975, La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú, tomo IV, pp. 1344-1348. Cuarta edición y definitiva. Lima, P. L. Villanueva Editor, 1975.
[9] Ántero Flores-Aráoz E., presidente del Congreso de la República. Presentación de la obra “Antenor Orrego. Modernidad y culturas americanas. Páginas escogidas” de Eugenio Chang-Rodríguez. Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2004, p.14.
[10] Elmer Robles Ortiz, “Pensamiento educativo de Antenor Orrego”- Universidad Privada Antenor Orrego Trujillo-Perú. Grupo de Investigación HISULA. http://journal.upao.edu.pe/PuebloContinente/article/viewFile/494/459
[11] Memoria del Sr. Dr. Don Antenor Orrego, Rector de la Universidad Nacional de Trujillo, leída el día de la apertura del presente año académico, Trujillo, Perú, 1947, p.9.
[12] Orrego, Antenor. Obras completas, tomo II, Editorial Pachacutec, Lima, 1995, p.224.
[13]  Memoria del Sr. Rector Doctor don Antenor Orrego, al iniciarse el año académico de 1948, Universidad Nacional de Trujillo, 1948, p.21.
[14] Ibáñez Rosazza, Manuel. Antenor Orrego y sus dos Prólogos a Trilce, 1995.
[15] Orrego, Antenor. “Cultura universitaria y cultura popular”. En Estación primera (artículos), p.56.
[16] Gonzalo Jara Townsend, artículo “El Vitalismo de Antenor Orrego, a través de una lectura de Pueblo-Continente: Hacia una Nueva Construcción de lo Americano”. http://revistasolar.org/wp-content/uploads/2016/04/9-2016.pdf
[17] Eugenio Chang-Rodríguez, en Notas sobre Antenor Orrego, ensayista. http://journal.upao.edu.pe/PuebloContinente/article/view/427/392
[18] Gustavo Flores Quelopana, miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía,  artículo  “Antenor Orrego y la trayectoria americana”. https://gusfilosofar.blogspot.com/2012/07/antenor-orrego-y-la-trayectoria.html

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