EL
PLAGIO EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
El plagio consiste en
copiar al pie de la letra, transcribir y difundir conceptos, escritos,
manuales, obras, libros, tratados, imágenes y videos ajenos para darlos como si
fueran de uno mismo, sin indicar la fuente original ni respetar la propiedad
intelectual.
El plagio es un serio
problema en los ámbitos intelectual, académico, artístico, educativo, cultural,
creativo e investigativo. Esta práctica antiética, de deshonestidad académica e
investigativa, constituye una falta
grave censurable y sancionable por los códigos de ética y las leyes de los
países.
El plagio es la negación
del proceso de creación y de investigación que debe animar a toda persona,
profesional o intelectual. Al plagiar un texto la persona o el investigador
está repitiendo lo que otros crearon o descubrieron con mucho esfuerzo y
constante dedicación al pensamiento reflexivo. Al plagiar la persona o el
investigador está negando su capacidad de generar nuevas ideas y propuestas
independientes y colectivas para la solución de problemas.
“Durante los años sesenta los casos de
fraude o plagio eran considerados para la sociedad como “actos no
representativos de una comunidad científica” (LaFollette, 1996). En los años
ochenta comenzaron a presentarse los primeros casos de “fraude” en
universidades reconocidas como Harvard y Yale en Estados Unidos. En respuesta a
estos hechos, aparecen libros como Betrayers of the Truth (Broad y Wade, 1982)
y Cantor´s Dilemma (Djerassi, 1991, El dilema de Cantor, FCE, 1993), que
criticaban a una comunidad científica que, ante sucesos escandalosos de fraude
y plagio, se mostraba indiferente”. “Entre los casos más recientes de conducta
éticamente inaceptable, destaca en Estados Unidos el del reconocido cardiólogo
Robert Slutsky de la Universidad de California-San Diego (UCSD), quien produjo
137 artículos en 7 años (ca. 1 artículo por cada 13 días laborales). Después de
un exhaustivo análisis por un panel de revisores, se determinó que de los 137
artículos publicados, la validez del 56 % de éstos era dudosa y 9 % era
fraudulenta (Whitely et al., 1994). Otros acontecimientos que también han
encabezado los titulares de periódicos y revistas son los casos de los alemanes
Friedhelm Herrmann y Marion Branch, y los de los doctores Jan Hendrik Schön y
Anders Pape Moller, acusados de alteración, fabricación y falsificación de
datos (Bostanci, 2002: Service, 2002; Vogel et al., 2004)”.[1]
Por todas las
consideraciones expuestas, y otras más que nos reservamos, consideramos que la
investigación científica, la investigación humanística y la investigación
tecnológica, tanto en sus procesos y resultados como también durante su
divulgación, deben estar enmarcados y ajustados a los lineamientos éticos.
“Son formas de plagio no
sólo la apropiación indebida de ideas de otros como propias, sino también otras
formas más sutiles como el denominado
autoplagio que consiste en no citar la fuente original en donde se publicó
anteriormente una idea propia o la denominada replicación que consiste en presentar un mismo texto para diversas
publicaciones sin el consentimiento del editor original. También son formas más
sutiles de plagio el denominado parafraseo
libre de una frase ajena, aun cuando sea menor, sin citar la fuente de
inspiración original o la denominada citación
indirecta que consiste en tomar o parafrasear un texto citado por un autor
sin indicar que la cita no se tomó de modo directo sino que fue tomada del
autor que la citó”[2]
(Código de Ética en la Investigación
Científica de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas).
Yolanda Angulo Bazán[3] en su artículo “Problemas
éticos en investigación científica estudiantil. Política editorial de la
revista CIMEL expresa: Estudios en el primer mundo estiman la frecuencia de
plagio en un 91%, con un porcentaje de plagio de un 10% (definido este como la
división de los párrafos no propios sobre la totalidad de párrafos)[4] (4), lo que concuerda con
estudios latinoamericanos anteriores, que describen frecuencias de plagio de
hasta 95.8 % [5].
Felizmente en las
universidades públicas y privadas de Perú ya se utiliza herramientas de
Internet que permiten identificar, combatir y sancionar el plagio o esta
conducta impropia del investigador. Entre estas herramientas figura el portal
TURNITIN que indica qué porcentajes de un texto fueron copiados de otro y de
qué textos.
TURNITIN ofrece tres
herramientas esenciales: OriginalitiyCheck,
GradeMark y PeerMark
OriginalitiyCheck,
asegura y comprueba la originalidad antes de que se dedique tiempo a calificar
el trabajo y genera el informe en cuestión de minutos, fomenta el correcto
empleo de métodos de investigación y citación.
GradeMark,
realiza inclusión rápida de correcciones y comentarios en trabajos de manera
clara, legible y pertinente, permite crear y compartir rúbricas
personalizadas, registra el progreso del estudiante con el tiempo y es un
sistema de calificaciones 100 % libre de papel.
PeerMark
facilita la inclusión de revisión y opiniones por parte de compañeros,
permite la configuración de preguntas de revisión estándar de cualquier tema,
permite la distribución anónima de opiniones, entre otros.
[1]
Aluja, Martín y Andrea Birke
(Coordinadores). El papel de la ética en
la investigación científica y la educación superior. Academia Mexicana de
Ciencias. Fondo de Cultura Económica, segunda edición, México, 2004, pp.92 y
93.
[2]
Código
de Ética en la Investigación Científica de la Universidad Peruana de Ciencias
Aplicadas.http://sica.upc.edu.pe/sites/sica.upc.edu.pe/files/INV-COD-01%20V02%20CODIGO%20DE%20ETICA%20EN%20LA%20INVESTIGACION%20-%20UPC%20firmado.pdf
[3] http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=71720571001/ yangulobazan@hotmail.com
[4]
Bilić-Zulle L, Frković V, Turk T, Azman J, Petrovecki M. Prevalence of
plagiarism among medical students. Croat
Med J. 2005 Feb;46(1):126-31.
[5] Huamani C, Dulanto-Pizzorni A,
Rojas-Revoredo V. ‘Copiar y pegar’ en investigaciones en el pregrado: haciendo
mal uso del Internet. An Fac med. 2008;69(2):117-9.