SABER PENSAR Y ENSEÑAR A PENSAR
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
En
la sociedad del conocimiento, para poder desenvolverse con el máximo de
eficiencia y tener éxito en las diversas actividades y gestiones personales,
profesionales, empresariales e industriales, es necesario primero saber pensar
para después poder enseñar a pensar.
La
finalidad primordial de la educación, en todos los niveles y modalidades
educativas, es enseñar a los alumnos a pensar correctamente y aplicar las
diversas clases de pensamiento para encontrar la solución de problemas durante
el proceso de enseñanza-aprendizaje de por vida.
Enseñar
a pensar es proveer a los estudiantes los instrumentos intelectuales necesarios
para mejorar sus habilidades vinculadas con el pensamiento: razonamiento, toma
de decisiones y resolución de problemas.
No
le falta razón a César Augusto Bernal Torres cuando expresa: “La sociedad
actual está exigiendo individuos con mayor capacidad analítica y reflexiva, por
consiguiente, más que el conocimiento, se torna prioritaria la capacidad para
comprenderlo, interpretarlo, procesarlo, usarlo y, en especial, construirlo. Lo
anterior significa que la educación debe orientarse a enseñar a pensar y a
formar personas con actitud de crítica constructiva y responsable con su propio
desarrollo y el de la sociedad. Se trata de formar a individuos que aprendan a
apropiarse del conocimiento existente y construir conocimiento propio, que
responda a las necesidades y los retos que la sociedad le demanda en el proceso
de su propio proyecto de vida y de la sociedad misma” (2006:6).
En
una sociedad nueva del Siglo XXI, sociedad compleja, de inusitados cambios,
intensiva en conocimiento, con nuevas tecnologías de la información y la
comunicación, cuyos contenidos se desplazan a la velocidad de la luz, se requiere
de personas y profesionales cada vez más y mejor capacitados para la
apropiación y la generación de nuevos conocimientos en las diferentes
disciplinas del saber humano, dentro de un nuevo contexto científico,
humanístico y tecnológico de alta competitividad. Pero, a la vez, se requiere
de nuevos profesionales con dominio teórico y práctico de la Gnoseología, la
Lógica, la Epistemología, la Metodología
de la Investigación y la Psicología del pensamiento, forjados en las
universidades con nueva mentalidad favorable al cambio social, a la solución de
problemas, desde un enfoque y una perspectiva integral, interdisciplinaria,
multidisciplinaria y transdisciplinaria, para estar al servicio del ser humano
y de una sociedad libre, digna y justa.
“Cuando
el hombre sepa pensar realmente, desaparecerá la impulsividad, la excesiva
dependencia del profesor o de los padres, la incapacidad para concentrarse y
captar significados, la rigidez y la falta de flexibilidad, la resistencia a
pensar, entre otros” señala Jorge Lazo Arrasco, Gran Amauta del Perú, en su
obra “Metodología del Trabajo Universitario” (1984:68).
Para
el cumplimiento de este fin A1 de la educación, los alumnos deberán estudiar la
gnoseología, psicología del pensamiento, la psicología del aprendizaje, la
neurociencia, la neuropsicología, la tecnología intelectual, entre otras
disciplinas, y aplicar adecuadamente las facultades cognitivas, las actividades
intelectuales y los métodos y técnicas de estudio.