ALAN
GARCÍA
MURIÓ EN DEFENSA DE SU DIGNIDAD
MURIÓ EN DEFENSA DE SU DIGNIDAD
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
La muerte de Alan García Pérez, dos
veces elegido democráticamente Presidente de la República de Perú (1985-1990 y
2006-2011), significa una lamentable e irreparable pérdida política para el
Perú e Indoamérica. Se trata de un discípulo predilecto de Víctor Raúl Haya de
la Torre, de un líder de masas, de un reformador social y de un estadista con
visión de futuro, formado y forjado en
las cotidianas luchas populares de un partido histórico y revolucionario, la Alianza Popular Revolucionaria Americana
(APRA).
En
vida, y por más de treinta años, García Pérez ha sido el político más temido, odiado,
perseguido, repudiado e investigado por los agentes de la derecha conservadora,
los grupos de poder económico, los partidos de la izquierda violentista y por algunos medios de comunicación
comprometidos con empresarios corruptos. Estos perseguidores nunca pudieron
encontrar las pruebas que buscaban para sentenciarlo. Con las expresiones “Otros se venden, Yo no” y
“Yo no he nacido para ladrón”, Alan García solía responderles.
Pero
al mismo tiempo Alan García ha sido
querido, valorado y defendido por la
gente del pueblo, por los ciudadanos que rápidamente se dieron cuenta que la
justicia peruana no estaba actuando con la debida imparcialidad, objetividad y
responsabilidad histórica, por cuanto querían verlo a Alan García dentro de las
cuatro rejas, sin acusación fiscal y sin juicio, cumpliendo el mandato
caprichoso y arbitrario de un “impedimento de salida del país”, de una “detención
preliminar” y, finalmente, de una “detención preventiva de treinta y seis (36)
meses”.
Alan
García dejó su testamento político, cuyo documento fue dado a conocer, antes
del entierro, por su hija Luciana García. He aquí parte del testamento:
“Cumplí
la misión de conducir al aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra
vez su fuerza social (…) Por eso y por los contratiempos del poder, nuestros
adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de treinta
años. Pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente, porque nunca
encontrarán más que sus especulaciones y frustraciones (…) Por muchos años me
situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje de mis enemigos era
argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos
no pudieran probar sus calumnias. No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni
riqueza (…) Nunca podrá haber precio suficiente, para quebrar mi orgullo de
aprista y de peruano. Por eso repetí: otros se venden, yo no (…) alcanzadas las
metas que otros países o gobiernos no han logrado, no tengo por qué aceptar
vejámenes. He visto a otros desfilar esposados guardando su miserable
existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos.
Por eso les dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis compañeros,
una señal de orgullo. Y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis
adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse (…)”.
Como
es de conocimiento público, la decisión de Alan García de quitarse la vida, disparándose
en la sien derecha, lo tomó al darse
cuenta que los fiscales y la policía se presentaron en su casa para ejecutar la
orden de detención preliminar por presunto acto de corrupción.
“Alan
García murió inocente, sin ningún proceso penal abierto, sin ninguna acusación
fiscal. Sólo en diligencias preliminares de fiscal abusivo. Ni cuenta, ni
empresa offshore, ni sindicación de brasileños o peruanos en su contra. La detención
fue ordenada sólo con “podría haber”. Contra
él no hay una delación, ninguna cuenta o documento que lo vincule a algún acto
ilícito. Tuvo la valentía de sacrificar su vida para salvar su honor” explicó
Erasmo Reyna, abogado del fallecido Alan García.
El
entierro fue multitudinario, hecho que demuestra el gran aprecio que le tenían
a Alan García los diferentes estratos sociales
del Perú.
Nota
final para el debate: Antes y después de la muerte de Alan García, destacados especialistas
y abogados constitucionalistas han expresado y siguen expresando que existe abuso
o arbitrariedad en la orden de prisión preliminar y de prisión preventiva, que
no se respeta estrictamente la presunción de inocencia ni el debido proceso,
hecho que podría seguir ocasionando lamentables consecuencias. !Basta ya de primero te envío a la cárcel y
luego te investigo!
Alan
García murió en defensa de su dignidad.