Artículos periodísticos y de investigación

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29 de abril de 2019

VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE, EL POLÍTICO


VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE, EL POLÍTICO

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

Su vida política lo inició desde muy joven cuando entabló conversaciones con los trabajadores de las haciendas de Laredo, Roma, Casa Grande, Cartavio y Chiclín de Trujillo. Posteriormente recorre las provincias del Perú y logra conocer y estudiar su realidad integral.

Desde aquél entonces, el Aprismo es una alianza de las clases media, campesina, proletariado industrial y es un movimiento político latinoamericano autónomo, sin ninguna intervención o influencia extranjera; no está ligada a ninguna Internacional y no le financia ningún país extranjero.

Desde su adolescencia tenía predisposición por las ciencias sociales y políticas. Felipe Cossío del Pomar en su obra “Víctor Raúl” lo explica en los términos que siguen: “Víctor Raúl mostraba poco interés por la analogía; en cambio le gusta la historia. Así resulta ganando premios y elogios de su profesor el Padre Puech en este curso en el Seminario. Un día, cuando tiene 14 años, oye al tío Eduardo hablar de Economía: “Quisiera estudiarla alguna vez”, le declara. Desde entonces siente gran atracción por la política. Don Eduardo le da por primera vez una explicación, que entiende, sobre “la oferta y la demanda”. En otra ocasión, como don Vicente González Orbegoso, diputado por Otuzco, forma parte del “bloque” civilista que hace oposición al primer gobierno de Leguía, Víctor Raúl quiere saber en qué consiste la oposición entre los bandos políticos del momento. Y ahí está el tío Eduardo para dársela. Después de tocar violín acompañado al piano por su hija Emilia o por el sobrino, se sienta y explica al inquieto muchacho cómo se mueve la política peruana. Aquella tarde, sentados frente a la playa de Moche, Víctor Raúl recuerda los claros conocimientos del tío Eduardo, cuñado de Augusto Dreyfus –casado en segundas nupcias con doña Luisa González Orbegoso, Marquesa de Villahermosa. El famoso “Contrato Dreyfus” ha sido en la Historia financiera del Perú uno de los grandes asideros polémicos contra Piérola. El padre de Víctor Raúl es decidido civilista, pardista, diputado por Trujillo con don Luis José de Orbegoso. Don Eduardo es pierolista. Mientras don Raúl Edmundo opina que Piérola es “un hombre aciago”, don Eduardo lo defiende. También Víctor Raúl aprende –oyendo opiniones contrapuestas- la historia del Contrato Dreyfus y conoce el programa del Partido Demócrata”.[1]

Víctor Raúl no fue jamás dignatario público, ni concejal ni diputado ni senador ni ministro de Estado. Durante su existencia supo mantenerse alejado de ambiciones personales y de cargos públicos. Su único cargo público lo desempeñó a los veintitrés años de edad como secretario de la Prefectura del Cuzco en 1918. A pesar de ello, fue uno de los más importantes líderes políticos y oradores de Perú y de mayor influencia en los países de América Latina durante el siglo XX.

Desde la etapa evolutiva de adolescente Haya mostró inquietud y predisposición por la problemática social, política, económica, educativa, cultural y ecológica.

Animado de hondo sentido autoctonista, nacionalista, humanista, cientificista y elevado espíritu de justicia social, había crecido entre ideales y luchas estudiantiles, siendo perseguido y desterrado por los dictadores de turno. Luchó con ideas propias - superando odios, sorderas e incomprensiones- por la unión política y económica de los países de América latina, por un “interamericanismo democrático sin imperio”, para hacer frente al enemigo común: el imperialismo.

Víctor Raúl es tomado prisionero en octubre de 1923 por la tiranía de Leguía y recluido en la isla de San Lorenzo, en el que inicia una huelga de hambre de varios días para finalmente ser expatriado a La Habana-Cuba en el vapor “Negada”.  Cuando se encontraba por primera vez en prisión, desde la Isla de San Lorenzo (Lima),  escribe un mensaje a los obreros y estudiantes, en los términos siguientes:  “No sé cuál será mi suerte, ni me interesa pensar en ella. Agito y agitaré las conciencias hacia la justicia. Lucho por producir la precursora revolución de los espíritus y maldigo con todo el calor de mi convencimiento a los explotadores del pueblo, que hacen del gobierno y de la política, vil negociado culpable”.

En La Habana, aprovechando los días de su corta estadía,  el 3 de noviembre de 1923  Víctor Raúl, en su condición de presidente de la Federación de Estudiantes de Perú, asiste al acto inaugural de la Universidad Popular José Martí. Lo acompaña el cubano Julio Antonio Mella, entonces presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Habana.  La Universidad Popular reconocía sólo dos principios: “antidogmatismo científico, pedagógico y político, y la justicia social, declarándose por tanto no afiliada a doctrina, sistema o credo determinado”. Antonio Mella años después sería asesinado en 1929 por la dictadura de Gerardo Machado, quien, después de suceder al presidente Alfredo Zayas, ascendió a la presidencia de Cuba en 1925 para finalmente terminar su gobierno en agosto de 1933.  “Asesinado en 1929, Mella, por la dictadura de Machado, Víctor Raúl se inclina ante la memoria del adversario para escribir: “Fue, hasta la muerte, un luchador puro y un antimperialista inflexible. Creo que habría sido uno de los grandes realizadores de la libertad de Cuba, una vez que la experiencia le hubiera demostrado que el comunismo no es el mejor camino para la nueva emancipación de nuestros pueblos”.[2]

En abril de 1924 Víctor Raúl asiste a los actos de homenaje a Emiliano Zapata Salazar (1879-1919), uno de los líderes más importantes y símbolo de la resistencia campesina de la Revolución mexicana. A temprana edad, a los nueve años, Emiliano Zapata, “al presenciar el despojo de tierras a campesinos ocasionadas por hacendados de la zona, y después de escuchar a su padre que le respondía que nada podía hacerse, le dijo: ​¿No se puede? Pues cuando yo sea grande, haré que las devuelvan”.[3]

El 7 de mayo de 1924 Víctor Raúl Haya de la Torre funda la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en la ciudad de México. En el salón de actos del Museo Nacional, Víctor Raúl Haya de la Torre entrega la bandera[4] de Indoamérica al presidente de la Federación de Estudiantes de México en un emotivo, juicioso e histórico discurso: “No sólo queremos a nuestra América unida, sino a nuestra América justa. Sabemos bien que nuestro destino como raza y como grupo social, no puede fraccionarse: formamos un gran pueblo, significamos un gran problema, constituimos una vasta esperanza”.

Desde aquél entonces, el Aprismo es un Frente Único de Clases, una alianza de las clases media, campesina y proletariado industrial y es un movimiento político latinoamericano autónomo, sin ninguna intervención o influencia extranjera, no está ligada a ninguna Internacional y no le financia ningún país extranjero. Nace por primera vez, un verdadero partido político indoamericano con filosofía, ideología, doctrina y programa de gobierno propio, impregnada de mística, fe, unión, disciplina y acción heroica, dotado de un novedoso sistema de organización y movilización de masas.

En febrero de 1927, Víctor Raúl representando al APRA participa en el I Congreso Antiimperialista Mundial en Bruselas.

El Oncenio del gobierno de Augusto Bernardino Leguía en el Perú fue entre 1919 y 1930. El dictador Augusto B. Leguía cae en Perú el 22 de agosto de 1930.

“El 23 de agosto de 1931,-refiere Agustín Haya de la Torre-, en la Plaza de Acho, Víctor Raúl pronuncia un discurso programático que plantea los fundamentos ideológicos del plan de gobierno aprista. El discurso programa, en un contexto de intensa expectativa política, propone como ejes la democracia, la libertad, el rol decisivo del Estado, la comprensión de la política desde un sustento económico. Allí propone el frente único de las tres clases que sustentan la nación, para impulsar desde el Estado, un proceso de industrialización que aproveche las ventajas del capitalismo mundial. La democracia que enarbola, no es la verbal o formal, sino la democracia real, capaz de superar el divorcio con la nación, de forma que permita canales efectivos de participación en el ejercicio del poder. En la disertación, analiza la ubicación de América Latina como zona productora de materias primas, punto de partida para entender su relación con el mundo. Plantea integrarla al mundo, entendiendo que debe vincularse la política a la economía. Denuncia el atraso estadístico del país, cuyo último censo data de 1876, atraso de más de medio siglo que impide un conocimiento más cercano a la realidad. Valora el proceso de la independencia conducida por la clase latifundista, aunque su ideología fuese la de la revolución francesa, que significaba lo contrario a los intereses de los grandes propietarios de la tierra, produciéndose así una inconexión entre el sistema y la realidad. Así, el Estado no representa las clases existentes, verdaderamente nacionales, sino a la oligarquía. El país no es homogéneo, conviven todas las sociedades, desde las vinculadas al mundo moderno hasta las primitivas. En consecuencia, para afrontar la etapa industrial, el papel del Estado impulsando la economía nacional resulta decisivo. Debe asumir un papel de protección en el desarrollo de la industrialización, reconociendo al capital extranjero, que trae la máquina. Esta caracterización de la doble cara del capitalismo va a configurar una de las diferencias más claras del aprismo frente al debate con el comunismo, que propugnaba una revolución clasista que superase la fase del desarrollo capitalista. En su proyecto, las tres clases van a ser el sustento del frente único, soporte de un Estado que a su vez tendrá un rol protector de las clases nacionales. Haya insiste en la perspectiva de analizar la política desde la economía. Propone un plan nacional que posibilite la articulación de las políticas económicas y sociales, así como la idea, tomada del laborismo, de un Congreso Económico Nacional, que reúna al Estado, al capital y al trabajo. Introduce la idea, novedosa en el Perú, de diferenciar el programa máximo del programa mínimo, donde distingue las metas de largo plazo de un plan de gobierno. Insiste en el regionalismo económico como la clave de la descentralización y del regionalismo político. Resalta en su programa mínimo la educación mediante la escuela única, así como reivindica el papel del trabajador”.[5]

El 15 de agosto de 1931, desde un balcón en la plaza San Martín de Lima, Haya de la Torre pronunció un memorable e histórico discurso, en el que dijo: “En el ejército civil que es el aprismo vengo como soldado dispuesto a marchar al frente y a llegar al sacrificio que se me pida”.

El historiador Jorge Basadre recuerda que el 23 de agosto de 1931 “los comités de los diferentes barrios de Lima organizaron en la Plaza de Toros, una conferencia política de su candidato (Haya de la Torre), y para recolectar fondos destinados a cubrir los gastos de la campaña electoral, pusieron un precio para cada entrada: treinta centavos. La plaza se llenó de gente; acudieron. Según cálculos de los partidarios de Haya, unos treinta mil ciudadanos. Ante ellos, el jefe del aprismo expuso los lineamientos del “programa mínimo” previamente elaborado por el Congreso Nacional del partido y analizó la situación económica y social del país. No era la primera vez que la Plaza de Acho era escenario de manifestaciones políticas, en la Historia de la República del Perú han sido registradas las que se efectuaron allí a favor de Manuel Pardo en 1871 y a favor del general Mariano Ignacio Prado en 1876. Pero nunca se habían pronunciado en ese lugar conferencias por un candidato, con entradas pagadas por el auditorio.” (De Historia de la República del Perú.1892-1933. Tomo XIV. Lima, Editorial Universitaria, 1968, pp.133-141).

El 21 de setiembre de 1930 se funda en Lima el Partido Aprista Peruano. El Aprismo nace como un partido político auténticamente peruano por sus orígenes intelectuales; por su raíz popular, criollo y mestizo; por su ideario, por su organización y por sus líderes. Al anochecer del 20 de septiembre de 1930, después que regresaron los dirigentes apristas exilados por el oncenio de Augusto B. Leguía, arranca la primera sesión de Instalación del Partido Aprista Peruano, en Lima, con la concurrencia de unos cuarenta ciudadanos, la mayoría jóvenes peruanos, con su primer secretario general Carlos Manuel Cox. El Aprismo  en el Perú se funda para interpretar y atender las necesidades e intereses del pueblo peruano y solucionar sus problemas integrales.  Los orígenes intelectuales del Aprismo se encuentran en los sucesos y en las ideas del siglo diecinueve. Tres hombres peruanos fueron la fuente de inspiración de Víctor Raúl Haya de la Torre y de los forjadores del aprismo: Francisco de Paula Gonzáles Vigil (1792-1875); Manuel Gonzáles Prada (1844-1918) y José Carlos Mariátegui (1895-1930). Desde entonces, un equipo de líderes juveniles, dirigidos por Haya de la Torre, prendió en el Perú la llama de la rebeldía, despertaron las conciencias adormecidas por el yugo imperialista norteamericano y sembraron las semillas del Aprismo en el territorio del Perú.

Víctor Raúl Haya de la Torre, carismático líder de masas, de criterio amplio, tolerante, pacifista e integracionista, supo escuchar atentamente hasta a los más inflexibles críticos dentro y fuera de su organización partidaria, porque tuvo por misión encontrar concordancias, buscar consenso, armonizar ideas y lograr la cooperación constructiva de la gente en proyectos de ayuda y desarrollo social.

Víctor Raúl Haya de la Torre ha tenido una existencia y conducta ejemplar al servicio del pueblo. Ha dado su pensamiento, su acción y su vida misma al Partido del Pueblo, por su aserto político en las ideas que dieron nacimiento a la filosofía, doctrina, ideología y programa del aprismo y por su indiscutible calidad humana y moral, sin desviarse una línea del plan que se había trazado y de los principios que había enarbolado.

Haya de la Torre, comprometido históricamente en la lucha política, sin odios ni venganzas, contra toda forma de explotación y de injusticia, se puso a examinar las teorías europeas -fascismo, nazismo, comunismo- en el contexto de la realidad latinoamericana, y las encontró impracticables para la solución de nuestros  problemas. Es así como llega a plantear el eslogan de lucha: “A problemas peruanos, soluciones peruanas”.

En tiempos difíciles para el Perú  Haya de la Torre convoca a los otros partidos políticos democráticos para formar un movimiento de ancha base, de opinión coordinada y exigir la convocatoria a elecciones generales, el restablecimiento constitucional, el Estado de derecho, el respeto estricto a los derechos humanos. Demandó al gobernante de turno que el Perú entablara relaciones armoniosas y pacíficas con los países ¡con que tengamos necesidad económica o política de establecer vínculos”, “respetándose la soberanía del Perú y no permitiendo que las embajadas de los demás países se conviertan en agencias de propaganda política en el Perú”.


[1] Cossío del Pomar, Felipe. “Víctor Raúl. Biografía de Haya de la Torre”, Ediciones Enrique Delgado Valenzuela, Lima, 1977, p.39.
[2] Luis Alva Castro. Haya de la Torre, de la Unidad Continental. Tomo I, Lima, Cambio y Desarrollo, 1990, pp.11-24.
[4] Bandera roja que luce en el centro un círculo dorado y dentro el mapa de Latinoamérica.
[5] Agustín Haya de la Torre, en su artículo “El pensamiento social de Haya de la Torre”, publicado originalmente en Sociológica, 4, Revista del Colegio de Sociólogos del Perú y después en internet el 23 de febrero de 2017, https://agustinhaya.lamula.pe/2017/02/23/el-pensamiento-social-de-haya-de-la-torre/agustinhaya/

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