VÍCTOR
RAÚL HAYA DE LA TORRE, EL POLÍTICO
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Su vida política lo inició desde muy joven cuando
entabló conversaciones con los trabajadores de las haciendas de Laredo, Roma,
Casa Grande, Cartavio y Chiclín de Trujillo. Posteriormente recorre las
provincias del Perú y logra conocer y estudiar su realidad integral.
Desde aquél entonces, el Aprismo es una alianza de las
clases media, campesina, proletariado industrial y es un movimiento político
latinoamericano autónomo, sin ninguna intervención o influencia extranjera; no
está ligada a ninguna Internacional y no le financia ningún país extranjero.
Desde su adolescencia tenía predisposición por las
ciencias sociales y políticas. Felipe Cossío del Pomar en su obra “Víctor Raúl”
lo explica en los términos que siguen: “Víctor Raúl mostraba poco interés por
la analogía; en cambio le gusta la historia. Así resulta ganando premios y
elogios de su profesor el Padre Puech en este curso en el Seminario. Un día,
cuando tiene 14 años, oye al tío Eduardo hablar de Economía: “Quisiera
estudiarla alguna vez”, le declara. Desde entonces siente gran atracción por la
política. Don Eduardo le da por primera vez una explicación, que entiende,
sobre “la oferta y la demanda”. En otra ocasión, como don Vicente González
Orbegoso, diputado por Otuzco, forma parte del “bloque” civilista que hace
oposición al primer gobierno de Leguía, Víctor Raúl quiere saber en qué
consiste la oposición entre los bandos políticos del momento. Y ahí está el tío
Eduardo para dársela. Después de tocar violín acompañado al piano por su hija
Emilia o por el sobrino, se sienta y explica al inquieto muchacho cómo se mueve
la política peruana. Aquella tarde, sentados frente a la playa de Moche, Víctor
Raúl recuerda los claros conocimientos del tío Eduardo, cuñado de Augusto
Dreyfus –casado en segundas nupcias con doña Luisa González Orbegoso, Marquesa
de Villahermosa. El famoso “Contrato Dreyfus” ha sido en la Historia financiera
del Perú uno de los grandes asideros polémicos contra Piérola. El padre de
Víctor Raúl es decidido civilista, pardista, diputado por Trujillo con don Luis
José de Orbegoso. Don Eduardo es pierolista. Mientras don Raúl Edmundo opina
que Piérola es “un hombre aciago”, don Eduardo lo defiende. También Víctor Raúl
aprende –oyendo opiniones contrapuestas- la historia del Contrato Dreyfus y
conoce el programa del Partido Demócrata”.[1]
Víctor
Raúl no fue jamás dignatario público, ni concejal ni diputado ni senador ni
ministro de Estado. Durante su existencia supo mantenerse alejado de ambiciones
personales y de cargos públicos. Su único cargo público lo desempeñó a los
veintitrés años de edad como secretario de la Prefectura del Cuzco en 1918. A
pesar de ello, fue uno de los más importantes líderes políticos y oradores de
Perú y de mayor influencia en los países de América Latina durante el siglo XX.
Desde la
etapa evolutiva de adolescente Haya mostró inquietud y predisposición por la
problemática social, política, económica, educativa, cultural y ecológica.
Animado de
hondo sentido autoctonista, nacionalista, humanista, cientificista y elevado
espíritu de justicia social, había crecido entre ideales y luchas
estudiantiles, siendo perseguido y desterrado por los dictadores de turno.
Luchó con ideas propias - superando odios, sorderas e incomprensiones- por la
unión política y económica de los países de América latina, por un
“interamericanismo democrático sin imperio”, para hacer frente al enemigo
común: el imperialismo.
Víctor
Raúl es tomado prisionero en octubre de 1923
por la tiranía de Leguía y recluido en la isla de San Lorenzo, en el que inicia
una huelga de hambre de varios días para finalmente ser expatriado a La
Habana-Cuba en el vapor “Negada”. Cuando
se encontraba por primera vez en prisión, desde la Isla de San Lorenzo
(Lima), escribe un mensaje a los obreros
y estudiantes, en los términos siguientes:
“No sé cuál será mi suerte, ni me interesa pensar en ella. Agito y
agitaré las conciencias hacia la justicia. Lucho por producir la precursora
revolución de los espíritus y maldigo con todo el calor de mi convencimiento a
los explotadores del pueblo, que hacen del gobierno y de la política, vil
negociado culpable”.
En La
Habana, aprovechando los días de su corta estadía, el 3 de noviembre de 1923 Víctor Raúl, en su condición de presidente de
la Federación de Estudiantes de Perú, asiste al acto inaugural de la
Universidad Popular José Martí. Lo acompaña el cubano Julio Antonio Mella,
entonces presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de La
Habana. La Universidad Popular reconocía
sólo dos principios: “antidogmatismo científico, pedagógico y político, y la
justicia social, declarándose por tanto no afiliada a doctrina, sistema o credo
determinado”. Antonio Mella años después sería asesinado en 1929 por la
dictadura de Gerardo Machado, quien, después de suceder al presidente Alfredo
Zayas, ascendió a la presidencia de Cuba en 1925 para finalmente terminar su
gobierno en agosto de 1933. “Asesinado
en 1929, Mella, por la dictadura de Machado, Víctor Raúl se inclina ante la
memoria del adversario para escribir: “Fue, hasta la muerte, un luchador puro y
un antimperialista inflexible. Creo que habría sido uno de los grandes
realizadores de la libertad de Cuba, una vez que la experiencia le hubiera
demostrado que el comunismo no es el mejor camino para la nueva emancipación de
nuestros pueblos”.[2]
En abril
de 1924 Víctor Raúl asiste a los actos de homenaje a Emiliano Zapata Salazar
(1879-1919), uno de los líderes más importantes y símbolo de la resistencia
campesina de la Revolución mexicana. A temprana edad, a los nueve años, Emiliano
Zapata, “al presenciar el despojo de tierras a
campesinos ocasionadas por hacendados de la zona, y después de escuchar a su
padre que le respondía que nada podía hacerse, le dijo: ¿No se puede? Pues
cuando yo sea grande, haré que las devuelvan”.[3]
El 7 de
mayo de 1924 Víctor Raúl Haya de la Torre funda la Alianza Popular
Revolucionaria Americana (APRA) en la ciudad de México. En el salón de actos
del Museo Nacional, Víctor Raúl Haya de la Torre entrega la bandera[4]
de Indoamérica al presidente de la Federación de Estudiantes de México en un
emotivo, juicioso e histórico discurso: “No sólo queremos a nuestra América
unida, sino a nuestra América justa. Sabemos bien que nuestro destino como raza
y como grupo social, no puede fraccionarse: formamos un gran pueblo,
significamos un gran problema, constituimos una vasta esperanza”.
Desde
aquél entonces, el Aprismo es un Frente Único de Clases, una alianza de las
clases media, campesina y proletariado industrial y es un movimiento político
latinoamericano autónomo, sin ninguna intervención o influencia extranjera, no
está ligada a ninguna Internacional y no le financia ningún país extranjero.
Nace por primera vez, un verdadero partido político indoamericano con
filosofía, ideología, doctrina y programa de gobierno propio, impregnada de
mística, fe, unión, disciplina y acción heroica, dotado de un novedoso sistema
de organización y movilización de masas.
En febrero de 1927, Víctor Raúl representando
al APRA participa en el I Congreso Antiimperialista Mundial en Bruselas.
El Oncenio del gobierno de Augusto
Bernardino Leguía en el Perú fue entre 1919 y 1930. El
dictador Augusto B. Leguía cae en Perú el 22 de agosto de 1930.
“El 23 de agosto de 1931,-refiere Agustín Haya de la
Torre-, en la Plaza de Acho, Víctor Raúl pronuncia un discurso programático que
plantea los fundamentos ideológicos del plan de gobierno aprista. El discurso
programa, en un contexto de intensa expectativa política, propone como ejes la
democracia, la libertad, el rol decisivo del Estado, la comprensión de la
política desde un sustento económico. Allí propone el frente único de las tres
clases que sustentan la nación, para impulsar desde el Estado, un proceso de
industrialización que aproveche las ventajas del capitalismo mundial. La
democracia que enarbola, no es la verbal o formal, sino la democracia real,
capaz de superar el divorcio con la nación, de forma que permita canales
efectivos de participación en el ejercicio del poder. En la disertación,
analiza la ubicación de América Latina como zona productora de materias primas,
punto de partida para entender su relación con el mundo. Plantea integrarla al
mundo, entendiendo que debe vincularse la política a la economía. Denuncia el
atraso estadístico del país, cuyo último censo data de 1876, atraso de más de
medio siglo que impide un conocimiento más cercano a la realidad.
Valora el proceso de la independencia
conducida por la clase latifundista, aunque su ideología fuese la de la
revolución francesa, que significaba lo contrario a los intereses de los
grandes propietarios de la tierra, produciéndose así una inconexión entre el
sistema y la realidad. Así,
el Estado no representa las clases existentes, verdaderamente nacionales, sino
a la oligarquía. El país no es homogéneo, conviven todas las sociedades, desde
las vinculadas al mundo moderno hasta las primitivas. En consecuencia, para
afrontar la etapa industrial, el papel del Estado impulsando la economía
nacional resulta decisivo. Debe asumir un papel de protección en el desarrollo
de la industrialización, reconociendo al capital extranjero, que trae la
máquina. Esta caracterización de la doble cara del capitalismo va a configurar
una de las diferencias más claras del aprismo frente al debate con el
comunismo, que propugnaba una revolución clasista que superase la fase del
desarrollo capitalista. En
su proyecto, las tres clases van a ser el sustento del frente único, soporte de
un Estado que a su vez tendrá un rol protector de las clases nacionales. Haya
insiste en la perspectiva de analizar la política desde la economía. Propone un
plan nacional que posibilite la articulación de las políticas económicas y
sociales, así como la idea, tomada del laborismo, de un Congreso Económico
Nacional, que reúna al Estado, al capital y al trabajo. Introduce la idea, novedosa en el Perú, de
diferenciar el programa máximo del programa mínimo, donde distingue las metas
de largo plazo de un plan de gobierno. Insiste en el regionalismo económico
como la clave de la descentralización y del regionalismo político.
Resalta en su programa mínimo la
educación mediante la escuela única, así como reivindica el papel del
trabajador”.[5]
El 15 de
agosto de 1931, desde un balcón en la plaza San Martín de Lima, Haya de la
Torre pronunció un memorable e histórico discurso, en el que dijo: “En el
ejército civil que es el aprismo vengo como soldado dispuesto a marchar al
frente y a llegar al sacrificio que se me pida”.
El
historiador Jorge Basadre recuerda que el 23 de agosto de 1931 “los comités de
los diferentes barrios de Lima organizaron en la Plaza de Toros, una
conferencia política de su candidato (Haya de la Torre), y para recolectar
fondos destinados a cubrir los gastos de la campaña electoral, pusieron un
precio para cada entrada: treinta centavos. La plaza se llenó de gente;
acudieron. Según cálculos de los partidarios de Haya, unos treinta mil
ciudadanos. Ante ellos, el jefe del aprismo expuso los lineamientos del
“programa mínimo” previamente elaborado por el Congreso Nacional del partido y
analizó la situación económica y social del país. No era la primera vez que la
Plaza de Acho era escenario de manifestaciones políticas, en la Historia de la República del Perú han
sido registradas las que se efectuaron allí a favor de Manuel Pardo en 1871 y a
favor del general Mariano Ignacio Prado en 1876. Pero nunca se habían
pronunciado en ese lugar conferencias por un candidato, con entradas pagadas
por el auditorio.” (De Historia de la
República del Perú.1892-1933. Tomo XIV. Lima, Editorial Universitaria,
1968, pp.133-141).
El 21 de
setiembre de 1930 se funda en Lima el Partido Aprista Peruano. El Aprismo nace
como un partido político auténticamente peruano por sus orígenes intelectuales;
por su raíz popular, criollo y mestizo; por su ideario, por su organización y
por sus líderes. Al anochecer del 20 de septiembre de 1930, después que
regresaron los dirigentes apristas exilados por el oncenio de Augusto B.
Leguía, arranca la primera sesión de Instalación del Partido Aprista Peruano,
en Lima, con la concurrencia de unos cuarenta ciudadanos, la mayoría jóvenes
peruanos, con su primer secretario general Carlos Manuel Cox. El Aprismo en el Perú se funda para interpretar y atender
las necesidades e intereses del pueblo peruano y solucionar sus problemas
integrales. Los orígenes intelectuales
del Aprismo se encuentran en los sucesos y en las ideas del siglo diecinueve.
Tres hombres peruanos fueron la fuente de inspiración de Víctor Raúl Haya de la
Torre y de los forjadores del aprismo: Francisco de Paula Gonzáles Vigil
(1792-1875); Manuel Gonzáles Prada (1844-1918) y José Carlos Mariátegui
(1895-1930). Desde entonces, un equipo de líderes juveniles, dirigidos por Haya
de la Torre, prendió en el Perú la llama de la rebeldía, despertaron las
conciencias adormecidas por el yugo imperialista norteamericano y sembraron las
semillas del Aprismo en el territorio del Perú.
Víctor
Raúl Haya de la Torre, carismático líder de masas, de criterio amplio,
tolerante, pacifista e integracionista, supo escuchar atentamente hasta a los
más inflexibles críticos dentro y fuera de su organización partidaria, porque
tuvo por misión encontrar concordancias, buscar consenso, armonizar ideas y
lograr la cooperación constructiva de la gente en proyectos de ayuda y
desarrollo social.
Víctor
Raúl Haya de la Torre
ha tenido una existencia y conducta ejemplar al servicio del pueblo. Ha dado su
pensamiento, su acción y su vida misma al Partido del Pueblo, por su aserto
político en las ideas que dieron nacimiento a la filosofía, doctrina, ideología
y programa del aprismo y por su indiscutible calidad humana y moral, sin
desviarse una línea del plan que se había trazado y de los principios que había
enarbolado.
Haya de la
Torre, comprometido históricamente en la lucha política, sin odios ni
venganzas, contra toda forma de explotación y de injusticia, se puso a examinar
las teorías europeas -fascismo, nazismo, comunismo- en el contexto de la
realidad latinoamericana, y las encontró impracticables para la solución de
nuestros problemas. Es así como llega a
plantear el eslogan de lucha: “A problemas peruanos, soluciones peruanas”.
En tiempos
difíciles para el Perú Haya de la Torre convoca
a los otros partidos políticos democráticos para formar un movimiento de ancha
base, de opinión coordinada y exigir la convocatoria a elecciones generales, el
restablecimiento constitucional, el Estado de derecho, el respeto estricto a
los derechos humanos. Demandó al gobernante de turno que el Perú entablara
relaciones armoniosas y pacíficas con los países ¡con que tengamos necesidad
económica o política de establecer vínculos”, “respetándose la soberanía del
Perú y no permitiendo que las embajadas de los demás países se conviertan en
agencias de propaganda política en el Perú”.
[1] Cossío del Pomar, Felipe. “Víctor Raúl. Biografía de Haya de la
Torre”, Ediciones Enrique Delgado Valenzuela, Lima, 1977, p.39.
[2] Luis Alva Castro. Haya de la
Torre, de la Unidad Continental. Tomo I, Lima, Cambio y Desarrollo, 1990,
pp.11-24.
[3] Emiliano Zapata. https://es.wikipedia.org/wiki/Emiliano_Zapata
[4] Bandera roja que luce en el centro un círculo dorado y dentro el mapa
de Latinoamérica.
[5] Agustín Haya de la Torre, en su artículo “El
pensamiento social de Haya de la Torre”, publicado originalmente en
Sociológica, 4, Revista del Colegio de Sociólogos del Perú y después en
internet el 23 de febrero de 2017, https://agustinhaya.lamula.pe/2017/02/23/el-pensamiento-social-de-haya-de-la-torre/agustinhaya/