VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE, EL MAESTRO
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
Víctor
Raúl antes que político fue maestro, pedagogo social que modelaba conductas
rectas para la acción transformadora de la sociedad y que a través de sus Coloquios cotidianos y la Universidad
Popular González Prada, -de la que fue su primer Rector y profesor principal-,
llegaba a los afiliados del Partido Aprista Peruano y a los sectores sociales y
sindicales, para analizar los problemas de la época y postular alternativas de
solución. Sus compañeros, con mucho cariño, admiración y respeto le decían “El
Maestro”, por considerarlo un líder político ejemplar, de amplio bagaje
cultural, de espíritu revolucionario inclaudicable y de conducta moral
intachable e insuperable.
Recuerda
Luis Alberto Sánchez que a Haya de la Torre “Se le vio muchas veces flanqueado
por deslealtades y herejías: nunca respondió con violencia excepto cuando las
dictaduras le ataron las manos y le prohibieron toda forma de comunicación. En
otros casos fue amplio y tolerante, escuchando atentamente a los más modestos
críticos y a los más altos censores dentro y fuera de su partido, tratando
siempre de encontrar un punto de sintonía, sin despertar enconos ni
humillaciones, tratando de no hacer sentir su autoridad, que era evidente, para
lograr un clima de armonía y de cooperación creadora”[1]
Después de
egresar del Seminario de San Carlos y San Marcelo, incursiona en la docencia.
Es así que en 1921 se incorpora a la docencia en el Colegio Anglo Peruano (San
Andrés) que dirigía el doctor John Mac Kay, enseña a los niños menores de diez
años y en los que pudo observar “la inferioridad de aquellos que vivían o se
alimentaban mal”. Tal vez sea esta su primera experiencia pedagógica que lo
llevó a pensar seriamente en los grandes problemas del país y cómo resolverlos.
Al año
siguiente, invitado por los estudiantes visita Argentina, La Paz, Buenos Aires
y Santiago de Chile, con el objeto de difundir los ideales de la naciente
reforma universitaria y promover la participación directa de la juventud en el
proceso de renovación estructural de los países de América Latina.
Roque
Benavides Ganoza, llegó a decir: “Mi tío Víctor Raúl tenía alma de educador
permanente”, “para mí lo más saltante de Víctor Raúl era su dedicación completa
al partido”, “la dedicación que él le ponía a los peruanos que se involucraban
en los temas políticos y también la atención que le brindaba a los ciudadanos
de a pie”, “él estaba siempre en la mesa principal”, “la labor de apóstol que
hacía Víctor Raúl, de estar ahí permanentemente recibiendo a la gente,
orientándolos y ayudándolos en su formación”. “Por conversaciones familiares,
sé que a Víctor Raúl le interesó desde niño la educación. Tan es así que
organizó una escuela en su casa y hacía participar como profesores a sus
hermanos ´Cucho´, ´Piño´, y a su primo Macedonio – hermano de mi abuela
Mercedes, que era dos años mayor que él. Sus alumnos, eran los niños del barrio
que vivían cerca de su casa…” (Mochero Vásquez, “Haciendo Memoria”, 2016:33-38).
Por mucho
tiempo Víctor Raúl cumple con éxito
funciones de profesor emérito y profesor visitante en universidades americanas
y europeas en América, dicta conferencias magistrales en México, Costa Rica,
Chile, Venezuela, Argentina, Colombia, Uruguay y Estados Unidos., en las universidades
de Oxford, Columbia, Harvard, La Sorbona, Kent, Roma, Universidad de Texas y
Universidad Autónoma de México. .Y es designado para representar a
universidades europeas en sendos debates y congresos estudiantiles
internacionales.
En su
discurso del 6 de junio de 1946, en Lima, ante miles de trabajadores, Víctor
Raúl explica que el aprismo se fundó como escuela de educación de la voluntad,
como universidad popular y fue la persecución de la tiranía que les obligó a
ser políticos para defender su obra cultural y sindical y los derechos de los
trabajadores manuales e intelectuales, de jóvenes y obreros que “no sabían de
dónde venían y adónde iban”, para prevenirlos del riesgo de caer en
infantilismo demagógicos y en mentiras desaprensivas de promover lo que no
podrían cumplir.
Quince
años después, el 25 de febrero de 1961, al conmemorarse el Día de la
Fraternidad en la “Avenida de los pañuelos blancos” (Alfonso Ugarte), Víctor
Raúl vuelve a recordar el origen del APRA como escuela para el pueblo y universidad
popular: “Será preciso recordar que no surgimos como un amontonamiento de
gentes, ni como una urgencia de ambiciones. Surgimos como una escuela para el
pueblo, surgimos como la Universidad Popular, que fue la obra de un apostolado
juvenil y gallardo, que fue la obra de reunir a los hombres y decirles, ante
todo: ¡Salvemos al Perú de la tiranía de la ignorancia que es la peor de las
tiranías y la madre de todas…!”
A la
pregunta ¿por qué Haya fue maestro antes que político? Marco Antonio Corcuera
responde con una razón muy simple: “Amó a su pueblo sobre todas las cosas, con
la profundidad y la efusión del lenguaje evangélico. Extendió el lado más
sensible de su alma hacia el hombre. Esto fue posible porque hizo pedagogía de
la política, la dignificó hasta el extremo de purificarla. Sus ideas se
plasmaron en la novísima Constitución que él inspiró y redactó situando a la
persona humana en el centro de la sociedad y del Estado como su única
beneficiaria. Creía firmemente, como los fisiócratas de la revolución francesa,
que todo poder emana del pueblo, única e insustituible fuente de poder”.[2]
Víctor
Raúl fundó las Universidades Populares González Prada, fue su primer rector y
profesor principal, desempeño los cargos de Consejero de la Comisión política
del PAP y de Relacionista Público al acercarse al pueblo y dialogar con él. También
fue dirigente activo del aprismo, fundador de una biblioteca obrera, promotor
de la reforma universitaria en 1919, creador de la Fiesta de la planta y de la
Navidad del Niño del Pueblo. En 1979 ha sido elegido democráticamente, con las
tres cuartas partes de la votación nacional, presidente de la Asamblea
Constituyente del Perú.
Preguntado
por unos periodistas peruanos ¿Considera Ud., que la educación que recibió en
el Trujillo de principio de siglo, en el seno de su familia, influyó en su
vocación política posterior y si fue una educación
liberal…conservadora…estricta…? Haya de la Torre respondió: “Trujillo tiene una
tradición patriarcal, pero al mismo tiempo una tradición muy humana. Yo me crié
en el medio trujillano de las familias tradicionales en las cuales el respeto
al servidor, la consideración por el trabajador fue siempre una norma. Al mismo
tiempo he sido educado en un hogar conservador y tengo dos gratitudes en lo que
se refiere a la educación: primero a la liberalidad de mi padre, que tuvo la
mejor biblioteca privada de Trujillo, que me enseñó el amor de comprenderlo
todo, de conocerlo todo, de preocuparme por todo. En segundo lugar me eduqué en
un colegio religioso, de padres franceses, en el Seminario de Trujillo, donde
vivieron pro-hombres de la educación. Hicimos entonces una vida intelectual, al
mismo tiempo que una vida deportiva y aquellos padres franceses nos enseñaron a
amar la naturaleza, y nos dieron esa vitalidad humana y ese sentido social que
me llevó fácilmente a tender por la admiración por el pasado. Cuando después
fui al Cuzco, como estudiante, muy joven, vi el contraste social del Perú, la
falta de justicia al mismo tiempo que el contraste cultural de un Perú que
nosotros no habíamos superado. Todo esto influyó en mi carrera”.[3]
En 1935,
Armando Villanueva del Campo y varios dirigentes visitaron al “compañero jefe”
en la casa en que vivía, una quinta de la calle Bolívar, en Miraflores y
dialogaron con Haya más de una hora. Hecho que fue recordado por Villanueva del
Campo, en su artículo “Evocación de un maestro”: “Fue la primera vez que
observé que en la personalidad íntima de Víctor Raúl predominaba el maestro
sobre el político. Poco después, en el Seminario de Oradores y propagandistas
Túpac Amaru lo escucharía decir: “Yo soy un reformador social, accidentalmente
un político”.[4]
En el
referido artículo periodístico Villanueva del Campo revela también: “Por vivir
siempre al filo de lo culto, de lo intelectual, Víctor Raúl, que podía
improvisar un soneto como redactar un volante de agitación y protesta, usaba
del verso para zaherir y apostrofar a los tiranos. Recuerdo, a propósito de uno
de ellos, los que siguen, que “levantaron roncha”, y más agresividad.
Fue el
gran Bolívar, quien dijo lo que voy a repetir:
“Si un
traidor procura un hijo
no hay que
dejarlo surgir.
Los judas
traen semilla
en la
sangre y en la herencia.
De tal
palo tal astilla
dice la
sabia sentencia”
y agregaba
don Simón
este
principio de Honor:
“Desgraciada
la Nación
que honre
a un hijo de traidor,
Pues por
instinto rastrero
del
atavismo racial,
el hijo
del traicionero
será
siempre un criminal y
traicionará
de nuevo
si la
traición lo hizo rico.
Gallina
que come huevo
aunque le
quemen el pico”…
“De todos
los honores que le confirieron después de salir del asilo diplomático (enero de
1949 hasta abril de 1954), - indica Eugenio Chang-Rodríguez- el más
significativo se le ofreció en Bogotá, en la Universidad de América, el 15 de
mayo de 1954. El Consejo Directivo de esa institución, presidido por el rector
Baldomero Sanín Cano (1861-1975), resolvió: “Exaltar el nombre de Víctor Raúl
Haya de la Torre como ejemplo para las juventudes de América; Conferirle el
título de Doctor Honoris Causa en la Especialidad de Humanidades, de acuerdo
con los estatutos y acuerdos de la Universidad, y celebrar en acto público la
conferencia de este título”[5]
En el año
de 1968 la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV) confiere el título de Doctor Honoris Causa a Víctor Raúl Haya
de la Torre. En el acto de académico, el rector de la UNFV, Dr. Oscar Herrera
Márquez, además de destacar su pensamiento multifacético, la amplia y variada
producción intelectual, sus dotes de orador, de estadista, de político y de
maestro, expresó lo siguiente: “Los estudiosos del futuro deberán evaluar a
Haya de la Torre como el filósofo que iluminó con luz desconcertante las
profundidades que unen y separan el pensamiento y la materia. Los estudios del
mañana deberán valorar el aporte original y extraordinario que significa la
sistematización de las relaciones entre la ciencia y la cultura, entre la
ciencia y la filosofía, entre la filosofía y el medio en cada una de las etapas
de su evolución. Los exégetas del mañana deberán estudiar a Haya de la Torre
como el autor inflamado de la teoría sociológica de la inevitabilidad de la
unidad continental. Futuros analistas deberán evaluar su prédica frente a la
nueva actitud que deberá asumir el proletario en un mundo de cambios
inesperados. Los escritores del mañana deberán someter a prueba el ilustre aporte de Haya de la Torre de la
teoría el Espacio-Tiempo-Histórico en la interpretación de los fenómenos
sociales. Los críticos del porvenir deberán recoger, catalogar y trabajar sobre
las tesis literarias de Haya de la Torre: el crítico erudito y novedoso de
Garcilaso de la Vega, Ricardo Palma, Manuel González Prada y César Vallejo.
Exégetas del futuro encontrarán una veta insospechada cuando tengan que
analizar el estilo de Haya de la Torre como periodista y como escritor. En fin,
Haya de la Torre deberá ser estudiado como cronista acucioso, como visitante
curioso, como narrador extraordinario, como viajero imponente, como estilista
de mensaje fácil, castizo y elegante”.
En enero
de 1979 Víctor Raúl recibe la más alta condecoración, Orden al Mérito de la
República Italiana.
En su lecho de muerte, Víctor Raúl Haya de
la Torre, fue condecorado con la Orden El Sol
del Perú, en el grado de Gran Cruz, el
2 de agosto de 1979.
Ignacio
Campos, autor de los “Coloquios” de Haya de la Torre , nos recuerda lo siguiente: “Uno de los concurrentes, -Daniel Guillén
Benavides-, planteó al Maestro este reto a su privacidad: Permítame suponer –
le dijo- que usted no es Jefe del partido. Que no es político ni estadista.
Algo más: supongamos que no ha sido nada de esto. ¿Qué le habría gustado ser,
de no ser estadista? La respuesta llegó rápida, categórica, como si el Maestro
hubiera estado esperando la pregunta y, aún más, como si la contestación
estuviera a flor de labio: ¡Maestro de escuela!”.
Víctor
Raúl tenía frases históricas preferidas, he aquí algunas de ellas: “El Perú
necesita de sabios y de buenos profesionales”, “Joven, prepárate para la acción
y no para el placer”, “Si sabes mucho, enseña; si sabes poco, aprende”, “Ama Llulla,
Ama Kella y Ama Súa”, “Justicia Social con Pan y Libertad”, “No podemos cambiar
al Perú, si también no cambiamos nosotros mismos”.
A mediados
de 1997, un grupo de periodistas europeos eligió a Víctor Raúl Haya de la Torre
como “el hombre del siglo en el Perú”. Dos años después, a finales del siglo
XX, la BBC de Londres y sus emisoras asociadas en América, el 31 de diciembre
de 1999 anunciaron que Víctor Raúl Haya de la Torre ha sido elegido con la más
alta votación como “la mejor personalidad latinoamericana del milenio”.[6]
Víctor
Raúl siempre propugnó el aprovechamiento de la experiencia cultural-educativa,
de los adelantos científicos y tecnológicos del mundo en sus valores
universales, pero asimilados, adaptados, aplicados, adecuados a nuestros pueblos
en cuanto sean posibles y viables, es decir, “metabolizados”, frente a un mundo
cambiante y a un continente que tienen que realizar cambios urgentes en todo orden
de cosas para arribar a la Gran Transformación.
[1] Luis Alberto Sánchez, en su artículo periodístico: “Haya de la Torre y
la Fraternidad”, Lima, 16 de febrero de 1981.
[2] Marco Antonio Corcuera, en su artículo “Haya: maestro
integracionista”, publicado en el diario La
Industria, Trujillo, 2 de agosto de 1985.
[3] “75 años en la vida de un líder”, entrevista realizada por Mario
Castro Arenas, Elsa Arana Freire y Luis Enrique Tord, publicada en “7 Días del
Perú y del Mundo”, Suplemento Dominical del diario La Prensa, Lima, 22 de febrero de 1970, pp.42-47.
[4] Armando Villanueva del Campo, artículo “Evocación de un maestro”,
Santiago de Chile, marzo de 1984.
[5] Chang-Rodríguez, Eugenio. “Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas Artes,
Historia e Ideología”. Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del
Perú, Impreso en Tarea Asociación Gráfica Educativa, Primera edición, Lima, abril de 2018, p.196.
Publicado por El Tiempo (Bogotá), 25
junio 1954, y reproducido por Repertorio
Americano, 48 (15),232.