MARIO
BUNGE Y SU CONCEPCIÓN DEL HOMBRE
Escribe:
Eudoro Terrones Negrete
Mario Bunge, físico, epistemólogo y filósofo
de la ciencia, doctor en Ciencias Físico- Matemáticas por la Universidad de La
Plata, Doctor Honoris Causa en
universidades americanas y europeas, realizó estudios de física nuclear en el
Observatorio astronómico de Córdova, profesor universitario, defensor del
realismo científico y de la filosofía exacta, nació en Florida Oeste, Argentina
el 21 de septiembre de 1919.
Es autor de más de ochenta obras, entre
ellas las siguientes: Temas de educación popular (1943), La edad del universo
(1955), La Ciencia (1963), Ética y Ciencia (1960), Ética, Ciencia y Técnica
(1996); Cinemática del electrón relativista (1960), La causalidad: el principio
de causalidad en la ciencia moderna (1959), Las teorías de la causalidad, El
mito de la simplicidad (1963), Intuición y ciencia, Funciones de físicos (1967),
La investigación científica, su estrategia y su filosofía (1967), Teoría y
realidad (1972), Filosofía de la física (1973), Semántica (1974), Interpretación y verdad,
Filosofía de la física, Epistemología (1980), Ciencia y desarrollo (1980), Un
mundo de sistemas, El problema mente-cuerpo (1980), Sentido y referencia,
Memorias entre dos mundos, ¿Tiene porvenir el socialismo?, Filosofía para
médicos (2012), Los fundamentos de la física (1967), Las ciencias sociales en
discusión (1999), Intuición y ciencia (1962); Intuición y razón (1986), Ser,
saber, hacer (2002); Crisis y reconstrucción de la filosofía (2002), Tecnología
y filosofía (1976), Pseudociencia e ideología (1985), Vigencia de la Filosofía
(2009) y Diccionario de Filosofía (2001).
También
escribió las obras 100 ideas: el libro para pensar y discutir en el café (2006),
Las pseudociencias ¡vaya timo! (2010), Economía y Filosofía (1982), Filosofía
política. Solidaridad, cooperación y democracia integral, Evaluando filosofías,
Filosofía de la tecnología y otros ensayos, Diálogos urticantes, Provocaciones,
A la caza de la realidad. La controversia sobre el realismo (2007), Mitos,
hechos y razones (2004), Cápsulas (2003), Filosofía de la psicología (en
colaboración con el doctor Rubén Ardila) (1987), Fundamentos de la biofilosofía
(2001), Buscar la filosofía en las ciencias sociales (1999), Vistas y entrevistas
(1997), La ciencia, su método y su filosofía (1959), Sociología de la ciencia
(1993), Mente y sociedad. Ensayos irritantes (1989), Racionalismo y realismo
(1985), Lingüística y Filosofía (1982), Controversias en física (1983),
Emergencia y convergencia (2004), Materia y mente (2016), Materialismo y
Ciencia (1981), Tratado de Filosofía Básica (8 tomos, 1974-1989).
“Mientras
los animales inferiores sólo están en el mundo, el hombre trata de entenderlo;
y, sobre la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible del mundo, el
hombre intenta enseñorearse de él para hacerlo más confortable. En este
proceso, co9nstruye un mundo artificial: ese creciente cuerpo de ideas llamado
“ciencia”, que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático,
exacto, verificable y por consiguiente falible. Por medio de la investigación
científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que
es cada vez más amplia, profunda y exacta”.[1]
“Un
mundo le es dado al hombre; su gloria no es soportar o despreciar este mundo,
sino enriquecerlo construyendo otros universos. Amasa y moldea la naturaleza
sometiéndola a sus propias necesidades; construye la sociedad y es a su vez
construido por ella; trata luego de remoldear este ambiente artificial para
adaptarlo a sus propias necesidades animales y espirituales, así como a sus
sueños: crea así el mundo de los artefactos y el mundo de la cultura…”[2]
Según
el filósofo Mario Bunge, «es humanista, en sentido antropológico, quien cree
que el hombre mismo es la meta y justificación de todo esfuerzo humano; el
hombre, y no alguno de los innumerables fetiches creados por el hombre. La
divisa del humanismo podría ser Ad majorem homini gloriam. No es humanista
quien, en esta fórmula, sustituye ‘hombre’ por ‘Dios’, ‘Occidente’, ‘Oriente’,
‘Estado’, ‘Partido’, o cualquier otro término: será teísta, occidentalista,
orientófilo, estatista, o partidista, pero no humanista»[3]. Si esto es así, Mario Bunge en cuanto
filósofo de la ciencia es un humanista a carta cabal. Más aún cuando sostiene:
«Un humanismo sin ciencia y neutral es inoperante; una ciencia sin humanismo es
peligrosa. Para cobrar eficacia, el humanismo universalista debe ser científico
y militante. Y para no corromperse, la investigación científica debe guiarse
por principios humanistas»[4].
[1] Bunge, Mario. La ciencia, su método y su filosofía. Ediciones Siglo Veinte,
Buenos Aires, 1981, p.9.
[4] Mario Bunge. Op. cit., p. 90.