Artículos periodísticos y de investigación

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23 de abril de 2019

APRISMO Y GLOBALIZACIÓN


APRISMO Y  GLOBALIZACIÓN

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

El movimiento aprista, que tiene un carácter más incluyente socialmente y de desarrollo, coincide con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuando reclama por los cuatro vientos una reforma del actual orden económico mundial y una reforma del sistema multilateral de comercio más humano, cuyos beneficios sean distribuidos equitativamente, dentro de un marco de políticas más balanceado y en la que los países en desarrollo no permanezcan más en la defensiva en las conversaciones comerciales de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
“La globalización es un proceso real, pero sus leyes y tendencias no son el único medio de acción. Este gran proceso de fondo, cuyo motor último está en la información y la comunicación, debe ser complementado con políticas sociales concretas por parte del Estado para incluir en la justicia y el bienestar a la mayor parte de los ciudadanos”, señala Alan García Pérez, en su reciente obra “La revolución constructiva del aprismo / Teorí@ y pr@ctic@ de l@ Modernid@d” (Lima, 2008).
Siguiendo el pensamiento de Haya de la Torre, el Perú y los países en vía de desarrollo tienen un compromiso y destino histórico de luchar mancomunadamente por su independencia económica, política y cultural, dentro de un régimen político democrático. En este sentido, deberán realizar sumos esfuerzos por concertar políticas generadoras de más empleo, más inclusión social y bienestar, pero al mismo tiempo que protejan el medio ambiente, erradiquen la carrera armamentista, superen la pobreza, el narcoterrorismo, la corrupción y la violencia estructural, entre otros.
Históricamente, el fenómeno de la globalización es un hecho irreversible, multidimensional, con actores internos y externos en permanente relación e interacción humanas. En la actual sociedad global, los gobiernos latinoamericanos no tienen otro camino que desarrollar acciones conjuntas contra los enemigos de fuera y de dentro, defender sus identidades culturales, afirmar sus soberanías nacionales, proteger el mercado interno, saber tratar con los inversionistas extranjeros en términos de equidad y de justicia social, alentar la inversión extranjera directa, suscribir tratados de libre comercio con Japón, China, la Unión Europea , Canadá, Estados Unidos, etc., lograr espacios de integración económica hacia adentro y hacia fuera con objetivo social, garantizar el crecimiento continuo y descentralizado, suspender las leyes antidumping que son usadas como medidas proteccionistas encubiertas y desarrollar un sistema de comercio multilateral.
El aprismo está por una globalización en su concepción ambivalente y con rostro humano, que tenga por eje central al hombre, con deberes, derechos y oportunidades de vivir como verdaderos seres humanos dentro de una sociedad abierta y una democracia funcional.
Ante una época de grandes transformaciones, de insólitos cambios y de marchas aceleradas en todo orden de cosas en el mundo del siglo XXI, tiene razón el ex presidente de la República de Perú, Alan García, cuando manifiesta que debemos utilizar “el mercado global y la inversión pero con un objetivo social, con un sentido aprista. Esa es la diferencia. Se fomenta la inversión no con el interés de aumentar las ganancias de un grupo social sino con el propósito de acumular máquinas, tecnología e infraestructura dentro del país para potenciar su presencia en el mundo y generar más empleo y bienestar. Con más inversión y mayor demanda por trabajadores y técnicos de empleo la tendencia a mejorar el salario y la calidad de las relaciones laborales será indetenible…
La filosofía, ideología, doctrina y programa del aprismo, no obstante el tiempo transcurrido desde su fundación hasta nuestros días, se mantiene plenamente vigente, precisamente por su originalidad y aporte a la construcción de la gran transformación de Perú en lo social, político, económico, educativo, cultural, ecológico y cooperativo. a la luz de los nuevos avances científicos y tecnológicos del siglo XXI y de la visión profética de Haya de la Torre sobre la globalización con rostro humano y la identificación de experiencias parecidas entre China y el Perú.
Al respecto Eugenio Chang-Rodríguez[1] escribe: “Desde joven, Víctor Raúl identificó experiencias históricas parecidas entre China y el Perú. Ambas naciones, creadoras de civilizaciones originales, estuvieron sometidas por el imperialismo. Ambas experimentaron el feudalismo y la fragmentación sociopolítica y los desmembramientos territoriales. En El antiimperialismo y el APRA, Haya de la Torre volvió a ofrecer el ejemplo de China y Sun Yat-sen para explicar los alcances del Frente Único de los trabajadores manuales e intelectuales y el rol de las clases medias. Citémoslo:
“En varias oportunidades he aludido a la semejanza del movimiento antiimperialista chino con el movimiento antiimperialista nuestro. En un discurso pronunciado durante la cena conmemorativa de la revolución china en Londres, el 11 de octubre de 1926, hice hincapié en que el único Frente Antiimperialista semejante en su origen al chino es el indoamericano y el único Partido Antiimperialista del tipo que tuvo el Kuomintang al fundarse es el APRA. El Kuomintang no fue fundado como partido de clase sino como un bloque o Frente Único de obreros, campesinos, clases medias, organizado bajo la forma y disciplina de partido, con programa y acción política concreta y propia. Sun Yat-sen, uno de los más ilustres espíritus creadores de nuestros tiempos, vio bien claro en su época que no era posible establecer en China un partido puramente de clase –socialista- o exclusivamente comunista más tarde. Lo admirable de la concepción política de Sun Yat-sen estuvo en su realismo genial” (Haya, 1936, pp.68-69).
“En su obra maestra El antiimperialismo y el APRA, Haya aplicó el principio dialéctico de la “negación de la negación” a fin de confrontar la realidad indoamericana con las tesis que Marx había postulado para Europa (1936b, p.117) e incorporar el relativismo metodológico a su propio análisis. La “negación de la negación” está contenida en la Ley de la Contradicción, uno de los cuatro principios de la dialéctica hegeliana –junto a la Ley del Cambio o del movimiento continuo, la Ley de la Acción Recíproca o del encadenamiento de los procesos y la Ley de la Transformación de la Cantidad en Calidad o del progreso por saltos-. La “negación de la negación” es el movimiento que contiene la vida y, al mismo tiempo, su antítesis, la muerte. Es la aplicación a la política del principio filosófico del Yin y del Yang. Décadas después de publicado El antiimperialismo y el APRA[2], Den Xiaoping aplicó a la nueva realidad de la República Popular China el principio dialéctico de la “negación de la negación” para resolver el desafío marxista de la Contradicción, probablemente sin saber que Haya de la Torre se le había adelantado teóricamente hacía más de medio siglo”[3].
Más adelante Eugenio Chang-Rodríguez[4] señala y explica la segunda visión profética de Haya desde el punto de vista económico: “Otra visión profética de Haya desde el punto de vista económico fue lo que hoy llamamos globalización, el advenimiento de una nueva fase del capitalismo signado por la profundización de los principios del libre mercado y de las leyes que universalizan la dialéctica capitalista. La globalización es el proceso que integra las distintas economías nacionales en un único mercado capitalista mundial, a la vez que expande las fronteras del movimiento de capitales, la circulación de las personas, la cultura, la informática, los conocimientos y las técnicas. El proceso de la globalización no es reciente: comenzó en 1492 con la conquista europea de América y la mundialización del imperialismo, pero se ha acelerado en los últimos años. La globalización sigue siendo uno de los mayores retos para los países desarrollados, en vías de desarrollo y el llamado Tercer Mundo. Para poder explotar plenamente el potencial de crecimiento de este fenómeno y garantizar el mejor reparto de sus beneficios, la Unión Europea procura establecer un modelo de desarrollo sostenible mediante un convenio multilateral a fin de reconciliar el crecimiento económico, la cohesión social y la protección del medio ambiente”.
“…La globalización es un reto-respuesta. Para algunos, es la “fase inicial” del fin del capitalismo y antesala de un nuevo orden económico mundial (Haya, 1956b, p.153); para otros, es la mundialización de los imperialismos cooperantes”.
“Por otra parte, Haya refutó a Hegel cuando afirmó de manera categórica que “Europa es absolutamente, el término de la Historial Universal” (Haya, 1948, p.189). Demostró que no hay una sola Historia y que Occidente no es la meta final de las aspiraciones humanas: “En lugar de tener por bárbaras las culturas no europeas, empezaremos a respetarlas como estilos de confrontación con el cosmos equivalente al nuestro. Hay una perspectiva china tan justificada como una perspectiva occidental” (Ortega y Gasset, 1923). En efecto, medio siglo después, Deng Xiaoping, probablemente sin conocer todavía las ideas de Haya de la Torre, puso en marcha una política de modernización de la República Popular China no anticipada por los teóricos del comunismo y aplicó gran parte de lo que había adelantado Víctor Raúl, de quien le informó Luis Alva Castro durante la década de 1980 en su entrevista con él, guiado por Huang Minhui, futura embajadora de la República Popular China en el Perú en el 2015”.
“Por su parte – refiere finalmente Chang-Rodríguez-, Felipe Cossío del Pomar consigna la respuesta que Haya le dio a un periodista estadounidense que le preguntó “¿A qué se asemeja el APRA?”:
“Probablemente  (…) por medio de una comparación es posible comprender mejor nuestro movimiento…se parece al Kuomintang. Estamos en el período crítico de la transición que ha experimentado China. La revolución china lleva a cabo la transformación dialéctica de las normas. Son normas adquiridas a través del desarrollo gradual de cinco mil años. De hecho, lo que hace Sun Yat-sen es designar el rumbo de los nuevos ideales; se trata de una nueva cultura, cuyo principio es un nuevo nacionalismo que considera todos los estados soberanos como formas semifinales de la sociedad humana (Cossío del Pomar, 1939, pp. 136-137).
Como aprista, peruano e indoamericano, abogo por una concepción integral y ambivalente de la globalización, en todas sus dimensiones y alcances, concepción que rescate la parte positiva y recuse lo negativo de la globalización, sobre la base del libre pensamiento, de la democracia funcional y del desarrollo de los valores humanos.
Considero que los apristas debemos optar por la globalización con rostro humano, con mirada hacia el futuro, con puestas abiertas al cambio estructural de las sociedades en vías de desarrollo. Globalización con rostro humano sí, por la dignidad, la libertad, los derechos humanos y la justicia social de la inmensa mayoría nacional y mundial. Globalización con rostro humano por la ubicación del hombre en el centro del universo, por la protección, defensa y promoción del medio ambiente, por la salud de los seres humanos, por la reducción sustancial de la pobreza y de la exclusión social, por la educación de calidad para todos, por la desaparición de la brecha tecnológica entre los inforricos e infopobres, por la defensa de la identidad cultural de los pueblos, por mejores niveles y condiciones de vida y de trabajo en todos los países del mundo, por una mayor integración y equilibrio de los países en desarrollo al sistema multilateral de comercio, por la sociedad equitativa, solidaria, digna y humana con desarrollo sostenido, sustentable y justo.


  AMBIVALENCIA DE LA GLOBALIZACIÓN

Así como Haya de la Torre introdujo un enfoque ambivalente del fenómeno imperialista en el siglo XX, podemos también desde el punto de vista del aprismo identificar un enfoque ambivalente del nuevo fenómeno de la globalización en el siglo XXI. Es decir, la globalización tiene doble valencia: valencia positiva y valencia negativa.
En mi libro, Filosofía de la globalización. Un cambio de época y una época de grandes cambios (Lima, marzo del 2010) explico este nuevo fenómeno mundial en su valencia positiva y valencia negativa.

VALENCIA POSITIVA DE LA GLOBALIZACIÓN

El fenómeno de la globalización produce una serie de ventajas para el crecimiento y desarrollo de los pueblos, países y naciones, como las siguientes:
Origina un cambio integral en la vida económica, política, social, educativa y cultural de los pueblos a través de la práctica del mercado global libérrimo. Facilita la comunicación con cualquier persona y lugar del mundo. Acerca a las culturas nacionales. Genera mayor eficiencia, eficacia y efectividad a través de la mayor especialización entre los países. Transforma las relaciones internacionales.
Coadyuva al logro del bienestar progresivo de las personas en el mundo. Incrementa el movimiento de productos y de servicios vía el comercio y la inversión de capitales extranjeros .Facilita el acceso de las personas en tiempo real a la base de datos informáticos de las computadoras para posibilitar la toma oportuna de decisiones estratégicas en las políticas comerciales, industriales, empresariales y gubernamentales.
Desarrolla la competencia internacional de acceso a mercados como factor de crecimiento, desarrollo y progreso. Crea oportunidades para un desarrollo auto-sustentable de la sociedad. Desarrolla la denominada globalización de la demanda, a través de posibles compradores situados en diversos lugares del mundo.
Contribuye a desmantelar el modelo de sociedad totalitaria. Mundializa los deberes y los derechos humanos. Lo exótico ya no está distante y lo distante es cada día más familiar a las personas. Aplica y desarrolla una serie de principios éticos, por ejemplo: solidaridad, cooperación, honestidad, fraternidad, tolerancia, respeto a la dignidad, responsabilidad individual y colectiva, independencia de criterio y sentido social.
«Analógicamente, una bien orquestada presión forzó a la comunidad internacional a condonar la deuda de algunos de los países más pobres. Incluso aunque la globalización presente facetas negativas, a menudo ofrece beneficios; la apertura del mercado lácteo de Jamaica a las importaciones desde EE.UU. en 1992 pudo perjudicar a los productores locales pero también significó que los niños pobres pudieran consumir leche más barata. Las nuevas empresas extranjeras pueden dañar a las empresas públicas protegidas, pero también fomentan la introducción de nuevas tecnología, el acceso a nuevos mercados y la creación de nuevas industrias» señala Joseph Stiglitz en su obra «El malestar en la globalización» (Madrid, 2002). Y agrega el autor: «La ayuda exterior, otro aspecto del mundo globalizado, aunque padece muchos defectos, a pesar de todo ha beneficiado a millones de personas, con frecuencia por vías que no han sido noticia: la guerrilla en Filipinas, cuando dejó las armas, tuvo puestos de trabajo gracias a proyectos financiados por el Banco Mundial: los proyectos de riego duplicaron sobradamente las rentas de los agricultores que accedieron así al agua; los proyectos educativos expandieron la alfabetización a las áreas rurales; en un puñado de países los proyectos contra el sida han contenido la expansión de esa letal enfermedad» (Op.cit.).


VALENCIA NEGATIVA DE LA GLOBALIZACIÓN

El fenómeno de la globalización tiene las desventajas siguientes: La sustitución del homo sapiens y del homo faber por el homo consumuns y el homo interneticus. La generación de competencia desigual entre las naciones. La extorsión financiera. La privatización de la educación, con el consiguiente encarecimiento relativo y alza permanente de las pensiones de enseñanza, costo de libros, entre otros.
La conversión del sistema financiero en una especie de «casino global» donde se origina las mega-crisis financieras como la ocurrida en el Asia. Las exportaciones de productos primarios y poco transformados de los países emergentes tienen bajos precios y poca demanda en el mercado global, toda vez que se requieren de productos manufacturados de alta tecnología, de servicios sofisticados y menos productos primarios.
Oswaldo de Rivero en su obra «El mito del desarrollo» expresa: «Las materias primas van teniendo cada vez menos demanda y sus precios son siempre inestables y poco remunerativos porque las nuevas tecnología utilizan cada vez menos materia prima y combustible por unidad de manufactura producida. Hoy la demanda mundial de productos con alta tecnología y servicios aumenta 15 % anual, mientras que la de las materias primas no llega al 3 % y la de los productos poco transformados no pasa el 4 % anual».
Algunos autores comienzan a intuirlo – señala el ex presidente de la República de Perú, Dr. Alan Gabriel García Pérez, en su obra Modernidad y Política en el Siglo XXI (Lima, 2003)- al comprender que la energía del sistema ya no puede confundirse con los combustibles materiales. Por ejemplo, Jeremy Rifkin en su libro «La Economía del Hidrógeno» (Paidos, 2002) anuncia que en el futuro el combustible fósil en vías de agotamiento será sustituido por el hidrógeno inagotable.
La extracción del mercado de su condición de instrumento para elevarlo al estatus de religión. El sistema de información resulta de acceso difícil y oneroso para las personas con escasos recursos económicos. Se origina la racionalidad instrumental, por el cual se impone el fin sobre los medios.
Utilización de la información y de los medios de comunicación masiva para construir «Una sola voz y mundos múltiples», en lugar de «Un solo mundo y voces múltiples». Ruptura de las identidades culturales y nacionales de los países emergentes. Pérdida del derecho de soberanía popular en relación al control sobre el patrimonio cultural de los países (bienes, recursos materiales, territorios, lengua, creencias, conocimientos, etc.).
Desestructuración, disgregación, exclusión y polarización social. Vulnerabilidad política y económica de los Estados-nación (pérdida de poder). La apertura comercial inicialmente sólo beneficia a los que están en capacidad económica y financiera de competir y de exportar. Los flujos de capital a largo plazo son superados por el corto plazo (hora de capitales especulativos y no productivos).
Las decisiones fuera de los territorios nacionales determinan el comportamiento de las tasas de interés, del déficit fiscal, del valor de la moneda, del precio de los productos primarios, de la deslocalización de industrias, entre otros. La generalización de políticas de desempleo dirigido o de cultura antilaboral: Violación sistemática de derechos sindicales; despido laboral sin preaviso; prohibición relativa de crear organizaciones sindicales; generalización de contratos temporales o a tiempo parcial.
La proliferación de asociaciones patronales «independientes». La crisis de representatividad de los partidos políticos. La incapacidad del Estado para generar seguridad social y solucionar los problemas. La pérdida de poder de los ciudadanos.
Los trabajadores y la tecnología no tienen permiso para circular globalmente, al hallarse regulados por severas leyes de inmigración y de protección a la propiedad intelectual. La casi desaparición de las actividades reservadas como estratégicas de los Estados, con la privatización indiscriminada de las empresas y la consiguiente desnacionalización de las empresas del Estado.
La diseminación cultural a través de una televisión global, que si bien pone en contacto a las más diversas nacionalidades y culturas, sin embargo no está logrando la diseminación global de los valores democráticos y el respeto de los derechos humanos.
La economía de la democracia empieza a erosionarse en tanto sus ciudadanos no intervienen en la marcha de la economía de sus propios países y no se sienten realmente representados por sus gobiernos. 


[1] Chang-Rodríguez, Eugenio. Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas Artes, Historia e Ideología. Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, Lima, 2018, pp.206-207.
[2] La primera edición de este libro fundamental se publicó con el título de El antimperialismo y el APRA, las siguientes con el título de El antiimperialismo y el APRA, con la palabra antiimperialismo con dos letras i.
[3] Chang-Rodríguez, Eugenio. Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas Artes, Historia e Ideología. Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, Lima, 2018, pp.206-207.
[4] Chang-Rodríguez, Eugenio. Op.cit., pp.208-210.

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