Artículos periodísticos y de investigación

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28 de abril de 2019

LA ÉTICA EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA


LA ÉTICA EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

Escribe: Eudoro Terrones Negrete

La filosofía está conformada por diversas disciplinas, entre ellas la ética, la lógica, la estética, la axiología, la deontología, la epistemología, la gnoseología, la metodología, la metafísica y la bioética.

El hombre en el transcurrir de su existencia va forjándose una concepción ética de la vida y de sí mismo, en la búsqueda de la verdad, del amor, de la unión pacífica, del bien y del ejercicio pleno de su libertad.

Vale la pena recordar que históricamente la ética ha recibido diferentes denominaciones: Filosofía moral (Séneca), Deontología o teoría del deber (Jeremías Bentham), Axiología o teoría de los valores (Max Scheler) y Teoría de las costumbres (Manuel Kant).

Desde que el hombre se agrupó en sociedades tuvo necesidad de contar con normas, disposiciones, reglas, principios o valores que le permitieran regular su conducta en sus relaciones con los demás miembros de la comunidad.

No olvidemos que los seres humanos por naturaleza son seres imperfectos, pero perfectibles en el transcurso de su existencia, siempre que usen adecuadamente sus facultades cognitivas (pensamiento, razón, sentidos, intuición, memoria, imaginación, inteligencia, voluntad, sentimiento y emoción), virtudes intelectuales y éticas para perfeccionar sus naturalezas y conductas y alcanzar el máximo bien (bienestar y felicidad).

El gran filósofo griego Aristóteles llegó a distinguir entre virtudes éticas o morales y virtudes dianoéticas o intelectuales. Las virtudes éticas o morales, decía, se generan por hábitos (repetición de actos) y costumbres y consiste en el dominio de la parte racional del hombre, regula las relaciones entre los hombres y son perfectibles. Son virtudes éticas la fortaleza, la templanza y la justicia. Aristóteles decía que sólo practicando la justicia podemos llegar a ser justos, y sólo podemos ser justos cuando ejercitamos y aplicamos la justicia y lo convertimos en un hábito o costumbre de nuestra conducta diaria. Por eso se dice que en la vida de los pueblos lo acostumbrado es considerado como lo bueno, lo permitido, lo correcto. En cambio lo no acostumbrado es lo malo, lo no permitido, lo prohibido, lo incorrecto. Resulta así que la costumbre es la práctica repetida de una conducta; la costumbre es un acto creador del derecho toda vez que “por la costumbre, lo que es se convierte en lo que debe ser”.

En cambio, la virtud intelectual o dianoética proviene de la instrucción, enseñanza o educación. Son propias del intelecto (NOUS) o del pensamiento (NÓESIS) y se caracteriza por ser aprendidas. Entre las virtudes intelectuales o dianoéticas se consideran la inteligencia (sabiduría) y la prudencia.
Sócrates es el fundador de la Ética. Cicerón dijo alguna vez que Sócrates trasladó la filosofía del cielo a la tierra, dedicándose a analizar y explicar los problemas del hombre relativos a su conducta moral. Con la terminología de José Ingenieros podríamos calificar a la moral de Sócrates de moral meliorista, en tanto y en cuanto fomenta la creencia activa en la perfectibilidad del ser humano.
Sócrates distinguió cuatro virtudes fundamentales en el ser humano: la sabiduría, la templanza, el valor o la fuerza y la justicia, unidas todas ellas en una perfecta armonía.
La ética es una ciencia que forma parte de la filosofía. Estudia el comportamiento moral del hombre en sociedad según determinados principios y valores  normativos que establecen lo que está bien y lo que está mal; es una ciencia que estudia, analiza, describe y explica los hábitos, las costumbres, el carácter, la conducta moral, la conciencia moral, los valores y problemas morales, la manera de ser del hombre en sus relaciones con sus semejantes, en procura de un fin honesto y del bien común.

La ética de la investigación es una ciencia normativa y práctica que se ocupa del Deber ser y Deber hacer del investigador. Está conformada por un conjunto de reglas, proposiciones, principios, valores y leyes que permiten normar, regular y orientar la conducta del investigador por el camino correcto, apropiado, lícito, digno y justo, con el fin de alcanzar el bienestar individual y colectivo.

La ética de la investigación se aplica durante todo el proceso y desarrollo de la investigación científica: elección del problema científico, diseño del proyecto,  revisión de la literatura,  recolección y selección de datos, procesamiento e interpretación de datos, redacción y corrección, evaluación de su utilidad, publicación y aplicación de los resultados.

La ética de la investigación tiene por objeto la moralidad del acto, la experiencia moral, y la conducta moral del investigador, en sus relaciones con los demás miembros de la comunidad científica y de la sociedad. Su finalidad es orientar al investigador en busca de su perfección individual y del bien común; es  forjar una conducta recta, correcta, honesta, tolerante, sensible, solidaria, cooperante, responsable, digna y justa para un buen vivir.
Los aspectos éticos o las buenas prácticas del investigador científico  tienen relación con todos los campos y áreas de  su quehacer profesional y actividad científica. El comportamiento ético del investigador es un requisito para la credibilidad de la ciencia y del propio investigador, para avanzar en la excelencia de las investigaciones, mejorar la calidad, así como también mantener óptimamente las relaciones con las instituciones, la sociedad y el Estado.  
La ciencia moderna, aplicada a la investigación, da como resultado mayores logros a la humanidad. Teniendo en cuenta que se vive en un mundo basado en la investigación y gobernado por ideologías fundamentadas en la ciencia y en el uso de instrumentos creados por la ciencia y la tecnología, es necesario ser conscientes de que dichas ideologías e instrumentos pueden ser utilizados de forma objetiva o subjetiva, o correcta e incorrectamente, es decir, de un modo ético o no. Por este motivo, es importante hablar de una ética de la investigación, es decir, de una investigación con conciencia. Una investigación cuyos resultados sean correctamente utilizados, puntualiza Manuel Galán Amador.[1]
Estamos viviendo en la era de la información y la comunicación, con cantidades de información  que fluyen a la velocidad de la luz, que no pueden ser decodificadas a plenitud y que influyen positiva o negativamente en la vida humana o en la conducta de las personas e instituciones, por lo que el investigador necesita adoptar actitud cada vez más crítica y analítica, para así lograr ser un buen investigador que satisfaga las expectativas de las personas y sociedades del planeta.
No debe olvidarse que las personas, la actividad científica y el investigador llegan a corromperse cuando se ponen al servicio de los privilegios e intereses creados, de la delincuencia y el terrorismo, de los dogmas y las ideologías extremistas, del poder económico y político, de la degradación del medio ambiente, de la guerra y el armamentismo, del narcotráfico, y de las mafias, así como también de las teorías conspirativas e intenciones perversas..
El investigador asume un comportamiento ético que se caracteriza por ser racional, libre, consciente, voluntario y responsable de cuanto piensa, dice y hace; responsable de sus causas y consecuencias. El investigador posee altos estándares éticos en su comportamiento, en la actividad científica y al momento de tomar decisiones éticas  y resolver los dilemas éticos.
La ética de la investigación trata de minimizar las desventajas, los problemas o las consecuencias negativas de los resultados de una investigación y trata de maximizar las ventajas, los beneficios o los aportes positivos a favor de las personas, instituciones, sociedades y la comunidad científica mundial.
Para que una conducta sea ética en términos de investigación, el investigador deberá responder, actuar e investigar correctamente, utilizando medios éticos y medios lícitos, liberado de presiones, prejuicios y dogmas, liberado de intereses de conflicto y de intereses monetarios.
La ética en la investigación científica tiene que ver con la responsabilidad moral de los investigadores acerca del uso que le dan a sus investigaciones, y a la forma de desarrollar el proceso de la investigación, redactar el texto de los proyectos y de las conclusiones.
“Las últimas dos décadas – indican Martín Aluja y Andrea Birke- se han caracterizado por un aumento en el reporte de violaciones a la integridad científica (National Academy of Sciences, 1992; Steneck, 2000). La opinión generalizada (e.g., Macrina, 2000; y Shamoo y Resnik, 2003) es que este incremento se debe a factores tales como: a) aumento de científicos y académicos en proporción al decremento de posiciones laborales en la industria, gobierno y academia; b) recursos financieros limitados (competencia por proyectos, espacio físico, equipo, técnicos, competencia por obtener reconocimiento o créditos, etc.); c) presión por publicar que genera el síndrome conocido en los Estados Unidos como “Publish or Perish” (Kleschick et al., 2000; Bostanci, 2002; Shamoo y Resnik, 2003); d) evaluación del científico en términos de la habilidad de éste por generar recursos y e) necesidad de cumplir con cada vez más engorrosos requerimientos administrativos (Stanley-Samuelson y Higley, 1997)...”


[1] Galán Amador, Manuel, en su artículo Ética en la investigación. http://www.rieoei.org/jano/3755GalnnJano.pdf

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