EL REPORTAJE, SUS CLASES Y UN MODELO
Escribe: Eudoro Terrones
Negrete
El reportaje proviene del verbo latino reportare,
que significa traer o llevar una noticia, volver a llevar, trasladar, anunciar,
referir, información al público lector acerca de alguna cosa ocurrida o de algo
que preocupa a la población. De ahí que la mayor parte de lo que se publica en
un periódico, en un diario, en una revista, es reportaje.
Martín Vivaldi en su obra Géneros
periodísticos define el reportaje como "relato periodístico
esencialmente informativo, libre en cuanto al tema, objetivo en cuanto al modo
y redactado preferentemente en estilo directo, en el que se da cuenta de un
hecho o suceso de interés actual o humano; o también: una narración
informativa, de vuelo más o menos literario, concebida y realizada según la
personalidad del escritor-periodista".
En cambio para Luis A. Romero (Curso
práctico de periodismo) la palabra francesa "reportage" en el
lenguaje periodístico se emplea "para designar aquellas informaciones, en
forma de entrevistas, en las que el periodista trascribe casi literalmente, es
decir, limitándose a darles forma literaria, las preguntas formuladas a una
persona que ocupa una situación importante, y las respuestas dadas por la
misma; la tarea de aquél, en estos casos, no es la de "crear", sino
la de trasladar fielmente al
lector las manifestaciones que se le hacen".
El reportaje además de ser apasionante,
exigente, organizado, absolutamente objetivo, está dotado de colorido en
ciertos casos para dar al lector una idea acerca del ambiente en que el
entrevistado actúa, trabaja, vive o desarrolla sus actividades. El reportero
goza de libertad expositiva, trata sobre temas, problemas o sucesos de
actualidad, que guarda relación o conexión con el mundo circundante, con el
presente o con el futuro
La técnica del reportaje implica el dominio
de la narración, de la descripción, de la entrevista, de la crónica y de la
organización de los elementos informativos.
CLASES DE
REPORTAJE
Hay diversas clases de reportaje: Reportaje
moderno, de opinión, interpretativo, ilustrado, profundo e investigador.
Reportaje moderno. Es una narración objetiva, veraz e
imparcial, escrita de manera impersonal o en tercera persona.
Reportaje de opinión. Es el reportaje en el que se procura
orientar o dirigir la opinión del lector, interpretando el acontecimiento según
el punto de vista personal del reportero.
Reportaje interpretativo. Es el reportaje que describe el
acontecimiento, que añade aclaraciones que contribuyen a la comprensión del
asunto.
Reportaje ilustrado. Dícese de la serie de fotografías sobre un
tema de interés periodístico que aparecen en una publicación.
Reportaje profundo. Llamado también Gran Reportaje, es
un trabajo más personal y libre, sin reglas fijas de procedimiento, sin formas
categóricas de redacción. Es el reportaje más o menos grande, profundo e
interpretativo, que cuenta e interpreta lo que pasa por dentro de lo que
acontece, de las cosas o del mundo.
Reportaje investigador. Son notas periodísticas que
proceden de reporteros de una redacción que a veces tienen o no dirección
editorial. Significa que uno o más reporteros se han dedicado a trabajar una
noticia, luego de recibir un encargo de su propia redacción, de un lector o de
alguna otra fuente, y han logrado de esa manera obtener una noticia
significativa. Este tipo de reportaje se caracteriza por ser sigiloso y
paciente, por cubrir una zona amplia, por requerir de un tiempo razonable para
la investigación y por efectuarse el relato como noticia en estilo llano. El
reportaje investigador indaga casos delictivos, enfermedades mentales,
corrupción administrativa, casos especiales que se ventilan en el poder
judicial, maniobras sucias en el campo de las relaciones obrero-patronales,
sobre el mal uso de los fondos públicos, entre otros.
Modelo de
reportaje:
MADRE DE BARRIADA
2 hijos, un marido, 70 soles diarios
Por
Hernán Velarde[1]
Hay un mundo señor Presidente de la
República... un mundo
atroz, quizá lo
sepa:
Allí los recién nacidos laten como relojes
de carne en el polvo.
Las generaciones se suceden sobre la basura.
Las muñecas llegan prostituidas a las manos de las niñas.
El agua es un artículo de lujo.
Nadie llora porque todos preguntan: ¿para
qué...? El padre Sol es de materia y orín.
Los niños maman el dedo índice de la
tuberculosis.
Un mundo que vive, pese al Ministerio de
Salud Pública y la Gota de Leche.
Es un bosque de fémures y tibias.
Un cultivo de puños.
Un almácigo de odios.
Se llama el "Cinturón de
Miseria".
Los niños miran desde sus jergones, cómo el
padre y la madre... ¡Ud. comprende!
Allí, entre otras cosas, vive Teolinda
Navarro Vela de López, madre de 22 hijos.
Su historia es la de 250 mil madres de
familia, que sobreviven al olvido plural y singular, al olvido oficial y
particular. Mejor dicho, a todos los olvidos, incluyendo el olvido del Gran
Dios y el pobre diablo.
Las primeras palabras
Alguien ha de decir que este reportaje es
subversivo. Claro que lo es, como todo lo que se escribe sobre las barriadas,
incluyendo la que dicen los santos varones de la Iglesia, en su afán "por
no hundirse con barco y todo", conforme reza el credo revolucionario de
los sacerdotes de extrema izquierda.
Dirán también que los personajes del mismo,
hablan demasiado claro para ser tan miserables, pero no hay mayor claridad que
la que irradia la miseria. Los que disfrutan de una vida imaginaria, entre
piojos, alcohol y promiscuidad.
- Yo creo que la historia tendrá que
avergonzarse algún día de todo esto...
- La historia, señor, es algo que jamás
considera a nosotros los miserables...
- Y Ud., ¿qué sabe de la historia?
- Nada, salvo que es un relato que los
viejos cuentan y los niños escuchan.
- ¿Y quiénes la protagonizaron?
- Los ricos.
Sobre un muladar cubierto de moscas de
trompas ensangrentadas, Teolinda Vela Navarro de López y sus hijos, semeja la
imagen de la Patria. Si, porque además tiene la cabeza hundida en el cielo
negro y heroico de la barriada. Y porque también hay un toque de luz sobre sus
arrugas, reflejo de esas lonjas granates que arroja el atardecer, sobre los
espectros.
Un lugar de la tierra
El distrito Independencia, una de las
primeras poblaciones humildes que se formaron hace ocho años a la ribera
derecha de la antigua carretera a Canta, es en realidad una perrera humana.
Cada noche en alguno de sus malolientes casuchas de estera, mueren dos, tres y
cuatro niños, debido a una enfermedad que no está en los tratados de medicina.
Porque los hombres de las barriadas, si bien no tienen nada, son exclusivos y
excluyentes en cuanto a sus enfermedades. Desde el asfalto agrietado, las
construcciones trepan cuesta arriba, envueltas en polvo y miasmas. Los perros,
como en El Agustino o Villa María, Comas o Cuevas, caminan de medio lado, según
la brisa venga de Este u Oeste. Cuando sopla desde el Norte, retroceden como si
el cuarto trasero se les paralizara. Pero si el viento sopla del Sur, avanzan
tal si estuvieran vomitando.
Una de ellas
Arriba, donde las construcciones chocan con
el cerro y parecen caerse patas arriba, con las esteras despanzurradas, vive
Teolinda Navarro.
Su casa ocupa un área de 17 y medio por 11 metros , 192 y medio
metros cuadrados en total. De ellos, cien metros están ocupados por los
animales domésticos y el resto por Teolinda, sus hijos, su esposo, sus
sobrinos, etc., etc., etc., a razón de un metro y medio por persona. Allí en
realidad se duerme por turnos y aún así, los pies asoman por debajo de los
muros de papel y yute.
- Señora, ¿debe sufrir mucho, verdad?
- ¿Sufrir, sufrir?, déjeme pensar, creo que
no, aunque ciertamente tal vez sufra mucho, no sé, como que tampoco sé gozar.
Creo que con tanta preocupación, no acabo de comprender mi propia situación, y
eso es una ventaja.
Espantosa lógica
- ¿Cuánto gana su esposo?
- Setenta soles diarios, eso dice.
- ¿Y por qué tiene tantos hijos?
- ¿Cómo decirle no a mi esposo, sabiendo
que yo soy su único placer?
- Es espantoso.
- No lo crea, pues tiene sus compensaciones,
porque yo tampoco tengo otro placer.
Una historia
Teolinda Navarro que poco más o menos es el
símbolo del cuarto de millón de madres de familia que habitan en la periferia
de Lima, nació en Iquitos. Para llegar a su casa había que cruzar el río Itaya
en balsa. Allí sobre la orilla derecha, entre los brazos deformados de los
árboles, se levanta aún la casa paternal. Los "pustis" hacen
parábolas en el cielo y los "puachos" se dicen piropos glotales. Los
bejucos -homosexuales vegetales-, se abrazan con delirio y el agua corre
descalza entre los cafetos. Un paraíso.
-¿Por qué vino a Lima?
- Mi esposo dijo un día, "sólo los
elefantes mueren en su valle".
- ¿Y?
- Y aquí me tiene.
- En el supuesto caso que su deseo fuese
escuchado, ¿qué le pediría al Presidente de la República?
- Nada, porque creo que el señor Presidente
debe tener más dolores de cabeza que yo.
-¿Por qué dice eso?
- Por experiencia, no hay peor cosa que
gobernar pobres.
- ¿Pero en el Perú también hay ricos...?
- Claro, para que haya pobres, es necesario
que haya ricos.
- ¿Cree en el Cielo?
- Como el enfermo en la recuperación de la
salud.
- ¿Y si el cielo fuera una mentira?
- Dios dice la verdad, el Cielo existe para
nosotros las gentes de barriada.
-¿Sólo para Uds.?
- Así es, porque los últimos deberán ser
los primeros.
La noche de la invasión
Una noche del 17 de noviembre de 1960
Teolinda fue una de las 350 personas que armadas de una bandera peruana, una
estera y una hereditaria decisión de morir peleando por la tierra, se agazapó
tras los muros que bordean la carretera a Canta. A las tres de la madrugada,
cuando un profesional de las invasiones dio la señal convenida, Teolinda puso
bajo el brazo al menor de sus hijos y corrió dando vivas al Perú y al Gobierno
democrático hacia los terrenos de Independencia. Allí midiendo con el pecho las
agruras de la tierra, plantó sus estacas y le puso techo a su precaria
vivienda. A la mañana siguiente vino la Guardia de asalto y trató de erradicar
a los invasores. Teolinda cantaba aún el Himno Nacional, cuando un culatazo de
fusil la abatió sobre sus ollas y el nidal de sus hijos, pero las otras mujeres
se pusieron como fieras y con los críos en los brazos y la bandera nacional
amarrada al cuello, arremetieron contra los policías. Ese fue otro capítulo en
la historia de las invasiones ganadas por las mujeres. Los hombres vinieron
luego a tomar posición de la tierra y construir las viviendas.
- ¿Ud. estaba dispuesta a morir por este
pedazo de tierra?
- Incluso por otro más chico, ¿para qué
sirve un hombre y una mujer que no tienen un pedazo de tierra?
- ¿Todos sus hijos van al colegio?
- Sólo cinco, para el resto no hay libros
ni comida.
- ¿Pero Ud. parece más bien alegre...?
- Y qué voy a hacer, ¿llorar, para qué...?
- ¿Va a misa?
- No tengo tiempo.
- El párroco, ¿le ayuda?
- Prometió hacerlo.
Le paso el dato
Allí entre perros sarnosos, polvo y
miseria, entre piojos de hocico tinto en sangre, señor Presidente de la
República, hay un pueblo, una madre y ella tiene razón, "no hay peor cosa
que gobernar un pueblo de pobres".
Yo le paso el dato, por si mañana las
ojotas se desbordan.
Lima, 1966.
Fuente: El reportaje, Hernán Velarde.
Editorial
Arica, S.A., Lima-Perú, 1972, pp. 165-169.