PAÍSES DE AMÉRICA LATINA
REQUIEREN DE MAYOR INVERSIÓN EN CAPITAL HUMANO PARA UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD
Escribe: Eudoro Terrones Negrete
La
mejor y más rentable inversión que pueden hacer los países de América Latina es
en la educación en general y, particularmente, en la educación superior
universitaria y no universitaria, para alcanzar una educación de calidad
permanente a corto, mediano y largo plazo.
El desarrollo del
capital humano es una de las estrategias básicas para la reducción de la
pobreza, para el aseguramiento de la cohesión social y la calidad educativa, la
superación de la desigualdad social, el crecimiento y desarrollo sostenido de
las organizaciones, el crecimiento espiritual y moral de los individuos, la
profundización y la consolidación de la democracia y la convivencia pacífica de
los pueblos.
“El concepto de capital humano –introducido por Theodor
W. Schultz como conjunto de atributos cualitativos adquiridos por la población
que son valiosos y pueden ser aumentados por medio de la inversión apropiada-
nos remite a un factor considerado en la actualidad por empresas y por estados
modernos como fundamental para el progreso económico. Según Schultz, es humano porque está incorporado al hombre
y es capital porque es fuente de
satisfacciones futuras, de ganancias futuras, o de ambas cosas. Esta
“humanización” de lo económico o de lo empresarial se hace patente en el hecho
de que la educación y la formación constituyen, en este contexto, la inversión
en capital humano por excelencia” refiere Francisco López Rupérez.[1]
La educación en el siglo
XXI debe visualizarse como una inversión continua y de por vida en la formación
profesional integral (humanística, técnica, científica y ética) de los mejores
cuadros que todo país necesita para impulsar su crecimiento, desarrollo y
progreso.
Dicha inversión debe
efectuarse en función a la demanda del mercado laboral, a los costos y a los
resultados, en función a una educación continua e inclusiva de calidad que
aplique conceptos de reducción de costos, maximización de excedentes y
resultados e implique mayor dedicación
de los estudiantes y profesores a descubrir nuevos conocimientos y a efectuar
permanentes cambios de actitudes, de formas de pensar así como de actuar
creativamente por la transformación integral de la sociedad.
Dicha inversión en
educación no debe ser elitista sino universalizable, no debe ser para atender
las necesidades de un selecto grupo de los mejores estudiantes sino para
atender las demandas, necesidades y expectativas insatisfechas de la totalidad
de estudiantes y profesores.
En América Latina, según
el informe “Una mirada a la educación” elaborado por los técnicos de la
Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) en los países de
América Latina se invierte siete veces menos por alumno que en las naciones
desarrolladas, hecho que ubica en desventaja a nuestros estudiantes a la hora
de evaluar las calidades del servicio educativo con respecto a los estudiantes
de países veloces o desarrollados, países que tienen mayor capacidad económico-financiera
y realizan mayor inversión en educación.
Carlos Boloña Behr, ex
rector de la Universidad San Ignacio de Loyola y ex ministro de Economía de
Perú, en una de sus conferencias magistrales reveló que “el modelo educativo
aplicado en el Perú durante los últimos 30 años muestra una pirámide educativa
en la que, de cien alumnos de inicial y primaria, 40 pasan a secundaria; 7 a la
universidad, para luego graduarse 1. Si consideramos el postgrado 1 de 1000
obtiene su maestría. Esta pirámide educativa es a todas luces un fracaso y un
desperdicio del recurso humano, cuando hoy en día se habla de “Cero error” y
“Justo a tiempo”. La educación debe universalizarse, que no sea elitista sino,
más bien democrática. La pirámide educativa en lugar de perder el 99 % de los
alumnos debe permitir salida de alumnos con diversos niveles de formación para
que salgan educados”[2]
Para quienes pensamos y
creemos firmemente que la educación está íntimamente relacionada con la
economía, la política, la moral, la psicología, la filosofía, la epistemología,
la antropología, el psicoanálisis, el derecho, la religión y todas las ciencias
que estudian los problemas del hombre y de la sociedad. Y empezamos mencionando
la relación de la educación con la economía porque sin recursos económicos y
financieros es imposible solucionar muchos de los problemas críticos que genera
el fenómeno educativo. Sin mayores recursos de capital financiero es de
esperarse – como está ocurriendo en muchos países del mundo- el deterioro
constante y creciente en la calidad de la formación integral de la población.
Por ejemplo, la
necesidad de democratizar el acceso a los centros educativos de todos los
niveles y modalidades educativas implica incrementar los presupuestos de
educación por parte del Estado y de las empresas privadas a la vez que otorgar
créditos educativos para estudiantes y profesores que lo necesiten, como
estímulo por sus destacadas facultades, habilidades y talentos que dispongan.
Requerimos de mayores
inversiones en los recursos humanos a fin de propender hacia una educación de
calidad, con estudiantes y profesores A1 para responder a los desafíos y retos
de la sociedad del conocimiento, acorde con la rapidez del cambio tecnológico y
cambio científico.
La necesidad de mayores
inversiones en los recursos humanos se justifica aún más si se tiene en cuenta
la necesidad de renovar, mejorar y ampliar los recursos didácticos, recursos
tecnológicos, la infraestructura física, las bibliotecas, los talleres y
laboratorios de las instituciones educativas, entre otros, ante la rápida
obsolescencia de los contenidos y de la tecnología.
“Para que la educación
funcione bien- afirma Almeida Cordeiro- se necesita tres cosas fundamentales:
una inversión pública adecuada a las necesidades educativas de la población,
una voluntad política y una coordinación interinstitucional, porque la
educación es una responsabilidad de todos.”[3]
El experto reveló que
mientras en el Perú se invierte unos US$354 al año por alumno, en Chile se
dedica US$1.350 y en la UE es más de US$4.000.
“El Perú es un país en
plena evolución económica, pero necesita material humano. Debe haber una mayor
adecuación del capital humano a lo que realmente necesita la empresa privada.
Esa articulación aún es muy difícil”, concluyó Cordeiro.
No debemos olvidar que
la inversión en la educación de la población es un componente vital en
cualquier estrategia para reducir la pobreza, el analfabetismo convencional y
el analfabetismo tecnológico, la marginación y exclusión social, la explotación
del hombre por el hombre y del hombre por el Estado y la injusticia social,
particularmente en los países en vías de desarrollo.
Una mayor inversión en
educación, tanto por el Estado como por las empresas privadas, posibilitaría el
aseguramiento de una educación de calidad permanente y promovería el
crecimiento económico y el desarrollo social de los países de América Latina.
[1] López
Rupérez, Francisco. La gestión de calidad
en educación. Editorial La Muralla, S.A, 3ª. edición, Madrid, 2003.
[2] Carlos Boloña Behr, en Conferencias
magistrales: II Congreso Internacional de
Educación, organizado por el Colegio de Doctores en Educación del Perú, del
13 al 18 de marzo del 2000, Lima-Perú.
[3] Joaquim Almeida Cordeiro, jefe de la
Asistencia Técnica del Programa de Apoyo a la Formación Profesional para la
Inserción Laboral en el Perú (Aprolab) de la UE, al participar en la
Conferencia sobre Educación y Tecnología, organizada por la Asociación Técnico
Científica Franco-Peruana, IPAE, Unesco, la Embajada de Francia en el Perú, la
Unión Europea (UE) y Concytec (Lima, octubre del 2007).